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El hecho de que algo sea gracioso no significa que sea bueno. ¡Ayudemos a nuestros hijos a adquirir una calidad de humor que todos puedan disfrutar!
Se dice que la risa es la mejor medicina. ¿Habremos escuchado que los científicos han puesto a prueba este dicho, examinando los efectos del humor y la risa sobre el cuerpo humano? La clínica Mayo ha informado que el alivio de las tensiones mediante la risa trae beneficios a corto y a largo plazo. A corto plazo, la risa estimula los órganos vitales, baja la presión y contribuye a la circulación de la sangre y a la relajación muscular. A largo plazo, aliviar la tensión mediante la risa sirve para mejorar el sistema inmune, mitigar el dolor y elevar el ánimo en general (MayoClinic.org, 29 de julio del 2021).
Buena noticia saber que la ciencia promueve algo tan agradable como la risa. Pero, ¿qué dice la Biblia sobre el tema? ¿Cómo debemos manejar el humor y la risa con nuestros hijos?
Los niños pequeños suelen ser motivo de risa y humor para su familia, ¡y para sí mismos! En sus actividades explorando el mundo, descubren cosas nuevas y juegan con su imaginación ilimitada. Un día, mi hijita decidió servir a la mesa durante la cena, y con toda cortesía me preguntó qué deseaba beber. Encantado de que tomara mi pedido, le respondí que un café. Pueden imaginarse mi sorpresa, y mi risa, cuando la niña hizo acopio de toda la seriedad de sus cinco años, y me informó que en su cocina de juguete no había café, y que tuviera la bondad de pedir otra cosa.
Al avanzar hacia la adolescencia, los chicos también maduran en su sentido del humor. Ya no se limitan a imaginar situaciones absurdas, sino que quieren contar chistes, crear su propio humor y ganarse la risa de los demás. Esto, por supuesto, en sí no es pecado, pero la Biblia revela que no todas las formas de humor son iguales. Muchos recordamos algún momento de nuestra adolescencia cuando, por querer ser graciosos, terminamos en problemas.
Esto no es nada nuevo, sino parte normal del proceso de maduración, y también de la experiencia de ser padres. La Biblia revela que hay ciertos tipos de humor que deben irse eliminando de la vida de un cristiano y de sus hijos. En Efesios 5 el apóstol Pablo describe varias conductas y manda que “no se nombren más entre ustedes”, entre estas, “bromas groseras” (vs. 3-4, RVA 2015). La expresión “bromas groseras” se traduce como “truhanerías”, “groserías” o “chistes groseros” en otras versiones; y también significa algo vulgar u obsceno. Los jóvenes que desean seguir a Dios saben que deben resistir la tentación de decir groserías, malas palabras y chistes subidos de tono; aun sabiendo que con esto harían reír a sus compañeros.
Lo anterior no quiere decir que los jóvenes sean los únicos, porque ven este tipo de humor con frecuencia en películas producidas por adultos, en chistes contados por comediantes profesionales, y a veces incluso en los pronunciamientos de ciertos políticos. Sin embargo, la Biblia es clara: Debemos corregir a nuestros hijos cuando emplean humor de ese tipo. Además, nosotros, como padres y adultos, debemos arrepentirnos si hacemos lo mismo.
La Biblia revela otras trampas relacionadas con el humor, como es emplearlo de excusa y justificación: “Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma” (Proverbios 26:18-19). Estos versículos son una clara advertencia contra las bromas u otros engaños que se hacen supuestamente como chistes, y nos hacen saber claramente que cuando se hace una broma o se cuenta un chiste a expensas de otra persona, esa no es la clase de humor que Dios aprueba. Desafortunadamente, ese humor negativo que encierra alguna crítica maliciosa, un engaño o una afrenta; suele ser el más fácil de aprender y el que más abunda en la sociedad que nos rodea.
Otra advertencia que vemos en la Biblia, es que la risa no siempre es alegre ni medicinal. A veces resulta burlona y despectiva. Proverbios 29:9 advierte que el que contiende con una persona necia, “que se enoje o que se ría, no tendrá reposo”. Quizá nuestros hijos no sean los que hacen la broma, pero, ¿acaso se ríen junto con el necio? ¿Lo hacen animados por la afrenta, engaño o broma por los demás, que se ríen de la víctima si alguno de sus amigos ofende o le hace una broma pesada a otro? Si “fue en broma” sirve de excusa para un humor que no es según Dios. ¿Cuánto más tentadora para nuestros jóvenes es la excusa de “solamente me dio risa”? Proverbios 18:21 nos recuerda que “la muerte y la vida están en poder de la lengua”, y esto ciertamente se aplica al humor.
Por supuesto que las burlas entre amigos son cosa natural y frecuente. Se pueden hacer con alegría y buen gusto de modo que no hagan daño a la amistad. Pero hay una diferencia entre las burlas amistosas entre compañeros, y los dardos malintencionados que buscan hacer reír a expensas de otro. Nosotros reconocemos la diferencia y los jóvenes, en su mayoría, también… especialmente si tienen adultos que les hagan ver la diferencia entre el humor y las burlas buenas y edificantes por una parte, y las bromas y ofensas que hieren, avergüenzan o incluso provocan. Para hacer reír, el humor no tiene que hacerse a expensas de nadie.
Los padres, considerando tanto los beneficios como las advertencias que se asocian con la risa y el humor, deben esforzarse por dar un ejemplo correcto. Todos quisiéramos que nuestros hijos reciban los beneficios de la risa aliviadora de tensiones, pero que eviten el humor que desagrada a Dios y que la Biblia desaprueba. En esto, nos corresponde dar un ejemplo correcto. Muchos padres y madres salen con chistes flojos que, más que risa, producen gemidos de protesta en sus hijos. Felizmente, la mayoría de las veces son simples casos de humor fallido pero no grosero.
El hombre debe cuidar mucho la manera como trata a su esposa. ¿Hacen entender claramente a sus hijos que ante todo la ama y la respeta? Si no tiene cuidado, las burlas y comentarios graciosos pueden sonar despectivos o irrespetuosos; y este es un mal ejemplo para los hijos. Lo mismo se aplica a la mujer, que no debe dar ejemplo de humor irrespetuoso hacia su marido. Toda broma entre esposos debe ayudar a los hijos a aprender qué tipo de humor es apropiado, y qué tipo no lo es. Sobra decir que padre y madre también deben cuidar cómo bromean con sus hijos, y siempre hacerlo con bondad.
Por otra parte, es importante corregir a los hijos cuando sus chistes se pasan de la raya. Muchos chicos cometen el error de pensar que toda risa es buena, entonces hay que instruirlos para que vean la diferencia. No demos por un hecho que ellos ven esa diferencia instintivamente, aunque para nosotros parezca obvia.
Finalmente, los padres tienen que estar dispuestos a disculparse si cometen un error. Hay momentos en que las palabras suenan muy graciosas en nuestra mente… y muy ofensivas cuando se dicen en voz alta. También pensamos a veces que todos se están riendo de buena gana, pero descubrimos que alguien tomó el chiste como una ofensa. Cuando esto ocurre, debemos reconocer nuestro error y pedir disculpas. Así nuestros hijos ven un ejemplo vivo de cómo arreglar una situación cuando les falla el criterio.
El humor es una de las grandes alegrías que compartimos con familiares y amigos. Trae muchos beneficios, y bien aplicado sirve para unirnos. Es verdad que “el corazón alegre constituye buen remedio” (Proverbios 17:22). Sin embargo, no hay garantía de que la risa siempre produzca el efecto saludable. Respondamos al reto de enseñar a nuestros hijos lo que significa el humor agradable, sentando el ejemplo y atendiendo a las amonestaciones de las Escrituras.