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Desde hace mucho tiempo, líderes y políticos eminentes se han dado cuenta de que la única solución verdadera a los gigantescos problemas humanos es un gobierno mundial. ¡Solo un gobierno como este puede traer verdadera paz y estabilidad! Pero los esfuerzos de la humanidad para lograr tal gobierno han fracasado miserablemente.
Desde hace mucho tiempo, líderes y políticos eminentes se han dado cuenta de que la única solución verdadera a los gigantescos problemas humanos es un gobierno mundial. ¡Solo un gobierno como este puede traer verdadera paz y estabilidad! Pero los esfuerzos de la humanidad para lograr tal gobierno han fracasado miserablemente. La tan proclamada Sociedad de Naciones fundada después de la Primera Guerra Mundial no detuvo la Segunda Guerra Mundial, la guerra más horrenda en la historia humana, ¡en la cual casi 50 millones de seres humanos fueron exterminados! La Organización de las Naciones Unidas, fundada después de la Segunda Guerra Mundial, también ha fracasado por completo en traer paz al mundo. Literalmente, decenas de guerras han hecho estragos alrededor de todo el mundo en los últimos decenios, sin que las supuestas Naciones “Unidas” tomen algún tipo de acción de manera efectiva. Y los débiles esfuerzos de la humanidad continuarán fracasando, porque la humanidad no conoce el “camino de paz”. Esto debería ser evidente para cualquier ser humano sensato.
En la actualidad, la mayoría de las personas educadas han dejado de creer en un Dios real, al ver que las religiones humanas no han podido resolver los problemas del hombre. Esto es algo que se puede entender, porque la humanidad se ha alejado de la verdadera religión. La mayoría de las religiones de este mundo enseñan y actúan de una manera totalmente contraria a la verdad revelada en la Biblia. Sin embargo, quienes estén dispuestos a entender, pueden llegar al conocimiento de que existe un Dios real. Hay un gran Creador y Gobernador del Universo, que está llevando a cabo un propósito supremo aquí en la Tierra. Usted, personalmente, podrá entender ese propósito si está dispuesto a hacerlo.
Dios inspiró al apóstol Pedro para que escribiera en el Nuevo Testamento de la Santa Biblia: “Tenemos también la palabra profética más segura, a lo cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). Si está dispuesto a examinar los hechos de la historia, usted puede comprobar que el Dios de la Biblia ha intervenido una y otra vez en la dirección de los principales acontecimientos de la historia humana. Dios es una personalidad espiritual real, que dirige el surgimiento y caída de imperios y naciones. El rey Nabucodonosor de la antigua Babilonia fue uno de los monarcas más poderosos en la historia humana, sin embargo, Dios literalmente lo enloqueció con el fin de enseñarle a él y a nosotros, una gran lección. ¿Por qué Dios hizo esto? Lo explica: “La sentencia es por el decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien Él quiere lo da, y constituye sobre Él al más bajo de los hombres” (Daniel 4:17).
Cuando Dios así lo decide, interviene para dirigir los asuntos humanos, a fin de que se cumpla su propósito supremo. Todas las circunstancias generales que procura dirigir están profetizadas en la Biblia, la Palabra inspirada de Dios. La mayoría de las “principales” iglesias que se denominan cristianas no pueden entenderlo. Simplemente hablan de un “dulce Jesús”, que está aparentemente desconectado de los asuntos mundiales y del surgimiento y caída de las naciones. Sin embargo, en su Palabra inspirada, Dios nos dice: “El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10). Dios inspiró la Biblia mediante Jesucristo, y ¡más de una cuarta parte de toda la Biblia es profecía!
¡Necesitamos entender! Mientras las naciones y las instituciones humanas comienzan a derrumbarse, así como muchos de los sueños y esperanzas en esta sociedad humana comienzan a desvanecerse, tenemos que buscar la única solución real, ¡el verdadero Dios de la Biblia! ¡Porque va a intervenir durante la generación de la mayoría de quienes están leyendo este folleto! Va a establecer un maravilloso mundo nuevo, el mundo de mañana; una nueva sociedad basada en amor, gozo y paz. Si realmente estudia la Biblia, usted va a encontrar este hecho revelado y explicado una y otra vez. Observe cómo el inspirado apóstol Pedro, en uno de sus primeros sermones dice: “Él [Señor] envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el Cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:20-21).
En este folleto, usted leerá acerca de los “tiempos de restauración” venideros, cuando nuestro Creador va a intervenir ¡para salvar a la humanidad de su propia necedad! Literalmente, ¡nos va a salvar de nuestra propia destrucción! (Mateo 24:22).
En Apocalipsis 11:15, la Biblia consigna el acontecimiento más apoteósico en la historia de la Tierra. Aquí, el ángel toca la última de las siete trompetas del Apocalipsis, y grandes voces en el Cielo proclaman: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”.
Sí, ¡el Cristo viviente pronto estará a cargo de los gobiernos de este mundo destrozado por las guerras! Al principio, puede que las naciones de la Tierra se resistan a su gobierno perfecto. Pero Cristo va a regresar con todo el poder de Dios para imponer la paz en esta Tierra, “y Él las regirá con vara de hierro” (Apocalipsis 19:15). Cristo va a regresar como Supremo Gobernante sobre todos los demás gobernadores y reyes de esta Tierra, quienes van a ser sus subordinados: “En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (v. 16).
Cientos de años antes del nacimiento humano de Jesucristo, Dios inspiró al profeta Isaías para que escribiera una profecía acerca de cuál sería finalmente la labor de Jesucristo: “Un niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su Imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su Reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:6-7).
Observe que Jesucristo es llamado el “Príncipe de Paz”. Esto porque ¡solo Él tiene el poder para traer paz! Dios también dice: “Lo dilatado de su Imperio y la paz no tendrán límite”. Con Cristo como Gobernante mundial, la humanidad se recuperará de la terrible devastación que va a preceder a su venida. Los seres humanos se multiplicarán y llenarán la Tierra, y las leyes y los caminos del gobierno de Dios se extenderán por todo el mundo.
A medida que la gente vaya poco a poco aprendiendo a obedecer los diez mandamientos y todas las leyes de Dios, veremos aumentar la paz en esta Tierra. La paz, la felicidad y el gozo continuarán aumentando entre las naciones y los seres humanos, a medida que estos vayan aprendiendo más y más a obedecer los caminos de Dios y las leyes perfectas, que son el único camino que conduce a la paz.
¡La forma y organización del gobierno de Dios en esta Tierra, ya está profetizado en la Biblia!
Como vimos en Apocalipsis 11:15, Cristo será el Rey sobre todas las naciones de la Tierra. Ocupará un trono determinado cuando regrese a la Tierra. Antes de su nacimiento humano, un ángel profetizó: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su Reino no tendrá fin” (Lucas 1:32-33).
¿Quién gobernará bajo Cristo? Dios ciertamente capacitó a Abraham para un cargo superior y de gran responsabilidad en el mundo de mañana. Las Escrituras se refieren a Abraham como el “heredero del mundo” (Romanos 4:13). ¡Dios va a recompensar a Abraham por su fe, poniéndolo en una posición de servicio sobre toda la Tierra!
En Ezequiel 37:15-28, Dios muestra cómo va a reunir nuevamente a Israel y Judá en una sola nación. En cuanto a estas dos naciones, dice: “Los haré una nación en la Tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos” (v. 22).
Cristo va a gobernar de un modo especial directamente sobre las naciones de Israel, porque la sede de su gobierno estará en Jerusalén. Podemos ver cómo las Escrituras específicamente se refieren a su dominio sobre la “casa de Jacob”. Dios llamó a esa casa, también conocida como la casa de Israel, para que fuera su pueblo escogido y una luz para el resto del mundo. Fueron escogidos no como favoritos, sino como un pueblo para llevar a cabo una obra, en la cual han fracasado totalmente. Durante los mil años del reinado de Cristo, la casa de Israel será reunida con la casa de Judá; y unidas bajo el liderazgo de Cristo, serán la principal nación de la Tierra para ser ejemplo y extender el gobierno de Dios a toda la Tierra.
Bajo Cristo, como Rey de reyes, el rey David resucitado gobernará directamente sobre la casa unida de Israel: “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra” (v. 24).
¡Bajo Cristo y David, Israel aprenderá nuevamente el camino de paz, los israelitas aprenderán a poner en práctica y a obedecer los estatutos y juicios de Dios!
Bajo David, cada tribu de Israel tendrá su propio gobernador: uno de los doce apóstoles. Jesús mismo los designó para este cargo antes de morir: “Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un Reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:28-30).
Podemos inferir que a Daniel, a quien el rey Nabucodonosor guiado por Dios nombró “gobernador de toda la provincia de Babilonia” (Daniel 2:48), se le dará una posición de dominio sobre las naciones gentiles durante el milenio. De hecho, puede que tenga una posición más alta, similar a la de David, ya que Dios se sirvió de Daniel para ayudar a gobernar sobre el decano de los reinos gentiles en la historia: la “cabeza de oro” (v. 38).
Los cristianos que crezcan en gracia y conocimiento en esta vida, tendrán puestos de gobierno bajo Cristo en el milenio: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro” (Apocalipsis 2:26-27). Además vemos que Cristo “nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra” (Apocalipsis 5:10).
Jesús nos dio la “parábola de las minas” para enseñarnos que en esta vida debemos vencer nuestra naturaleza humana, hacer buen uso de nuestro tiempo y talentos de acuerdo con las leyes de Dios, y prepararnos para un puesto de liderazgo y responsabilidad en el gobierno de Dios que pronto se establecerá en esta Tierra. Note lo que le dijo Jesús al hombre que se superó y ganó las diez minas: “Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17). Al hombre que tuvo el celo suficiente para ganar cinco minas, Jesús le dijo: “Tú también sé sobre cinco ciudades” (v. 19).
¡Los verdaderos cristianos son llamados a servir, bajo la autoridad de Jesucristo, para gobernar en esta Tierra! ¿Por qué razón este mensaje no se está predicando en todas las iglesias?
Es de notar que el famoso historiador secular, Edward Gibbon, reconoció en su famosa obra La decadencia y caída del Imperio Romano, que los primeros cristianos creían en el venidero gobierno mundial de Dios: “La antigua y popular doctrina del milenio estaba íntimamente relacionada con la segunda venida de Cristo. De acuerdo con una tradición atribuida al profeta Elías, así como las obras de la creación fueron terminadas en seis días, su duración en el estado actual fue fijada en seis mil años. De la misma analogía se infiere que este largo período de trabajo y contención que casi ha transcurrido, será sucedido por un sábado de gran gozo que durará mil años; y que Cristo, con un grupo triunfante de santos y escogidos que escaparon de la muerte o que fueron milagrosamente resucitados, reinarán sobre la Tierra hasta el tiempo fijado para la última y general resurrección”.
Lo cierto es que los primeros cristianos entendían el propósito de Dios, y la razón por la cual está llamando en este tiempo a algunas personas a su Iglesia: ¡La idea de Dios es prepararlos para el “mundo de mañana”!
Los verdaderos cristianos deben aprender, ahora, a obedecer y a vivir según las leyes y los caminos de Dios, de modo que estén capacitados para enseñar y adiestrar a los demás a seguir el camino de la paz durante el milenio que pronto ha de venir; cuando ¡el Reino o gobierno de Dios tenga dominio sobre la Tierra!
Aquí presentaremos un ejemplo específico de cómo el gobierno de Dios regirá a la nación de Israel, la cual estará bajo ese gobierno durante el milenio. Como la mayoría de nuestros lectores saben, cuando la Biblia utiliza el término “Israel” o “casa de Israel”, por lo general se refiere a las diez tribus del “Reino del Norte” o a las doce tribus. Las Escrituras nos muestran que entre los descendientes actuales de Israel están los pueblos de los Estados Unidos, Inglaterra, los pueblos de ascendencia británica, y las naciones del Noroeste de Europa como Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Noruega, Suecia, Suiza y el pueblo judío. Esta distinción es vital si queremos entender la profecía del tiempo del fin. Usted puede comprobar por sí mismo las identidades de estas naciones, si solicita y estudia nuestro folleto realmente revelador: Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía. Cuando lo solicite le será enviado libre de costo. En el milenio, Dios el Padre seguirá siendo el supremo Gobernador y Soberano del Universo. Bajo Él se encuentra Jesucristo, quien vendrá a gobernar esta Tierra dentro de poco tiempo como Rey de reyes.
Bajo Cristo, el rey David será resucitado de entre los muertos, hecho inmortal y puesto a cargo sobre toda la casa de Israel. Bajo David, cada uno de los doce apóstoles de Jesús reinará sobre cada una de las doce tribus de Israel.
En cada tribu estarán algunos de los santos que han vencido en esta vida y han aprendido a someterse a Dios para ejercer su gobierno. Como se puede observar en la parábola de las minas, unos serán gobernadores sobre territorios que incluirán varias ciudades. Otros puede que ocupen un cargo similar al de un alcalde bajo estos gobernantes.
Otros santos resucitados se desempeñarán en diversos puestos. No importa cuál sea su cargo, su actitud debe ser la actitud de David: “Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad” (Salmos 84:10). No habrá tristeza o lamentaciones o envidia. Todos servirán a plenitud de su capacidad, y disfrutará de sincera alegría en su servicio.
Bajo el Reino o gobierno de Dios, integrado por Jesucristo y los santos resucitados, estarán los líderes humanos quienes ayudarán a guiar al pueblo físico. Las Escrituras indican en muchas de las profecías, que el pueblo de Israel sufrirá un cautiverio en el tiempo del fin, y que en el milenio serán reubicados en su antigua patria, la tierra de Jerusalén y las regiones adyacentes. Allí, todos serán instruidos en las leyes de Dios, cuyo fruto es la paz.
Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:3).
Al principio, muchas personas tendrán que ser forzadas a obedecer las leyes de Dios, aun cuando serán instruidas acerca de ellas: “Juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (v. 4).
El trato de Dios con la antigua Israel con frecuencia ilustra el modelo sobre la manera como Dios trabajará con todas las naciones en el futuro. Muchas profecías acerca del milenio, en el Antiguo Testamento, hacen referencia a Israel. Sin embargo, puesto que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34), este es solo un ejemplo de lo que Dios hará, en principio, a todas las naciones mientras sirvan y obedezcan a Cristo.
Dios predice lo siguiente sobre la reubicación final de los Estados Unidos, Gran Bretaña y los otros descendientes modernos de la antigua Israel: “Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho el Eterno Dios tuyo” (Amós 9:14-15).
El cumplimiento de esta profecía ocurrirá en el futuro, puesto que Dios dice que en ese tiempo los hijos de Israel “nunca más serán arrancados de su tierra”. Esto describe las grandes bendiciones físicas que Dios derramará sobre su pueblo Israel; cuándo, después del retorno de Cristo, los sacará de un futuro cautiverio profetizado y los traerá a sus tierras ancestrales en el Oriente Medio.
¿Un futuro cautiverio profetizado? En un pasaje escrito más de cien años después de que la antigua Israel fue llevada en cautiverio, Dios profetizó por medio de Jeremías que habría un futuro cautiverio para Israel, pero que después de ese cautiverio el pueblo de Israel volvería a su antigua patria, después del retorno de Cristo, en las regiones que rodean a Jerusalén, (Jeremías 30:1-11). ¡Estudie esta profecía con mucho detenimiento! Observe que predice un castigo venidero y la restauración de “Israel y Judá” (v. 4). Será un tiempo de castigo y cautiverio para el pueblo anglosajón, para el pueblo judío y los países de ascendencia celta antes mencionados, que ocurrirá poco antes de la segunda venida de Jesucristo.
“En aquel día, dice el Eterno de los ejércitos, yo quebraré su yugo [el yugo del cautiverio] de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán al Eterno su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré” (vs. 8-9). A la venida de Cristo, Israel será liberada de su cautiverio. David y todos los santos serán resucitados de entre los muertos para tomar su lugar como reyes y sacerdotes en el gobierno de Dios, para gobernar esta Tierra bajo Cristo.
“Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el Eterno, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante” (v. 10). ¡Al fin llegará la paz a este mundo desgarrado por la guerra, y la “casa de Israel” nunca más será atemorizada por ninguna otra nación!
En referencia a toda esta profecía, Dios dice: “En el fin de los días entenderéis esto” (v. 24). En Jeremías 31:1 continúa con la misma profecía y situándola en ese mismo tiempo, Dios habla de su bendición a Israel: “Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas. Aún plantarás viñas en los montes de Samaria; plantarán los que plantan, y disfrutarán de ellas” (vs. 4-5).
Habrá bailes, cantos, felicidad y alegría rebosante. Israel se regocijará al ser bendecida por Dios después de que Cristo los traiga de nuevo a la Tierra Santa, donde serán la “primera nación” del mundo, y servirán de ejemplo para todas las naciones bajo el gobierno de Jesucristo.
Después de sufrir el castigo y el cautiverio, los israelitas volverán arrepentidos y contritos. “Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver” (v. 9).
Cuando regresen Dios los bendecirá en toda forma, tanto espiritual como físicamente. “Vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien del Eterno, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor” (vs. 12-13).
Por la obediencia a los caminos de Dios habrá abundancia de bienes, tanto para comer como para beber; ¡y finalmente el corazón de los seres humanos rebosará de felicidad!
Todo el que estudia seriamente la Biblia está familiarizado con Isaías 11, donde se describe el venidero reinado de Cristo por mil años en la Tierra. Aquí, se refiere a Cristo como la “vara” o el “vástago” de Isaí. Será el gobernante mundial perfecto, inspirado plenamente por el Espíritu de Dios. Las Escrituras nos dicen: “No juzgará según la vista de sus ojos” (v. 3); porque podrá leer los pensamientos y el corazón de los seres humanos en todo lugar. “Juzgará con justicia a los pobres” (v. 4).y a los oprimidos. Castigará al malvado con la pena de muerte, lo que hará temer el corazón de quienes urden maldad.
La naturaleza salvaje y cruel de los animales será cambiada después del regreso de Cristo: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (v. 6). Aun las serpientes serán domesticadas: “El niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora” (v. 8).
Lo más importante de todo será que los seres humanos en todo el mundo por fin aprenderán los caminos de Dios, lo único que podrá traer paz. “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la Tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (v. 9).
Esta es la época maravillosa a la cual se refirió el apóstol Pedro por inspiración como “los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:21). De hecho, a lo largo de la Biblia Dios anuncia en numerosas profecías el muy glorioso reinado de Jesucristo en la Tierra.
¡Este es el auténtico mensaje que trajo Jesucristo! ¡El único modo posible de encontrar la verdadera paz mundial!
Como Señor de señores, Cristo comenzará a convertir y salvar al mundo entero durante su reinado. Para lograrlo, tendrá que quitar la ceguera que ha venido sobre todos los pueblos de la Tierra como resultado de los engaños de Satanás (Apocalipsis 12:9).
El profeta Isaías escribió: “Destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre” (Isaías 25:7-8).
Todas las naciones conocerán a Dios. La ceguera y confusión religiosa serán eliminadas y todos los que acepten finalmente serán convertidos.
Los santos resucitados enseñarán el camino de Dios, y Dios bendecirá a la gente según obedezca. “Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá. Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:19-21).
¡Para algunos será una experiencia sorprendente tener una voz detrás de ellos que de repente retumbe y les advierta: ¡No quebrantes uno de los mandamientos de Dios! Eso es así: los santos de Dios, nacidos del Espíritu en la resurrección, y por lo tanto convertidos en espíritu, podrán elegir ser visibles o invisibles a voluntad.
¡No habrá “trucos” para aparentar que se está obedeciendo la ley de Dios!
Dentro de pocos años, cuando todos los pueblos del mundo entren en contacto con el Dios Todopoderoso, ¡sanará a millones de personas sordas, ciegas o mudas de forma sobrenatural! “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad” (Isaías 35:5-6).
Obsérvese que no solo la gente, sino también la Tierra será sanada y de nuevo la Tierra recibirá la lluvia a su tiempo con la bendición de Dios. “El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de agua” (v. 7).
Será un tiempo de cánticos, felicidad y gozo. “Los redimidos del Eterno volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido” (v. 10).
El apóstol Pablo se refiere a toda la humanidad, tanto israelitas como gentiles, cuando Dios lo inspiró para que escribiera: “Quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz” (Romanos 3:16-17).
¡La razón por la cual en el mundo no puede haber paz, es porque se niega a obedecer los mandamientos de Dios como un camino de vida! Como ya vimos anteriormente, cuando Cristo venga a establecer su gobierno, “de Sion saldrá la ley [de Dios] y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:3).
Quienes estén entregados a obedecer los mandamientos de Dios en este tiempo, tendrán una mejor calificación para ocupar los puestos más importantes en el gobierno de Dios durante el venidero reinado milenial de Jesucristo. Puesto que Él dijo: “Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el Reino de los Cielos” (Mateo 5:19).
Esto tendrá que ser así, porque Jesucristo va establecer la paz en su Reino, ¡y todos los transgresores de la ley serán echados fuera! Así es, ¡habrá paz y prosperidad cuando todo el mundo aprenda a obedecer los mandamientos de Dios! Entonces el mundo será bendecido con abundancia de bienes. Los enfermos y lisiados serán sanados. ¡Millones espiritualmente ciegos podrán conocer a Dios!
El panorama del Reino milenial de Cristo muestra a los seres humanos en la Tierra aprendiendo a cantar y bailar, y darán voces de regocijo por el maravilloso camino de vida que habrán de disfrutar ¡bajo el gobierno perfecto de Dios!
Como vimos antes, hasta la naturaleza de los animales salvajes se transformará en amor en vez de ferocidad y egoísmo. Finalmente, las personas aprenderán que realmente es mejor dar que recibir (Hechos 20:35). Todas las frustraciones y complejos de culpa desaparecerán. Y luego conocerán “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).
Bajo el gobierno de Dios y sus leyes perfectas, las personas aprenderán que Jesús hablaba en serio cuando dijo: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). ¡Así será la vida en el milenio, feliz y rebosante de alegría!
Ahora, vamos a examinar por qué nuestro mundo destrozado por la guerra está en el estado que se encuentra, y cómo y por qué el milenio ¡será mucho mejor!
Muy pocas personas comprenden que definitivamente este no es el mundo de Dios. Cuando niño asistía a una iglesia de las más importantes en la región, y en la escuela dominical me enseñaron a cantar: “Este es el mundo de mi Padre”. Sin embargo, si dejamos que la Palabra inspirada de Dios nos diga la verdad, ¡encontraremos una explicación completamente diferente! En Apocalipsis 12:9 Dios inspiró al apóstol Juan a describir el momento cuando Satanás el diablo será arrojado a esta Tierra: “Fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la Tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.
¿Cree usted que el “mundo entero” está engañado, tal como lo explica la Biblia claramente una y otra vez? Es esencial que usted lo compruebe por sí mismo, estudiando este tema en la Palabra de Dios, ya que se encuentra expresado de muchas maneras diferentes. Si creemos en la Biblia, podremos entender que realmente este es un mundo engañado bajo la influencia directa de Satanás el diablo. Es por eso que Satanás es llamado el “dios” de este mundo.
Observemos lo siguiente: “Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4). Satanás es ese ser espiritual invisible que en esta era, de hecho, es el “dios” sobre las naciones de la Tierra; específicamente durante estos 6.000 años anteriores a la segunda venida de Cristo como Rey de reyes. El gran Dios, el Creador, ha permitido que esto suceda para “probar” a los seres humanos y también para ayudarnos a comprender, mediante el sufrimiento humano, que los caminos del hombre no van a traer el resultado deseado. Entonces, cuando Cristo intervenga, la humanidad podrá comparar y apreciar mejor ¡cuán maravillosos son los caminos de Dios!
Sin embargo, durante esta era actual, Satanás el diablo está “transmitiendo” malas actitudes y está influyendo en la gente para que continuamente se tomen decisiones incorrectas. El apóstol Pablo les recordó a los cristianos de Éfeso: “Anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). Satanás el diablo se encuentra muy ocupado “trabajando” continuamente para alejar a la humanidad de Dios y de sus verdaderos caminos. Es el causante de la mayor parte del sufrimiento y del mal que ocurre en el mundo de hoy: guerras, violaciones, torturas y muchas otras abominaciones.
Dios deja claro que en el milenio Satanás será desterrado. Nos explica en el libro del Apocalipsis que después del regreso de Cristo enviará a un ángel poderoso para hacerse cargo de Satanás: “Vi a un ángel que descendía del Cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:1-3).
En este pasaje se puede ver claramente que Satanás es el que “engaña a las naciones”. Para que el mundo pueda tener verdadera paz y alegría, Satanás debe ser “atado” durante los mil años del reinado de Cristo sobre la Tierra (Apocalipsis 20:1-3). ¡Y así se hará!
Después del milenio será desatado por un período relativamente corto (Apocalipsis 20:7-8). En ese momento va a ser sorprendente lo rápido que Satanás es capaz de ¡”engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la Tierra”! Al parecer, los seres humanos son muy susceptibles al engaño de Satanás y sus demonios y también a ser influídos incorrectamente por sus falsos ministros. Para que la verdadera paz y alegría sea restaurada durante el reinado de Cristo, ¡Satanás y todos sus demonios, tendrán que ser quitados!
El apóstol Pablo advirtió a los cristianos de su época: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20:29-31).
Por su propio bien, ¡considere si realmente está siguiendo “todo el consejo de Dios”!, al que Pablo hace referencia (v. 27). Ciertamente, la mayoría de ustedes puede que entiendan parte de la Biblia, parte de las verdaderas enseñanzas de Cristo; y tal vez un poco con respecto a las profecías y el maravilloso propósito para el cual Dios nos ha creado. Sin embargo, el hecho de “aceptar a Jesús”, unirse a una iglesia, y tener la esperanza de que se va a “ir al Cielo” cuando muera, ¡no es de lo que se trata el verdadero cristianismo! A la mayoría de quienes se declaran “cristianos”, ¡nunca se les ha enseñado el verdadero propósito de la existencia humana! Es importante que usted entienda y siga “todo el consejo de Dios” (Job 15:8; Hechos 20:27).
Acabamos de leer en la amonestación de Pablo que “entrarán en medio de vosotros lobos rapaces... para arrastrar” a muchos lejos de la verdad de Dios. Pablo también advierte al pueblo santo acerca de una gran “rebelión contra Dios” (2 Tesalonicenses 2:1-12, NVI). En este aspecto escribió: “Es cierto que el misterio de la maldad ya está ejerciendo su poder; pero falta que sea quitado de en medio el que ahora lo detiene. Entonces se manifestará aquel malvado, a quien el Señor Jesús derrocará con el soplo de su boca, y destruirá con el esplendor de su venida” (vs. 7-8).
¿Qué quiso decir Pablo con “maldad”? ¿Estaba acaso Pablo describiendo la infracción de meras leyes humanas? ¡No! Pablo obviamente se refiere a algo más que a la infracción de “las leyes de tránsito”. Pablo estaba describiendo un sistema religioso: el “misterio de la maldad”, que fue poco a poco tomando el nombre de cristianismo, ¡pervirtiendo las enseñanzas y prácticas de Jesucristo, induciendo a la gente de abandonar la gran ley espiritual de Dios!
Casi todos los historiadores respetables saben que menos de un siglo después de Cristo y luego de la muerte de los primeros apóstoles, vino un cambio masivo sobre la Iglesia que seguía el cristianismo. Un historiador escribe: “Después de la muerte de San Pablo, y durante cincuenta años, sobre la Iglesia pende una cortina a través de la cual en vano nos esforzamos por mirar. Cuando al final se levanta alrededor del año 120 dc, con los registros de los padres primitivos de la Iglesia, encontramos una iglesia muy diferente en muchos aspectos de la de los días de San Pedro y San Pablo” (Jesse Lyman Hurlbut, Historia de la Iglesia cristiana, pág. 39).
¿Con qué autoridad hicieron los primeros obispos estos cambios tan drásticos? ¿Acaso les ordenó Dios o Jesucristo que hicieran de su Iglesia algo totalmente diferente de la Iglesia original del tiempo de Jesús y los apóstoles?
¡De ninguna manera!
Por el contrario, después de su muerte y resurrección, Jesús dijo a los apóstoles: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20).
¿Con qué autoridad los llamados “padres de la Iglesia” eliminaron y prácticamente destruyeron las enseñanzas de Jesucristo y de los primeros apóstoles? ¡La verdadera respuesta es que no tenían autoridad! Por eso Dios inspiró al apóstol Judas para que exhortara a los verdaderos cristianos: “Queridos hermanos, he deseado intensamente escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, y ahora siento la necesidad de hacerlo para rogarles que sigan luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos. El problema es que se han infiltrado entre ustedes ciertos individuos que desde hace mucho tiempo han estado señalados para condenación. Son impíos que cambian en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor” (Judas 1:3-4, NVI).
Judas nos dice que tenemos que luchar “por la fe encomendada una vez por todas a los santos”. Nos advierte acerca de ciertos hombres que “se han infiltrado”, convirtiendo el concepto de la gracia en “libertinaje”; en una especie de licencia para que las personas engañadas piensen que pueden desobedecer la gran ley espiritual de Dios, y ¡aun así de alguna manera entrar en el Reino de Dios!
Esto, amigos míos, es exactamente lo que la mayoría entre el cristianismo tradicional cree en la actualidad. Muchas iglesias hablan de los diez mandamientos como una buena “guía general”. Pero si usted los presiona, la gran mayoría de los ministros de esas iglesias dirán que un cristiano ¡no está obligado a cumplir los diez mandamientos como una forma de vida! Es el motivo por el cual Dios inspiró al apóstol Judas a exhortarnos a luchar por la fe verdadera, que fue “encomendada una vez por todas a los santos”.
¿Qué impacto podría haber si fuera restaurado el cristianismo original de Cristo y los apóstoles? ¿Qué diferencias podríamos ver si el “cristianismo original” del Nuevo Testamento fuera enseñado y practicado nuevamente?
¡Esta restauración implicaría mucho más de lo que la mayoría de ustedes pueden imaginar! Porque, tal como lo reconoce el historiador Hurlbut, hacia el año 120 dc nos “encontramos una iglesia muy diferente en muchos aspectos a la de los días de San Pedro y San Pablo”.
De hecho, el verdadero cristianismo de Cristo y los apóstoles fue “oscurecido” por cientos de años durante la Edad Media. Los hombres enseñaban incorrectamente, en nombre de Jesús, un camino de vida y una relación con Dios totalmente diferente. Los falsos maestros cambiaron los días santos originales, ordenados por Dios, y observados por Jesús y los apóstoles, por días paganos y conceptos mundanos. Tal como escribió el historiador Jesse Lyman Hurlbut: “Las formas y ceremonias del paganismo gradualmente se fueron infiltrando en la adoración. Algunas de las antiguas fiestas paganas llegaron a ser fiestas de la iglesia con cambio de nombre y de adoración. Alrededor de 405 dc, en los templos comenzaron a aparecer, adorarse y rendirse culto a las imágenes de santos y mártires. La adoración de la virgen María sustituyó a la adoración de Venus y Diana” (Historia de la Iglesia cristiana, pág. 73).
Durante ese tiempo, falsos creyentes que se presentaban a sí mismos como “cristianos” fueron introduciendo gradualmente en la iglesia “fiestas paganas”, tales como navidad, semana santa y el día de todos los santos. Y, ¿qué pasó con el cuarto mandamiento del Dios Todopoderoso? ¿Qué pasó con el día semanal que Dios ordenó para descansar y adorarle? “Mientras que la mayor parte de la iglesia era judía, se observaba el sábado hebreo. Sin embargo, el primer día de la semana lo fue desplazando a medida que aumentaban los gentiles en la congregación” (Ibídem, págs. 41-42).
¿Vinieron estas ideas de Dios? ¿Acaso cambió Dios gradualmente su ley divina para que sus fieles pudieran honrar el “día del Sol”, el domingo, tal y como lo habían hecho los paganos durante siglos?
¡De ninguna manera!
Según lo reconocen decenas de autoridades, todos los primeros verdaderos cristianos, tanto gentiles como judíos, rendían culto por igual en el séptimo día, el sábado. ¡Los historiadores coinciden en que esto continuó por lo menos durante una o dos generaciones después de la muerte de los doce apóstoles! Dios no cambió su ley. El apóstol Pablo instruyó a los cristianos: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). El apóstol Juan dijo: “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1 Juan 2:6).
Estos dos apóstoles, así como todos los demás, sabían que Jesucristo vino para darnos ejemplo de perfección, y que los cristianos debían seguir su ejemplo, fortalecidos por el Espíritu Santo. Este fue el entendimiento común en los días del apóstol Pablo, mientras el cristianismo se extendía por todo el Imperio Romano. Veamos esta importante cita de un reconocido historiador: “En todas partes, especialmente en el Imperio Romano Oriental, había judíos cristianos cuyo modo de vida práctico no era muy diferente del de los judíos. Daban por sentado que el evangelio era una continuación de la religión de Moisés; para ellos el nuevo pacto, que Jesús estableció en la última cena con sus discípulos... no significaba que el pacto entre Israel y Dios ya no estaba en vigor. Ellos todavía observaban las fiestas de la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos... el sábado semanal y las normas mosaicas relacionadas con la alimentación. Según algunos eruditos, tienen que haber sido un grupo muy influyente, ya que fueron el elemento dominante del movimiento cristiano hasta la caída de Jerusalén en el año 70 dc”.
De manera que durante los primeros 40 años después de la resurrección de Cristo, la verdadera Iglesia de Dios, la que guarda los sábados semanales y anuales de Dios, fue el “elemento dominante” entre aquellos que se llamaban a sí mismos “cristianos”. ¡Los verdaderos cristianos todavía estaban siguiendo el ejemplo establecido por la Iglesia de Dios de Jerusalén!
¿Quién se atrevió cambiar todo eso?
El apóstol Pablo dijo a los ministros de Éfeso: “No he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre" (Hechos 20:27-28).
Si uno hubiese podido observar a la “Iglesia de Dios que está en Corinto” (1 Corintios 1:2), como Pablo identificó a los cristianos de Corinto; ¿qué modo de vida se observaría entre esos cristianos gentiles? ¿Qué leyes de Dios y enseñanzas bíblicas se destacarían más por ser diferentes de las del “cristianismo” que se practica hoy?
En primer lugar, aun el congregarse en las reuniones junto con los primeros cristianos, muestra la vital importancia de obedecer cada uno de los diez mandamientos; entre estos, el cuarto mandamiento. El cuarto mandamiento afirma: “Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra; pero el séptimo día es de reposo para el Eterno, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el sábado y lo santificó” (Éxodo 20:8-11, RV 1995).
Este mandamiento, más que ninguno otro, le recuerda al creyente que el verdadero Dios es el Creador. Dios hizo el séptimo día “tiempo santo”; no el domingo, que es el primer día de la semana. Él hizo esto en el momento de la creación; mucho antes de que existieran los judíos. ¡El sábado no fue hecho para los judíos! Jesucristo mismo dijo: “El sábado fue hecho por causa del hombre” (Marcos 2:27, RV 1995). El sábado fue hecho cuando los seres humanos fueron creados, y más tarde pasó a formar parte de la codificación de la ley espiritual: los diez mandamientos, que el mismo Dios escribió en dos tablas de piedra (Éxodo 34:28).
Cuando los primeros cristianos celebraban su culto regularmente en el séptimo día; el día que comienza a la puesta del Sol del viernes, como lo conocemos hoy, y continúa hasta el atardecer del sábado; siempre tenían en mente que el verdadero Dios es el Creador del cielo y de la tierra, ¡quien dio los diez mandamientos que revelan el fundamento del camino de vida correcto! Y los primeros cristianos también observaban los días santos anuales, las fiestas ordenadas directamente en la Biblia. Cristo y los apóstoles les enseñaron a los cristianos a vivir “de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4; Lucas 4:4). Y la única palabra de Dios escrita disponible para ese entonces, era lo que conocemos hoy como el Antiguo Testamento.
En el libro de Zacarías del Antiguo Testamento, los primeros cristianos tienen que haber leído y entendido que cuando regrese el Mesías a la Tierra como Rey de reyes, les va a ordenar a todas las naciones, tanto judíos como gentiles; que guarden la Fiesta de los Tabernáculos, una de las siete fiestas anuales que Dios ordenó observar a su pueblo.
Tal y como Zacarías escribió: “Todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos” (Zacarías 14:16). Además, el profeta nos dice que Dios ¡no hará venir lluvia sobre cualquier nación que se niegue a “celebrar” la Fiesta de los Tabernáculos! (v. 17). Esto, mis amigos, ¡va ocurrir durante la ya próxima instauración del reinado de Jesucristo!
¿Habla en serio el verdadero Jesucristo cuando ordena la obediencia a las leyes de Dios? ¡Claro que sí! Y, “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). ¿Está usted familiarizado con ese aspecto de Jesucristo?
Si nos trasladamos a la época de los cristianos originales de Corinto, notaríamos también que no observaban la semana santa. Por el contrario, celebraban la Pascua y los días de Panes Sin Levadura, dos de las fiestas anuales ordenadas por Dios (1 Corintios 5:6-8). Después de recordarles que Jesucristo fue sacrificado como nuestra Pascua, Pablo instruyó a los cristianos de Corinto: “Así que celebremos la Fiesta” (v. 8). En este contexto Pablo implica la Pascua y Panes Sin Levadura, por lo tanto es obvio que estaba exhortando a los cristianos gentiles a celebrar la Fiesta de los Panes Sin Levadura; ¡la Fiesta que se observa en relación con la Pascua e inmediatamente después!
También, si nos reuniéramos regularmente con la Iglesia de Dios de Corinto en sus inicios, escucharíamos a uno de los ancianos leyendo la primera carta de Pablo, en la cual escribió: “Estaré en Éfeso hasta Pentecostés” (1 Corintios 16:8). ¿Pentecostés? Tal vez usted piense que Pentecostés fue un acontecimiento que ocurrió solo una vez, cuando comenzó la Iglesia; ocasión en la que Pedro le predicó a una gran multitud, y 3.000 personas se convirtieron (Hechos 2).
No, Pentecostés también forma parte de las siete fiestas anuales, enumeradas en Levítico 23, que fueron observadas por los primeros cristianos. Estas fiestas señalan y nos ayudan a comprender el gran plan que Dios está llevando a cabo aquí en la Tierra. La mayoría de quienes se consideran cristianos en la actualidad, están en total ignorancia acerca del plan que Dios está llevando a cabo con la humanidad, debido a que no observan estas fiestas santas bíblicas; ¡las cuales fueron observadas por Cristo y la Iglesia original! Hemos preparado un folleto muy bien documentado que explica claramente el significado de estas fiestas que por mandato de Dios deben ser observadas, el folleto se titula: Las fiestas santas—plan maestro de Dios. Escríbanos o llámenos y solicite un ejemplar gratuito.
Al reflexionar sobre toda esta realidad, resulta obvio que ¡Satanás el diablo ha confundido a este mundo! Este ser espiritual poderoso, el “dios de este mundo” en la actualidad, ha engañado a la mayoría de los ministros, profesores y educadores, ¡y a la mayoría de la gente en esta Tierra! ¡La Palabra de Dios es bien clara en este asunto!
Por consiguiente, podemos comprender, a cabalidad, por qué y cómo este mundo se ha “extraviado del camino” correcto de tantas maneras. Todas las estructuras de este mundo han sido pervertidas por las astutas maquinaciones de Satanás el diablo; tanto en el sistema religioso, que incluye decenas de falsas creencias y conceptos acerca de Dios y su plan de salvación, como en el sistema educativo y político. En la Biblia, al “sistema” moderno de este mundo se le llama “Babilonia”. Es por eso que Dios les ordena a sus verdaderos santos: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4). Es precisamente lo que debemos hacer, y reconocer que son urgentes los “tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:21).
Puesto que Satanás el diablo ha confundido totalmente a la humanidad en su búsqueda de religión, no es de extrañar que también haya confundido y engañado a las personas en lo que respecta a la educación. Jesucristo dijo: “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:19-20).
Los “frutos”, resultados, de la educación moderna son demasiado evidentes para el que tenga ojos para ver. La mayoría de los historiadores reconocen que Alemania era la nación “más educada” del mundo antes de la Segunda Guerra Mundial. Proporcionalmente, ¡Alemania tenía más hombres y mujeres con grados académicos y profesionales avanzados que cualquiera otra nación sobre la faz de la Tierra! Pero esta era una clase equivocada de educación, ¡la cual llevó a millones de esas personas “educadas” a creer en las mentiras de Adolfo Hitler, y permitió que su nación “educada” participara en la tortura y el exterminio de millones de judíos y de gente de otras nacionalidades!
Esta educación, carente de valores morales, que aún se imparte en la sociedad moderna, consiste principalmente en el aprendizaje de cosas materiales, descuidando casi por completo los aspectos espirituales de la vida. También descuida casi totalmente el desarrollo del carácter, la enseñanza de las virtudes y del respeto hacia quienes ocupan cargos de autoridad; y la instrucción sobre el propósito de la vida humana. De hecho, ¡ni los “grandes educadores” en los colegios e instituciones de educación superior conocen estos valores! Entonces, ¿cómo se va esperar que impartan ese entendimiento y conocimiento a los demás?
Por lo tanto, los “frutos” de la educación superior en la sociedad actual, con demasiada frecuencia presentan mayores índices de suicidio, hogares desintegrados, el desarrollo de una visión cínica y agnóstica de Dios y la Biblia; y falta de respeto a los padres, a los líderes y a todo el que esté en autoridad. Desde luego que se debe impartir suficiente información técnica y material. ¡Pero el entendimiento y los valores que hacen que valga la pena vivir la vida están siendo totalmente descuidados!
Cuando leemos las decenas pasajes sobre el gobierno venidero de Cristo, es obvio que en todo el mundo será establecido un sistema educativo totalmente diferente. ¡La base de este sistema educativo será el verdadero conocimiento de Dios y su forma de vida! La “intelectualidad” moderna de este mundo puede burlarse por esto. Sin embargo, durante el milenio, los maestros difundirán el verdadero conocimiento que traerá paz y felicidad. Ciertamente, los estudiantes serán enseñados en lectura, escritura y aritmética. También se les enseñará la ciencia verdadera. Debemos tener en cuenta que gran parte de la “ciencia moderna” es correcta y muy útil. Pero también llegarán a entender que detrás de esta magnífica y complicada creación está la Mente Suprema, el Dios Creador del Cielo y de la Tierra, quien nos creó para un propósito. Aprenderán no solo las leyes físicas que ordenan nuestro mundo, sino también las leyes espirituales que regulan la felicidad y el bienestar de la humanidad.
Normalmente es más difícil desaprender falsedades y conceptos equivocados que el aprender la pura verdad desde el principio. Por lo que puede tomar una o dos generaciones hasta que la gente llegue a entender los increíbles y maravillosos caminos de Dios que iluminan cada fase y faceta de la vida. Como parte de esta forma de vida, las personas podrán disfrutar de la buena música, del arte y la literatura. No habrá más escenas violentas ni pornográficas en el entretenimiento disponible.
Dios nos creó hombre y mujer. Observemos su primera orden a Adán y Eva: “Fructificad y multiplicaos; llenad la Tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28). Evidentemente, ¡Dios no está en contra de la sexualidad! Más bien la creó como algo maravilloso y hermoso para unir a un hombre y a una mujer, y ayudar a solidificar su relación matrimonial; y también, obviamente, para engendrar hijos. Dios es una Familia, y quiere que la familia humana aprenda las lecciones de dar, compartir y servir; y así más adelante podamos servir en su Familia por toda la eternidad. Durante el milenio, no habrá ninguna proyección pervertida de la sexualidad como algo meramente mecánico, sino que será reservada a la intimidad de la pareja como parte del amor y el deseo auténticos de compartir toda una vida en la relación matrimonial. Se ofrecerán cursos completos sobre cómo tener un matrimonio feliz, cómo criar hijos, cómo organizar un presupuesto familiar y otros temas de utilidad práctica.
Usted podría pensar: “Eso suena anticuado”. Tal vez lo sea, en nuestras circunstancias actuales. Pero la enseñanza de los valores eternos, el entretenimiento sano y el estilo de vida puro impregnarán nuestra cultura. El resultado será familias felices, niños felices, profundo gozo y paz duradera; y hasta prosperidad económica, muchísimo más de lo que la humanidad haya disfrutado jamás.
En nuestra sociedad actual constantemente observamos el espectáculo de políticos, empresarios y otros líderes deshonestos. Pero en el milenio no habrá tales escándalos. No habrá líderes corruptos en el gobierno, en los negocios o en el sistema educativo que se aprovechen más de la gente. Porque como hemos visto, ¡Jesucristo establecerá un Reino y decidirá con equidad en beneficio de los mansos de la Tierra!
Esta nueva educación mejorará también las relaciones raciales. Si Dios mandó a su pueblo ser justo y equitativo con el “extranjero” en la antigua Israel, ¡cuánto más los hará bajo el nuevo pacto! Dios le dijo a su pueblo en Israel: “Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo el Eterno vuestro Dios. No hagáis injusticia en juicio, en medida de la tierra, en peso ni en otra medida” (Levítico 19:33-35). ¡Las “minorías” raciales y étnicas ya no serán oprimidas por la mayoría en ninguna parte del mundo bajo el venidero gobierno de Jesucristo!
Casi todas las autoridades reconocen que la educación debe comenzar en el hogar. Sin embargo, en el presente muy pocos padres reconocen esta responsabilidad o dedican tiempo para cumplirla. Tal como el Dios de la Biblia dijo a su pueblo, el antiguo Israel: “Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos” (Deuteronomio 6:6-8).
El Dios que nos da vida y aliento espera que los padres enseñen a sus hijos el camino de vida correcto desde la infancia. El camino de vida se basa en amar y honrar a su Creador. Se basa en amar y honrar a sus padres, que es el quinto de los diez mandamientos. Se basa en enseñar a los seres humanos cómo tratar con respeto a cada ser humano hecho a imagen de Dios. De hecho, el panorama completo de los “estatutos” dados en el Antiguo Testamento tiene que ver con la justicia, la equidad, la bondad y una preocupación auténtica por los seres humanos; algo que el mundo actual prácticamente no reconoce.
Una de las principales dificultades que tienen los padres para enseñar a sus hijos en el hogar comenzó durante la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez, millones de mujeres comenzaron a trabajar fuera y ¡muchas de ellas nunca regresaron al hogar! Esto ocasiona que la madre moderna esté demasiado ocupada y cansada para pasar suficientes horas con sus hijos e hijas enseñándoles el camino de vida correcto, conocimientos básicos del lenguaje y la aritmética, y los verdaderos valores. A menudo, el dinero que ganan las madres jóvenes que trabajan fuera del hogar se utiliza para pagar impuestos, vestimenta, transporte, guardería para los niños y otras necesidades que suscita el trabajo fuera del hogar. Así que muy poco o nada puede ser aportado como parte del dinero “extra” disponible para la familia. Si hay algún dinero “extra”, a menudo se utiliza para comprar un segundo televisor, un segundo auto y para cosas que francamente, al final, no contribuyen al bien de la familia o la sociedad. De hecho, el tiempo, el esfuerzo y el estrés que implica el trabajo fuera del hogar no tienen comparación con el enorme beneficio que representa el ser madre de tiempo completo.
Durante el milenio, las mujeres estarán verdaderamente “liberadas” para poder dedicar más tiempo en casa a sus hijos. Al igual que en el pasado, y como en muchas culturas aún hoy, las familias serán más numerosas y como resultado, los niños serán más estables cuando interactúen con más hermanos bajo la instrucción directa sus padres. Habrá más “huertos familiares”, donde se plantarán verduras y frutas. Habrá más animales, como vacas, cabras y caballos ¡para que los niños sepan de dónde viene realmente la leche! Aunque a algunas personas mayores les parezca extraño, en la actualidad hay millones de jóvenes que tienen dificultad para relacionar el hecho de que la leche que beben no proviene de una fábrica, ¡sino que sale a chorro de la ubre de una vaca! Yo, personalmente, he observado a jóvenes que se quedan perplejos cuando se enteran ¡de dónde viene la leche en realidad!
Ciertamente, todo lo anterior ayudará a los niños a entender que sus alimentos y prendas de vestir provienen de la tierra, y que el Creador que controla el tiempo es en última instancia, quien tiene que ver con todo lo que comemos, vestimos y utilizamos.
El estar alejados del contacto con la naturaleza y de la vida elemental y simple como hemos mencionado, no ha hecho más que producir millones de jóvenes sin afecto natural, para quienes la vida humana no tiene valor, piensan que los maestros y los padres están ahí para faltarles al respeto. No tienen el concepto de que Dios es el Creador de todas las cosas. Es por eso que muchos de estos jóvenes se sienten “vacíos”. Es un hecho en la sociedad actual que ¡mientras más alto el nivel de educación de los jóvenes, mayores son los índices de suicidio!
A pesar del sarcasmo y el cinismo que puedan expresar los “educadores” modernos con respecto a enseñar el camino de vida correcto señalado anteriormente, los “frutos” de la educación moderna hablan por sí mismos.
Durante el milenio, en el entorno de comunidades pacíficas y semirurales habrá maestros de primera calidad. Estos maestros serán bien compensados y muy respetados; de manera totalmente opuesta a la sociedad perversa de hoy, donde los maestros suelen vivir casi en la pobreza y afrontan innumerables obstáculos cuando llevan a cabo su labor. Entretanto, muchos que abandonan los estudios ganan millones dando gritos y alaridos como interpretación de algo que llaman “música”, o por saltar en una cancha o dedicarse a golpearse el uno al otro. En el mundo de mañana, los valores de la humanidad serán totalmente diferentes. ¡La gente producirá algo valioso y se le pagará apropiadamente por ello!
Bajo el venidero gobierno de Jesucristo, los maestros en las instituciones educativas tendrán un carácter excepcional. La Biblia lo revela una y otra vez. Los maestros serán un ejemplo que los estudiantes admirarán y querrán seguir. En el mundo de mañana, los maestros no solo serán personas agradables; sino que tendrán una preocupación auténtica por sus estudiantes y tendrán un profundo interés en la vida de sus alumnos, ayudándoles de toda forma posible.
Los maestros no serán “trabajadores sociales” o “niñeras”, algo que es común hoy. Los maestros en el mundo de mañana ofrecerán un currículo exigente, y establecerán un alto nivel académico para dar a los estudiantes el verdadero sentido de satisfacción que produce el éxito en el trabajo. Y puesto que el conocimiento que van a impartir será práctico, que será enseñado por personas muy respetables, los estudiantes aprenderán a apreciar el reto a medida que vayan creciendo en el verdadero conocimiento y entendimiento.
Las escuelas y colegios no serán más “fábricas académicas” que producen miles de jóvenes educados solo en información técnica. Más bien serán instituciones educativas orientadas a la comunidad y diseñadas para desarrollar la formación básica impartida en el hogar. Se armonizarán los principios correctos de la vida con la información técnica y el conocimiento práctico para promover el bienestar del mundo entero.
Durante el milenio los maestros sabrán que sus alumnos están siendo enseñados por ambos padres en el hogar. Se sentirán confiados en desempeñar el papel de complementar lo que los padres han hecho. Habrá una estrecha comunicación y cooperación entre padres y maestros, y entre maestros y estudiantes. Las escuelas y las familias se apoyarán mutuamente para lograr el desarrollo de individuos estables y competentes. Vivirán en una sociedad basada en los principios del Creador, la cual producirá paz, prosperidad y productividad jamás experimentados en la sociedad humana.
Durante el milenio, el concepto de la agricultura y la salud será radicalmente diferente del sistema actual de las grandes empresas agrícolas. Hoy, las ganancias imperan, a expensas de la calidad de los alimentos y la salud. Pero en el mundo de mañana, con el Cristo vivo directamente a cargo, los agricultores serán guiados por lo que la Biblia llama el “temor de Dios”. Estarán dispuestos y hasta ansiosos de servir a su prójimo en la producción y distribución del fruto de la tierra.
Esto incluye desde luego el cuidado del suelo. En la actualidad la mecanización ha acelerado la capacidad humana para abusar de la tierra. Hubo un tiempo cuando extensas zonas de desierto fueron convertidas en tierras agrícolas productivas. Pero debido a la mala utilización del suelo, extensas regiones nuevamente se están convirtiendo en desiertos. Estas condiciones llevan hacia las “hambres” profetizadas por Jesucristo (Mateo 24:7).
Bajo el reinado de Jesucristo, los agricultores utilizarán fertilizantes naturales y técnicas compatibles con el medio ambiente, para no agotar los nutrientes que la naturaleza le proporciona al suelo.
En el mundo de hoy, la carne que comemos suele ser una “sopa química” de hormonas y drogas diseñadas por los científicos para acelerar el crecimiento de los animales y aumentar las ganancias. Al alimentar el ganado con drogas, terminamos comiéndonos esas mismas drogas. Durante más de 20 años, de los años 1950 a los años 1970, muchos de los agricultores en los Estados Unidos pusieron en el alimento del ganado una sustancia química llamada “estilbestrol” para aumentar el crecimiento de sus animales. Esta sustancia química, que en algunos países se les daba a las mujeres embarazadas para evitar abortos espontáneos, fue retirada del mercado cuando se verificó que aumentaba el riesgo de contraer cáncer; pero después de haber puesto a cientos de millones de personas en riesgo.
Otra tendencia peligrosa para la salud entre los agricultores que buscan abaratar sus costos, es utilizar animales muertos para alimentar animales vivos. Esta práctica hace que se propague peligrosamente cualquier enfermedad a todo el ganado. La encefalopatía espongiforme bovina, una enfermedad del ganado, puede propagarse a los seres humanos como la enfermedad de pérdida cerebral Creutzfeldt-Jacob, también conocida como “enfermedad de las vacas locas”, que se adquiere cuando se ingiere la carne de una vaca enferma.
¿Por qué tales prácticas?
Como en tantos otros aspectos de la sociedad moderna, el motivo es la codicia. Los hombres de negocios, y con frecuencia las autoridades que los deberían estar dirigiendo correctamente, están mucho más interesados en enriquecerse o recibir un sobornos, ¡que en garantizar la protección de la salud de sus semejantes!
Hoy en día vemos amplias regiones dedicadas al cultivo del maíz, porque muchos agricultores saben que pueden ganar más dinero vendiéndolo para producir etanol. Por esta razón han sustituido el cultivo del trigo. Ahora, el precio del trigo se ha disparado, y el suministro mundial para hacer pan y otros productos se encuentra en el punto más bajo de la historia. Entretanto, en muchas regiones la población sigue en aumento y ¡cientos de millones de personas padecen hambre y desnutrición!
La base de todo lo que hemos explicado en este folleto es la revelación de que los miembros de la Familia de Dios finalmente serán los maestros durante el milenio. Esa familia no solo incluirá al Padre y a Jesucristo, sino también a los hijos nacidos del Espíritu de Dios que están siendo ahora preparados para ser maestros en el milenio. La Biblia señala claramente que los sacerdotes en la antigua Israel eran los principales maestros en esa sociedad. Y también revela que los verdaderos cristianos están siendo llamados para ser sacerdotes o maestros en el milenio. El cántico inspirado de los santos nos ayuda a entender nuestro supremo propósito: “Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un Reino de sacerdotes, y reinan sobre la Tierra” (Apocalipsis 5:9-10, Biblia de Jerusalén). De aquí entendemos claramente que los verdaderos santos de Dios no solo van a ser reyes, para asistir a Jesucristo como Rey de reyes (Apocalipsis 19:16), ¡sino también maestros!
Jesucristo nos utilizará para la organización de un gobierno mundial que abarcará los sistemas educativos, judiciales, sociales y religiosos. ¡Será una maravillosa oportunidad! Al regreso de Jesucristo cientos de millones de seres humanos serán liberados de varias formas de esclavitud y opresión. Lo que se predice para Israel es solo un ejemplo de lo que le acontecerá a todo el mundo en ese tiempo. La Palabra de Dios declara: “Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito... Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien del Eterno, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor” (Jeremías 31:9, 12). Más tarde, Dios le dice a su pueblo: “Así ha dicho el Eterno: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice el Eterno, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice el Eterno, y los hijos volverán a su propia tierra” (vs. 16-17).
Más adelante en este capítulo, Dios revela el fundamento del camino de vida y la felicidad características del Reino de Dios: “He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Eterno; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (vs. 31-34).
Los diez mandamientos, la magnífica ley espiritual que Dios les dio a Abraham y a sus siervos (Génesis 26:5), mucho antes de que fuera codificada para Israel, revelan un camino de vida que le permitirá a toda la humanidad aprender a amar y servir a nuestro Creador, y tener la bendición divina, y a amar a nuestros semejantes, lo que hará posible una paz y felicidad sin precedentes.
En el Nuevo Testamento Dios reveló por medio del apóstol Juan: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años” (Apocalipsis 20:6). Los vencedores, los verdaderos santos de Dios, son llamados a ser sacerdotes de Dios y de Cristo y, obviamente, apoyarán a Jesucristo en la enseñanza del camino de vida correcto al mundo entero.
¡Qué maravilloso futuro!
Cada ser humano en la Tierra puede tener la esperanza de vivir en un tiempo en el cual los que sobrevivan serán enseñados directamente por los hijos de Dios nacidos del Espíritu, en un camino que está basado totalmente en el amor y en un interés genuino por los demás. Es difícil para muchos creer en la Palabra de Dios. Pero quienes creemos leemos con alegría y esperanza estas palabras: “Hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él" (1 Juan 4:16).
Cuando la gente esté rodeada de amor, cuando se encuentre permanentemente protegida, guiada y confortada por quienes muestran un interés auténtico; la felicidad y “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” serán profundas. ¡Esta es la era que Dios está preparando! Esta es la clase de gobierno que el Dios viviente quiere que usted y yo aprendamos, en nuestra preparación para ayudar a Jesucristo en el ejercicio de su gobierno milenial.
En la epístola a los Hebreos, Dios nos dice que el hombre fue hecho “un poco menor que los ángeles” (Hebreos 2:7). El autor inspirado agrega: “Todo lo sujetaste bajo sus pies [del hombre]. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (v. 8). La indicación clara es que Dios quiere que finalmente todos los seres humanos lleguen a ser hijos de Dios, con pleno poder sobre el Universo, bajo la autoridad del Padre y de Jesucristo.
En su oración final Jesús pidió al Padre: “No ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17:20-22).
Si usted lee estos versículos honestamente, es evidente en su contexto que Cristo quería que sus santos fieles llegaran a ser “uno” con el Padre, así como Él y el Padre son uno. De manera que el verdadero futuro para quienes entreguen su vida a Dios, ¡es compartir todo el poder y la gloria de la Familia de Dios con el Padre y Jesucristo por toda la eternidad! Unidos, los verdaderos santos apoyarán a Cristo en su gobierno, en la enseñanza, en la sanidad, en la exhortación y en la bendición de los hijos e hijas de los hombres en toda esta Tierra.
Si lo logramos, vamos a poder interactuar de manera continua no solo con Jesucristo y el Padre, sino con los grandes héroes de la Biblia: Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Elías, Eliseo, David, Pedro, Pablo, Sara y Ruth... y tantos otros. Como seres espirituales en la Familia de Dios, compuesta de su Espíritu, vamos a poder servir, crear, planificar y trabajar junto a esos personajes; cuya historia hemos leído en la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios nos dice que nuestra relación con Dios no va a ser algo físico, como ocurrió en el monte Sinaí. Porque Dios afirma: “Os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los Cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” (Hebreos 12:22-23).
En ese maravilloso futuro, que pronto Jesucristo establecerá a su regreso, vamos a poder interactuar y compartir con los más grandes líderes de la Biblia y muchos otros siervos fieles, ¡los espíritus de hombres justos hechos perfectos para siempre!
Y en ese estado privilegiado, tendremos la maravillosa oportunidad de compartir el amor de Dios, la sabiduría de Dios y la preocupación auténtica de Dios por los que estarán bajo su gobierno en el milenio. ¡Dios quiera que este sea su futuro! ¡Que Dios nos ayude a todos a entender su maravilloso propósito para nuestra vida! ¡Y que Dios ayude a cada uno de nosotros a esforzarnos para desempeñarnos en amor y servicio en el inminente mundo de mañana!