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Muchas personas se muestran agradecidas de que hayan terminado los últimos tres años, y esperan que este año sea mejor. Tal vez nosotros estemos entre esas personas, y de ser así, no podrán culparnos. Porque la lista de desastres es interminable, y con inquietante frecuencia se oyen expresiones como: gran tormenta, histórico, de proporciones bíblicas y, desplome del mercado de valores. Sabemos que los tiempos han sido difíciles, y que muchas decisiones de nuestros líderes nos han parecido desesperantes y desastrosas.
Pero, ¿qué nos ofrece el año 2023? ¿Será mejor, o peor?
Hay motivos para prever un año mejor. Varios países han cambiado a sus líderes: Brasil, Israel, Italia, el Reino Unido y Estados Unidos; han visto cambios políticos importantes, y la historia muestra que unos líderes son mejores que otros. Algunos tienen más compasión y se interesan sinceramente por el pueblo que gobiernan. Pero ser compasivo no necesariamente basta para ser un buen líder. Se requiere visión y valentía, así como firmeza y capacidad de discernir el mejor curso de acción. Pero a veces toma tiempo, incluso años o decenios, para saber si una decisión fue acertada o no. Los grandes líderes marcan una diferencia positiva, pero, y aquí está el problema, ¡esa diferencia no siempre dura! ¿Por qué?
El problema está en la naturaleza humana. Los seres humanos somos egoístas por naturaleza, y dados a tomar el camino fácil. Una vez que alguien llega al poder, su deseo es permanecer en él. Los dictadores se inclinan hacia un liderazgo egocéntrico, acudiendo con frecuencia a la opresión para controlar a su pueblo, y desafiar a los países vecinos. Con frecuencia pensamos en nombres de individuos así. Por su parte, las democracias también apelan a las tendencias más bajas de la humanidad, con políticos que sobornan a la gente con dinero público. El dinero gratuito nunca es gratuito. Pero, ¡dígaselo a un público ingenuo! Oímos decir que “la gente no es tan boba”, pero lamentablemente, eso no siempre es lo que vemos.
El público se deja llevar por las mismas tácticas, generación tras generación. Los políticos se hacen elegir diciéndole al pueblo lo que desea oír: halagándolo, prometiendo y, ante todo, asegurándole que su rival es un canalla y un sinvergüenza. Muchos dirán que la manera más segura de alcanzar el poder y conservarlo es la mentira. Cierto es que los líderes marcan una diferencia, pero aun en el mejor de los casos solo consiguen ganar tiempo, como bien lo sabe todo estudioso de la historia. Tarde o temprano se harán sentir las consecuencias de la naturaleza humana.
¿Adónde nos deja todo lo anterior? ¿Habrá que vincularse a algún grupo para derrocar al gobierno, sea en las urnas o mediante la violencia? ¿O hay un camino mejor? ¿Qué podemos prever para los gobiernos en los próximos años?
El libro bíblico de los Proverbios es instructivo: “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14:34). Una nación pecadora, cualquiera que sea su líder, estará aquejada de problemas insolubles. Se puede esperar que aparezca un líder recto y justo que saque del pecado a la nación, pero la historia no es para llenarse de optimismo. Un líder que soborna a su propio pueblo para conseguir votos, que le dice lo que quiere oír y no lo que necesita oír, que difunde medias verdades y engaños acerca de sus rivales; mal puede ser el líder justo que sacará a su pueblo del pecado. En los Proverbios leemos: “Abominación es a los reyes [gobernantes] hacer impiedad, porque con justicia será afirmado el trono” (16:12).
Habría que preguntarse cómo un líder justo, si lo hubiera esperando entre bastidores, pudiera inspirar a su nación a vivir en justicia. La agenda contra Dios se ha infiltrado en todos los grupos de la sociedad occidental: en la educación, los negocios, los medios de difusión y el gobierno; incluidas sus burocracias atrincheradas. Un líder realmente recto no podría hacerse elegir… o, si llegara a ocupar el cargo, lo sacarían mediante un juicio político, o un voto de censura. Las restricciones emitidas por los tribunales y la desidia burocrática, serían otros obstáculos a cualquier intento por dar un giro a una nación que ha recibido una dieta constante de propaganda contra Dios. Por esta razón, si bien unos líderes indudablemente son mejores que otros, ninguno que esté a la espera entre bastidores podrá resolver nuestros problemas tan arraigados. Y si de alguna manera lograra imponer el orden humanamente, aun si llevara a su país hacia Dios, ¿acaso la nación contaría con la bendición de Dios, que tiene el control en los fenómenos meteorológicos, y otros que la humanidad misma no puede controlar?
Seré franco: El “nacionalismo cristiano” no es bíblico. Este mundo es de Satanás, y ni usted ni yo vamos a cambiarlo animando a la gente a votar o recurriendo a la violencia. No lo crea solo porque yo lo digo, lea: Juan 14:30, 2 Corintios 4:3-4 y Efesios 2:2-3. Pero, ¿Cuál es la solución si el nacionalismo cristiano no lo es?
Muchas personas conocen el vibrante Aleluya del Mesías de Händel, donde se proclama que Jesús será “Rey de reyes y Señor de señores”. Estas palabras son del Apocalipsis 19:16. Pero, ¿Rey y Señor de cuáles reyes y de cuáles señores? La respuesta se encuentra en la Biblia. Muy poca gente comprende el verdadero evangelio de Jesucristo, el mensaje que proclamó durante tres años y medio. Evangelio significa “buena noticia”. ¿Cuál es esa buena noticia?
Los profetas previeron un tiempo cuando, al regreso de Jesucristo, los verdaderos siervos de Dios recibirían autoridad para gobernar al mundo bajo el liderazgo de Jesucristo. El libro de Daniel explica que, antes de ese momento, surgirían cuatro imperios de los gentiles que regirían al mundo, comenzando con Babilonia y continuando hasta el fin de la era (Daniel 2:36-45). En Daniel 7 los cuatro imperios están representados por cuatro bestias salvajes. ¿Qué vendrá después?: “Que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo Reino es Reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27).
El capítulo 14 del libro de Zacarías habla de ese tiempo del fin, cuando va a intervenir el Mesías para salvar a la humanidad, y cuando Jesucristo será Rey sobre toda la Tierra. Este es el mensaje que proclamó Jesús en detalle durante todo su ministerio. Su mensaje desde el principio fue el Reino de Dios (Marcos 1:14-15). Es el mensaje al que fue enviado a proclamar según sus propias palabras: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del Reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43). La mayor parte de sus parábolas tratan de ese Reino (Marcos 4:10-20; Lucas 19:11-27). Es el mensaje que sus discípulos entendieron y enseñaron después de la resurrección (Hechos 8:12; 20:25; 28:30-31). Y la recompensa para los llamados, elegidos y fieles en este tiempo será gobernar bajo Jesucristo en el futuro. Solo entonces habrá la clase de liderazgo que el mundo anhela, pero que a la vez rehúsa aceptar (Apocalipsis 17:14; 20:4).
La buena noticia es que hemos entrado en un tiempo en el cual Dios va a tratar con el mundo en los únicos términos que puede entender. Hemos llegado al punto en que un paso en falso, un mal cálculo, un accidente por parte de alguna potencia nuclear, puede derrumbar todo nuestro castillo de naipes. Así lo predijo Jesús hace 2.000 años: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22). Pero no todo son malas noticias. Dios sí va a intervenir ¡enviando otra vez a su Hijo para salvarnos!
Hasta entonces, los nuevos salvadores, mesías y campeones seguirán valiéndose de las mismas tácticas y los mismos lemas; y con todo eso engañarán a los pueblos para ganar sus votos y su apoyo. Algunos, por supuesto, serán mejores líderes que otros, pero ninguno podrá resolver los problemas sistémicos de la humanidad. Sin embargo, podemos vivir en nuestra propia carne, un anticipo del venidero Reino de Dios, y prepararnos para un futuro en el cual ayudaremos a cambiar el mundo. Para recibir mayor conocimiento sobre tan gloriosa verdad, le invitamos a comunicarse con nosotros enviándonos un correo a: [email protected] para solicitar nuestro folleto gratuito titulado: ¿Conoce usted el verdadero evangelio? También puede descargarlo ingresando a nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org.