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Cuando a una sociedad deja de importarle el robo y otros delitos menores, ¿cuáles otras faltas contra la honestidad vendrán enseguida?
La frustración por la inflación es un problema real y creciente. A nadie le alegra llegar al pasillo de la caja y descubrir que la misma canasta de alimentos que compraron el mes pasado, ahora cuesta más. Se vuelve aún más frustrante cuando el siguiente viaje al supermercado encontramos otro aumento de precios y una factura aún más alta. ¿Qué debe hacer una persona con el salario prácticamente estancado?
Un número cada vez mayor de personas cree que ha encontrado la solución definitiva: si es demasiado cara, ¡póngala en su bolsa y salga!
En el 2014, la legislación de California aprobó la Proposición 47, reclasificando los robos no violentos como delitos menores, si los bienes robados tienen un valor menor a $950 en total. Desde entonces, medios noticiosos de Estados Unidos y Canadá han mostrado videos de personas entrando a las tiendas, sirviéndose los productos de su elección y saliendo por la puerta principal. Con frecuencia los canadienses lo toman como un problema “allá”, algo que sucede en el estado de California, pero que no tiene ramificaciones más amplias. Muchos no se dan cuenta de que este problema se está acercando cada vez más a todo Canadá.
Si bien no son las únicas que enfrentan este aumento de robos, las tiendas de comestibles parecen ser las que soportan la mayor parte del costo. The Canadian Press informó que “un número cada vez mayor de supermercados informan sobre un aumento en los robos de alimentos y productos farmacéuticos”. El artículo continuó afirmando que los datos son difíciles de rastrear, ya que los minoristas a menudo responden pidiendo al sospechoso que se vaya, en lugar de llamar a la policía. Porque los ladrones en tiendas son más agresivos, advierte la industria de comestibles (Aumento de los robos en los supermercados, 8 de febrero del 2022).
¿Por qué un tendero no habría de llamar a la policía? En Canadá no es la misma situación que la de California, donde la aprobación de una propuesta esencialmente dejó a los comerciantes impotentes. Sin embargo, los resultados son muy parecidos. Entonces, ¿qué está sucediendo en Canadá para fomentar el aumento de hurtos en las tiendas?
En un artículo para CBC News, David Burke lo resumió con esta impactante declaración: “Nuestro sistema de justicia se está desmoronando tanto federal como provincial” (“Los tribunales están abandonando los casos de hurtos en las tiendas y otros delitos menores”, 30 de mayo del 2019). Burke explicó: “En todo Canadá, las personas acusadas de delitos menores como hurtos en tiendas, asaltos menores y fraudes están libres; porque el sistema de justicia no tiene tiempo para ocuparse de esos casos, mientras lucha por llevar los delitos más graves a los tribunales”.
La delincuencia ha aumentado hasta el punto en que el sistema no tiene tiempo suficiente para procesar delitos menores, como el robo en tiendas. Tengamos en cuenta que el artículo de Burke fue escrito antes de la pandemia, que, junto con la siguiente recesión, se ha creado un entorno en el que se ha acelerado la normalización del robo en tiendas.
Dos tendencias recientes han contribuido a impulsar esta crisis. En primer lugar, a medida que el número de empleados se contrajo, y los consumidores expresaron el deseo de limitar las interacciones, muchas tiendas se volvieron cada vez más dependientes de los puestos de autopago. Estos equipos permiten a los clientes escanear su propia mercancía antes de embolsarla y pagarla. La forma como actuamos cuando creemos que nadie nos está mirando, es un aspecto vital del carácter de cada uno, pero la oportunidad de evitar el pago es demasiado para que algunos la ignoren.
En segundo lugar, la inflación ha provocado un aumento vertiginoso de los precios, lo que ha llevado a algunos a tomar medidas desesperadas para pagar sus cuentas. Un artículo reciente del Toronto Star titulado: Confesiones de un ladrón, mostraba el concepto de la moral de un ladrón: “No tengo ningún tipo de dilema moral con el robo de comida. Si los precios fueran justos… yo pagaría”. El artículo continúa mostrando que este individuo no estaba solo en su razonamiento: “Para este artículo, The Star habló con varios residentes de Toronto, que afirman que están robando más en las tiendas, a medida que aumentan los precios de los alimentos, y se sienten justificados para hacerlo” (30 de enero del 2023).
Estas dos tendencias pueden resumirse como oportunidad y motivo: mayor oportunidad para robar en tiendas, y mayor motivo para hacerlo. Si se combinan estos dos elementos con una disminución de la fortaleza moral, para decir simplemente: “No tomaré lo que no es mío, no robaré”, quedaremos con el medio ambiente perfecto para una epidemia de hurtos en las tiendas.
¿Qué pasará en el futuro si no se aborda la crisis de los hurtos en las tiendas, debido a los retrasos en el sistema de justicia penal, y esa tendencia continúa? ¿Qué vendrá después? ¿Cuál será la próxima ley que se volverá inaplicable y prácticamente abolida? Si unos pocos puntos porcentuales de inflación, es todo lo que se necesita para justificar y normalizar algo que antes se consideraba inequívocamente incorrecto, como el robo, ¿qué va a ser lo siguiente que se vuelva justificable?
A medida que los problemas de la sociedad empeoran, quienes valoramos la moralidad y el carácter, individualmente nos destacaremos cada vez más. Si tenemos dificultades económicas, y nos preguntamos si robar en tiendas es una forma legítima de ahorrar en las compras, consideremos este proverbio: “Sabroso es al hombre el pan de mentira; pero después su boca será llena de cascajo” (Proverbios 20:17). Esto no significa que la hogaza de pan se convertirá en grava mientras la consumimos, pero se refiere a la naturaleza insatisfactoria del pecado. Llegará el momento en que habrá que arrepentirse de una elección así. Si permitimos que los tiempos difíciles debiliten nuestro carácter, nos privaremos de la oportunidad de crecer como personas, entre otros tantos problemas que cosecharemos.
Si no se le puede confiar a alguna persona que no robe, ¿en qué se le puede confiar? En la profecía del monte de los Olivos, Jesucristo reveló el resultado de una sociedad carente de ley. “Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Es fácil ver la creciente desconfianza, división y odio en nuestra sociedad actual.
Verdaderamente, ¡el amor de muchos se está enfriando!
Cuando escribió a sus hermanos cristianos en Roma, el apóstol Pablo destacó el vínculo entre el amor y la ley:
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13:8-10).
A medida que la sociedad permita la normalización de la anomia [transgresión de la ley], el amor de muchos seguirá enfriándose, y las divisiones aumentarán. El odio y la sospecha no harán más que aumentar. Pero no tenemos que permitir que esa sea la historia en nuestra vida. Dios entregó los diez mandamientos: ley que cuando se obedece, el resultado es exactamente lo opuesto de lo que Jesús advirtió. Si bien la desobediencia conduce a la falta de amor, los mandamientos de Dios nos enseñan cómo tratarnos unos a otros, de tal manera que promovamos confianza, paz y armonía duraderas.
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