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¿Por qué el Dios del Universo no es real para la mayoría de la gente? ¿Por qué hay tanto escepticismo y dudas acerca de Dios? ¡Si usted ha considerado estas preguntas, las respuestas podrían cambiar su vida!
En este folleto investigaremos las fuentes del desconocimiento actual de Dios, y veremos siete pruebas que revelan al Dios verdadero.
¿Se ha preguntado usted alguna vez si realmente Dios existe? ¿Está usted seguro de su existencia? ¿Puede probarlo? ¿Hay un Dios verdadero, o hay muchos dioses? ¿Es la idea de Dios simplemente producto de la imaginación humana? ¿Marca alguna diferencia creer o no en Dios? Estas preguntas están entre las más importantes que se pueden plantear. Sin embargo, en el mundo actual, se sabe más sobre programas de televisión, de la vida privada de las celebridades o de las estadísticas de los atletas profesionales; ¡que lo que se sabe de Dios!
Mientras que millones de personas afirman creer en Dios, la verdad es que Dios no es real para la mayoría de la gente. ¿Cuán real es Dios para usted? ¿Es el Dios que usted adora el mismo que se revela en las páginas de la Biblia, o su concepto de Dios es algo creado por la mente del hombre?
¿Ha dejado que las dudas y el escepticismo de la sociedad influyan en su concepto de Dios? En la actualidad la gente tiene gran dificultad para encontrar respuestas claras acerca de Dios.
Podrá sorprendernos, pero el mundo moderno tan sofisticado y bien educado; ¡está engañado en lo que se refiere a los temas más importantes de la vida! Porque la verdad acerca de Dios ha sido tergiversada y acallada, no solo por los científicos o filósofos ateos, ¡sino por teólogos confundidos! Esto podría parecer una afirmación exagerada, pero es exactamente lo que la Biblia revela que sucedería; y también lo confirman los hechos históricos, como lo veremos más adelante.
Los ateos afirman que Dios no existe y que la idea de Dios es invento de la mente humana. Los agnósticos dicen que es imposible saber si Dios existe o no. Los biólogos evolucionistas prefieren pensar que Dios no es necesario. Los científicos eliminan a Dios de toda discusión sobre el supuesto de que la idea de Dios se basa en creencias personales y no en pruebas. Los teólogos, inconscientemente, confundidos o desinformados contribuyen a este engaño señalando que podemos ¡confiar en la existencia de Dios mediante la fe ciega, simplemente creyendo; y que probarlo no es necesario ni posible!
Con esta clase de expertos que presentan ideas tan contrapuestas, no es de extrañar que la mayoría de las personas tengan sus dudas y reservas acerca de Dios.
¿Tenemos también dudas? Cuando compramos algo pedimos una factura como prueba. Cuando hacemos un depósito en el banco nos dan un recibo. Pero cuando hacemos la pregunta más importante de la vida, simplemente nos dicen que "creamos por fe"; ciegamente, ¡sin ninguna prueba de la existencia de Dios! O escuchamos a los "expertos" que afirman que Dios no existe, o que no podemos saber con certeza; pero no exigimos seriamente una confirmación de tan atrevidas aseveraciones.
Durante la mayor parte del siglo pasado, muchos dieron por sentado que la ciencia podía explicar un Universo sin Dios; y en el mejor de los casos que su existencia era dudosa. Algunas veces se dijo que la gente inteligente ya no creía en Dios, aunque nada podía estar más lejos de la verdad. Los teólogos que se apartan de la Biblia y no se atreven a hacer afirmaciones dogmáticas acerca de Dios y su Palabra, en un intento por armonizar la ciencia con la religión, solo logran reducir su propia influencia. Gran parte de la religión organizada está en decadencia, simplemente porque la verdad acerca de Dios ha sido ignorada, tergiversada y acallada.
El Dios de la Biblia nos invita a que probemos que realmente existe, y nos ofrece métodos específicos para hacerlo. El Dios verdadero predice el futuro, y desafía a cualquiera a que lo haga con el mismo grado de certeza. El Dios que inspiró la Biblia claramente dice que vivir en forma diferente a sus instrucciones nos lleva al desastre. El Dios verdadero va a enviar a su Hijo Jesucristo de nuevo a la Tierra para detener el desgobierno humano y a establecer su Reino, ¡sobre la Tierra, no en el Cielo!, el cual será un gobierno mundial con la ayuda de sus santos. ¿Es este el Dios al que adoramos? ¿Es este el Dios del cual se habla en las iglesias o en los programas de radio y televisión? ¡Posiblemente no!
En este folleto veremos cómo y por qué razones el conocimiento del Dios verdadero ha sido tergiversado y acallado. Veremos las razones por las cuales la sociedad actual es tan escéptica en lo que se refiere al tema de Dios. Veremos por qué los interrogantes de la humanidad acerca de Dios no van a desaparecer. También estudiaremos siete pruebas específicas que demuestran que Dios es un ser vivo y real.
Pero antes, vamos a entender por qué nuestras culturas son tan escépticas y están tan confundidas en lo que a Dios se refiere; y cómo han llegado a ese estado. Veamos por qué la creencia en Dios se ha considerado sin importancia y estudiemos las consecuencias de ese engaño. No podemos permanecer en la oscuridad sobre temas tan importantes.
¡Las respuestas correctas nos van a sorprender!
Varios estudios recientes demuestran que en el continente Americano muchos millones aseguran que creen en Dios; sin embargo, la mayoría vive su vida como si Dios no existiera. Pocas veces o nunca van a la iglesia o leen la Biblia. Y son muy pocos los que consideran la Palabra de Dios, la Biblia, como la máxima autoridad en su vida. La mayoría se dirige según su conciencia y hace lo que bien le parece. En los países europeos la creencia en Dios es mucho menor y la cantidad de gente que no practica regularmente una fe es todavía mayor. En Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Escandinavia; solo un 30 por ciento o menos cree en un Dios personal (The Empty Church: The Suicide of Liberal Christianity, Reeves, 1996, pág. 51, 61-65). Estas cifras demuestran que para la mayoría de la gente en la actualidad, incluyendo los países considerados cristianos, la creencia en Dios no es una parte importante de su vida.
Mientras que el interés por la religión entre los norteamericanos se mantiene alto, los Estados Unidos han sido descritos como una sociedad secular y materialista. Para el profesor Edward Farley de la Vanderbilt Divinity School, "la religiosidad es marginada" en la mayoría de las instituciones: el gobierno, los negocios, la educación y los medios de entretenimiento. El encuestador George Gallup encontró que Estados Unidos es una "nación de analfabetos bíblicos", donde menos de la mitad de los adultos son capaces de nombrar los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento (ibídem, pág. 49, 63). Menos de la mitad de los norteamericanos pueden citar cinco de los diez mandamientos, principios fundamentales que el Dios verdadero estableció para la sociedad humana. ¿Cómo podríamos vivir conforme a esos mandamientos si no somos capaces de nombrarlos siquiera?
Hoy en día muchos practican una "cristiandad consumista" superficial o "religión de cafetería", donde la gente decide cuáles principios desea creer y rechaza los que no se ajustan a sus intereses. Para muchas personas, las creencias religiosas frecuentemente son imprecisas, generalizadas, ocasionales o personales. El grado de confianza y convicción es por lo general muy bajo. Los conceptos doctrinales usualmente son confusos. Cada persona trata de creer lo que le parece correcto ante sus ojos. Esto es parte del legado de la reforma protestante, donde la persona, no la Iglesia o la Biblia, se convierte en la autoridad absoluta (ibídem, pág.61-62). Una jovencita le respondió a un periodista cuando le preguntó sobre lo que pensaba de Dios: "Dios está en todo. Dios está en mí. Yo soy Dios." Como veremos, tristemente estas son opiniones equivocadas.
Los países tradicionalmente cristianos ya no creen en las verdaderas enseñanzas de Jesucristo, las que encontramos en la Palabra de Dios. La Biblia afirma que Jesucristo retornará para reinar sobre la Tierra con sus santos (Daniel2:44-45, 7:27; Apocalipsis 5:10, 11:15-18), pero la cristiandad tradicional enseña, y la mayoría de quienes se consideran cristianos prefieren creer; que todos iremos al Cielo. Dios dijo que nos acordáramos del sábado (Éxodo 20:8-11), pero la mayoría de la gente dedica ese día a "sus propias cosas". La Biblia condena la fornicación, el adulterio y el asesinato; pero esos males corroen a la sociedad. El distinguido educador, escritor y funcionario de estado William Bennett escribió: "Nos hemos convertido en esa clase de sociedad a la cual los países civilizados enviaban misioneros" (ibídem, pág. 66). Esto se debe principalmente a que han olvidado, rechazado o que tal vez jamás escucharon acerca del verdadero Dios. Pero, ¿cómo pudo suceder?
En la escuela aprendimos que la civilización occidental se erigió sobre las nobles ideas de la democracia griega y la ley romana, pero tanto la Biblia como la historia revelan que las ideas religiosas equivocadas de las antiguas culturas paganas contribuyeron a la confusión actual. En el libro de los Hechos leemos sobre lo que les dijo el apóstol Pablo a los supersticiosos atenienses acerca del verdadero Dios. En referencia a la inscripción "AL DIOS NO CONOCIDO", Pablo les dijo: "Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio" (Hechos 17:23). Podían haber estado practicando la democracia, pero en cuanto a la verdad religiosa estaban lamentablemente confundidos.
En una epístola, Pablo fue todavía más explícito cuando les dijo a los romanos: "La ira de Dios se revela desde el Cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto [evidente], pues Dios se lo manifestó" (Romanos 1:18-19). Les dijo a los educados romanos que no tenían excusa para ignorar la verdad de Dios: "Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas" (v. 20). Luego afirmó que los hombres equivocados "habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios" y en consecuencia su entendimiento fue entenebrecido a tal grado que "profesando ser sabios, se hicieron necios…" y "cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas [a la creación] antes que al Creador" (vs. 21-25). La Biblia revela la fuerte tendencia humana y sus consecuencias: "Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada," que los llevó a una confusión espiritual generalizada, a la inmoralidad física y a los males sociales que todavía afrontamos (vs. 26-32).
En la actualidad, muy pocos se dan cuenta de que el conocimiento del verdadero Dios y del verdadero cristianismo que Pablo enseñó en Grecia y Roma, pronto habría de ser corrompido con una mezcla de ideas religiosas paganas. El historiador católico Will Durant escribió: "La cristiandad no acabó con el paganismo; lo adoptó." La forma de cristianismo que se desarrolló en Europa y luego se difundió por América y el resto del mundo "fue la última gran creación del antiguo mundo pagano" (Caesar and Christ, Durant, 1944, pág. 595). Durant y otros historiadores coinciden en que la creencia en un solo Dios verdadero se convirtió en la creencia en una trinidad por influencia de la filosofía pagana. Señalaron que las perversas ideas gnósticas "oscurecieron el credo cristiano" y que los teólogos formados en la filosofía pagana procuraron explicar la naturaleza de Dios por especulación, en vez de enseñar lo que Dios reveló de sí mismo en las Escrituras. Después de siglos de discusión y debates, no es de extrañar que el Dios abstracto de la cristiandad actual tenga tan poca semejanza con el verdadero Dios de las Escrituras.
Otras ideas europeas también contribuyeron a desvirtuar y falsificar las enseñanzas sobre el Dios verdadero. El desarrollo intelectual del siglo 18 y los descubrimientos científicos que aparentemente contradecían las Escrituras, hicieron que muchos pensaran que la Biblia y su Dios no eran más que mitos (ver God’s Funeral, Wilson, 1999). Las especulaciones de Darwin sobre la evolución dieron la impresión de eliminar la necesidad de un Dios de la creación. Julian Huxley, promotor de las ideas de Darwin, afirmó convencido: "Ya no hay ni necesidad ni lugar para seres sobrenaturales capaces de afectar el curso de los acontecimientos en el sistema del pensamiento evolutivo. La Tierra no fue creada, evolucionó. También lo hicieron los animales y las plantas que la habitan, incluyendo nuestra humanidad: mente y alma así como el cerebro y el cuerpo." Huxley aseveró además que "en la práctica, Dios está comenzando a parecerse más a la sonrisa desvaneciente de un gato de Chester cósmico que a un gobernante." Ante lo que parecían profundos descubrimientos de los científicos, los teólogos desistieron o dieron marcha atrás en sus enseñanzas acerca de Dios.
Huxley hizo otra observación que todavía influye en el concepto actual de Dios: "Nuestro concepto de Dios debe basarse en una experiencia religiosa y no en un dogma en particular." En otras palabras, Dios es un sentimiento cálido que experimentamos en el corazón, no un Ser supremo cuya existencia se puede demostrar y que interviene en la historia. Esa idea fue difundida en el siglo 17 por el filósofo francés Pascal, quien dijo: "Es el corazón el que siente a Dios, no la razón." El teólogo reformista John Wesley también se refirió a un "corazón cálido" como señal de que uno ha descubierto la verdad religiosa. Esto se opone totalmente a la admonición de Pablo a los tesalonicenses: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21). El profeta Malaquías consigna la afirmación de Dios: "Probadme" (Malaquías 3:10). Las pruebas conllevan solidez, convicción y razonamiento. Creer en el Dios verdadero ocupa la mente, ¡no es un simple sentimiento cálido en el corazón!
Durante los últimos dos siglos, la creencia en Dios ha sido atacada por muchos eruditos occidentales; hijos del siglo de las luces. El filósofo alemán Nietzsche afirmó que "Dios es una idea." Freud llamó a la creencia en Dios una forma de desorden mental que la humanidad con el tiempo superaría. Carlos Marx llamó a las creencias religiosas "el opio del pueblo". El ateo H. L. Mencken dijo: "Dios es el refugio de los incompetentes, de los desesperanzados, de los miserables." El dramaturgo Tennessee Williams se refirió a Dios como un "delincuente senil". En los años 60, ciertos teólogos haciendo eco de las viejas ideas de Nietzsche, formularon la pregunta: "¿Ha muerto Dios?" El zoólogo de Oxford Richard Dawkins, en un discurso titulado A Scientist’s Case Against God [Un caso científico contra Dios], afirmó que no hay pruebas que apoyen la religión, y que en la actualidad la gente más educada lo acepta (Science, 15 de agosto de 1997, pág. 892). Sostiene que cualquiera que crea en un Dios Creador es un "analfabeto científico". A la luz de tales ataques contra la creencia en Dios, la carencia de poderosas enseñanzas bíblicas de parte de los clérigos y la poca honestidad en la presentación de pruebas físicas de parte de los científicos; hacen que el Dios verdadero del Universo sea poco conocido por la mayoría de la gente. Pero las preguntas deben ser respondidas. ¿Tienen los críticos la razón, o han sido engañados? ¿Han confundido por completo los desvaríos de los ateos a la sociedad en relación con Dios? Observemos varias lecciones importantes que podemos aprender de la Biblia y de nuestro pasado reciente en lo que se relaciona con las preguntas acerca de Dios. Luego estudiaremos siete pruebas que demuestran la realidad del verdadero Dios.
David escribió hace más de 3.000 años en los Salmos: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Salmos 14:1). Salomón agrega: "La boca de los necios hablará sandeces" (Proverbios 15:2). Si observamos lo que ha ocurrido en los últimos siglos resulta tristemente obvio que muchos de los intelectuales "del siglo de las luces", que moldearon el mundo moderno ¡estaban simplemente equivocados! Asumieron y afirmaron necedades que mucha gente creyó. Aquí podemos aplicar la sentencia de "ciegos guías de ciegos" (Mateo15:14).
El comunismo marxista resultó ser un catastrófico fracaso que provocó incontables sufrimientos. Las teorías psicológicas de Freud en su mayor parte han sido desacreditadas. Mientras que Freud proclamó una neurosis religiosa, uno de sus estudiantes, Carl Jung, encontró que la religión era muy beneficiosa en el tratamiento psicológico de personas con disturbios mentales (God: The Evidence, Glynn, 1997, pág. 69). De hecho, un acopio cada vez mayor de literatura científica destaca los efectos positivos de ciertas creencias religiosas en la salud personal. Marx y Freud, cuyas ideas llevaron a la secularización de la mayoría de los miembros de nuestra sociedad, destruyendo las bases religiosas y morales, demostraron estar terriblemente equivocados en muchas cosas.
Lo mismo está comenzando a suceder con las ideas de Charles Darwin y sus contemporáneos librepensadores. Las teorías evolucionistas de Darwin que supuestamente eliminan la necesidad de un Dios Creador, han empezado a ser fuertemente criticadas en los últimos años. Cada vez más eruditos, entre cosmólogos, biólogos, bioquímicos y paleontólogos; están reconociendo que la teoría de la evolución simplemente no explica ni puede explicar el origen de la Tierra, de la vida o de las especies. Las ideas generadas por Darwin y otros simplemente no se ajustan a los datos registrados sobre los fósiles y lo que se ha descubierto del Universo en el último siglo (Creation and Evolution, Hayward, 1995; Debating Darwin, Christian Century, 15-22 de julio de 1998, pág. 678-681).
Al llegar al final del siglo 20 y empezar un nuevo milenio, las preguntas acerca de Dios se plantean con mayor seriedad. El Universo sin propósito de los evolucionistas ha resultado ser un concepto psicológicamente vacío y deprimente. Descubrimientos sorprendentes sobre el Universo señalan hacia un Creador inteligente (Newsweek, 20 de julio de 1998 pág. 47-52; 9 de noviembre de 1998, pág. 88). Las ciencias naturales que parecían contar con las respuestas a todas las preguntas, ahora reconocen que tienen serias limitaciones. Más adelante en este folleto veremos lo que podemos aprender acerca del Dios verdadero estudiando las pruebas tanto en la naturaleza como en la Biblia. Las pruebas son sorprendentes y poderosas… y provienen de eruditos "científicamente educados". Podemos probar que Dios existe; no nos quedará ninguna duda ni tendremos que aceptarlo por la "fe ciega". ¡El Dios del Universo es verdadero!
La teoría de la evolución propone que la Tierra y el Universo llegaron a existir lentamente a lo largo de miles de millones de años, o que el Universo siempre ha existido. El astrónomo ateo Carl Sagan dijo en cierta ocasión: "el cosmos es todo lo que es, lo que ha sido o será." Sin embargo, eso no es verdad. En años recientes, varios estudios en cosmología demostraron que hubo un tiempo en que el cosmos no existía; que tuvo un principio en un momento definido. Esto corresponde exactamente a lo que la Biblia afirma: "En el principio creó Dios los cielos y la Tierra" (Génesis 1:1). Tanto la Biblia como los descubrimientos científicos afirman que la Tierra y el Universo no han existido desde siempre.
Los astrónomos que estudian el movimiento de las galaxias han observado que el Universo se está extendiendo desde un punto dado, pero a una velocidad cada vez menor. Parece que el Universo se originó en una gran explosión, conocida en muchos idiomas por la expresión inglesa big bang. Los científicos han sido capaces de detectar ecos de esa explosión que todavía reverberan por el Universo, se les llama "ecos de radiación" o "ruidos de fondo". Stephen Hawking, físico teórico de la Universidad de Cambridge, escribió que la cosmología del big bang podría revelar "la mente de Dios"; y el astrofísico norteamericano George Smoot sugirió que la radiación de fondo representa "la escritura de Dios" (Science, 15 de agosto de 1997, pág. 890). Estos indicios están obligando a los científicos a reconsiderar teorías naturalistas a las que se han apegado por mucho tiempo.
Los físicos también formularon leyes relacionadas con la termodinámica. La primera ley de la termodinámica dice que la cantidad de energía en el Universo permanece constante. La segunda ley dice que la cantidad de energía utilizable en un sistema cerrado (el Universo) está disminuyendo. Esto significa que al Universo se le está acabando la cuerda, así que "no pudo haber existido por siempre en el pasado ni existirá por siempre en el futuro" (When Skeptics Ask [Cuando preguntan los escépticos], Geisler and Brooks, 1996, pág. 220). Tuvo un principio. La existencia de elementos radiactivos (como el carbono 14) que disminuyen a una tasa determinada (llamada vida media), también indica que hubo un momento en que esos elementos fueron hechos radiactivos. Esto también señala hacia un principio. Es contrario a las teorías de los evolucionistas, pero es coherente con las Escrituras.
Pero, ¿cuál fue el agente originador que trajo el Universo a la existencia? La ciencia funciona bajo el principio de que para todo efecto hay una causa. ¿Cuál fue la causa del big bang? ¿Fue acaso el producto de fuerzas naturales ciegas o hubo un Ser inteligente, el Dios Creador, quien lo planeó cuidadosamente de antemano? En vista de que se trata de un suceso único que no fue observado ni se puede repetir, los métodos científicos resultan de poco valor para definir este asunto. El tema del origen se sale así de la esfera de la investigación científica. Sin embargo, la Biblia habla del origen del Universo y de la Tierra en términos compatibles con los hechos descubiertos por los científicos. El descubrimiento de que el Universo tuvo un principio definido coincide con las afirmaciones de la Biblia.
Las Escrituras frecuentemente se refieren a Dios como el Creador de la Tierra y del Universo (Génesis 1; Isaías 40:28; Marcos 13:19; Apocalipsis 4:11). Sin embargo, el Dios verdadero no está interesado solo en la creación física; la Biblia también revela que hay una dimensión espiritual que es continuación de la creación de Dios.
El apóstol Pablo escribió que cuando una persona decide apartarse de su camino de vida egoísta y empieza a vivir bajo las enseñanzas de Jesucristo, esa persona se convierte en una "nueva creación" o una "nueva criatura" (Gálatas 6:15; 2 Corintios 5:17). Como veremos, Dios tiene un increíble designio para los seres humanos que desean "emprender un maravilloso viaje espiritual". La Biblia demuestra que hay más aspectos de la vida que las ciencias naturales no pueden descubrir. Esos aspectos los revela el Creador, el Dios verdadero del Universo; y no pueden ser descubiertos en un laboratorio por métodos científicos. La creación, en todos sus aspectos, ¡precisa un Creador!
El origen de la vida significa otro reto para quienes desean negar la idea de un Dios sobrenatural. Los evolucionistas proponen que la vida se inició espontáneamente de un conjunto de sustancias químicas, a medida que la Tierra se enfriaba hace miles de millones de años. Afirman que una mezcla al azar de carbono, nitrógeno, hidrógeno y amonio con la ayuda de la energía solar y los rayos cósmicos; formó aminoácidos y moléculas de ADN. Al paso de eones de tiempo, de esas combinaciones accidentales supuestamente se desarrollaron las células. Aunque esto podría parecer posible, los bioquímicos saben bien que no lo es. Los científicos que han tratado de producir vida por esos métodos, se han dado cuenta de que es mucho más difícil que lo que sugieren esas teorías. Una molécula de ADN contiene más información que un volumen de una enciclopedia. Esa propuesta de los evolucionistas sobre el origen de la vida es igual a suponer que una explosión en un patio de chatarra podría producir un automóvil… ¡y que ese automóvil podría empezar areproducirse a sí mismo!
En los años 50, Stanley Miller llevó a cabo un experimento simple para comprobar si esas teorías realmente se podían llevar a la práctica. Tuvo éxito al producir algunos aminoácidos simples, y su experimento fue destacado como prueba de que la vida podría iniciarse espontáneamente de materia inerte. Sin embargo, esa proclamación resultó precipitada. Nadie aún ha producido vida de una mezcla de sustancias químicas (sopas prebióticas) a pesar de muchísimos intentos. El astrofísico Hugh Ross comentó: "Aun bajo las más adecuadas condiciones de un laboratorio, esas ‘sopas’ no han producido nada que se asemeje ni remotamente a la vida. Uno de los problemas es que solo han producido una distribución al azar de moléculas prebióticas izquierdas o derechas… en tanto que la bioquímica exige que todas las moléculas sean del mismo tipo. Con todo el conocimiento y la tecnología juntas, aún no nos hemos aproximado a la producción de vida en el laboratorio" (The Creator and the Cosmos, Ross, 1993, pág. 148).
Cuarenta años después de su primer experimento, Miller afirmó: "El problema del origen de la vida se ha vuelto mucho más difícil de lo que yo, y la mayoría de otras personas, presumimos" (Scientific American, febrero de 1991, pág. 117). El bioquímico alemán Klaus Dose señaló que todos los esfuerzos experimentales en lugar de dar una solución, han contribuido a una mejor percepción del problema sobre el origen de la vida en la Tierra. Hasta ahora, todas las discusiones sobre las principales teorías y los experimentos en ese campo han terminado estancadas o en una confesión de ignorancia" (The Creation Hypothesis, Moreland, 1994, pág. 176).
Esto no es sorpresa. El filósofo griego Anaximandro de Mileto, también especuló que la vida podía desarrollarse espontáneamente desde materia inerte. Esa idea supersticiosa prevaleció hasta el siglo 19, cuando los experimentos realizados por Redi y Pasteur demostraron lo contrario. Esos experimentos, clásicos en la actualidad, revelaron que los gusanos que se encuentran en la carne descompuesta no provienen de la carne misma, sino de huevos dejados por moscas que tuvieron contacto con la carne. La vida proviene de la vida, no de lo inerte. Hasta hace unas décadas esto se conoció como la ley de la biogénesis. En los últimos años, cuando los científicos intentaron producir vida espontáneamente para comprobar la teoría de la evolución, se hizo caso omiso de esa ley ya establecida. Pero todavía no se han encontrado excepciones a esa ley.
Los seres humanos pueden especular que la vida podría venir por generación espontánea de materia inerte, pero los hechos no concuerdan con esas especulaciones. Los hombres no han sido capaces de producir vida, a pesar de los enormes esfuerzos de los más inteligentes. Las Escrituras señalan a Dios como Creador de la vida: "El Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). Con todo y lo sofisticado de los laboratorios del mundo, nadie ha sido capaz de hacer lo mismo. La vida exige un Dador de la vida. Todo indica que no hay otra forma.
Las ciencias existen porque los científicos entienden que el Universo funciona ordenadamente de acuerdo con ciertas leyes: las leyes de la física (de gravedad y movimiento), de la química y de la biología. Un escritor comentó: "Desde Isaac Newton, la ciencia ha pregonado un mensaje muy claro: el mundo sigue reglas, reglas fundamentalmente matemáticas, reglas que los seres humanos pueden entender" (Newsweek, 20 de julio de 1998, pág. 49). Aun los evolucionistas empiezan sus especulaciones asumiendo que las reglas, o leyes naturales, funcionaban en el principio igual que ahora. Si el Universo no hubiera funcionado según esas reglas, o leyes, hubiera cundido el caos y se habría desintegrado. Veamos varios ejemplos de la forma en que operan esas leyes.
La gravedad mantiene los planetas en sus órbitas. Sin la fuerza de gravedad no existirían sistemas solares. Las estrellas y planetas se desplazarían por el espacio en un desorden total. La fuerza de gravedad mantiene la Tierra a una distancia del Sol que hace posible la vida en este planeta. Si las fuerzas de gravedad fueran mayores o menores de lo que son, las estrellas (como el Sol) no calentarían lo suficiente o quemarían demasiado rápido y ciertos elementos químicos básicos para la vida simplemente no se producirían. Nuestro cuerpo existe porque las sustancias químicas solo se combinan en forma determinada. Si las reacciones químicas no se produjeran de la misma forma todas las veces (según las leyes), dejaríamos de existir como seres vivientes. La vida se acabaría.
Durante años, los libros de texto de biología hicieron referencia a otra ley conocida como estabilidad de las especies; parece haber un límite genético para las modificaciones que puede sufrir una especie. Los criadores de animales y plantas están conscientes de esos límites. Charles Darwin conocía bien las modificaciones que se podían lograr en la crianza de animales domésticos (como perros, palomas, vacas y caballos). Durante su largo viaje en el barco Beagle, pudo observar sorprendentes modificaciones entre pájaros y tortugas en las islas del océano Pacífico. Cuando formuló su teoría de la evolución, especuló que, con suficiente tiempo; esas pequeñas modificaciones podrían producir especies completamente nuevas. ¡Supuso que las fuerzas naturales por sí solas podían producir nuevas formas de vida sin la necesidad de un Creador! Tales ideas tuvieron gran eco en el mundo occidental, especialmente en su religión y debilitaron gravemente la creencia en Dios.
Sin embargo, el tiempo ha revelado graves problemas inherentes en las ideas de Darwin. Nadie ha podido observar en la naturaleza la aparición de una nueva especie de esa forma. A pesar de múltiples intentos, nadie ha sido capaz de producir una nueva especie mediante cría selectiva. Los perros pueden cambiar de tamaño, de color y de otras características; pero siguen siendo perros. Los caballos siguen siendo caballos. Las moscas fruteras siguen siendo moscas. La Biblia afirma muchas veces que Dios creó cada especie de planta o animal "según su género" (Génesis 1:11-12, 21-25). No hay ningún indicio en el mundo biológico de que una especie pueda convertirse en otra. La Biblia también revela que Dios creó a los seres humanos según el "género de Dios"; lo cual, como veremos, encierra grandes implicaciones para el propósito de la vida humana.
Aun el estudio de los fósiles respalda este principio bíblico fundamental. En sus especulaciones, Darwin afirmó que debían haber existido formas intermedias durante la evolución de las especies; con todo, sabía que no existía ni un caso comprobado. En El origen de las especies, escribió: "¿Por qué razón no están las formaciones geológicas o estratos llenos de eslabones intermedios?" Es seguro que la geología no revela ningún tipo de cadena orgánica en perfecta secuencia, y esto, posiblemente, sea la más clara y grave objeción que pueda presentarse contra mi teoría" (Geisler and Brooks, pág. 228). Darwin supuso que esos eslabones intermedios serían hallados, ¡pero cien años después de la publicación de su libro siguen sin aparecer! La ausencia de formas de transición se conoce en paleontología como el "secreto del oficio". Cuando las especies aparecen en investigaciones geológicas se encuentran completamente formadas. Esto tiene sentido si fueron creadas. Las pruebas que ofrecen los registros fósiles respaldan los conceptos bíblicos de la estabilidad de las especies y de un Dios verdadero que opera con base en leyes y reglas.
Ahora surgen varias preguntas: ¿Cómo se originaron esas leyes? ¿De dónde vinieron? ¿Quién las puso en marcha?¿Cómo se mantienen? Los evolucionistas lo ignoran. Los naturalistas no tienen ni idea. El físico Stephen Hawking, un científico que trata de responder las preguntas sobre el Universo sin la ayuda de las Escrituras, ha reconocido que "las leyes [de la física] pueden haberse originado por decreto de Dios" (Ross, pág. 91). Esto es muy interesante, porque la Biblia se refiere habitualmente a Dios como "Legislador" o "Dador de la ley" (Isaías 33:22; Santiago 4:12). Como Creador, Dios diseñó y puso en marcha las leyes y fuerzas que mantienen el Universo (Job 28:24-27). Las Escrituras también nos enseñan que Dios es "quien sustenta todas las cosas [el Universo] con la palabra de su poder" (Hebreos 1:3).
Dentro del tema de la ley, la Biblia revela una dimensión más allá de lo material. En tanto que a Dios se le llama Legislador en el aspecto material, las Escrituras contienen leyes espirituales que Dios diseñó para dirigir la conducta humana. Los diez mandamientos constituyen la base de la ley espiritual de Dios. Y se nos instruye en forma muy clara que si obedecemos esas leyes seremos bendecidos, pero si las desobedecemos tendremos consecuencias negativas (Levítico 26; Deuteronomio 28). Salomón escribió en relación con la ley de Dios que, "el camino de los transgresores es duro" (Proverbios 13:15).
¿Por qué habría de ser de esta manera si no hubiera un Dios que hubiera diseñado y mantenido esas leyes? La teoría de la evolución no tiene una respuesta. Una de las razones por las que la gente quiere negar el concepto de Dios es que sin Dios no hay leyes para el comportamiento y cualquier tipo de conducta resulta permisible. En la actualidad estamos viviendo bajo las consecuencias de esa filosofía que está destruyendo nuestra sociedad. La existencia de leyes exige un legislador, y para que esas leyes sigan funcionando, es necesario que alguien las sustente. Esta es la forma en que actúa el Dios verdadero.
Una de las pruebas más poderosas de la existencia de Dios, y uno de los aspectos que más revelan al Dios verdadero, es el maravilloso diseño que encontramos en el Universo; desde el más pequeño de los átomos hasta el cosmos. En el tema del diseño es donde han terminado encalladas las teorías de la evolución natural. Durante los últimos años se han efectuado sorprendentes descubrimientos relacionados con el diseño que han obligado a los científicos más escépticos a considerar la realidad de Dios.
Salomón escribió: "El Eterno con sabiduría fundó la Tierra; afirmó los Cielos con inteligencia" (Proverbios 3:19). Refiriéndose al cuerpo humano, David afirmó: "Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado" (Salmos 139:14). En una ocasión Abraham Lincoln hizo esta observación: "Puedo entender que un hombre mire la Tierra y sea ateo, pero no puedo concebir cómo puede mirar los cielos y decir que no hay Dios." Hasta el mismo Albert Einstein observó: "Dios no está jugando a los dados con el Universo."
La profunda verdad de esas aseveraciones ha comenzado a surtir efecto en la comunidad científica, como consecuencia de sorprendentes descubrimientos en campos tan diferentes como la biología molecular y la cosmología. Darwin reconoció que "órganos tan complejos como el ojo dificultarían la explicación del proceso paulatino de formación propuesto por su teoría", pero no sabía cuán compleja resultó ser la biología molecular de la visión (Christian Century, 15-22 de julio de 1998, pág. 679-680). El bioquímico Michael Behe escribió en el Darwin’s Black Box que la incapacidad de los evolucionistas para explicar el desarrollo de estructuras y procesos tan complicados es "una fuerte indicación de que el darwinismo no es el marco adecuado para entender el origen de los sistemas bioquímicos complejos" (ibídem).
Los descubrimientos acerca del Universo han sido igualmente profundos. A medida que el conocimiento del hombre aumenta, cada vez hay más pruebas de que el Universo no pudo haberse formado por casualidad. Un escritor hizo esta observación: "La misma ciencia que ‘mató’ a Dios, según los creyentes, está restaurando la fe. Los físicos han descubierto señales de que el cosmos fue hecho a la medida para la vida y la conciencia. Es demostrable que si las constantes de la naturaleza; valores que no cambian como la fuerza de la gravedad, la carga de los electrones o la masa de un protón; fueran mínimamente diferentes, los átomos no se mantendrían unidos, las estrellas no arderían y la vida jamás hubiera aparecido" (Newsweek, 20 de julio de 1998, pág. 48). El físico John Polkinghorne, quien se convirtió en sacerdote anglicano, escribió: "Cuando nos damos cuenta de que las leyes de la naturaleza deben estar increíble y minuciosamente sincronizadas para producir el Universo que vemos, nos ayuda a implantar la idea de que el Universo NO apareció simplemente, sino que tiene que haber detrás de él un propósito" (ibídem). El astrofísico Hugh Ross hace referencia a 33 de esas condiciones minuciosamente sincronizadas que hacen posible la vida en la Tierra (The Creator and the Cosmos, Ross, 1993, pág. 131-135).
Un número cada vez mayor de científicos en el campo de la física, la astronomía y la cosmología están reconociendo lo que se llama el "principio antrópico" (Del griego anthröpos = hombre). Según este principio, propuesto en los años 70 por el físico Brandon Carter, para que la vida exista en la Tierra, todas las condiciones tienen que haber sido "preplanificadas" desde el mismo inicio del cosmos. Patrick Glynn,Ph. D. de Harvard, señala: "La explicación más básica para el Universo es que parece ser un proceso ideado para alcanzar el fin o la meta de crear seres humanos" (God: The Evidence, Glynn, 1997, pág. 7, 32). Glynn dice además: "Desde el punto de vista científico, el hecho de que el Universo dé la impresión de haber tenido un principio definido podría ser un trastorno. Pero lo que parece llevar a los cosmólogos a la confusión es el principio antrópico" [que la Tierra y el Universo fueron creados para la humanidad] (ibídem, pág 42). ¡Esa es una sorprendente observación, para ser hecha por un erudito en la actualidad!
Mientras que un Universo "preplanificado" para la humanidad podría ser contradictorio para los ateos e impensable para los evolucionistas, es exactamente lo que la Biblia afirma con claridad. La Biblia revela que Dios creó a los seres humanos con un propósito. En Génesis 1:26-28 leemos que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen (no a imagen de los monos), y les dio señorío sobre la Tierra; para gobernarla o administrarla. El apóstol Pablo les dijo a los romanos que podíamos llegar a ser "hijos de Dios" y "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Romanos8:14-17). Lo cual significa que Jesucristo compartirá con nosotros, lo que tiene por herencia, esto es, la vida eterna (1 Corintios 15:50-53) y el gobierno de la Tierra en el venidero Reino de Dios (Apocalipsis 5:10). La Biblia revela que los seres humanos fuimos creados con el propósito ulterior de llegar a formar parte de la Familia de Dios (1 Juan 3:1-4; Hebreos 2:1-11), la cual gobernará la Tierra bajo Jesucristo (Apocalipsis 5:10; Daniel 7:27).He aquí el propósito de la vida humana, sin embargo esta información tan emocionante ha sido falsificada o suprimida durante siglos. Es algo que en la actualidad no entienden la mayoría de los teólogos.
Comparemos este maravilloso futuro, revelado en la Biblia, con la popular idea de que iremos al Cielo a tocar arpa sentados en las nubes, o nos estaremos quemando en el infierno eternamente. Comparemos nuestro futuro revelado por el Dios verdadero, con las ideas del zoólogo Richard Dawkins de que "el Universo que observamos… no fue diseñado, no tiene propósito, ni para mal ni para bien, no es nada más que indiferencias sin sentido… somos máquinas propagadoras de ADN… Es la única razón de la existencia de todo ser viviente" (Science, 15 de agosto de 1997, pág. 892). No es de extrañar entonces que la gente no le vea ningún propósito a la vida, no tenga esperanzas ni entusiasmo por el futuro. ¡Ni la ciencia, ni la filosofía, ni la teología han podido captar el verdadero significado de la vida!
La Biblia afirma claramente que la humanidad ha sido engañada por un astuto engañador (Apocalipsis 12:9). Las teorías de la evolución que han socavado la fe en Dios y el razonamiento equivocado de los teólogos, forman parte de ese engaño. También hay seres humanos que simplemente no quieren saber de la existencia de Dios, porque esto supone restricciones en su conducta. Sin embargo, el Dios verdadero que diseñó el Universo, tiene también un designio y un propósito para la humanidad. Los científicos están descubriendo sorprendentes pruebas de un diseño inteligente en el cosmos. Las Escrituras revelan el maravilloso y ulterior propósito de Dios para la humanidad. Un diseño inteligente y con propósito, tanto material como espiritual, exige la existencia de un Diseñador sobrenatural: ¡Un Dios verdadero!
Las pruebas más convincentes de la existencia de unDios sobrenatural y Todopoderoso se encuentran en la relación de la historia con las profecías. La exactitud sorprendente de las profecías bíblicas significa un reto permanente para los escépticos. Es extraño sin embargo que haya tantos, entre ellos eruditos e intelectuales, que ignoran de qué manera las profecías bíblicas se confirman claramente en la historia conocida. Pero es más sorprendente todavía que los predicadores casi no mencionan esas profecías, cuando las profecías cumplidas demuestran que existe un Dios verdadero y Todopoderoso. Isaac Newton, una de las mentes más brillantes de la civilización occidental, se sentía fascinado con las profecías bíblicas (Science, 15 de agosto de 1997, pág. 892).
El Dios verdadero de las Escrituras desafía a cualquiera a predecir el futuro con exactitud y a hacer que se cumpla. El profeta Isaías cita estas palabras de Dios: "Alegad por vuestra causa… anúnciennos lo que ha de venir… Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses… He aquí que vosotros sois nada" (Isaías 41:21-24). Quienes analizan pronósticos saben lo absurdo que es tratar de predecir los sucesos futuros en detalle, especialmente en los campos variables de las ciencias políticas o la sociología. Con todo, las Escrituras lo hacen constantemente con sorprendente exactitud. Cerca del 30 por ciento de la Biblia está dedicado a las profecías, mas pocas veces es este el tema de los sermones dominicales en la mayoría de las iglesias. No es de extrañar entonces, que el Dios Todopoderoso de la Biblia no parezca real para muchos en la actualidad.
Un ejemplo sorprendente del cumplimiento profético se encuentra en el libro de Ezequiel, escrito aproximadamente en el año 600 ac. Ezequiel consigna un futuro muy diferente para dos grandes ciudades fenicias, Tiro y Sidón. Esto sería como predecir lo que les va a suceder a San Francisco y Los Ángeles, a Toronto y Ottawa o a Londres y París en los siguientes 2.500 años. A Sidón se le prometió una historia sangrienta, pero que seguiría existiendo (Ezequiel 28:22-23). En contraste, Ezequiel profetizó muy específicamente que Tiro sería atacada por muchas naciones "como el mar hace subir sus olas" (Ezequiel 26:3). Tiro sería arrasada y quedaría "como una peña lisa" (v. 4), sus escombros serían echados "en medio de las aguas" (v. 12) y "nunca más serás edificada" (v. 14). Esta poderosa ciudad, centro de un gran imperio comercial, terminaría en un lugar insignificante que los pescadores usarían como "tendedero de redes" (v. 5,14). Esas predicciones "resultaron ciertas todas hasta en el más minúsculo detalle" (Evidencia que exige un veredicto, McDowell, 1982 Editorial Vida, pág. 277, 283). El Dios verdadero predice el futuro en detalle, y hace que se cumpla (Isaías 46:9-10).
Hay varias profecías que se refieren específicamente al nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Esas profecías fueron escritas muchos siglos antes del nacimiento de Cristo. Los primeros dos capítulos de Mateo citan profecías de que Jesús nacería de una virgen (Isaías7:14), en Belén (Miqueas 5:2). Tendría que huir a Egipto (Oseas 11:1). Antes de su muerte, entraría a Jerusalén "cabalgando sobre un asno" (Zacarías 9:9). En su muerte, sus manos y pies serían horadados (Salmos 22:16) y sobre sus vestidos echarían suertes (v. 18). David profetizó que Cristo resucitaría (Salmos 16:10). Todos estos acontecimientos fueron específicamente predichos por el Dios verdadero, quien se encargó de que ocurrieran en detalle.
Sin embargo, las profecías cumplidas no se limitan a la historia antigua o imperios que desaparecieron hace mucho tiempo. Hay otras profecías que se están cumpliendo en la actualidad, como lo veremos en este folleto. La clave para el entendimiento de las profecías que se aplican en nuestro tiempo es la identidad de las naciones actuales de Israel. El Dios de la Biblia prometió a Abraham que sus descendientes llegarían a ser grandes naciones y que serían motivo de bendición para los pueblos de la Tierra (Génesis 12:1-3). Predijo que algún día llegarían a poseer "las puertas de sus enemigos" (Génesis 22:17, 24:60).
Las actuales naciones israelitas son descendientes de Jacob, nieto de Abraham, a quien Dios cambió el nombre por el de Israel (Génesis 32:28). Jacob tuvo doce hijos, entre ellos Judá, padre de los judíos. Sin embargo, dos nietos de Jacob, Efraín y Manasés, recibieron la promesa de heredar la primogenitura; que originalmente fue hecha a Abraham. Manasés llegaría a ser una gran nación, pero Efraín llegaría a ser una multitud de naciones (Génesis 48:14-20). Las bendiciones prometidas a Manasés y Efraín fueron heredadas por los Estados Unidos de América y las naciones que formaron el Imperio Británico. Esta sorprendente historia y el sombrío futuro profetizado para las naciones de la primogenitura se encuentra en nuestro folleto titulado Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía. Puede solicitarse sin ningún costo para el lector.
Los anales de la historia, así como los actuales sucesos mundiales, confirman la increíble exactitud de las profecías que encontramos en la Palabra de Dios. La Biblia fue inspirada por un Dios sobrenatural y Todopoderoso. Sus profecías no son simplemente el resultado del intento humano por crear una filosofía o religión como creen algunos. Las promesas proféticas que se cumplieron piden una explicación; no se pueden pasar por alto ni se pueden descartar. El Dios que inspiró esas profecías e hizo que se cumplieran ¡tiene que ser muy real!
Otra prueba evidente de Dios es que cumple su promesa de responder a las oraciones. Este no es más que un tema de duda y escepticismo para quienes no creen en Dios y jamás han orado. Sin embargo, para quienes creen en Dios y acostumbran orar, las oraciones respondidas constituyen una poderosa prueba personal de la existencia de Dios. Las dudas de los escépticos resultan de poca importancia para quienes se dan cuenta de que sus oraciones han sido respondidas.
El lugar donde aprendemos sobre la oración es en la Biblia, no en las ciencias naturales. En las Escrituras encontramos muchísimos ejemplos de oraciones respondidas. La súplica de Salomón por sabiduría fue respondida aun con bendiciones adicionales (1 Reyes 3:5-13). También vemos que "Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia" (Santiago 5:17-18).
En el Nuevo Testamento se relatan muchos ejemplos de asombrosas respuestas a las oraciones. Jesús oró toda la noche, y así pidió a Dios la guía para escoger a los doce discípulos de los que habría de servirse para edificar su Iglesia (Lucas 6:12-13). Jesús había estado orando durante horas, antes de dirigirse caminando sobre el agua hacia la barca donde estaban sus discípulos (Mateo 14:23-25). Lázaro fue resucitado como resultado de la oración de Jesús (Juan11:41-44). Cuando los miembros de la Iglesia perseguida del Nuevo Testamento oraron pidiendo fortaleza para predicar el evangelio, Dios mostró su respuesta haciendo temblar la casa donde estaban reunidos (Hechos 4:23-31).
La Biblia también nos enseña a orar. Así como un niño debe aprender a hablar, nosotros debemos aprender a orar. A Jesús le pidieron sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11:1). Jesús nos dio un modelo de oración que deberíamos seguir (Mateo 6:5-15). De este ejemplo podemos deducir que la oración es una sincera conversación con Dios acerca de nuestras necesidades y preocupaciones, no una repetición de palabras o frases aprendidas (v. 7). La Biblia revela que Dios escucha las oraciones de los justos, aquellos que quieren obedecerle (1 Pedro 3:12; 1 Juan 3:22); y que las oraciones de los santos son agradables a Dios, como el suave olor del incienso (Apocalipsis 5:8).
Jesús les dijo a sus seguidores: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mateo 7:7). Un detalle muy importante en las oraciones es aprender a pedir conforme a la voluntad de Dios (1 Juan 5:14). Para conocer la voluntad de Dios es necesario estudiar la Biblia, el manual de instrucciones de Dios. Mediante la oración, también podemos hablar con Dios acerca de todas nuestras preocupaciones.
Cuando sentimos un vacío en la vida o nos sentimos rechazados y solitarios, ¿por qué no hablar con Dios acerca de eso? Cuando vemos la falta de significado y propósito en este mundo materialista, ¿por qué no doblar las rodillas en un lugar privado y hablar con nuestro Padre? Cuando sentimos el vacío y las incoherencias de las religiones organizadas, compartamos nuestros sentimientos con el Creador, ¡el Dios verdadero del Universo! Pidámosle que nos ayude a entender la Biblia y el verdadero significado de la vida. Pidámosle que nos ponga en el camino donde está su Iglesia. Pidámosle que nos enseñe a vivir conforme a sus instrucciones, para recibir así sus recompensas. Sigamos las instrucciones que Jesucristo nos dejó en Mateo 6:5-15 y Lucas 11:1-4. ¡Empecemos a orar!
Podremos ver la prueba de las oraciones respondidas cuando empecemos a pedir conforme a las instrucciones de Dios. Dios no cambia (Malaquías 3:6); ha respondido oraciones en el pasado, responde oraciones en el presente y responderá oraciones en el futuro. La Biblia afirma claramente: "Los ojos del Eterno contemplan toda la Tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él" (2 Crónicas 16:9). ¡La oración respondida es una poderosa prueba personal de que Dios es real!
La última prueba de la existencia de Dios y que su Palabra es verdadera constituye un desafío personal. Esta prueba puede tener mucho más sentido para quienes hayan vivido su vida y hayan cometido errores. Sin embargo, es una prueba que puede ser muy importante para todo aquel, joven o viejo, que tenga "ojos para ver y oídos para escuchar"; todo aquel que pueda aprender de la experiencia de los demás. Esta prueba se basa en la comparación de los resultados entre dos caminos de vida opuestos.
El mensaje que predomina en la sociedad actual es que lo que a uno le parezca bien es correcto; que no hay un absoluto para determinar lo correcto o lo erróneo. Pero el mensaje de Dios en la Biblia es muy diferente. Las Escrituras muestran que hay un camino de vida de Dios; y un camino de vida del mundo, en el cual podemos hacer lo que nos plazca.
Las Escrituras señalan claramente esas dos formas opuestas de afrontar la vida. Moisés les explicó las instrucciones de Dios a los antiguos israelitas: "He puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal… la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia" (Deuteronomio 30:15, 19). Actualmente, este sigue siendo uno de los mayores retos en la vida.
Como seres humanos con libre albedrío, tenemos la libertad de escoger entre obedecer a Dios y recibir sus bendiciones, o hacer caso omiso de Él; y en vez de seguir sus instrucciones, seguir nuestro propio razonamiento, y aceptar las consecuencias (Deuteronomio 28; Levítico 26). Salomón nos dejó esta advertencia: "El camino de los transgresores es duro" (Proverbios 13:15). Y: "Cuando los caminos del hombre son agradables al Eterno, aun a sus enemigos hace estar en paz con Él" (16:7). Jesús nos presenta así los dos caminos: "Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida" (Mateo 7:13-14).
Lo triste de la historia humana es que la mayoría de la gente se deja "llevar por la corriente", haciendo lo que a su juicio parece correcto. En vez de buscar la forma de aprender a vivir según las instrucciones de nuestro Creador, parece que prefieren hacer las cosas a su manera. Al resultado de esta forma de afrontar la vida usualmente se le conoce como "el que aprende a golpes." Si nuestra vida ha sido una cadena de dificultades, desilusiones y callejones sin salida; ¿por qué no intentar otra forma de afrontarla? Busquemos en la Palabra de nuestro Creador, ¡empecemos a hacer las cosas a su manera y experimentemos los resultados!
Repasemos brevemente el camino de vida que Dios recomienda en las Escrituras para que podamos ponerlo a prueba. En la antigüedad Dios les dio a los israelitas su ley en el monte Sinaí (Éxodo 20), la cual estuvieron de acuerdo en seguir (19:5-8). El propósito de Dios era que los israelitas sirvieran de ejemplo al mundo al aprender a vivir de acuerdo con las instrucciones divinas (Deuteronomio 4:1-10). Sin embargo, no vivieron conforme a lo pactado y fueron llevados cautivos por haber vuelto la espalda a las instrucciones de Dios (Ezequiel 20).
En el Nuevo Testamento encontramos que Jesús vino a explicar la ley de manera más amplia y profunda a sus seguidores (Mateo 5:17). Enseñó a vivir por el espíritu de la ley, no únicamente por la letra (Mateo 5:21-28). Vemos otra vez la intención de Dios de que las personas escogidas para seguir sus instrucciones se volvieran "luz" [ejemplo] para el mundo: ¡De que su camino de vida produce resultados!
Jesús dijo: "He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Evidentemente estaba abogando por un mejor camino de vida. La diferencia entre las enseñanzas de Jesús y los caminos del mundo es como el día y la noche (Juan 3:16-21). Cuando los discípulos empezaron a animar a la gente a salir del mundo y a vivir conforme a las enseñanzas de Jesús (2 Corintios 6:11-18) recibieron acusaciones como esta: "Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá" (Hechos 17:6).
El camino de vida de Dios que está trazado en la Biblia no es algo vago, nebuloso o impreciso; que la gente puede seguir, dejar o modificar a su antojo. El camino de Dios está basado en sus leyes. Este incluye actitudes específicas, conducta y prácticas que no todos tienen la voluntad de seguir y convertirlo en su modo de vida. También se nos dice que la verdad de Dios alejará a amigos y familiares (Mateo 10:34-36), pero funciona y seguirla nos traerá grandes recompensas (Apocalipsis 3:10-11).
Una de las principales razones por las que la cristiandad tradicional está tropezando en el mundo occidental, es porque los teólogos han desvirtuado las enseñanzas de la Biblia, a tal grado que las creencias religiosas no motivan a la gente a transformar su vida. Una denominación importante ha sido descrita como "una institución en caída libre… sin nada a qué aferrarse… sin creencias que compartir, sin ideas en común, sin valores definidos, sin definición aceptada" (The Empty Church, Reeves, 1996, pág. 10). Un capellán de esa denominación declaró que "no es su trabajo distribuir respuestas dogmáticas sobre un tema" (ibídem, pág. 24). Evidentemente esa no es la misma Iglesia que fundó Jesucristo, de la que leemos en las páginas del Nuevo Testamento. Abandonar o menoscabar las Sagradas Escrituras no produce resultados. Las iglesias mueren espiritualmente cuando tratan de hacerlo. Esta es otra prueba viviente de que los caminos de Dios funcionan, en contraste con el "camino que al hombre le parece derecho" (Proverbios 14:12). ¡Esto es lo que el Dios verdadero claramente afirma en su Palabra!
En la actualidad la cristiandad le presenta al mundo un Dios afable, que es bueno, amoroso, perdonador y muy paciente. Quien le permite a la gente hacer todo lo que quiera, y que se contenta con que le recen de vez en cuando y que asistan a la iglesia unas dos veces al año. Sin embargo, esta falsa idea de Dios, producto de la imaginación humana, no tiene impacto en la vida de la mayoría de la gente; como ya hemos visto en este folleto.
El Dios verdadero de la Biblia contrasta enormemente con la imaginación humana. El Dios que encontramos en las Escrituras es un poderoso Creador, un diseñador inteligente, es el dador de la vida y un legislador que interviene en el curso de la historia; y quien aún contesta las oraciones de las personas. En su Palabra claramente señala dos caminos de vida totalmente diferentes. Sin dejar de ser amoroso y misericordioso, es un Dios de justicia y de juicio que nos recompensa según nuestras obras. Nos da la oportunidad de decidir y deja que cosechemos lo que sembramos. Por esta razón el Dios de la Biblia ordena a sus siervos: "Clama a voz en cuello… y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado" (Isaías 58:1); no les dice que prediquen "cosas halagüeñas" que engañan a la gente (Isaías 30:9-10).
Dios quiere que los seres humanos entiendan lo que significa la vida, para que aprendan a tomar las decisiones correctas que traerán las recompensas imperecederas que deseamos y que solo Él puede conceder. El Dios verdadero nos perdona cuando nos arrepentimos, cuando reconocemos nuestros errores que significan infracción de la ley o pecado (1 Juan 3:4). Dios se agrada cuando cambiamos nuestra vida y empezamos a vivir según sus instrucciones.
La Biblia revela que Dios tiene un plan y un propósito en esta Tierra. El Dios verdadero enviará otra vez a Jesucristo a la Tierra para establecer el Reino de Dios. Este es el centro y meollo del verdadero mensaje evangélico. Es exactamente lo que enseñó Jesús y proclamaron sus discípulos (Marcos1:14-15; Lucas 9:1-2; Hechos 8:12, 28:23, 31). Y es el mismo mensaje que proclamará al mundo la verdadera Iglesia de Dios antes del fin de esta era (Mateo 24:14).
A su regreso, Jesucristo cambiará en forma dramática el curso de la historia humana. Juzgará al mundo con justicia, según las leyes divinas (Salmos 96:13; Apocalipsis 19:11). Acabará con el sufrimiento y el desgobierno. El apóstol Juan por inspiración escribió sobre el tiempo en que Dios tomará el poder y los reinos, que sus siervos serán galardonados y destruirá a los que destruyen [contaminan y corrompen] la Tierra (Apocalipsis 11:15-19). Dios hará distinción entre los que deciden seguir sus instrucciones y quienes deseen hacer lo que bien les parece (Mateo 25:31-46), entre los que saben lo que la Biblia enseña y los engañados por las ideas falsas de los maestros equivocados. Todo parece indicar que ese tiempo de juicio está por llegar.
Jesucristo va a reorganizar a la sociedad humana para alcanzar la paz, la justicia y la verdad (Isaías 9:6-7; Apocalipsis 11:15-18) con la ayuda de sus santos (Daniel7:27). El profeta Miqueas anunció: "Juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra" (Miqueas 4:3). El Dios Todopoderoso reveló mediante el profeta Ezequiel: "Haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy el Eterno, el Santo en Israel. He aquí viene, y se cumplirá, dice el Eterno el Señor" (Ezequiel 39:7-8). Para siempre será quitado el engaño, las dudas y el escepticismo que afectan a nuestra sociedad.
El Dios verdadero de la Biblia ordenó a su pueblo escogido que no adorara a otro dios o dioses (Éxodo20:1-7). Advirtió a su pueblo sobre las consecuencias de seguir a otros dioses (Deuteronomio 8:11-20). El apóstol Pablo le escribió a la Iglesia en Roma que provocarían la ira de Dios si empezaban a crear ideas sobre Dios según su razonamiento (Romanos 1:18-23). También a la Iglesia en Corinto le advirtió sobre lo mismo (2 Corintios 11:1-4). Aun así, eso es lo que está sucediendo en nuestro tiempo. Los teólogos equivocados han decidido "abandonar las llamadas pruebas naturales de la existencia del Creador y destacar la fe personal y la presencia de Dios en la conciencia humana" (Reeves, pág. 95-96). El desafortunado resultado de este concepto liberal es que la mayoría ha sido engañada en relación con el Dios verdadero.
Ahora que se acerca el fin de esta era no se deje engañar. Jesús advirtió en varias ocasiones sobre esta posibilidad (Mateo 7:15-20, 24:4-5, 11, 24). El apóstol Pablo exhortó a los miembros de la Iglesia del Nuevo Testamento: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21). Tenemos la oportunidad de demostrar la existencia de Dios; no tenemos por qué aceptarlo a ciegas, simplemente "por fe". Es posible tener una fe verdadera, basada en pruebas reales, y ¡una verdadera relación con nuestro Creador! El Dios del Universo, el Dios que inspiró la Biblia, es verdadero. El Creador, Diseñador y Sustentador del cosmos está vivo. Se encargará de que suceda lo que ha profetizado en su Palabra. Jesucristo va a regresar a la Tierra para establecer el Reino de Dios, el cual gobernará a todas las naciones. En esto consiste el evangelio del Dios verdadero. Tenemos la oportunidad de formar parte de ese extraordinario futuro si llegamos a conocer al DIOS VERDADERO