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Solo la Palabra de Dios puede explicar la verdadera raíz de
los conflictos que rodean a la actual nación de Israel.
Y la clave es comprender la identidad de los pueblos que reclaman el derecho a la Tierra Santa.
Parece que nadie, ni político, ni diplomático, ni académico; entienden realmente las raíces de los problemas en el Oriente Medio. ¿Por qué persiste la violencia? ¿A qué se debe tanto odio entre palestinos y judíos?
Solo a la luz de la Palabra de Dios lo logramos entender. En ninguna otra parte se encuentra una explicación completa y verídica de lo que ocurre en el Oriente Medio. Es algo que se puede entender únicamente conociendo lo que dice la Biblia al respecto.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quizás accidentalmente, dio un indicio de la verdad que hay detrás del conflicto, en una carta que dirigió a las fuerzas armadas de su nación en noviembre del 2023, a raíz de las atrocidades del 7 de octubre: “La actual lucha contra los asesinos de Hamás”, escribió, “es un capítulo más en la historia que lleva generaciones de nuestra resistencia nacional. ‘Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo’”
Al citar Deuteronomio 25:17: “Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo”, Netanyahu desató una tormenta de controversia. Para algunos, era un llamado al genocidio, y otros aseguraban que pretendía reforzar el apoyo de los conservadores religiosos, apoyo que necesitaba a fin de reunir los votos necesarios para mantenerse en el poder. (Ver el artículo del señor Peter Nathan en nuestra edición anterior: Jerusalén: Lo que depara el futuro).
¡Pocos, quizá ni siquiera el primer Ministro, realmente comprenden la relación profunda que hay entre esa cita, y la verdadera causa de los graves problemas en el Oriente Medio!
Muchos se inclinan a ver todo conflicto en el Oriente Medio como algo entre Isaac e Ismael, hijos de Abraham, ambos primogénitos, uno de Sara y el otro de Agar. Sin embargo, sí hubo enemistad entre estos dos hermanos, la Biblia no lo resalta mucho. Aunque en el Salmo 83 Dios revela que los Ismaelitas serán conspiradores contra Israel en el tiempo del fin, como lo hemos mencionado muchas veces en El Mundo de Mañana. ¡Pero el conflicto actual no es principalmente entre estos dos hermanos!
Amigos, es necesario profundizar mucho en la Palabra de Dios en busca de la verdad. Comencemos con la frase de Netanyahu y preguntemos: ¿Quién es Amalec?
Comencemos nuestro análisis leyendo acerca de Amalec en Éxodo 17. Israel acababa de atravesar el mar Rojo, y entonces “vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim” (v. 8). Este atentado se destaca en los anales bíblicos por ser especialmente ofensivo para Dios. A tal grado se enojó el Eterno por las acciones de los amalecitas, que dejó claro en términos inequívocos: “Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono del Eterno, el Eterno tendrá guerra con Amalec de generación en generación” (v. 16).
¡El Eterno dice que la mano de Amalec se levantó contra el trono de Dios!
¿Por qué fue tan grave este atentado a los ojos de Dios? Muchos pueblos, además de los amalecitas, atacaron a Israel, incluso durante la conquista de la Tierra Santa. Pero, ¿por qué fue tan grave para Dios el proceder de Amalec?
Leamos más detalles en Deuteronomio 25: “Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios” (vs. 17-18).
Tengamos esto en cuenta, que esta es una descripción del primer ataque terrorista del cual tenemos noticia. ¿Cuáles son las tres características de un atentado terrorista? Atacan por detrás, atacan poblaciones civiles indefensas, y no se enfrentan con el ejército.
Precisamente eso fue lo que vimos el 7 de octubre. Hamás atacó por detrás, no se enfrentó con el ejército, y dirigió su atentado contra una población civil indefensa. Atacó a los débiles y a los desarmados, para luego dar media vuelta y esconderse detrás de sus propias mujeres e hijos en los túneles de Gaza. ¡Así es como procede Hamás!
En el atentado terrorista contra el antiguo Israel, los amalecitas ofendieron grandemente al Eterno, ¡este fue exactamente el proceder de Hamás, en el atentado del 7 de octubre del 2023!
Vemos ahora por qué la carta de Netanyahu traería a la mente el terrorismo de Amalec. Pero la verdadera relación entre Amalec y los conflictos actuales ¡es mucho más honda!
En Génesis 36 leemos que Amalec era nieto del patriarca Esaú, e hijo de su primogénito, Elifaz (vs. 9-12). ¿Cuál es la importancia de esto?
Esaú era hermano gemelo de Jacob, quien vino a ser el padre de las doce tribus de Israel, entre ellas los judíos de Judá, y heredaría la tierra que Dios había prometido a Abraham e Isaac. Ya desde el vientre materno, Esaú y Jacob luchaban entre sí (Génesis 25:21-23). Desde antes de su nacimiento, Dios indicó que estos gemelos serían progenitores de dos pueblos que chocarían constantemente a lo largo de los siglos, como veremos más adelante.
Como primer nacido de los dos, Esaú recibió la primogenitura (Génesis 25:25), incluido el derecho de poseer la Tierra Santa que Dios había prometido a Abraham e Isaac. Esa tierra habría sido de Esaú y habría pasado a sus descendientes, entre ellos Amalec.
¿Cómo fue que Jacob y el pueblo de Israel llegaron a heredar la tierra en lugar de Esaú y sus descendientes?
Cierto día que Esaú estuvo de cacería, regresó y encontró a su hermano Jacob preparando un guisado de lentejas. Fatigado y con hambre, le pidió un poco del guisado, y Jacob dijo que le daría… pero únicamente a condición de que Esaú jurara cederle la primogenitura (Génesis 25:29-33). Sin pensarlo, Esaú accedió: “Le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura” (vs. 33-34).
Cuando Esaú renunció a su primogenitura, cedió el derecho a heredar la Tierra Santa, que ahora pasaría a los descendientes de Jacob. Al menospreciar la primogenitura, Esaú reveló un grave defecto de carácter. Permitió que sus instintos primarios prevalecieran en su toma de decisiones (Hebreos 12:16).
Los efectos de su decisión quedaron para siempre, como declara el Salmo 105: “Él es el Eterno nuestro Dios; en toda la Tierra están sus juicios. Se acordó para siempre de su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones, la cual concertó con Abraham, y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, a Israel por pacto sempiterno, diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad” (vs. 7-11).
Fue así como la primogenitura, que incluía la Tierra Santa, pasó a los hijos de Jacob para siempre. Dios cambió el nombre de Jacob por Israel, que significa: El que vence con Dios (Génesis 32:28), y el de Esaú vino a ser Edom, que en hebreo significa: Rojo, por cuando entregó su primogenitura a cambio de guisado de lentejas de color rojo (Génesis 25:30; 36:8).
Más adelante, Esaú tomó esposa de las hijas de los heteos y cananeos; también tomó como tercera esposa a Mahalat, hija de Ismael (Génesis 28:9); y estableció un pueblo que se conocería como los edomitas, y que se estableció inicialmente en la región que más tarde se llamaría Edom o Idumea, al sur de la Tierra Prometida.
Aunque más adelante Esaú y Jacob se reconciliaron (Génesis 33), la Biblia habla de un perpetuo rencor y odio que persistió entre sus descendientes (Ezequiel 35:1-5); con los edomitas ansiando recuperar la tierra heredada de sus antepasados, y entregada a cambio de un guiso de lentejas.
Cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistó Judá y destruyó el templo, los edomitas, radicados al sur, se pusieron de parte de los babilonios. El Salmo 137 informa que vitorearon cuando Jerusalén fue destruida, diciendo: “Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos” (v. 7). Y Abdías consigna la condenación divina de Edom: “Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre” (Abdías 1:10), señalando que los edomitas se unieron a los babilonios en la destrucción de Jerusalén, e incluso mataban a los fugitivos que habían logrado escapar (vs. 11-14).
El profeta Ezequiel escribe sobre el anhelo codicioso de los edomitas por la tierra: “Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías [el territorio que había sido ocupado por las tribus del Norte y Sur de Israel], y tomaré posesión de ellas; estando allí el Eterno; por tanto, vivo yo, dice el Eterno el Señor, yo haré conforme a tu ira, y conforme a tu celo con que procediste, a causa de tus enemistades con ellos; y seré conocido en ellos, cuando te juzgue” (Ezequiel 35:10-11).
La Palabra de Dios es clara: Milenios después, los descendientes de Esaú todavía sueñan con “tomar posesión” de la tierra, dicen: “Será mía” y esto los lleva a actuar movidos por la ira, los celos y el odio.
El profeta Amós consignó lo siguiente bajo inspiración divina: “Así ha dicho el Eterno: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano [Jacob, Israel], y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor” (Amós 1:11). Aquí vemos de nuevo que la ira de los descendientes de Esaú, por la herencia perdida, es una ira perpetua y que Edom “perpetuamente ha guardado el rencor”.
Esa actitud de odio hacia Israel, con el ansia de siglos por su herencia perdida que caracteriza a los edomitas, se hace evidente en el atentado terrorista de los amalecitas. Y en su furor por hacerse de la Tierra Prometida que su antepasado vendió por un plato de lentejas, en realidad están luchando contra lo que Dios ha decidido. Como vimos en Éxodo 17, al actuar así, ¡la mano de Amalec se levantó contra el trono del Eterno!
¿Quién es entonces Amalec? Amalec es una rama especialmente violenta de los edomitas, descendientes de Esaú, que sigue reclamando como suya la herencia perdida ¡y contra el cual Dios declaró la guerra “de generación en generación”!
Ahora, amigos, volvamos al presente y preguntémonos: ¿Quiénes son los palestinos?
Hay semejanzas indudables entre los palestinos actuales y los edomitas de la Biblia, al menos en cuanto a su actitud. Su clamor: ¡Desde el río hasta el mar! Refleja los sentimientos de Esaú y Edom, ávidos de poseer una tierra que fue dada por Dios, no a ellos sino a los descendientes de Israel. Y el atentado vil y cobarde del 7 de octubre es un claro reflejo del antiguo terrorismo de Amalec. Si aplicamos el principio que Jesús enseñó: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20), ¡la identidad de los palestinos en la Biblia debe ser clara!
¿Será posible que los palestinos sean los verdaderos descendientes de Esaú? ¿Los edomitas actuales?
No nos dejemos confundir por las palabras “palestino” o “Palestina”. A comienzos del segundo siglo d.C., aplastada la segunda rebelión de Judea, Roma quiso borrar de la Tierra el nombre de Israel (ver Salmos 83:4). La región recibió el nuevo nombre de Palestina por los antiguos filisteos, que habían ocupado la pequeña zona en el litoral sureste del Mediterráneo. ¡Ese nombre no refleja la identidad de la tierra de Israel ni de sus pobladores actuales!
A comienzo del tercer siglo d.C., el historiador romano Dion Casio, escribió en su relato de la segunda rebelión de Judea, que los romanos arrasaron 985 ciudades de los judíos y que “quedó desolada casi la totalidad de Judea” (Historia romana, 69.14, tomado de la traducción de E. Cary). Transcurrieron casi 19 siglos durante los cuales los judíos apenas fueron un remanente en su propia tierra. ¿Qué estaba ocurriendo en ese lapso?
Como ocurrió con el asolamiento de Judá a manos de Babilonia, los edomitas, situados al sur, vieron una oportunidad. Presionados por las tribus nabateas árabes hacia su izquierda, los edomitas, que ahora se llaman idumeos, entraron poco a poco a habitar la tierra desocupada por Israel. Este es reflejo de la Palabra que Dios pronunció contra ellos en Ezequiel 35:12: “Sabrás que yo el Eterno he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: Destruidos son, nos han sido dados para que los devoremos”.
La nación que conocemos ahora como Turquía, está compuesta en buena parte de edomitas, pero es claro que muchos persisten en la Tierra Santa como los pueblos palestinos, y siguen reclamando como suya la tierra que Dios entregó a Israel.
Los antiguos amalecitas ofendieron a Dios, de tal manera que advirtió: “El Eterno tendrá guerra con Amalec de generación en generación” (Éxodo 17:16). Las detestables acciones de Hamás demuestran que sus actitudes persisten en sus actuales descendientes… ¡Como también persiste la guerra de Dios contra ellos!
El conflicto en Gaza es solo el episodio más reciente de un conflicto entre los hermanos Jacob y Esaú, que ha persistido durante siglos, y que seguirá persistiendo hasta el final de nuestra era. En el contexto de la guerra que se está librando, la mención de Amalec por parte de Netanyahu encierra un sentido mucho más profundo de lo que él mismo percibiera.
¡Y las relaciones van más allá! Consideremos el papel de Irán, principal proveedor de armas para Hamás y para Hezbolá en el Líbano. El empeño por hacer desaparecer de la Tierra el nombre de Israel está financiado en gran parte por Irán. ¿Qué revela la Biblia sobre esa nación?
Los pueblos del Oriente Medio están constituidos por una mezcla de familias antiguas. A veces los linajes son claros y con nacionalidad, otras veces no. Matrimonios mixtos, la migración tanto forzada como voluntaria y otras circunstancias; han decidido la traslación y combinación de pueblos, de manera que se hace difícil identificarlos sin la ayuda de la Biblia. Sin embargo, y como siempre, ¡las características descritas en la Palabra de Dios se hacen patentes en los frutos de los pueblos y sus líderes!
El pueblo que habita Irán es de origen persa entre un 50 y un 60 por ciento. El resto está formado por gente de otras regiones, entre estas de origen ismaelita y edomita. El conocimiento de esos orígenes es un elemento vital para comprender el papel de Irán en sus relaciones en el Oriente Medio, y cómo ese papel ha cambiado… y todavía puede cambiar.
En nuestros días hemos visto fluctuaciones extremas en las actitudes de los líderes de Irán hacía Israel y los judíos.
Antes de 1979, Irán estuvo gobernado durante decenios por el sah Mohammad Reza Pahleví, amigo de los judíos, y quien llegó a incluir judíos en el gabinete de su administración. En el año 1979, con la caída del Sah durante la Revolución Islámica en Irán, fue reemplazado en el gobierno por una teocracia musulmana que no tenía mayor influencia persa. Este cambio de líderes vino acompañado de una actitud radicalmente distinta, y esos nuevos líderes son los que constantemente financian el terrorismo contra los judíos en Israel, con el cometido de borrarla del mapa.
¡Todo lo anterior se refleja igualmente en lo que narra la Biblia sobre esa nación!
En la antigüedad, Dios predijo que Ciro, emperador de los medos y los persas, sería el que daría la libertad a los cautivos judíos en Babilonia, y daría orden de reconstruir el templo en Jerusalén (Isaías 44:27-28; 45:1-4). Mucha información recibimos al leer las hermosas palabras de respaldo a los judíos, a Jerusalén, y a la reconstrucción del templo; en boca de antiguos gobernantes medopersas, como Ciro y Artajerjes, en Esdras 1:1-4 y Esdras 7:12-26. ¡Que contrastan de modo impresionante con las vergonzosas y viles palabras de odio, muerte y destrucción, pronunciadas por los actuales gobernantes de Irán contra la nación judía! El pueblo persa no siente ninguna animadversión por Israel.
¡En la antigüedad ocurría lo mismo! La buena voluntad entre los antiguos medopersas y los judíos, bajo el rey Asuero de Persia en su Reino, fue corrompida por una mala voluntad hacia los judíos, cuando el Rey nombró primer ministro de su Imperio a un individuo de nombre Amán (Ester 3:1). Este Amán concibió un plan para exterminar a todos los judíos que habitaban en las 127 provincias del Imperio Medopersa (vs. 6-11).
Amán no era persa. ¡Veamos quién era Amán! El libro de Ester dice que era descendiente de Agag (Ester 3:1), rey de los amalecitas (1 Samuel 15:8). En su crónica, el antiguo historiador Flavio Josefo confirma que Amán era amalecita (Antigüedades judías, 11.6.5).
Amigos, la historia se repite. Los países cambian de manos, los líderes de los pueblos cambian, los grupos se dispersan y se trasladan de un lugar a otro… ¡pero las características bíblicas persisten!
Los expertos geopolíticos pueden considerarlo absurdo, ¡pero solamente la Palabra de Dios explica estos temas con toda claridad y sencillez! Es el máximo tratado geopolítico que existe.
Como bien lo explica en su artículo el señor Gerald E. Weston, jefe de redacción de El Mundo de Mañana: “El hecho de que los judíos ejercen el control sobre Jerusalén no es un punto trivial. Dios pronunció esta profecía hace 2.500 años. ¡Pensémoslo!” (Pág. 6 de esta edición). ¡La profecía bíblica predijo desde hace mucho tiempo cuál sería la situación actual del Oriente Medio! Y las profecías de la Palabra de Dios son claras: Incluso en Jerusalén quedará un pueblo judío hasta el tiempo del fin. Esa presencia es requisito indispensable para el cumplimiento de las profecías sobre el comienzo y fin de los sacrificios que tendrán lugar en Jerusalén.
Son profecías que forzosamente se cumplirán, puesto que nadie puede alterar los designios del Todopoderoso. Dios ya ha decidido que se reanudarán los sacrificios antiguos, y nosotros sabemos que serán suspendidos 1.290 días antes del regreso del Mesías (Daniel 12:11). El plan de Dios nos asegura que ningún edomita ni amalecita de nuestros días logrará destruir la nación de Israel. Todo intento en ese sentido está destinado a fracasar, no por la rectitud del pueblo judío, sino porque esas naciones procuran cambiar con sus propias manos el plan establecido por Dios.
Ahora bien, debemos decir la verdad completa: Israel, la actual nación judía, también está repitiendo la historia, y también está provocando la ira de Dios, al repetir el proceder de sus antepasados cayendo cada vez más en el pecado y la rebelión contra las leyes divinas. Observemos que actualmente en Israel se organizan desfiles para exaltar las maneras de vida licenciosas que Dios condena explícitamente en la Torá, algo que todo judío sabe. Promueven esos estilos de vida en las propias calles de Jerusalén, la ciudad que pronto será sede del gobierno del Mesías. Con esa rebelión, hacen a su manera lo mismo que los amalecitas: Están levantando la mano contra el trono de Dios, desafiándolo en lo que ha dispuesto.
Los sacrificios se reanudarán, pero por breve tiempo, y luego se suspenderán. Entonces Jerusalén será capturada por la séptima restauración del Imperio Romano, y se iniciarán “los tiempos de los gentiles”.
Después de tantos años de angustias y penalidades, el Mesías regresará con muy buenas noticias, tanto para Israel como para el resto del mundo.
El mundo no va a perecer en una catástrofe nuclear global. ¡Hay esperanzas! Los dilemas que el ser humano es incapaz de resolver serán resueltos por Jesucristo, que pronto vendrá en las nubes del Cielo con gran poder y gloria para dar comienzo a mil años de paz. Es así como, pese al constante derramamiento de sangre en esta Tierra que ha conocido tanto dolor, podemos mirar más allá del conflicto, a la esperanza del mundo de mañana y la paz que traerá. Como escribió el profeta Isaías, todos los instrumentos de guerra: cañones, rifles, granadas, tanques, drones; se fundirán para convertirlos en implementos de agricultura, y las naciones no “se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:3-4).
Esta es la esperanza para las naciones del Oriente Medio, desesperadas y confundidas, y también para el resto del mundo; que procuramos traerles en cada edición de esta revista. El mundo está entrando en un período muy oscuro, pero el amanecer ya se aproxima. Vendrán días buenos, y ahora mismo Dios se dispone a establecer el Reino del Mesías en toda la faz de la Tierra, Reino que por fin traerá paz a todos los pueblos del mundo.