Los beneficios de enseñar a los hijos a disfrutar de la lectura son invaluables y duraderos. ¿Por qué no comenzar con la Palabra de Dios?
Cuando era maestro en una escuela pública, una de nuestras finalidades era motivar a los alumnos a leer. A las autoridades del distrito donde trabajaba no les interesaba mucho los temas que leían los chicos, ¡con tal que leyeran algo! Podían ser textos de ficción o informativos, nuevos o antiguos, apropiados o no a su progreso en la lectura. La finalidad establecida era el simple hecho de que leyeran.