Para hacer una búsqueda avanzada (buscar términos específicos), escriba juntamente los criterios de interés como se muestra en los siguientes ejemplos:
El asombroso mensaje de este folleto lo afectará a usted en los próximos años ¡y también afectará su futuro eterno! Se trata de un mensaje de vital importancia. Esta información estuvo oculta durante muchos siglos, ¡pero usted necesita saberla!
Este folleto trae información realmente insospechada para los que tengan ojos para ver y oídos para oír. Sus implicaciones para el futuro de la civilización son profundas. Aunque es información que la mayoría desconoce, los hechos aquí expuestos han sido documentados repetidas veces por historiadores respetados e incluso por muchos teólogos. No se basan en alguna teoría ni concepto fantasioso.
Las consecuencias de la religión falsa ya se están haciendo sentir y tendrán repercusiones dramáticas en la vida de usted dentro de la próxima década: ¡mucho más graves de lo que usted probablemente se imagina! Esta revelación explosiva no es solamente para la "gente religiosa" sino para todos. Los afectados seremos todos.
Es preciso que cada uno de nosotros se pregunte: "¿Cómo llegué a creer lo que creo hoy acerca de la religión, la moral y todo el propósito de la existencia humana? Si mis familiares y yo nos hemos limitado a acoger las ideas de aceptación general, ¿no será posible que los demás hayan hecho lo mismo? ¿Es posible que hayamos aceptado ciegamente ideas religiosas falsas, las cuales habrían incidido en el modo como se desarrollaron nuestras sociedades y en los sistemas jurídicos, educativos y aun religiosos que hemos diseñado y que aceptamos como cosas recibidas?"
¿Se ha hecho usted estas preguntas fundamentales?
Si hay un Dios real, y si la Biblia es su revelación inspirada para la humanidad, ¡entonces debemos considerar cuidadosamente lo que ella dice sobre estos temas! Las Sagradas Escrituras dicen específicamente: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21).
Una y otra vez, la Biblia muestra claramente que la mayoría de los humanos están engañados. Refiriéndose a los tiempos del fin, el apóstol Juan describió así al diablo: "Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:9). Dentro de este "mundo entero" que Juan cita, se incluyen los dos mil millones de "cristianos" miembros de las grandes iglesias. ¡Muchos de ellos están engañados! Estas personas y sus predicadores no tienen la intención de hacer daño, porque una persona engañada no sabe que está engañada. Es importante que entendamos esto.
Teniendo en cuenta esta aclaración, no escribo lo anterior para criticarlos, sino porque el Dios del cielo me manda predicar la Verdad. De nada le sirve al lector que me limite a repetir las perogrulladas de siempre y asegurar que "todo está bien" ¡cuando todo no está bien! Nos estamos acercando al final de 6.000 años en que el hombre ha estado bajo la influencia de Satanás el diablo, a quien Jesucristo denomina "el príncipe de este mundo" (Juan 14:30).
Soy muy consciente de que miles de lectores de este folleto son muy sinceros en su deseo de ser cristianos. Creen de verdad que la forma de religión que han practicado desde la niñez es la religión que Cristo y sus apóstoles enseñaron. Muchos ministros y sacerdotes también creen sinceramente lo mismo. Todos lo hacen con buena intención.
Lo que necesitan comprender es que miles de millones de personas ya vivieron y murieron sin jamás comprender ni practicar ninguna forma de cristianismo. La mayor parte de la población del mundo no ha profesado el cristianismo ¡en ningún momento! Son personas que en su mayoría han sido "sinceras", tal como lo puede ser usted. Por tanto, no es cuestión de simple "sinceridad" ni de seguir lo que hacen las mayorías. Es cuestión de encontrar la Verdad auténtica respecto del propósito de la existencia humana. Y se trata de hallar el verdadero camino que hará realidad ese magno propósito.
¿Acaso la religiosidad "sincera" basta? ¡No! ¡No todas las religiones son "iguales!" Si usted está dispuesto a demostrar para sí mismo que el gran Dios Creador es el único y verdadero Dios y que la Biblia es su revelación inspirada para la humanidad, entonces deberá comprender que hay un solo camino a la vida eterna. ¡Y ese "camino" es por medio del verdadero Jesucristo! Como dijo el apóstol Pedro: "Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:10–12).
Sin embargo, entre las muchas personas que profesan el cristianismo, muy pocas empiezan siquiera a captar la magnitud del engaño maquinado por Satanás el diablo. Les resulta difícil asimilar el hecho de que Satanás no solamente ha engañado a los del mundo pagano y no cristiano, sino que además se ha ideado un cristianismo falsificado y se lo ha impuesto a millones que creen, de buena fe, que están siguiendo al Jesucristo de la Biblia. Por eso advirtió el apóstol Pablo a los corintios que muchos están "extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis (2 Corintios 11:3–4).
Así es. Otro "Jesús", un Jesucristo totalmente distinto, es el que se le ha impuesto a la humanidad incauta. Recuerde que un billete de $100 falsificado se hace de tal manera que parece un billete auténtico. La gente ve las semejanzas aparentes y se deja engañar hasta el punto de recibir ese billete falso. ¡Así mismo ocurre con Satanás, el maestro engañador! Por su propio bien, le ruego que esté dispuesto a considerar la posibilidad de que haya creído erróneamente que está siguiendo al Cristo de la Biblia y lo que Él realmente enseñó. La Biblia indica claramente que solamente los cristianos auténticos serán protegidos durante el futuro holocausto, ¡la gran tribulación descrita por Jesucristo!
Muy pronto, dentro de los próximos años, el gran Dios de toda la creación empezará a intervenir directamente con más fuerza que nunca. Los huracanes que cada vez con mayor poder causan devastación en diferentes regiones del mundo son apenas un pequeño preludio de lo que veremos en estos últimos días. Jesucristo predijo específicamente: "Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo… habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas (Lucas 21:11, 25–26).
¡El Dios Todopoderoso captará la atención de la humanidad! Él sí ayudará a los que estén dispuestos a "salir" de esta Babilonia moderna (Apocalipsis 18:4), a los que deseen liberarse de la sociedad de Satanás.
El apóstol Pablo también nos dijo por inspiración que Satanás es el "dios" de la sociedad de este mundo. En una de sus cartas escribió: "Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Corintios 4:3–4).
La premisa básica de este folleto es que nuestro Creador permitió que un diablo muy real engañara a la mayor parte de la humanidad durante los últimos 6.000 años. Satanás, de hecho, estableció una religión falsa para desorientar a todo el mundo. Sin embargo, el gran Creador intervendrá pronto enviando a Jesucristo nuevamente a la tierra como "Rey de reyes y Señor de señores" (Apocalipsis 19:16). Cuando regrese, lanzará a Satanás a un abismo "para que no [engañe] más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años" (Apocalipsis 20:3).
Uno de los principales recursos que emplea Satanás para embaucar a la mayoría ¡es hacerle creer que él ni siquiera existe! La gente dice en chiste que "esa fue obra del diablo", convencida de que no hay un verdadero diablo. Pero como hemos visto, Jesucristo dijo que Satanás es "el dios de este siglo".
¿Cómo llegó a existir Satanás? ¿Qué métodos emplea para engañar? Y lo que es más importante, ¿cómo ha logrado engañar a todo el mundo? Cuando Jesucristo citó al "profeta Daniel" (Marcos 13:14), lo hizo considerando que esas profecías eran parte de las Sagradas Escrituras. En el libro de Daniel, encontramos varias menciones de seres espirituales, unos de ellos ángeles y otros demonios.
Daniel estuvo ayunando en busca de mayor comprensión. Entonces Dios envió un ángel que lo animara (Daniel 10:10–12). El ángel le dio una extraordinaria explicación de por qué había tardado tanto en responder a las oraciones del profeta. "Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días" (vv. 13–14).
Más tarde, ese mismo ángel dio detalles adicionales sobre el mundo espiritual invisible. "Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe" (vv. 20–21).
¡Es claro que este pasaje se refiere a guerras espirituales! Describe la lucha que ocurre en el mundo espiritual y que está detrás de los acontecimientos mundiales. A Satanás se le describe como "el dios de este siglo" que "cegó el entendimiento de los incrédulos" (2 Corintios 4:4).
Satanás también es el "príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2:2). El ángel que habló con Daniel se estaba refiriendo a una batalla entre seres espirituales ¡en la cual incluso el gran arcángel Miguel (ver Daniel 12:1) tuvo que dar su ayuda!
Este mundo, o "siglo"—el período de casi 6.000 años desde Adán hasta ahora— ha sido y sigue siendo una sociedad dominada por Satanás el diablo y millones de ángeles caídos o "demonios" que lo siguieron en su rebelión contra el Dios Creador.
"Satanás" no es simplemente un término general para indicar el mal. Satanás no es una fuerza ciega. Satanás el diablo es un personaje espiritual poderoso creado originalmente por Dios como un querubín, pero que se rebeló contra Dios. Su nombre original, "Lucero", significa "estrella de la mañana", pero desde su rebelión recibió el nombre de "Satanás", que significa "adversario".
Leamos Isaías 14:12–15: "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo".
¡Aquí encontramos al poderoso Lucero tramando para derrocar a Dios! Su enorme capacidad y su vanidad desbordada ¡lo llevaron a competir con su propio Creador!
En Ezequiel 28:1–16, Dios describe al primer príncipe humano de Tiro. Es obvio que se trataba de un hombre de gran capacidad y el líder absoluto, en la esfera humana, de aquella gran ciudad del mundo antiguo. Luego Ezequiel pasa a hablar del verdadero "poder detrás del trono": el "rey" de aquella ciudad estado pagana. Veamos: "Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación" (vv. 12–13). ¡Este es un personaje que existió milenios antes de Tiro, en el huerto del Edén ! Pero no era miembro de la familia de Dios, sino un ser creado (v. 15).
Después de sus manipulaciones y artimañas políticas para lograr adeptos, Satanás fue expulsado del "monte" o Reino de Dios. Apocalipsis 12:3–4 indica que Satanás pudo atraer a un tercio de los ángeles tras de sí en su rebelión contra Dios. Ahora estos ángeles caídos se llaman "demonios". Satanás tiene millones de ángeles caídos que son seguidores suyos, y en ese sentido tiene un "reino" sobre el cual gobierna en el mundo espiritual.
Mateo narra la historia de cómo Jesús fue tentado por Satanás, personaje astuto y maligno. "Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo" (Mateo 4:1).
El Evangelio nos advierte que Satanás es capaz de citar las Escrituras. ¡Tuvo incluso, la audacia de citarlas ante el Autor de las mismas, Jesucristo! "Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra" (Mateo 4:5–6).
Luego, el diablo le ofreció a Jesús "todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares" (vv. 8–9).
Jesús, como es lógico, conocía los principios espirituales de que se trataba y respondió citando el pasaje apropiado de las Escrituras: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (v. 10). Jesús optó por obedecer a Dios y recibir el reino de manos de su Padre, cuando el Padre dispusiera y del modo que dispusiera.
Más tarde, cuando acusaron a Jesús de recurrir a Beelzebú para echar fuera a los demonios, dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?" (Mateo 12:25–26).
¡Satanás sí tiene un reino! Él es el "dios" invisible de este mundo (2 Corintios 4:4). Es el principal embaucador de hombres y naciones. "Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:9).
Satanás es el ser espiritual que ejercerá una poderosa influencia, e incluso posesión, sobre un dictador político futuro de gran acogida. Este dictador a su vez seducirá a una superpotencia mundial dentro de una Europa renacida, militante y unida: ¡la "Babilonia" de los tiempos del fin! Satanás será el "dios" animador y sustentador de un gran sistema religioso falso que respaldará a una gran potencia económico-militar, ¡potencia que dominará a todo el mundo! No me crea a mí ni lo que yo digo porque sí. ¡Búsquelo en la Biblia!
La palabra de Dios predice que ese sistema opresivo será energizado por demonios: "Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas" (Apocalipsis 18:1–4).
Satanás va a motivar a aquellos gobernantes del mundo a luchar contra Cristo cuando Él regrese como Rey de reyes y Señor de señores. Pero Cristo quitará a Satanás y su gobierno malévolo llegará a un fin seguro.
Jesús condenó a los líderes religiosos de su época por su hipocresía. Aquellos personajes de la iglesia se hacían pasar por hombres piadosos pero se negaban a cumplir la intención espiritual de la ley divina. Jesús les atribuyó el carácter del propio Satanás, empleando la analogía de que Satanás era su padre, como suele decirse: "de tal palo, tal astilla". El Diablo miente y mata. ¿Por qué sorprenderse, pues, si sus hijos hacen lo mismo, predicando un evangelio pervertido de engaño y falsedad?
Es importante captar que Satanás es el verdadero "padre de mentira". Con su astucia, miente y enreda a la humanidad continuamente, y sus siervos hacen lo mismo. Mentir, para los que están bajo la influencia de Satanás, se vuelve tan común, ¡que a menudo les resulta más fácil hacerlo que decir la verdad!
Como parte de su complot para derrotar a Dios y frustrar su gran plan para la humanidad, ¡Satanás cuenta con sus propios ministros! El apóstol Pablo advirtió a los cristianos que Satanás y sus ministros engañarían en grande: "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2 Corintios 11:13–15).
El aspecto de muchos ministros de Satanás, y lo que dicen, se parece mucho a lo que la gente espera de un ministro de Cristo. Pero en realidad, están predicando "otro Jesús" y proclamando "otro evangelio". Le corresponde a cada individuo — ¡incluido usted!— estudiar la Biblia y comprobar lo que Jesús y los apóstoles enseñaban y practicaban.
La Biblia describe no una, sino dos "Babilonias". Poco después del diluvio, se fundó una "Babilonia": la antigua ciudad-estado establecida por un individuo llamado Nimrod (Génesis 10:8–10). La segunda Babilonia es un sistema de iglesia-estado moderno descrito en Apocalipsis 17 y 18, ¡y sus líderes harán guerra contra Cristo cuando Él regrese (Apocalipsis 17:12–14)!
¡Piense en eso! Cientos de millones de personas en aquella "Babilonia" de los tiempos del fin estarán tan engañadas ¡que tendrán la audacia de pelear contra el Hijo de Dios y los ejércitos celestiales!
Para entender cómo empezó el sistema llamado "Babilonia", volvamos a los primeros días de la historia del hombre. En Génesis 10, poco después del diluvio, la humanidad empezó a multiplicarse de nuevo. Los animales también se multiplicaron y la gente necesitaba protección. Entonces surgió un hijo de "Cus". La Biblia dice: "Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante del Eterno; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante del Eterno. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar" (Génesis 10:8–10).
Este "vigoroso cazador" (se dice que era de constitución robusta) comenzó a reunir a la gente en ciudades con fines de protección y también para ponerla bajo su control personal. El comienzo del reino de Nimrod fue "Babel", o Babilonia. De allí Nimrod pasó a establecer otras ciudades y reunir a los hombres en una relación que los hacía sentirse "independientes" de Dios, es decir, que no necesitaban la protección divina. La Biblia narra que "tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras" (Génesis 11:1). Entonces los hombres se dieron a la tarea de construir un rascacielos masivo, o "torre", la cual se ha llamado la "Torre de Babel" (vv. 4–9).
Dios sabía que bajo este sistema babilónico, la humanidad se estaba alejando rápidamente de Él y que pronto inventaría armas y medios para destruirse a sí misma. Dijo: "He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer" (v. 6). El poder creador de la mente humana era tal, que bien podía inventarse armas terribles, capaces de destruir la tierra, y el plan divino de dar a los humanos 6.000 años para escribir las lecciones del sufrimiento humano, ¡podría llegar a su fin antes de tiempo! Decidió Dios entonces bajar y "confundir su lengua" y dispersarlos por toda la faz de la tierra.
Los anales de la historia, así como cuentos persistentes y leyendas antiguas de casi todas las naciones, indican que las filosofías y religiones comenzadas por Nimrod y su malévola mujer, Semíramis, han continuado hasta nuestros días. Resulta que muerto Nimrod, Semiramis aseveró que ahora él era el "dios sol". Al respecto, el autor Alexander Hislop escribió:
"Los Misterios Caldeos se remontan a los tiempos de Semíramis, quien vivió pocos siglos después del diluvio y de quien se sabe que los imbuyó de la imagen de su propia mente depravada y contaminada. Aquella reina de Babilonia, hermosa pero abandonada, no solamente era un dechado de concupiscencia e impudicia, sino que en los Misterios, que ella en gran parte formó, era objeto de adoración como Rea, la gran ‘Madre’ de los dioses, con los ritos atroces que la identificaban con Venus, la Madre de toda impureza, y elevó la ciudad donde ella había reinado a una mala eminencia entre las naciones, como la gran sede a la vez de la idolatría y de la prostitución consagrada. Fue así como una reina caldea sirvió de extraordinario prototipo de la ‘Mujer’ en el Apocalipsis, la que lleva una copa de oro en la mano y el nombre inscrito en la frente: ‘Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y las abominaciones de la tierra’. El emblema apocalíptico de la mujer ramera con la copa en la mano quedó incluso plasmado en los símbolos de la idolatría derivados de la antigua Babilonia, tal como se exhibían en Grecia: porque fue así como se representó originalmente a la Venus griega" (Las dos Babilonias, págs. 5–6).
Este sistema babilónico de culto idolátrico se extendió por todo el mundo al irse dispersando los habitantes de la ciudad (Génesis 11:9). Cuando se fueron de Babilonia, estas personas llevaron consigo el culto a la madre y el niño así como los diversos símbolos de los "misterios". Herodoto, viajero mundial e historiador de la antigüedad, observó la religión de los misterios y sus ritos en muchos países y dejó constancia escrita de cómo Babilonia era la fuente primaria del paganismo, de la cual fluían todos los sistemas de idolatría. En su obra notable Nínive y sus restos, Layard escribió que tenemos el testimonio unido de la historia sagrada y profana de que la idolatría tuvo su origen en la zona de Babilonia. Alexander Hislop cita a estos historiadores y otros para confirmar este punto en su libro citado arriba.
Más tarde, el Imperio Romano asimiló dentro de su sistema a los dioses y las religiones de los países que alguna vez gobernó. Siendo Babilonia la fuente de este paganismo, es fácil ver como la religión primitiva de Roma era un tipo de culto babilónico que se había desarrollado en diferentes formas y con diferentes nombres en los países adonde iba. En su bien documentado libro, Credos paganos y cristianos, Edward Carpenter escribió: "La semejanza entre antiguas creencias y leyendas paganas por un lado, y las tradiciones cristianas por otro, era tan grande que despertó la atención y la ira nada disimulada de los antiguos cristianos… no sabiendo cómo explicarla, recurrieron a la teoría de que el diablo, siglos antes, había movido a los paganos a adoptar ciertas creencias y prácticas" (pág. 25).
Carpenter también citó a Tertuliano, uno de los "padres de la iglesia" que vivió entre los años de 160 y 220 E.C.: "El diablo, mediante los misterios de sus ídolos, imita incluso la parte principal de los misterios divinos" (op. cit.).
Carpenter observó igualmente: "Cortés también se quejaba de que el diablo posiblemente había enseñado a los mexicanos lo mismo que Dios enseñó a la cristiandad" (op. cit.). El famoso explorador español encontró que los habitantes de México, ¡ya estaban practicando los mismos ritos paganos y tenían muchas de las creencias paganas que la Iglesia Católica había asimilado!
Como las iglesias de hoy no tienen las mismas prácticas de la verdadera iglesia primitiva, tal como fueron consignadas en el Nuevo Testamento, es muy importante saber si se ha producido una mezcla deliberada de tradiciones paganas falsas con las enseñanzas verdaderas de Cristo, los apóstoles y la Biblia. Muchos historiadores, por ejemplo Edward Gibbon, han observado el cambio producido por el gran número de paganos que llegaban a la iglesia cristiana primitiva y mezclaban sus costumbres y creencias paganas con las de la iglesia (ver La decadencia y caída del Imperio Romano, Vol. 1, capítulo 15).
¡Es así como las iglesias de hoy hunden sus raíces en el paganismo! Satanás ha creado todo un sistema de "cristianismo falsificado". Con astucia ha aprovechado la vanidad de los líderes religiosos para introducir ideas, conceptos y prácticas enteramente paganas dentro del "cristianismo". Como el paquete viene sellado con la palabra "cristianismo", la gente da por supuesto que lo ofrecido es la religión de Jesucristo. No se dan cuenta de la total falsedad de los conceptos sobre Dios, Jesucristo y su mensaje, o el propósito de la vida eterna y el camino a la vida eterna que se hallan envueltos dentro de un paquete llamado "cristianismo". El suyo es un cristianismo falsificado que ha apartado de Dios a la mayor parte de la gente ¡y ha traído consecuencias espantosas de confusión, sufrimiento y muerte!
Veamos estos fragmentos de la obra Credos paganos y cristianos:
"La Iglesia cristiana se ha mantenido rigurosamente aparte de toda discusión sobre el paganismo, adoptando la postura de que ella, la iglesia, representa una revelación única y divina y ha persuadido de esto a la humanidad hasta tal punto que hoy pocos comprenden que ella surgió exactamente de las mismas raíces que el paganismo y que tiene en común con este la mayor parte de sus doctrinas y sus ritos" (Carpenter, págs. 11–12).
"La idea generalizada es que los dioses paganos huyeron a la venida de Cristo; empero, es bien sabido a todo estudioso que esto contradice los hechos. En el momento en que ocurrió la aparición de Jesús, y durante algunos siglos antes, había templos dedicados a Apolo o Dionisio entre los griegos, o a Hércules entre los romanos, Mitra entre los persas, Baal y Astarté entre los babilonios, así como templos dedicados a muchos dioses más. Se destaca un fenómeno sobresaliente: pese a las grandes distancias geográficas, a las diferencias raciales entre los cultos y a los detalles de los servicios, el formato general de los credos y las ceremonias era, si no idéntico, sí marcadamente parecido" (op. cit., págs. 19–21).
"Dichas ceremonias y credos paganos, que habían existido siglos antes de la venida de Cristo, no solo eran marcadamente parecidos entre sí, sino que también eran semejantes al cristianismo verdadero, hecho este que no se puede considerar accidental. Como ejemplo de ello, de once deidades principales que corresponden a siete países, se creía que todas o casi todas habían nacido en o alrededor de la Navidad, de una madre virgen, en una cueva bajo tierra, que llevaron una vida de penas por el hombre. Se les llamaba portadores de luz, sanadores, mediadores y salvadores. Se creía que fueron vencidas por las potencias de las tinieblas, que bajaron al infierno o al inframundo, que se levantaron y se convirtieron en pioneras de la humanidad para un mundo celestial… Krishna, el dios de la India, ofrece un paralelismo destacado con la vida de Cristo" (op. cit., págs. 21–23).
Carpenter prosigue: "La idea de Dios sacrificando a su Hijo por la salvación del mundo es remota y extraordinaria, y sin embargo la encontramos en todas las religiones antiguas y desde los primeros tiempos, y se encuentra plasmada en su ritual" (op. cit., pág. 133). Estas extrañas costumbres se parecían tanto a la verdad, que hacían pensar seriamente que detrás de ellas hubiese alguna fuerza guiadora. El "dios" invisible de este siglo, a quien Jesucristo llamó el "padre" de mentira (Juan 8:44), estaba formulando un cristianismo falsificado.
Ante una serie de semejanzas tan marcadas con el cristianismo real como las que se ven en las once deidades de siete países, resulta claro que debemos abordar este tema con mente abierta para ver si lo que hoy tenemos es una mezcla de paganismo con el cristianismo verdadero.
El libro El Código da Vinci, de Dan Brown, ocupó los primeros puestos entre los libros de mayor venta durante meses. Millones se sintieron arrebatados por esa novela fascinante. ¿Qué tiene de raro este libro?
Aunque se presenta en forma de novela, y si bien trae cosas ficticias y erróneas, puede motivar al lector a ver que bajo la superficie de nuestras ideas y prácticas religiosas hay mucho más de lo que aparece a primera vista. Los personajes principales de El Código da Vinci son tres: Sophie Neveu, hábil criptóloga francesa; Robert Langdon, simbólogo de Harvard; y Leigh Teabing, quien fue un Historiador Británico.
"Escuchemos" su conversación sobre los orígenes de lo que el mundo hoy llama "cristianismo":
—Los historiadores siguen maravillándose por la genialidad con que Constantino logró convertir a los paganos adoradores del sol al cristianismo. Combinando los símbolos, fechas y ritos paganos con la creciente tradición cristiana, creó una especia de religión híbrida que resultaba aceptable para ambas partes.
—La ‘transmogrificación —dijo Langdon—. Los vestigios de la religión pagana dentro de la simbología cristiana son innegables. Los discos solares de los egipcios se convirtieron 12 13
en la aureola de los santos católicos. Los pictogramas de Isis dando el pecho a su hijo Horus, concebido por medios milagrosos, se convirtió en el esquema para nuestras imágenes modernas de la Virgen María con el Niño Jesús. Y prácticamente todos los elementos del ritual católico: la mitra, el altar, la doxología y la comunión, el hecho de ‘comerse a Dios’, se tomaron directamente de las antiguas religiones paganas de los misterios.
Teabing se quejó:
—No pongas a un simbólogo a hablar de los íconos cristianos. Nada en el cristianismo es original. El Dios pre-cristiano Mitra, llamado el Hijo de Dios y la Luz del Mundo, nació el 25 de diciembre, murió, fue enterrado en una sepultura en la roca y luego resucitó después de tres días. Ah, y el 25 de diciembre también es el natalicio de Osiris, Adonis y Dionisio. Cuando Krishna nació, le presentaron oro, incienso y mirra. Hasta el día santo semanal fue robado de los paganos por el cristianismo.
—¿Cómo así?
—Originalmente —dijo Langdon— el cristianismo rendía tributo al sábado de los judíos, pero Constantino lo alteró para hacerlo coincidir con el día en que los paganos veneraban al sol. —Hizo una pausa, sonriente—. Hasta el día de hoy, la mayoría de las personas van a la iglesia el domingo por la mañana sin tener la menor idea de que están allí gracias al tributo semanal para el dios del sol: el día domingo (El Código da Vinci, págs. 232–233).
"¡Pero todo eso es ficción!" dirán algunos. "¿De dónde sacó el autor esas ideas tan descabelladas? Estoy seguro de que mí religión se basa enteramente en la Biblia".
Les ruego, amigos, ¡que no estén tan seguros!
La propia Biblia nos dice: "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21). La verdad —y reto al lector a que lo demuestre— es que esta parte del libro de Dan Brown se basa en hechos sólidos. Historiador tras historiador ha reconocido que pocos siglos después de la muerte de Jesús, ¡el cristianismo original de Él y sus apóstoles ya se había alterado dramáticamente! Así lo explica el conocido historiador Will Durant: "El cristianismo no destruyó al paganismo sino que lo adoptó. La mentalidad griega agonizante alcanzó una vida transmigrada en la teología y la liturgia de la Iglesia; el idioma griego, habiendo reinado durante siglos sobre la filosofía, vino a ser el vehículo para la literatura y el ritual cristianos; los misterios griegos pasaron al impresionante misterio de la Misa. Otras culturas paganas hicieron su aporte al resultado sincrético. De Egipto llegaron los conceptos de una trinidad divina… y una inmortalidad personal de premios y castigos; de Egipto, la adoración de la madre y el niño así como la teosofía mística que enturbió el credo cristiano y dio origen al neoplatonismo y el gnosticismo; Allí también, el monasticismo cristiano encontraría sus modelos y sus ejemplos. De Frigia llegó la adoración de la Gran Madre; de Siria, el drama de la resurrección de Adonis; de Tracia, quizá el culto de Dionisio, el Dios mortal y salvador… el ritual mitraico era tan parecido al sacrificio eucarístico de la Misa, que los padres cristianos acusaron al Diablo de inventar dichas semejanzas para engañar a las mentes débiles. El cristianismo fue la última gran creación del antiguo mundo pagano… [La eucaristía] fue un concepto santificado por el tiempo; la mentalidad pagana no necesitó escuela para adoptarlo. Al incorporar el ‘misterio de la misa’, el cristianismo se convirtió en la última y más grande de las religiones de misterios" (La historia de la civilización, Vol. 5, Durant, pág. 595, 599).
Paul Johnson es uno de los muchos historiadores muy respetados que reconocen abiertamente que el día de culto que Cristo y sus apóstoles guardaban, es decir el sábado o séptimo día de la semana, fue cambiado. "Muchos cristianos no distinguían claramente entre su propio culto y aquel culto al sol. Se referían a Cristo ‘conduciendo su carroza por el cielo’, tenían sus servicios el día domingo, se postraban hacia el este y celebraban la Navidad el 25 de diciembre y el cumpleaños del Sol alrededor del solsticio de invierno. Durante la época del renacer pagano, bajo el emperador Juliano, fue fácil para muchos cristianos apostatar a causa de la confusión porque el obispo de Troya le dijo a Juliano que él siempre había orado al Sol en secreto. Constantino jamás abandonó la adoración al Sol y mantuvo el Sol en la moneda. Él convirtió el domingo en día de descanso…" (Una historia del cristianismo, Johnson, 1976, pág. 67-69).
¿Qué ocurrió después de Constantino? El autor religioso Jesse Lyman Hurlbut explica: "Las formas y ceremonias del paganismo gradualmente se fueron infiltrando en el culto. Algunas de las antiguas fiestas paganas llegaron a ser fiestas de la Iglesia con cambio de nombre y de adoración. Alrededor de 405 d.C., comenzaron a aparecer en los templos imágenes de santos y mártires, primero como recuerdos, luego como objetos de reverencia, luego de adoración y por último de culto. La adoración a la virgen María sustituyó la adoración a Venus y Diana; la Cena del Señor llegó a ser un sacrificio en lugar de un acto recordatorio; el "anciano" evolucionó de predicador a sacerdote… La iglesia y el estado se hicieron uno cuando se adoptó el cristianismo como la religión del imperio, y de la unión antinatural surgieron dos males, uno en las provincias orientales, el otro en las occidentales. En el oriente el estado dominó a la iglesia hasta que esta perdió toda su energía y su vida edificante. En el occidente ["Roma", Ed.], como veremos, la iglesia usurpó gradualmente el poder sobre el estado y el resultado no fue el cristianismo sino una jerarquía más o menos corrupta que controlaba a las naciones de Europa, convirtiendo a la iglesia ante todo en una máquina política" (Historia de la Iglesia Cristiana, págs. 79–80).
¿A dónde conduce todo esto? Acabamos de leer la afirmación de Hurlbut en el sentido de que la iglesia que profesaba el cristianismo en la Edad Media era "ante todo una máquina política". Estaba saturada de conceptos, doctrinas y prácticas paganas. ¿Será que los jefes de la Reforma Protestante trajeron a la iglesia llamada cristiana de vuelta al "camino recto" a "la fe que ha sido una vez dada a los santos"? (Judas 3). ¿La habrán devuelto al camino del cristianismo verdadero de Jesús y los apóstoles? Aunque sinceros, los reformistas protestantes llevaban consigo la mayor parte de las actitudes contrarias a la ley y a la obediencia que habían adoptado en su rebelión contra la "Madre Roma". Ellos, lo mismo que Roma, seguían envueltos en un sistema paganizado de doctrinas falsas, días santos paganos y conceptos falsos de Dios que el propio Creador describe en Apocalipsis 17:4–5: "Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA".
Con esta forma de "cristianismo" como religión del estado, se produjo la "conversión" masiva de quienes hasta entonces fueron paganos. Muchos se convertían por conveniencia más que por convicción y en privado guardaban sus viejas creencias. Otros llegaron a la nueva fe combinada sin  conocer su credo y aptos para recibir apenas la instrucción más elemental.
"Babilonia" es símbolo de confusión. La formación de la Iglesia Católica Romana, y más tarde la aparición de decenas de iglesias "hijas" de ella, ha generado un malestar espiritual entre las religiones, doctrinas, credos y prácticas que supuestamente son "cristianas" pero que se contradicen unas a otras. Con todo, ninguna de ellas corresponde ni remotamente al cristianismo que los apóstoles y la Iglesia de Dios original vivieron durante décadas después de la muerte de Jesús de Nazaret. ¡Todas han conservado ideas paganas por docenas y prácticas que serían totalmente ajenas a la Iglesia primitiva! Ciertamente, Satanás ha sido magistral en su tarea de crear un cristianismo falsificado.
Si bien parece que Alexander Hislop continuó siendo protestante hasta su muerte, tuvo cuidado de señalar, con abundancia de documentación histórica, que la actual Iglesia Católica Romana es una continuación del antiguo sistema de los misterios babilónicos, y que sus fiestas religiosas, así como la mayor parte de sus prácticas, se derivan directamente de la religión babilónica y su sacerdocio. Hislop señala parcialmente la conexión con las iglesias "hijas" que salieron de Roma, pero parece ciego ante el pleno significado de lo que le ocurrió al "cristianismo" moderno.
Hacia el comienzo de Las dos Babilonias, Hislop plantea la tesis básica que luego respaldará con documentos: Â "Siempre se ha sabido que el papismo era paganismo bautizado; mas ahora Dios hace manifiesto que el paganismo que Roma ha bautizado, en todos sus elementos esenciales, el mismo paganismo que se impuso en la antigua Babilonia real, cuando Jehovah abrió ante Ciro los dobles portones de bronce, y rompió las barras de hierro… Tal parece que ahora se apresura su juicio; y justo al acercarse este, la Providencia de Dios, conspirando con la Palabra de Dios, mediante luz que se derrama desde todos los lados, deja más y más en claro que Roma es en verdad la Babilonia del Apocalipsis; que el carácter esencial de su sistema, los grandes objetos de su culto, sus fiestas, su doctrina y disciplina, su ritual y ceremonias, su sacerdocio y sus órdenes, se han derivado todos de Babilonia antigua; y por último, que el Papa mismo es real y ciertamente el representante lineal de Baltasar. En la guerra que se ha librado contra las pretensiones dominadoras de Roma, con demasiada frecuencia se ha considerado bastante enfrentarse y deponer su presuntuosa jactancia de ser la madre y ama de todas las iglesias: la única Iglesia Católica, fuera de cuyo recinto no hay salvación. Si alguna vez hubo excusa para brindarle tal trato, esa excusa ya no valdrá. Si la postura que he expuesto se puede mantener, a ella se le ha de despojar enteramente del nombre de Iglesia Cristiana; pues si fuera una Iglesia de Cristo la que se convocó aquella noche, cuando el pontífice-rey de Babilonia, en medio de sus mil señores, alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra’ (Daniel 5:4), entonces la Iglesia de Roma tiene derecho al nombre de Iglesia Cristiana; pero no de otra manera. Esta parecerá sin duda, para algunos, una postura muy inaudita; pero establecerla es el objetivo de esta obra; y juzgue el lector por sí mismo si traigo o no amplias pruebas para sustentar mi posición" (Hislop, págs. 2–3).
Más adelante Hislop describe cómo el "confesionario" se tomó del paganismo, dando a los sacerdotes más autoridad sobre los legos. Explica que las fiestas paganas de la Navidad y el Domingo de Resurrección se introdujeron al "cristianismo" siglos después de que Cristo había revelado toda la Verdad a sus apóstoles. "Efectivamente", escribe Hislop: "los más sabidos y francos entre los escritores de todos los partidos de la época reconocen que el nacimiento de nuestro Señor no se puede determinar y que dentro de la Iglesia Cristiana jamás se oyó hablar del tal festival de Natividad hasta el tercer siglo, y que no ganó mayor acogida hasta bien avanzado el cuarto siglo. ¿Cómo fue, entonces, que la Iglesia Romana fijó el 25 de diciembre como el día de la Natividad? Pues, de este modo: Mucho antes del siglo cuarto, y mucho antes, incluso, de la era cristiana, celebrábase entre los paganos una fiesta en ese preciso momento del año, en honor del nacimiento del hijo de la reina babilónica del cielo; y bien puede suponerse que, a fin de conciliar a los paganos, y para acrecentar el número de adeptos nominales al cristianismo, la misma fiesta fue adoptada por la Iglesia Romana, confiriéndole el nombre de Cristo. La tendencia de parte de los cristianos de encontrarse a mitad del camino con el paganismo se manifestó muy temprano" (op. cit., págs. 92–93).
Así fue.
¡La tendencia de encontrarse a mitad del camino con el paganismo "se manifestó muy temprano", dice Hislop! Esto, pese a que Dios había advertido a nuestros antepasados: "No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva" (Jeremías 10:2–4). Sin embargo, esto lo siguen haciendo precisamente los que hoy van a los servicios religiosos todos los domingos, ¡y luego tienen la audacia de colocar el sello de "cristiano" en esta envoltura de creencias y prácticas paganas! Los realmente interesados en conocer mejor esta relación entre Babilonia antigua y la actual religión llamada cristiana harían bien en leer libros como Las dos Babilonias, Credos paganos y cristianos, La rama de oro de Sir Santiago Frízer y muchas obras similares sobre historia y teología. Si usted tiene la mente abierta, será relativamente fácil comprobar por sí mismo que las iglesias que hoy se dicen "cristianas" no son más que la continuación de la antigua religión babilónica, ¡con un sello que dice "cristianismo"!
Muchos líderes y teólogos conservadores, tanto protestantes como ortodoxos, se muestran enteramente de acuerdo con que la Iglesia Católica Romana es, ciertamente, una continuación de "Babilonia". Conocen muy bien el hecho de que los primeros jefes protestantes, en su mayoría, identificaban claramente a Roma con la "Babilonia" y con la "Gran Ramera" descritas en Apocalipsis 17–18.
Debemos preguntarnos, sin embargo, cuál es la verdadera base de las iglesias protestantes que hoy se ven en todo el mundo. ¿Por qué se rebelaron los primeros líderes contra la autoridad de la Iglesia Católica? ¿Hasta qué punto son ellos la causa del "cristianismo dividido" de hoy?"
¿Acaso los reformistas protestantes alcanzaron los objetivos que ellos mismos habían planteado? Y la pregunta más importante, la verdadera, es si los reformistas protestantes y sus sucesores habían logrado volver a "la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3).
Cada uno de nosotros debe examinar el dicho del teólogo protestante Chillingworth: "La Biblia, toda la Biblia y nada más que la Biblia, es la religión de los protestantes" (Enciclopedia Schaff-Herzog del conocimiento religioso, artículo "Chillingworth, W"). En su afirmación constante de que las Escrituras son "la regla inspirada de la fe y la práctica" (op. cit., artículo "La Biblia"), los líderes protestantes se han comprometido a seguir la religión de Jesucristo y sus apóstoles en todo.
Virtualmente todos los especialistas reconocen que el fundador primario y original del protestantismo fue el Dr. Martín Lutero. Constantemente, cuando le convenía, Lutero rechazaba la autoridad de las Sagradas Escrituras… aunque solía decir lo contrario.
Resulta extraordinario que al rechazar la doctrina de la transubstanciación, Lutero declara la autoridad absoluta de las Escrituras en asuntos de fe y práctica. Afirma: "Porque aquello que se asevere sin la autoridad de las Escrituras o de la revelación demostrada podrá tenerse como opinión, mas no hay obligación alguna de creerlo… La transubstanciación… ha de considerarse un invento de la razón humana, por cuanto no se basa ni en las Escrituras ni en el sano razonamiento" (Documentos de la Iglesia Cristiana, ed. Bettenson, pág. 280).
Si Lutero hubiese aplicado tan riguroso examen bíblico a todas sus doctrinas, ¡el mundo hoy quizá sería diferente! Porque cuando lo acusaron de insertar la palabra "sola" en Romanos 3:28, respondió con arrogancia, según cita el historiador Johannes Alzog: "Si vuestro Pontífice se molesta inútilmente por la palabra sola, usted puede responder enseguida: Es voluntad del Dr. Martin Lutero que así sea" (Manual de historia eclesiástica universal, pág. 199). Y vale la pena señalar que jamás se dio otro motivo para efectuar un cambio como este en las Sagradas Escrituras. Cuando de sus convicciones religiosas se trataba, no hay duda de que Martin Lutero se guiaba por su propia voluntad.
En lo que respecta a juzgar a alguna persona o movimiento, Jesús dijo que "por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:20). El historiador Henry C. Vedder narra las instrucciones impartidas por Martin Lutero a los príncipes germanos cuando millares de campesinos, seguidores sinceros de su revuelta contra Roma, se rebelaron a su vez contra aquellos príncipes soberbios:
"La rebelión no es un vil asesinato, sino como un gran fuego que arde y asola a un país; de allí que el alboroto lleve consigo una tierra repleta de asesinato, que derrame sangre, produzca viudas y huérfanos y todo lo destruya, como la más grande de las calamidades. Por tanto, el que pueda, debe golpear, estrangular y apuñalar, secretamente o en público, y debe recordar que no hay nada más venenoso, pernicioso y diabólico que un hombre rebelde. Tal como la necesidad de matar a un perro rabioso; si no luchan contra él, él luchará contra vosotros y contra todo un país.
"Que el poder civil siga adelante confiado y que golpee mientras sea capaz de mover un músculo. Porque he aquí la ventaja: los campesinos tienen mala conciencia y bienes ilícitos, y cada vez que se mata a un campesino, este, en consecuencia, ha perdido cuerpo y alma, y va eternamente al diablo. En cambio, la autoridad civil tiene la conciencia limpia y bienes lícitos, y puede decirle a Dios con toda firmeza de corazón: ‘Hé aquí, Dios mío, tú me has nombrado príncipe o señor, de lo cual no puedo dudar, y me has confiado la espada en contra de los malhechores" (Romanos 13:4)…. Por tanto, yo castigaré y batiré mientras sea capaz de mover un músculo; tú juzgarás y aprobarás"… Tiempos tan extraordinarios son estos, que un príncipe se gana más fácilmente el cielo derramando sangre que  otros con la oración’". (Breve historia de los bautistas, págs. 173–174).
Bien podemos preguntarnos: "Si estas son palabras de un reformista enviado por Dios, entonces ¿cómo se mide la religión verdadera?" ¿Acaso estas son palabras guiadas por el Espíritu Santo de Dios? ¿Acaso Cristo resucitado se valió de este individuo para purificar a su "manada pequeña?"
Lo cierto es que tanto Lutero como Calvino tenían motivaciones religiosas personales. La mente de Lutero se hallaba torturada por un sentido perpetuo de culpabilidad. Su énfasis extremado en la salvación por la sola fe era un intento desesperado por idearse algún sistema en que no hubiera lugar para la ley de Dios y la justicia de Dios.
El alboroto espiritual personal de Lutero habría tenido escaso efecto sobre Alemania y el mundo si él no hubiese apelado a los instintos políticos y económicos de los príncipes germanos. Y "es cierto que los motivos que condujeron a la rebelión de Lutero fueron en gran parte seculares más que espirituales" (Alfred Plummer, La Reforma continental, pág. 9).
En lo que respecta especialmente a su insistencia en la sola fe y su rechazo a innumerables pasajes de las Escrituras que afirman la necesidad de obedecer, Lutero fue un individuo testarudo y voluntarioso.
La Biblia enseña que "el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Esto alude claramente a los diez mandamientos, que son la ley espiritual escrita por el propio dedo de Dios. El apóstol Santiago inspirado por Dios explica: "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad" (Santiago 2:10–12).
¿Qué ley prohíbe el adulterio y el asesinato? Obviamente, Santiago se refiere a los diez mandamientos. Y termina diciéndonos que hablemos y obremos conforme a esta ley. En esto concuerdan las palabras de Jesucristo, pues cuando un joven llegó preguntándole sobre el camino a la vida eterna, su respuesta fue: "Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos (Mateo 19:16–19).
Haciendo caso omiso de la coincidencia directa con las enseñanzas de Jesucristo, Lutero expresó este juicio altanero contra el libro de Santiago: "Comparado con las Epístolas de San Pablo, esta es en verdad una epístola de paja: No contiene absolutamente nada que nos recuerde el estilo del Evangelio" (Alzog, Vol. III, pág. 208). Tercamente, Lutero rechazó todo el libro de Santiago ¡porque el libro no estaba de acuerdo con sus propias doctrinas!
Al rechazar los primeros cinco libros de la Biblia, Lutero declaró: "No tenemos deseo alguno de ver ni de escuchar a Moisés. Dejemos a Moisés para los judíos, a quienes fue dado para servir como Espejo de Sajonia; nada tiene en común con paganos ni cristianos, y no debemos hacerle el menor caso" (Alzog, Vol. III, pág. 207).
Como Lutero consideraba que Moisés tenía que ver con la ley de Dios, lo cual él odiaba, no quería tener nada que ver con los escritos de Moisés, ¡aunque fueran inspirados por Dios!
Ahora, bien, siendo el apóstol Pablo el autor favorito de Lutero, nos preguntamos cómo reaccionaría ante estas palabras del apóstol a Timoteo: "Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús" (2 Timoteo 3:15–16). Recordemos que cuando Timoteo era niño, las únicas escrituras que se tenían eran las del Antiguo Testamento.
Sabiendo que Lutero no deseaba "hacerle el menor caso" a Moisés, quizá pudiéramos recordarle la descripción dada por Juan de los santos victoriosos que "cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero" (Apocalipsis 15:3). Lutero responde en sus escritos: "Considero que el Apocalipsis de Juan no es ni apostólico ni profético" (Jules Michelet, Vida de Lutero, pág. 273). No es extraño que añadiera: "Que cada uno forme su propio juicio acerca de este libro; en cuanto a mí, siento aversión hacia él, y para mí, esto es razón suficiente para rechazarlo" (Alzog, Vol. III, pág. 208).
Es un hecho que Martin Lutero rechazó deliberadamente la autoridad de todos los libros de la Biblia que le causaban "aversión".
Quizá ahora podamos comprender lo que realmente significa aquella confusión religiosa de nuestros tiempos. Los protestantes de hoy han heredado de Lutero —reconocido como el líder más grande de la Reforma Protestante— ¡un espíritu voluntarioso y una tendencia a rechazar la autoridad integral de la palabra de Dios!
Respecto de Lutero, el historiador George P. Fisher escribió: "En la retención de los ritos y costumbres no exigía autorización explícita de las Escrituras. Bastaba que no fuesen prohibidos y que sean oportunos y convenientes. Igualmente manifiesta es su aversión a separarse de los fundamentos del cristianismo latino en cuestiones de doctrina" (Historia de la doctrina cristiana, pág. 283).
En palabras del propio Lutero: "Nadie puede negar que nosotros mantenemos, creemos, cantamos y confesamos todas las cosas de conformidad con la vieja iglesia, que no hacemos en ello nada nuevo ni le añadimos cosa alguna, y de este modo pertenecemos a la vieja Iglesia y somos uno con ella" (Thomas M. Lindsay, Una historia de la Reforma Protestante, Vol. I, pág. 468).
Queda demostrado, pues, por sus propias afirmaciones, que los protestantes se veían a sí mismos como una simple continuación de la Iglesia Católica histórica, solo que en una forma diferente y "purificada". ¡El propio Lutero afirma con vehemencia la unidad esencial de ellos con la Iglesia Católica!
En cuanto a Calvino, Fisher escribió: "No negaba que las sociedades cristianas reconocedoras del Papa sean ‘iglesias de Cristo’… niega, indignado, que él se haya retirado de la Iglesia" (Historia de la doctrina cristiana, pág. 304). Philip Schaff señaló la descripción dada por Calvino de la Iglesia Romana histórica: "Siendo nuestro objeto actual tratar de la Iglesia visible, podemos aprender de ella incluso por su título de madre, cuan útil y aun necesario es que la conozcamos" (Historia de la doctrina cristiana, Vol. VIII, pág. 450).
La insistencia de los líderes protestantes en su unidad fundamental con la Iglesia Católica, y su identificación de esta como su iglesia "madre", ¡es muy significativa!
Las primeras traducciones del Nuevo Testamento hechas por Martin Lutero incluyen muchas ilustraciones donde se presenta a la "Ramera de Babilonia" como la Iglesia Católica Romana. Refiriéndose a esta interpretación de amplia acogida, Roland Bainton dice: "La Babilonia caída es evidentemente Roma" (Aquí estoy, pág. 258).
Incontables son los libros, folletos y otras publicaciones protestantes que siguen haciendo aquella misma identificación. Señalan a la Iglesia Católica Romana como la "gran ramera" de Apocalipsis 17.
Debe reconocerse, sin embargo, que la mayoría de los autores de las diversas ramas protestantes han dejado de hacer tal identificación. Luego de publicar aquellas ediciones de la Biblia, así como sus folletos y libros, se dieron cuenta repentinamente de que ¡se estaban señalando a sí mismos!
¡Porque la iglesia "madre" corrupta ha dado a luz hijas rameras! Si aplicamos los principios claros y constantes de la Biblia con verdadera honradez, ¡veremos que las iglesias protestantes son las "hijas rameras" de una Roma paganizada y apóstata!
Salieron de ella. Cierto es que salieron protestando, pero como hemos visto claramente, conservaron la mayoría de sus doctrinas y conceptos. Todavía hoy siguen el ejemplo de Roma, inmiscuyéndose en la política y las guerras de este mundo. Y hemos visto abundante testimonio protestante de que ellos mismos la reconocen como su iglesia "madre".
El historiador protestante Rufus Jones escribió en su libro The Church’s Debt to Heretics (La deuda de la iglesia con los herejes) que Lutero "comenzó con intención de inaugurar una Iglesia compuesta de quienes tenían fe y visión espiritual y que manifestaban la capacidad y el poder de proclamar la palabra de Dios. Pero en realidad, dejó tras de sí, en pleno funcionamiento, una gran reliquia de los credos antiguos, de supersticiones, tradiciones y magia, así como una pesada herencia de autoridad externa" (), (pág. 228).
En otras palabras, los protestantes siguen reteniendo muchas doctrinas y tradiciones paganas heredadas de Roma. Hemos visto que algunas de estas tradiciones se refieren a las fiestas paganas que los católicos adoptaron y a las cuales les dieron nombres que sonaban cristianos. ¡Son cosas que debemos examinar!
¡Las iglesias protestantes quedan claramente identificadas por Dios Todopoderoso como "hijas rameras" de la Roma apóstata!
Hablando de todo este sistema babilónico, Dios ordena: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas" (Apocalipsis 18:4).
La pregunta es: ¿Obedeceremos o no a nuestro Creador?
Toda esta información con la importancia que reviste, no es solamente un argumento filosófico contra prácticas que son auténticamente paganas, se trata de un conocimiento que ayudará a los cristianos sinceros y celosos de su fe, a escapar —siempre y cuando tomen medidas— de el futuro "holocausto" descrito en la Biblia como la gran tribulación. El brillante autor Adrian Hilton describe el trasfondo de lo que está ocurriendo ahora mismo:
"Jesús había dicho que su reino no era de este orden mundial y habló mucho de la contraposición del mundo y la Iglesia hasta su regreso. No fue hasta que Constantino dio comienzo a un proceso de sincretismo que los verdaderos cristianos empezaron a entender la naturaleza de la bestia que estaba evolucionando. El sábado judío quedó remplazado cuando un edicto de Constantino prohibió laborar en ‘el venerable día del sol’ [domingo] y la celebración de la Pascua se declaró ilegal, con pena de muerte. Quedó Â remplazada por el ‘Domingo de Resurrección’, celebrado el día que no es y heredado de un culto babilónico a la diosa Astarté. El pseudo-cristianismo romano obligó a muchos creyentes fieles a huir a los montes de Europa y Asia Menor para evitar la persecución y la muerte, y allá perseveraron, ocultos a la vista del mundo, como la verdadera iglesia de Cristo. Pero la mayoría de los cristianos se dejaron maravillar por la influencia universal de la nueva unidad. Había un Imperio único bajo el Emperador único, que dirigía a una Iglesia única bajo un Dios único. Muchos creyentes se preguntaban si quizá no habían entendido mal el concepto del reino de Dios. Quizá se trataba de la propia Iglesia, o aun del Imperio cristianizado. Fue así como se ratificó la fatal unión de Iglesia y Estado, unión que iba a moldear la evolución de Europa durante siglos enteros" (The Principality and Power de Europe, "La principalidad y el poder de Europa", págs. 23–24).
Más adelante, Hilton prosigue:
"La erosión de los logros de la Reforma Protestante, es crucial para el proceso de federalización. Incluso algunos dirigentes cristianos evangélicos han presentado esta histórica movida de Dios, como una de las más grandes tragedias que jamás le hayan ocurrido a la Iglesia y declaran que los protestantes ‘destruyeron la unidad de la cristiandad’. No mencionan la verdadera índole del sistema religioso papal, la profundidad de las tinieblas espirituales en que mantiene a sus adeptos y su oposición diametral al verdadero cristianismo bíblico. Tal parece que la unidad es más importante que la verdad. El concepto de cristiandad, por mucho que choque con la Biblia en su práctica, parece ser más importante que las demarcaciones nacionales establecidas entre una principalidad y otra, independientemente de las libertades que esas demarcaciones defiendan.
Durante una visita a Austria en 1983, el pontífice se pronunció contra las ‘fronteras nacionales y artificiales’ por toda Europa. Y agregó:
‘Los europeos deben superar las amenazadoras confrontaciones internacionales de estados y alianzas y formar una nueva Europa unida desde el Atlántico hasta los Urales’.
En 1988, insistió en el tema al dirigirse al Parlamento Europeo en Estrasburgo, ocasión en que muchos se preguntaban por qué un individuo considerado como un líder espiritual se pronunciaba sobre los temas de la unidad política. El Sunday Telegraph resumió así, en 1991, los planes papales para la ‘evangelización’ de Europa:
‘Está tranquilamente preparándose para asumir el manto que solemnemente considera su Derecho Divino: el de nuevo Sacro Emperador Romano, gobernante de los Urales al Atlántico’" (op. cit., págs. 36–37).
Según informó el periódico británico Sunday Telegraph, el papa Juan Pablo II expresó su deseo de "reinar" sobre un nuevo Sacro Imperio Romano. La pregunta clave es si realmente será "sacro". O será de hecho una nueva versión renacida del antiguo sistema babilónico de iglesia-estado que Dios condena.
En una profecía para nuestros tiempos, el profeta Isaías habla de una moderna virgen "hija" de Babilonia que profanaría a su propio pueblo (Isaías 47:1–9). Dios identifica a la Babilonia moderna como la "señora de reinos" (v. 5). Y prosigue: "Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería. Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos" (vv. 7–9).
¡Veamos cómo algunas de estas afirmaciones precisas se emplean contra la Babilonia moderna que peleará contra Cristo cuando Él regrese! "Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga" (Apocalipsis 18:7–8).
¡Este es el futuro sistema iglesia-estado que se verá pronto en Europa, el mismo que se volverá contra los Estados Unidos y pueblos descendientes de Inglaterra, abriendo las puertas a la gran tribulación! Será una versión renacida de la antigua Babilonia, con sus castas sacerdotales, sus ritos y doctrinas paganas y su absoluto desprecio por los mandamientos de Dios. Será una hábil falsificación del cristianismo verdadero. Mas para millones de personas, ¡parecerá un cristianismo auténtico!
¿Por qué?
Porque la arrolladora mayoría de los cristianos profesos no estudian la Biblia en realidad. No profundizan ni tratan de "probarlo todo" como Dios manda. Por tanto, muchos cristianos, entre ellos muchos evangélicos y sus ministros, ¡se dejarán contagiar de la euforia por este poderoso sistema! Este será parte del "movimiento ecuménico". Parecerá como un camino correcto y acertado.
Le ruego que recuerde estas palabras de Jesucristo: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mateo 7:13–14).
Jesucristo también dejó esta grave advertencia en la Biblia: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:21–23).
La pompa deslumbrante, la música, el ceremonial y el poder de intimidación del futuro sistema babilónico serán muy impresionantes. Pero en el futuro Reino de Cristo estarán solamente los que hagan la voluntad de Dios y guarden la totalidad de sus diez mandamientos. "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis 14:12).
Al final de las Sagradas Escrituras, nuestro Creador nos dice: "Bienaventurados los que guardan sus mandamientos para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas de la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los disolutos, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira" (Apocalipsis 22:14-15 Versión Reina Valera revisión 1909). El embrujo religioso y la idolatría del sistema babilónico seducirán a millones. La gran mayoría seguirá ese camino. Pero el pasaje citado arriba advierte contra todo el que "ama y hace mentira". Las enseñanzas impartidas por la "Babilonia" moderna están repletas de mentira, de conceptos errados y prácticas paganas. Con mucha astucia, Satanás ha creado un cristianismo falsificado, el cual se parece tanto al original que engaña a incontables millones. Los que sigan aquella religión falsa y pagana sufrirán los efectos de la ira de su Creador cuando se derramen sobre el mundo rebelde las "plagas de las trompetas" y las "últimas siete plagas" (Apocalipsis 8, 9, 16).
La palabra de Dios describe la riqueza y el poderío temporal de este sistema: "Porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra" (Apocalipsis 18:23–24). ¿Y cómo terminará todo aquello? "Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada" (v. 21).
Dios advierte: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible" (Apocalipsis 18:2). Y también nos dice qué hacer: "Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas" (v. 4).
En este folleto, hemos demostrado brevemente que prácticamente todas la religiones se originaron con "Babilonia". Las religiones orientales y africanas tienen muchos de los mismos conceptos falsos y paganos sobre Dios y la salvación, surgidos del culto original a Nimrod y su esposa ramera, Semiramis. El llamado "cristianismo" ha caído masivamente bajo la influencia de estos conceptos paganos, que lo han desvirtuado gravemente.
Encuéntrese usted donde esté, y sea quien sea, lo instamos a estudiar sinceramente la Santa Biblia, la revelación inspirada que Dios ha dado a la humanidad. Por su propio bien, le rogamos que no se limite a leer la Biblia por sentimiento ni para reforzar lo que ya cree. Aprenda a estudiarla de verdad para saber lo que ella dice clara y reiteradamente sobre la naturaleza del Dios Creador, la vida eterna y el verdadero camino a esa vida eterna. Si usted se siente realmente interesado y dispuesto a comprobar estas cosas, lo invitamos a llamar o escribirnos para solicitar uno de nuestros folletos más fundamentales, titulado Restauración del cristianismo original. Si desea, además, dedicar algún tiempo al estudio, puede inscribirse en el Curso Bíblico de El Mundo de Mañana. La inscripción es absolutamente gratuita, como lo son todos nuestros folletos y demás publicaciones. Todo lo que pedimos es que usted dedique el tiempo y la energía mental para estudiar estos materiales, que los compare diligentemente con la Biblia y que compruebe sinceramente para sí mismo dónde se encuentra la Verdad.
Nosotros seguiremos explicando los sucesos proféticos que se están produciendo para culminar con el renacimiento de Babilonia y con el futuro Reino de Dios. ¡Este mensaje no gustará a las mayorías! Seremos objeto de acoso, denigración y persecución por traerle a usted la clara verdad sobre lo que realmente está ocurriendo en el mundo. Sin embargo, no podemos temer sino continuar proclamando la verdad acerca del cristianismo auténtico y acerca de la apostasía que contra él dirige Satanás el diablo. ¡El Dios viviente no mira con buenos ojos a los necios ni a los cobardes! "El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Apocalipsis 21:7–8). ¡Es preciso que el engaño satánico del falso cristianismo se exponga, se comprenda y se rechace!
Que Dios lo ayude a usted a obrar conforme a este mensaje mientras tenga la oportunidad de hacerlo. Que Dios lo ayude a comprobar para sí mismo lo que la Biblia realmente dice y que lo ayude a conocer —y cumplir— el verdadero propósito de su propia existencia.