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Éramos cinco hijos en mi familia. Crecimos durante la década de 1950, y mi padrastro era un genio para mantenernos ocupados a todos. Cuando éramos niños, se nos permitía jugar, pero primero, había una gran cantidad de tareas y proyectos de mantenimiento que nos mantenían ocupados haciendo cosas productivas. Las tareas habituales eran cortar el césped con regularidad, recortar las orillas del césped y rastrillar las hojas. También añadimos un cuarto adicional a nuestra casa, pintamos la casa, pulimos los pisos de madera; y pintamos y pusimos papel de colgadura en el apartamento de arriba. Nada de esto pasó desapercibido.
Una vez, un vecino se detuvo y preguntó: "¿Alquila a estos niños?" Mi padrastro respondió: "No, tengo suficiente para mantenerlos ocupados". Y fue igual cuando cada uno de nosotros aprendió a conducir.
Con los privilegios de conducir vino una mayor responsabilidad. Por ejemplo, si teníamos una llanta pinchada, se esperaba que la reparáramos nosotros mismos. En un momento, había cinco vehículos en nuestra casa y esos vehículos necesitaban mucho mantenimiento. Cambiamos el aceite a su debido tiempo, cambiamos las bujías y reemplazamos las bombas de combustible, el motor de arranque, las baterías, etc. Hacer estas cosas fue muy difícil para mí, ya que no tengo aptitudes mecánicas, pero mi padrastro siempre estaba cerca para aconsejarnos y animarnos.
También nos mantuvo a raya de otras maneras. De adolescentes, si nos quedábamos fuera hasta muy tarde, él no se preocupaba por ello. Simplemente nos levantaba una hora más o menos antes de lo habitual para hacer las tareas que tenía para nosotros ese día. A media mañana, decía: "Espero que la hayas pasado bien anoche, pero es posible que quieras llegar a casa cuando se supone que debes hacerlo, ¡así no tienes que levantarte tan temprano!". Como usted puede imaginar, nos quejábamos amargamente por la dificultad de nuestras muchas tareas. Él escuchaba y luego respondía: "Muchachos, si fuera fácil, todos lo harían, ¡por eso muy pocos lo hacen!", era lo que escuchábamos con frecuencia.
Aprendimos valiosas lecciones de la vida al abordar proyectos difíciles y aprendimos habilidades que nos servirían como adultos. Mi padrastro era un capataz duro, y recuerdo que en ese entonces pensé que era un tirano. Más tarde, me di cuenta de que nos estaba preparando para la vida. Antes de que muriera a una edad avanzada, le agradecí por estar dispuesto a soportar nuestras quejas mientras lograba su propósito, empujándonos fuera de nuestra zona de comodidad para aprender a trabajar y hacer cosas productivas, y nunca olvidaré su adagio.
Todos mis hermanos fueron moldeados por estas experiencias y utilizaron la ética de trabajo con la que se obtienen buenos resultados. La actitud de “puedo hacerlo” logra cosas buenas en todos los aspectos. Creo que todos miramos atrás y nos dimos cuenta de que nos estaban preparando para una vida productiva. También aprendí a ver una conexión espiritual con las lecciones que me enseñó mi padrastro.
Jesucristo, al describir la vida cristiana, lo expresó de esta manera: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).
La mayoría de las personas eligen el camino de la vida que conduce al "camino ancho". Solo unos pocos eligen la puerta estrecha, que es para “buscar primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). ¿Qué es "justicia"? El salmista escribió: “todos tus mandamientos son justicia” (Salmo 119:172). Aquellos que elijan el camino difícil encontrarán muchos obstáculos y distracciones que superar. El apóstol Pablo se lo explicó al evangelista Timoteo de esta manera: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). Si uno desea vivir el estilo de vida cristiano, siempre tendrá que ir en contra de la corriente. Como cristiano, uno no puede dejarse llevar por la corriente.
Todos los proyectos que emprendimos en mi juventud requerían concentración de principio a fin. El mismo principio se aplica a la vida cristiana. Jesús dijo que, “el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Marcos 13:13). La transmisión de los programas por televisión, la revista y las guías de estudio de El Mundo de Mañana sobre temas bíblicos están disponibles de forma gratuita para ayudarlo a recorrer el "camino angosto". Están disponibles aquí mismo y vale la pena el esfuerzo.
“Si fuera fácil, todos lo harían, ¡por eso muy pocos lo hacen!"