¿Qué o quién es el anticristo? | El Mundo de Mañana

¿Qué o quién es el anticristo?

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Díganos lo que piensa de este folleto

¿Puede usted comprobar con la Biblia quién o qué es el anticristo profetizado? No se trata de algún tema esotérico. ¡De la comprensión de este tema y de lo que usted haga al respecto, depende su entrada en el Reino de los cielos y su capacidad para realizar la función que Dios tiene para usted!

En el mundo occidental que se hace llamar “cristiano”, están comenzando a ocurrir hechos espantosos. La destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York y la serie de guerras que han estallado desde entonces han traído la atención de millones  de personas sobre la profecía bíblica. Ahora se preguntan: “¿Cuál es el propósito de Dios en todo esto?”    

No hay duda de que los sucesos profetizados se están acelerando. Todos debemos “velar y orar”, como dijo Jesús, porque durante esta generación, tragedias terribles, inspiradas por Satanás, empezarán a afectar a buena parte de la humanidad. ¡Detrás de muchos de esos sucesos estará el “anticristo”!

Después del 11 de septiembre de 2001, muchos empezaron a preguntarse si aquel individuo siniestro, Osama bin Laden, sería el “anticristo” profetizado para el tiempo del fin. Un decenio antes, algunos sospecharon que el anticristo era Saddam Hussein. Antes de él, se habló de Mijaíl Gorbachov. Aun hoy, algunos consideran que Adolfo Hitler fue la personificación del anticristo.

En medio de tantas ideas y tanta confusión, ¿acaso podemos saber cuál es la verdad? ¿Se puede comprobar con la Biblia quién qué es el “anticristo” realmente?

Recuerde: La gente tiene toda clase de teorías sobre este tema. Hace algún tiempo, el líder evangélico Jerry Falwell opinó que el futuro anticristo probablemente será judío y que será de la tribu de Dan. Lo que el Sr. Falwell al parecer no entendía, es que la tribu israelita de Dan se separó de Judá, es decir de los “judíos”, hace miles de años ¡y hoy constituye un pueblo enteramente distinto!

Históricamente, la mayoría de los teólogos protestantes de generaciones pasadas suponían que el “anticristo” era el pontífice de Roma. El primer fundador humano del protestantismo, Martín Lutero, declaró el 18 de agosto de 1520: “Los aquí presentes tenemos la convicción de que el papado es la sede del real y verdadero anticristo” (The Prophetic Faith of Our Fathers [La fe profética de nuestros padres]LeRoy Froom. Vol. 2, pág. 121).

Más tarde, Juan Calvino, fundador de lo que se convirtió en la Iglesia Presbiteriana, dijo en su obra Institución de la religión cristiana: “ Paréceles a algunos que somos amigos de maldecir y muy atrevidos al llamar anticristo al romano pontífice. Mas los que dicen esto no comprenden que acusan a san Pablo de desvergonzado, pues nosotros hablamos de acuerdo con lo que él dice… En breves palabras demostraré que lo que dice el Apóstol [las palabras de Pablo en 2 Tesalonicenses 2] no puede entenderse sino del papado”.

¿Tenían razón estos líderes del cristianismo tradicional? O bien, ¿hay otra respuesta? Además, alguno preguntará: “¿Quién le da a usted el derecho de tener la razón? ¿Cómo puede saber usted la verdad, cuando tantos líderes del cristianismo tradicional están en desacuerdo?”

En el Salmo 111:10, la palabra inspirada de Dios nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor del Eterno. Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos. Su loor permanece para siempre”.

Muchos lectores de este folleto saben que los que laboramos en esta Obra de Cristo sí creemos que se deben guardar los mandamientos de Dios. Por tanto, hemos podido señalar, con anticipación, la mayor parte de los sucesos proféticos que han estado ocurriendo. Pero como dicen, “a las pruebas me remito”. ¡Los sucesos profetizados están avanzando rápidamente! Lo que les diré en este folleto se puede comprobar, pero hay que comparar lo que escribo aquí con lo que está en la Biblia y realmente estudiar los pasajes que citaré. Usted pronto verá que los acontecimientos mundiales, incluidos acontecimientos religiosos, se ceñirán al patrón que voy a describir. De este modo, ¡pronto usted sabrá quién tiene la razón respecto de este tema tan importante!

Investigar este tema del “anticristo” no es investigar un simple tema esotérico. El entendimiento correcto del tema podría ser absolutamente vital para su supervivencia y la de su familia en los próximos años. Lo que es más importante, ¡puede afectar el que usted sea o no parte de la primera resurrección a la venida de Cristo, y si podrá o no cumplir su papel dentro del Reino de Dios!

Veremos, probablemente en esta generación, aparecer en el escenario mundial un poderoso líder religioso. Realizará señales y prodigios impresionantes. Será la personificación final de aquello que la Biblia describe como el “anticristo”.

Sin embargo, y como veremos, tanto en el pasado como en la actualidad ¡ha habido muchos anticristos! Detrás de todos sus engaños está el “espíritu del anticristo”, es decir modos incorrectos de pensar y doctrinas falsas que han cegado a miles de millones de seres humanos, impidiendo que comprendan la verdad de Dios. La “doctrina” sobre el anticristo es algo que la mayor parte de los líderes religiosos en el mundo no entienden.

“¿Cómo así?” preguntarán algunos.

Es así porque Satanás el diablo existe como un ser muy real. Cristo lo llamó en dos ocasiones el “príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30). Satanás es el gran embaucador. El apóstol Juan señaló muy claramente que Satanás engaña a la gran mayoría de las personas: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12:9).

“¡Pero yo no estoy engañado!” dirán algunos. ¡No estén tan seguros!

¡Vamos a demostrar en este folleto lo que sin duda constituye el engaño más grande que Satanás ha impuesto en el cristianismo tradicional! El amplio engaño respecto del “anticristo” es solo la “punta del iceberg” en este fraude religioso inmenso que se ha perpetrado en nombre del “cristianismo”. Tan completa es la patraña, que miles de ministros y sacerdotes cristianos profesos también están engañados, y por consiguiente ¡no se dan cuenta de que están perpetuando una falacia! Jesucristo describió así a los falsos líderes religiosos de su tiempo: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:14).

 

Cómo han caído en el engaño

El engaño masivo se ha difundido tanto, y es tan convincente, porque muchos de sus preceptos “parecen buenos” en la superficie. La mayoría de los adeptos dicen que debemos creer en Cristo. Dicen que el cristiano debe manifestar amor, bondad, misericordia y paciencia, y que debe “hacer el bien” al prójimo. Que debe dar a los pobres y prestar apoyo a hospitales, caridades y hogares para madres solteras. Que el cristiano debe responder a la “ley del amor” de Jesús.

Todo esto suena bíblico. ¡Suena muy bien!

Pero hay más. Estas personas no dicen qué leyes de Dios debemos guardar ni cómo guardarlas. Hablan con sentimiento de que Cristo es el “Señor” de nuestra vida, pero inevitablemente se abstienen de explicar que si Jesús es el “Señor”, ¡entonces tenemos que obedecerle! Jamás nos dicen que Jesús siempre enseñó a obedecer la totalidad de los diez mandamientos.

En consecuencia, y debido a este engaño inspirado por Satanás, muchas de las guerras más cruentas de la historia moderna se han librado entre naciones en Europa que se dicen “cristianas”. Los obispos de un lado bendecían a sus tropas que se preparaban para la batalla. Los obispos del otro lado hacían otro tanto. Luego, millares de jóvenes, muchos menores de veinte años, subían precipitadamente por alguna colina para atravesar a tiros o a bayoneta a otros jóvenes ¡que a menudo pertenecían a su mismo cuerpo religioso! Todos eran supuestamente “cristianos”. Todos eran supuestamente el “cuerpo de Cristo”, la Iglesia de la cual Jesús es la Cabeza viva y activa (Efesios 1:22–23).

¿Se siente usted algo “incómodo” leyendo esto? ¡Espero que sí! Y lo que es más importante, espero y ruego que lo haga pensar. Muchos nos criamos dentro de alguna iglesia tradicional y hemos aceptado nuestras creencias religiosas sin cuestionar, suponiendo que debíamos seguir la corriente, mezclarnos con este mundo y llevar una vida más o menos decente y “respetable”. Este, precisamente, ha sido el engaño en que hemos caído muchos… y me incluyo, en tiempos pasados. Así llegamos a creer en un evangelio falso, un modo de vida errado ¡y un “Jesucristo” diferente!

 

Satanás desea que usted “no acierte”

Una de las palabras griegas para “pecado” en el Nuevo Testamento significa “no acertar”. A Satanás le complace que “creamos” en Dios y Cristo siempre y cuando él mantenga el control sobre nosotros para asegurar que “no acertemos”. Su objetivo es mantenernos fuera del venidero Reino de Dios, que lo remplazará a él con sus demonios. Esto lo hace cegándonos ¡para que no veamos lo que realmente está ocurriendo! Dios inspiró al apóstol Santiago para que escribiera: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19).

Enseguida, Santiago explica que el verdadero cristiano debe no solo creer en Dios, sino entregarle su voluntad y hacer lo que Dios manda (vs. 20–23). Santiago escribe: “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (v. 24).

“¿Justificados por obras?” Así es: ¡por fe acompañada de obras! Lea el versículo 24. Este deja muy en claro que el verdadero cristianismo es más que aceptar con fe la muerte de Cristo (la cual es un don gratuito de Dios) como paga total por nuestros pecados. Cuando aceptamos el sacrificio de Cristo, también debemos hacer un “pacto con nuestro Creador” en el cual nos comprometemos a dejar de pecar y a entregarnos de verdad para que Cristo pueda vivir su vida de obediencia en nosotros por medio del Espíritu Santo. La palabra inspirada de Dios nos dice: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Por tanto, debemos arrepentirnos del pecado, arrepentirnos de quebrantar la ley espiritual de Dios, que es el Decálogo. Esto implica llevar una vida de obediencia humilde, es decir de guardar las leyes y mandamientos de Dios.

Comprendamos que nadie puede merecer la salvación. ¡Esta es un regalo que Dios nos da! La verdadera gracia de Dios conduce al regalo, o don, de la salvación (Efesios 2:8–10; Romanos 6:23). Los que estén dispuestos a obedecer a Dios (Hechos 5:29, 32), y que se hallen bajo la verdadera gracia, serán “hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). La gracia de Dios no elimina la necesidad de obedecer y de guardar sus mandamientos. El apóstol Pablo advirtió que es posible que “recibáis en vano la gracia de Dios” (2 Corintios 6:1). El apóstol Pedro exhorta así a los cristianos: “Esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13), pero prosigue expresando la esperanza de que lo hagamos “como hijos obedientes” (v. 14; ver también v. 2).

Cuando los hombres tuercen astutamente el concepto de “gracia” enseñando una “gracia barata” sin verdadero arrepentimiento del pecado, ¡están predicando la esencia misma de la doctrina del anticristo! Por este concepto falso, millones de cristiano profesos han pasado la vida desobedeciendo constante y habitualmente los diez mandamientos, ¡pero creyéndose “buenos cristianos”!

El apóstol Judas advirtió contra este engaño. “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3–4).

Notemos: Judas habla de maestros falsos que se valen de la idea de “gracia” como si fuera “libertinaje”, o ¡licencia para desobedecer las leyes de Dios!

Algunos protestarán: “¡Pero el ministro mío jamás haría semejante cosa!”

Lo siento, amigos, pero es muy posible que su sacerdote o ministro verifique lo que estoy diciendo si usted le hace la siguiente pregunta: “Pastor, ¿exige Dios que los verdaderos cristianos guarden los diez mandamientos?” Si hace la pregunta directamente en esas palabras, la mayoría de los ministros responderán algo incoherente sobre “la gracia salvadora”. Quizá agreguen enseguida que los diez mandamientos son una buena guía pero que “no es preciso guardarlos porque somos salvos por la gracia”.

Si usted insiste en una respuesta más clara, quizá él o ella intente evadir el punto señalando los mandamientos “nuevos” de Jesús. O posiblemente dirá sin ambages lo que casi toda la teología tradicional enseña: que los diez mandamientos quedaron “clavados en la cruz” cuando Cristo murió; o bien, que el apóstol Pablo los “eliminó” de algún modo. Este es el meollo de la doctrina del anticristo, tal como explicaremos un poco más adelante.

¿Cómo así?

¿Y por qué es tan grave el asunto? Porque genera una “sociedad sin ley”, una sociedad apartada de Dios, ya que el Decálogo representa el carácter de Dios. Dios tiene el extraordinario propósito de poner su “naturaleza divina” dentro de nosotros por medio del Espíritu Santo (2 Pedro 1:4). Esto implica que cumplamos un proceso de crecimiento y superación espiritual a fin de reflejar el carácter de Dios y ser aptos para gobernar con Cristo en su Reino venidero. Jesús lo dice directamente: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre” (Apocalipsis 2:26–27).

 

Una doctrina de desobediencia

Dios está preparando a sus verdaderos santos para que remplacen a Satanás y sus demonios en el gobierno sobre la Tierra. Por ahora, Satanás es el “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). Es el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2).

Sin embargo, el apóstol Pablo nos dice: “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Corintios 6:2–3).

¿Por qué no ha oído usted más sobre este impresionante propósito de que los verdaderos cristianos ejercerán el gobierno en el futuro? Porque Satanás quiere obstruir este conocimiento, impidiendo que llegue a los humanos, de modo que no podamos remplazarlo a él y a sus demonios en el gobierno sobre la Tierra. Es así como el “padre” de la mentira (Juan 8:44), ha engañado a la gran mayoría de las personas, entre ellas a dos mil millones de cristianos profesos, en lo referente al propósito de Dios para el hombre y en el modo de cumplir ese propósito.

Entre los engaños de Satanás, ninguno es tan grande como su metódico plan para la  “falsificación del cristianismo”. Los apóstoles sabían que esto ocurriría. Pablo advirtió: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá [Cristo] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.… Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tesalonicenses 2:3, 7–8).

Observe que ese falso sistema religioso se describe como el “misterio de la iniquidad”. Poco antes del regreso de Cristo, el sistema estará encabezado por un personaje llamado el “hombre de pecado” o el “inicuo”. Este individuo, capaz de hacer “prodigios mentirosos” (v. 9), aparece en otros pasajes de las Escrituras como el gran “falso profeta” realizador de milagros (Apocalipsis 13:13; 19:20).

Ahora bien, Pablo dijo que ese falso cristianismo “ya está en acción”. Lo estaba cuando él escribió estos versículos y continúa estándolo hoy. Los defensores del sistema de iniquidad hablan de amor y del Señor, ¡pero dejan por fuera las firmes instrucciones de Cristo de que guardemos los mandamientos de Dios! Sabemos que cuando un joven le preguntó a Jesús el camino a la vida eterna, la respuesta fue esta: “Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). Enseguida, Jesús nombró algunos de los diez mandamientos. Además, en su sermón del monte nos dice: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5:19).

¿Quién puede tener autoridad para eliminar esta clara enseñanza de Jesucristo? ¿La tiene su ministro? ¿O su iglesia?

Nuevamente, Pablo advirtió a los cristianos de su época: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11:4). Sin darnos cuenta, la mayoría crecimos oyendo hablar de “otro Jesús”, de “otro espíritu”, y definitivamente, ¡de “otro evangelio” diferente del que predicaron Jesús y los apóstoles!

De nuevo preguntamos: ¿Por qué?

¡Porque Satanás se ha valido de cuanta estratagema existe para hacer creer en la “doctrina del anticristo”! Si usted está dispuesto a afrontar la realidad, si realmente desea cumplir el propósito para el cual nació, es necesario que comprenda qué es aquella doctrina ¡y que la evite a toda costa!

El propio Jesús nos advirtió: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:4–5). Notemos que los engañados serán “muchos”. Engañados ¿de qué manera? Estarán engañados porque “muchos” falsos profetas vendrán “en el nombre de Jesús”. ¡Entiéndanlo! ¡Emplean el nombre de Jesús para engañar! Vienen como predicadores y maestros “cristianos”, pero su mensaje es a todas luces contrario al mensaje predicado por Cristo.

¡Como el paquete trae el sello de “Cristiano” en el exterior, la mayoría de las personas dan por sentado que Cristo aprueba lo que hay en el interior! Estas personas son engañadas en sus buenas intenciones porque no estudian la Biblia a fondo. No lo han “probado todo”, como Dios manda, y por eso se dejan arrastrar por un “cristianismo” falso basado en la doctrina del “anticristo”.

La palabra “anticristo” figura por primera vez en 1 Juan 2:18: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo”. Primero, vemos al “anticristo” que los cristianos conocían de oídas. Se trata, desde luego, del “inicuo” sobre el cual Pablo escribió y del “falso profeta” de Apocalipsis. No obstante, algunos identifican al anticristo erróneamente como el futuro dictador mundial y sistema político que se denomina la “bestia” en la profecía bíblica. Sin embargo, no hay que olvidar que el verdadero “poder detrás del trono” es la misteriosa “ramera” de Apocalipsis 17 y que esta mujer caída está “sentada” sobre la bestia del Apocalipsis, lo que indica que la controla.

 

La ramera de Apocalipsis 17

Millones de personas, entre ellas muchos teólogos, se muestran desconcertados por la misteriosa “ramera” de Apocalipsis 17. Sin embargo, la Palabra de Dios dedica casi un capítulo entero, además de otras referencias, a este tema importante. ¿Quién es la “ramera” y qué tiene que ver con el anticristo?

Sea quien sea esta gran “ramera”, tiene mucho poder. Ha causado la muerte de incontables millones en el pasado y millones más morirán por su mano en el futuro. Está destinada a trastornar la vida de todos en los tiempos del fin, ¡incluidos muchos de los que leen este folleto! Esta ramera aparece sentada sobre un sistema que abarca muchas naciones y pueblos: “Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (Apocalipsis 17:15). ¡Esta ramera perdurará hasta la segunda venida de Cristo! La palabra de Dios menciona “diez cuernos” o diez reyes (v. 12) que surgirán en ese tiempo: “… Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (vs. 14, 16).

Los teólogos y comentaristas de la Biblia procuran ser “políticamente correctos” en sus referencias a esta gran ramera. Veamos, por ejemplo, este comentario del Expositor’s Bible Commentary, Vol. 12, págs. 553–554: “En un sentido importante, la interpretación de este capítulo controla la interpretación de todo el libro del Apocalipsis. Para la mayoría de los exegetas, Babilonia representa la ciudad de Roma. La bestia simboliza el Imperio Romano en su totalidad, con sus súbditos, provincias y pueblos. Los siete montes (v. 9) son las siete dinastías selectas de los emperadores romanos de Augusto a Domiciano. Los diez reyes son jefes de estados menores que, en estado de agitación, anhelarán escapar de la tiranía de la potencia colonizadora. La predicción de Juan sobre la caída de Babilonia es su anuncio de la disolución inminente del Imperio Romano en todos sus aspectos”.

Los comentaristas identifican correctamente a Babilonia con la ciudad de Roma, pero generalizan que “los antiguos lectores cristianos entenderían que siempre que estuvieran amenazados de muerte por cualquier potencia temporalestaban en realidad frente a la sanguinaria prostituta madre que Dios estaba a punto de juzgar y destruir de una vez por todas” (pág. 557).

Si bien comprenden la identidad correcta de “Babilonia”, estos eruditos, como la mayoría hoy, no ven que la “mujer”, la gran ramera, está “sentada” sobre la bestia (Babilonia moderna). Ella se presenta claramente como alguien diferente de la bestia (el imperio con diez reyes finales que entregan su poder u autoridad a un superdictador, el cual también se llama la “bestia”). ¡Es obvio que la mujer no puede estar “sentada” sobre la bestia y al mismo tiempo ser la bestia!

Ahora bien, muchos especialistas sí reconocen que la bestia de Apocalipsis 17 es el Imperio Romano y sus diversas restauraciones. Para una explicación fascinante y completa de la identidad de esta “bestia” de Apocalipsis 17, lo invitamos a solicitar un ejemplar de nuestro folleto titulado La bestia del Apocalipsis. Se lo enviaremos absolutamente gratis a vuelta de correo.

 

¿Quién es esta “mujer”?

En todo el Nuevo Testamento, el término “mujer” se emplea como símbolo de una iglesia. Por ejemplo, el apóstol Pablo le escribe a la Iglesia de Dios en Corintio: “¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme. Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:1–2). Es claro que la iglesia verdadera se describe aquí como una mujer: la prometida del esposo, quien es Jesucristo.

En Efesios 5:23–24, Pablo escribe: “El marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. De nuevo, la analogía identifica claramente a la Iglesia verdadera como una mujer, una esposa que se somete a su esposo, Cristo. Y en Apocalipsis 12:1–5, leemos acerca de la “mujer”, que esta vez es la antigua nación de Israel, la “iglesia en el desierto” (Hechos 7:38) empleada por Dios para traer al mundo al Mesías: “un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones”.

El versículo 5 de Apocalipsis 12 continúa con la narrativa de “la mujer”. Ahora es la Iglesia del Nuevo Testamento y la vemos huyendo “al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios”. Los versículos siguientes muestran aun más claramente que esta “mujer” es, de hecho, la verdadera Iglesia de Dios, protegida por el propio Dios contra la ira de Satanás.

ahora bien, cuando llegamos a la “mujer” de Apocalipsis 17, ya debe ser muy obvio, si permitimos que la Biblia interprete sus propios símbolos, ¡que la mujer a la que este versículo se refiere es una iglesia! Se trata, sin embargo, de una iglesia “sentada sobre una bestia escarlata” (v. 3). Es una verdadera “ramera” espiritual. Ha entablado relaciones de adulterio con los líderes y reyes del mundo (v. 2), y los habitantes de la Tierra se han “embriagado” espiritualmente con sus falsas enseñanzas. Ella es una iglesia “madre” que da a luz más “rameras” espirituales (v. 5). Y tal como se indica en este mismo versículo, se mueve entre “misterios”, de la misma forma en que lo hicieron las antiguas religiones paganas que la precedieron.

 

Una iglesia que persigue a los verdaderos cristianos

Por otra parte, esta “mujer” es una iglesia perseguidora. El apóstol Juan escribió: “Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (v. 6).

Ruego a los lectores que reflexionen sobre esto.

¿Quién es esta gran mujer caída, esta iglesia poderosa que ha estado y volverá a estar “ebria de la sangre de los santos”? Obviamente, persigue a los cristianos verdaderos, los verdaderos “santos” de Dios que se identifican en Apocalipsis 14:12: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.

En contraste con la Iglesia de Dios respetuosa de los mandamientos, esta gran iglesia apóstata y sus iglesias “hijas” rechazan la necesidad de cumplir el Decálogo como modo de vida. En su ebriedad espiritual, se desvían de la clara enseñanza de Jesús: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17).

¿Hay alguna constancia histórica de una gran iglesia que persiguió a millones de personas durante la Edad Media? ¿Existió una iglesia así?

En su bien documentado libro, Una Mujer Cabalga La Bestia (págs. 243–244), Dave Hunt describe lo que hizo esta “mujer” durante varios siglos en la Edad Media:

“Fue así como el catolicismo romano llegó a ser la fe más perseguidora que el mundo haya conocido… [ordenando] que el Trono impusiera la religión cristiana [católica] en todos sus súbditos. Inocencio III asesinó a un número mucho mayor de cristianos en una tarde… que cualquier emperador romano en todo su reinado. Will Durant escribe sin ambages: ‘En comparación con la persecución de herejes en Europa de 1227 a 1492, la persecución de cristianos por parte de los romanos en los primeros tres siglos después de Cristo fue un proceso leve y humano.

Con todas las concesiones que se le exigen al historiador y se le permiten al cristiano, tenemos que clasificar la Inquisición, junto con las guerras y persecuciones de nuestros tiempos, entre las manchas más oscuras en los anales de la humanidad, las cuales revelan una ferocidad desconocida para cualquier fiera’”.

Así, cuando Juan vio a la “mujer” o iglesia apóstata “ebria de la sangre de los santos”, la visión no era una exageración. Incluso, veintenas de autores católicos han expresado su desconcierto ante cosas que su iglesia practicó durante cientos de años. Con las muchas constancias que se tienen —sacerdotes que cometen sodomía con varones jóvenes, muchos papas con amantes ni siquiera disimuladas y con hijos ilegítimos por toda Italia, y altos cargos de la iglesia que se ofrecían y compraban por dinero— ha parecido a muchos historiadores objetivos, que esta poderosa iglesia fue la personificación misma del mal en casi todos los aspectos.

 

El “cuerno pequeño” de Daniel

El profeta Daniel representó este vil sistema religioso como un “cuerno pequeño”. Después de citar cuatro grandes reinos que gobernarían sobre el mundo gentil (Babilonia, Medo-Persia, el Imperio Greco-Macedonio de Alejandro y finalmente Roma), Daniel describe un “cuerno pequeño” que se levanta entre las primeras restauraciones del Imperio Romano: “Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (Daniel 7:8).

En los versículos 25 a 27 del mismo capítulo, Daniel describe las acciones de este “cuerno pequeño” que “hablaba grandes cosas”, su duración hasta el regreso de Cristo y su imperio sobre las naciones: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”.

Observemos que este “cuerno pequeño” es diferente del imperio pagano (v. 24), ya que es, de hecho, ¡un imperio religioso! Observemos también que el líder humano de este vil sistema habla “palabras contra el Altísimo”, perseguirá a los verdaderos cristianos y se propondrá cambiar los tiempos y las leyes. La Iglesia Católica Romana ha hecho precisamente eso, tal como lo predijeron las Escrituras. Enseña que los diez mandamientos quedaron supeditados a la autoridad eclesiástica y que esta podía, por su propia autoridad, cambiar el reposo del séptimo día ordenado por Dios (Éxodo 20:8–11; Hebreos 4:9–11), para imponer en lugar del sábado, el pagano “día del sol”.

El conocido historiador contemporáneo Will Durant escribe: “El carácter solemne del sábado judío se trasladó al domingo cristiano que lo remplazó en el siglo segundo” (La historia de la civilización, vol. 3, 1972, pág. 599). ¿Cómo ocurrió semejante cosa? Un curso de estudio católico nos dice que “la Iglesia [Romana] trasladó la obligación del sábado al domingo” (El padre Smith instruye a Jackson). La publicación Catholic Mirror se mostró de acuerdo: “La Iglesia Católica… en virtud de su misión divina, cambió el día sábado al domingo” (23 de septiembre de 1893). Si usted desea saber más sobre el verdadero día de reposo que la Biblia enseña, lo invitamos a pedir nuestro sorprendente e informativo folleto titulado, ¿Cuál es el día de reposo cristiano?

 

El papado en profecía

Como hemos visto, el “cuerno pequeño” de Daniel describe a la iglesia falsa y en especial a su vocero, el papa, como alguien que habla “grandes cosas”. En el Nuevo Testamento, Dios inspiró al apóstol Juan para que describiera la “resurrección” de la bestia final, el Imperio Romano (Apocalipsis 13:1–10). Luego, los versículos 11 a 14, dicen que sube “otra bestia” parecida a un “cordero” (Es decir que simula ser Cristo) pero habla como “dragón”: Satanás el diablo (Apocalipsis 12:9). Este falso profeta, extremadamente astuto y siniestro, “ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada” (Apocalipsis 13:12). En otras palabras, ¡el falso profeta es capaz de influir en la mayor parte de la humanidad haciéndola reverenciar y obedecer al restaurado Imperio Romano!

Enseguida leemos: “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió” (vs. 13–14).

A medida que este sistema se desarrolla, aparecerá un “hombre de pecado” que tomaría para sí, audazmente, títulos y facultades que pertenecen exclusivamente a Dios. Se sentará como un “dios” en el templo de Dios, asumiendo algunos de los mismos títulos de Dios. De hecho, aunque Jesús le dijo “Padre Santo” a Dios, los católicos le dicen al papa el “santo Padre” y el “vicario de Cristo”, ¡que significa literalmente “en el lugar de Cristo”!

Dave Hunt describe así las blasfemas pretensiones del papado:

“La sumisión total que exige Roma la han expresado muchos papas, pero ninguno lo expresó más claramente que Nicolás I (858–67):

Es evidente que los papas no pueden ser atados ni desatados por ningún poder terrenal, ni siquiera por el del apóstol [Pedro], si regresare a la Tierra; como Constantino el Grande ha reconocido que los pontífices ocupaban el lugar de Dios en la Tierra, no pudiendo ser la divinidad juzgada por hombre vivo alguno, nosotros somos, pues, infalibles, y cualesquiera que sean nuestros actos, no rendimos cuentas de ellos sino a nosotros mismos’” (A Woman Rides the Beast [Una mujer cabalga sobre la bestia], págs. 153–154).

¡Los papas han dicho que ellos ocupan “el lugar de Dios en la Tierra”! Y lo que más asusta es que continúan diciendo lo mismo… y en nuestro mundo supuestamente “moderno” continúan saliéndose con las suyas. Como la Iglesia Católica Romana es una entidad tan poderosa y omnipresente, los medios de comunicación suelen andar “sobre cáscaras de huevo” cuando atacan las aseveraciones de los papas y el clero, por extravagantes y blasfemas que sean.

¿En qué forma afectará su vida todo lo que acabamos de explicar?

 

La bestia y la mujer reunidas

¡Pocos se dan cuenta de que el “Sacro” Imperio Romano está resurgiendo ante nuestros ojos! En la mayor parte de Europa continental hay una gran presión en favor de la unidad europea. Uno de los protagonistas en este juego de ajedrez político no es otro que el mismo papa.

En su publicación tan detallada como reveladora titulada The Principality and Power of Europe [El Principado y el Poder de Europa] (págs. 36–37), el autor británico Adrian Hilton explica lo que está ocurriendo:

“Estando de visita en Austria en 1983, el papa se pronunció contra las fronteras nacionales y artificiales en toda Europa. Dijo además:

Los europeos deben superar las amenazantes confrontaciones internacionales entre estados y alianzas, y crear una nueva Europa unida desde el Atlántico hasta los Urales’.

En 1988, retomó este tema al dirigirse al parlamento europeo en Estrasburgo, ocasión en la cual muchos preguntaron por qué un líder percibido como espiritual se ocupaba de temas de unidad política. El diario Sunday Telegraph, en 1991, resumió así los planes papales para la ‘evangelización’ de Europa:

Él está tranquilamente preparándose para asumir el manto que solemnemente cree ser su derecho divino: el del nuevo Sacro Emperador Romano, que reina desde los Urales hasta el Atlántico’”.

Aunque la Biblia ciertamente no indica que el último papa será el “emperador” de este restaurado Sacro Imperio Romano, sí muestra que él será el “poder detrás del trono”. Como lo indica claramente Dios, el futuro falso profeta “hace” matar a los que no adoren este sistema (Apocalipsis 13:15). Entonces, al igual que muchos papas en la Edad Media, ¡este se valdrá del poder del estado, la “bestia”, para imponer su voluntad sobre todo el mundo occidental!

¿Recuerdan lo que ocurría bajo Hitler? Tocaban a la puerta, y la policía del estado apresaba al padre o la madre y se lo llevaba por decir o hacer algo “políticamente incorrecto”. ¿Cree usted que no puede ocurrir de nuevo? Si piensa así, ¡no podría estar más equivocado!

El Dios que nos da vida y aliento describe claramente cómo la mujer “se sienta” nuevamente sobre la bestia. La mayoría de las personas no comprenden que las enseñanzas y falsas prácticas de esta “mujer” caída se han difundido por todo el mundo. Eso es precisamente lo que escribió por inspiración el apóstol Juan: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12:9).

Los protestantes y evangélicos, aun los sinceros, también se han embriagado espiritualmente con el paganismo de este sistema: “Y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación” (Apocalipsis 17:2). Lo que cada lector debe comprender es que Satanás es el “dios” invisible del mundo actual (2 Corintios 4:3–4) y que “todas las naciones” se encuentran espiritualmente embriagadas.

Refiriéndose a este sistema y a las “hijas” rameras que salieron de la “madre” Roma, la respetada publicación Critical and Experimental Commentary [Comentario crítico y experimental] dice lo siguiente:

“No solamente Roma, sino la cristiandad en general, igual que Israel en general, se ha convertido en ramera… La amplia extensión por todo el mundo, y la conformidad interna a ella —mundanalidad en extensión y en contenido— quedan simbolizadas en el nombre de la ciudad mundial: ‘Babilonia’” (Vol. 6, pág. 710).

 

Ecumenismo: ¿prostitución religiosa?

Las noticias de actualidad están llenas de referencias al movimiento ecuménico. Un titular dice así: “Líderes católicos y ortodoxos orientales renuevan conversaciones”. Otro dice: “Se forja alianza entre episcopales y luteranos”. Más y más iglesias protestantes intentan reunirse, y varias están preparándose a regresar a la “madre”, la Iglesia Católica. Respecto de las conversaciones entre católicos y ortodoxos orientales, un artículo publicado el 9 de julio de 2000 en el San Diego Union-Tribune informó:

“Con el tiempo, las iglesias podrían resolver incluso sus antiguas disputas sobre la jurisdicción papal, dijo el reverendo Robert Stephanopoulos, decano de la catedral griega ortodoxa en Nueva York y veterano en materia de reuniones ecuménicas.

‘Podría suceder con cierta rapidez en un aspecto, pero cuando digo con cierta rapidez, estamos hablando contra el telón de fondo de mil años,’ dijo”.

Este reconocimiento de la autoridad papal podría ocurrir mucho más pronto de lo que se imagina Robert Stephanopoulos. Tal como ocurrió cuando las naciones de Europa oriental comenzaron a separarse de la Unión Soviética, ¡a veces parece que los sucesos mundiales se producen de la noche a la mañana! Si es así, podrían sumarse cientos de millones de miembros más a la Iglesia Católica en los próximos años con el regreso de las hijas a la manada.

La pequeña Iglesia de Dios, dispersa aquí y allí en pequeños grupos, parecerá como una diminuta mota en comparación. Sin duda precisaremos entendimiento, fe y valentía para salir adelante en los años de prueba que nos esperan. Jesús dijo: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24).

En el futuro, veremos una presión creciente ejercida por el papa y otros por convertir a Jerusalén en una “ciudad internacional”, quizá bajo el control conjunto del Vaticano y las Naciones Unidas o alguna otra entidad internacional. La presión inexorable del movimiento ecuménico también se intensificará. La gran madre iglesia llamará a sus “hijas” con más y más fervor, diciéndoles que “regresen a casa”.

En los próximos años, aparecerá en el escenario la “segunda” bestia de Apocalipsis 13. Leemos sobre este individuo en Apocalipsis 13:11–14: “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió”.

Este futuro líder religioso, aunque lleno de poder, tendrá el aspecto de un “cordero”. Apocalipsis 14 presenta a Cristo como el “Cordero”. ¡Entonces este futuro líder religioso se parecerá a Cristo! Pero el apóstol Juan dice que habla como dragón. Y en Apocalipsis 12:9, el apóstol Juan inspirado por Dios escribió lo siguiente: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.

Aquí en el libro del Apocalipsis, Satanás queda identificado claramente como el “dragón”. Este falso profeta se presentará, pues, ante miles de millones de personas como una figura semejante a Cristo… ¡pero su mensaje será el de Satanás! El carismático líder hará “grandes señales”, al punto de hacer bajar fuego del cielo. En 2 Tesalonicenses 2 se describe como el “hombre de pecado” que “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (vs. 3–4). El futuro líder religioso, según dice la Biblia, ¡será objeto de adoración por parte de sus seguidores!

Sabemos que este individuo hará su aparición unos años antes de la segunda venida de Cristo, porque Cristo lo “matará” “con el resplandor de su venida” (v. 8). A este personaje también se le llama el “inicuo”. En el versículo 7, Pablo escribe: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio”.  Pablo estaba hablando de un hombre y de todo un sistema religioso que encabeza el “misterio de la iniquidad” que va en contra de las leyes de Dios, las quebranta con regularidad y así enseña a los demás.

Al igual que en Apocalipsis 13, el “advenimiento [del inicuo] es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:9–10).

Todos debemos comprender que nos hallamos en una guerra espiritual. Las fuerzas de Satanás están actuando con rapidez para alcanzar sus objetivos. En los próximos años, bajo la influencia de Satanás y con las facultades limitadas que Dios le permite ejercer como “príncipe de la potestad del aire”  (Efesios 2:2), las fuerzas del diablo ejercerán un poder sin precedentes por medio de un sistema político-religioso bajo su control. Lo harán en nombre del “cristianismo”. Muy pocos líderes protestantes, ortodoxos u otros tendrán la fe y el valor para oponer resistencia a esta fuerza arrolladora. Se impondrá la temida “señal de la bestia” y se empezará una horrenda persecución de los cristianos auténticos: los verdaderos santos de Dios.

 

¡Muchos anticristos!

Hemos visto lo que dice la Biblia sobre “el anticristo”. Pero es aun más importante tomar nota de estas palabras inspiradas de Juan: “Ahora han surgido muchos anticristos” (1 Juan 2:18). Debe ser claro, pues, que el término “anticristo” no se refiere exclusivamente al falso profeta, si bien este será indudablemente el principal vocero para enseñar las doctrinas del anticristo. Hoy la mayoría de los especialistas reconocen que “anticristo” significa sencillamente un espíritu o persona opuesta a Dios.

El apóstol Juan prosigue hablando de los muchos que son “anticristo”, diciendo: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (vs. 22–24). En la cita anterior podemos observar que por inspiración divina, el apóstol Juan advirtió a los cristianos que retuvieran las enseñanzas originales que habían recibido: “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros”. Este “permanecer” implica obedecer las enseñanzas directas de Cristo respecto de la ley de Dios.

Desde el principio, Cristo les enseñó a sus seguidores a “guardar los mandamientos”. Les había advertido constantemente que no emplearan su nombre a la vez que desobedecían sus enseñanzas. En una ocasión dijo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46). Y también: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Nosotros “permanecemos” en Cristo y en el Padre al obedecer a Dios y vivir tal como vivió Jesús: por cada palabra de Dios. Jesús explicó: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:23–24).

La primera epístola de Juan se refiere luego al “espíritu del anticristo” en mayor detalle: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (Juan 4:1–4).

Es obvio que una clave vital para entender las enseñanzas del anticristo es reconocer que esta falsa doctrina no reconoce la plena humanidad de Jesucristo. No reconoce que Cristo realmente “ha venido en carne”.

“¿Por qué?” preguntarán algunos. ¿Qué hay de especial en que Cristo viniera “en la carne”?

Primero, debemos comprender por qué Satanás se empeña en engañar a las personas y hacerlas desobedecer la ley divina, o Decálogo. Quebrantar así la ley es pecar, ya que “el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Por otra parte, “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Si Satanás logra de alguna manera que los humanos desobedezcan a Dios en vez de permitir que Dios forje su propia naturaleza y carácter en ellos, entonces los hombres y mujeres desobedientes seguirán estando bajo la pena de muerte. Apartados de Dios, no podrán prepararse para ser reyes y sacerdotes cuando Cristo venga a reinar en la Tierra (ver Apocalipsis 5:10) y, por consiguiente, no podrían remplazar el gobierno actual de Satanás y sus demonios.

 

Argumentos diabólicos

Para que los humanos ni siquiera intenten guardar los mandamientos divinos, ¡Satanás se vale de la doctrina del anticristo promoviendo así la idea de que la humanidad es incapaz de guardarlos! Las enseñanzas de la Iglesia Católica y de la mayor parte de las iglesias protestantes minimiza de hecho la humanidad de Cristo, dando a entender de diversas maneras que Él no estuvo plenamente “en la carne”. Su teología lleva a la conclusión de que Él no estuvo realmente sujeto a las “tentaciones de la carne” como lo estamos nosotros, y que no solamente no fue tentado como nosotros, sino que no era capaz de pecar. Según lo entienden ellos, Cristo no estaba realmente dándonos un ejemplo en forma plenamente humana. Satanás se empeña en hacernos creer que no podemos guardar los mandamientos de Dios ¡y que Jesucristo no podía quebrantarlos ni pecar!

La Iglesia Católica lleva esta idea aún más allá. Enseña, falsamente, que con excepción de la “Virgen María”, todos los humanos desde Adán y Eva han nacido con el “pecado original”, incapaces de guardar los mandamientos de Dios. Solamente María, dice la doctrina católica, estuvo protegida por una “Inmaculada Concepción” y llevó una vida perfecta y sin pecado que le permitió convertirse en la “Madre de Dios”. Según esta doctrina, María habría podido pecar, pero no lo hizo, y nuestro Salvador no pecó y no habría podido hacerlo. Si así fuera, entonces María, y no Jesucristo, sería nuestro ejemplo de cómo llevar una vida humana sin pecado. ¡Es una ofensa contra nuestro verdadero Salvador!

El libro de Hebreos nos dice: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (2:18). Y también: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (4:15). ¿Se debió esto a algún superpoder suyo? Estando en carne humana ¿era Jesús “plenamente Dios”? La verdad es que Él fue el Personaje que estuvo con el Padre desde el principio: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (Juan 1:1). Y más tarde, “aquel Verbo fue hecho carne” (v. 14).

Muchos pasajes de las Escrituras revelan claramente que, estando en la carne, Jesús no ejercía el mismo poder ilimitado que había ejercido antes de su encarnación. Por ejemplo, el Evangelio de Marcos nos dice que cuando Jesús llegó a su ciudad, a causa del escepticismo de sus propios familiares y vecinos: “no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos” (Marcos 6:5). El propio Jesús lo dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30). Estando en la carne, Jesús ejerció la opción de no sanar a la gente en un ambiente donde no había fe.

Siendo plenamente humano, Jesús fue tentado “en todo” igual que nosotros, pero no pecó. Por tanto, ¡es claro que hay una manera de que nosotros también guardemos los diez mandamientos estando plenamente en carne humana! ¿Cómo? ¡Tal como lo hizo Jesús! Hebreos dice que “Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (5:7). Si Jesús tuvo que rogar y suplicar con lágrimas al Padre para que lo “librara de la muerte”, debe ser evidente que realmente estaba en carne humana… y que, de la misma manera, ¡nosotros también debemos suplicar a Dios que nos dé su ayuda! Entonces Jesús dio un “ejemplo” para nosotros al guardar los diez mandamientos estando en la carne. Tenemos un Salvador y un Sumo Sacerdote que comprende plenamente las tentaciones de la naturaleza humana con la cual nosotros luchamos. Mediante su Espíritu en nosotros, tal como veremos, Cristo nos dará el poder para vencer la tentación y guardar los mandamientos ¡aun siendo plenamente carne humana!

La doctrina del anticristo dice todo lo contrario. Aunque Satanás tiene la astucia de no enseñarle a la gente directamente a pecar, la doctrina del anticristo abre la puerta para que los individuos engañados quebranten continuamente y con impunidad uno o más mandamientos, sintiéndose, sin embargo, “buenos cristianos”.

 

Una enseñanza universal

Un hábil razonamiento, que se enseña en la mayoría de los seminarios del mundo, dice algo así: Como la ley de Dios es espiritual y nosotros somos solo físicos, no podemos guardar la ley santa y justa de Dios. Cristo tuvo que guardarla por nosotros. Ahora basta que nosotros “aceptemos a Cristo”, y de algún modo la justicia de Él se “atribuye” a nosotros, sin la necesidad de hacer obras de justicia.

El anterior razonamiento depende de toda una serie de errores y perversiones al leer los escritos del apóstol Pablo. Los teólogos “tuercen” hábilmente decenas de versículos de las cartas paulinas para que contradigan las enseñanzas claras de Jesucristo, de Juan, que fue su discípulo más cercano, y de su hermano Santiago. Por esta razón, entre otras, Martín Lutero dijo que el libro de Santiago era una “epístola de paja”. Lutero odiaba el hecho de que Santiago enseñara la obediencia a los diez mandamientos (ver Santiago 2:8–12).

El apóstol Pedro nos advirtió por inspiración que “Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3:15–16). Efectivamente, Pedro dijo que los hombres “torcerían” los escritos de Pablo ¡para su propia perdición! La advertencia inspirada prosigue así: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (v. 17).

¿Una advertencia de no dejarse arrastrar por los “inicuos”? Así es. Pedro sabía que esta era la manera como personas engañadas “torcerían” los escritos de Pablo: convirtiéndolos en excusa para desobedecer las leyes espirituales de Dios: ¡los diez mandamientos!

Sin duda, ahora más que nunca es necesario dar a conocer este mensaje. Millones de personas en este mundo engañado se hallan en confusión religiosa, o se aburrieron de la religión tradicional, o bien los ha desilusionado la religión en general. Algunos sencillamente “se han desconectado”. ¡Otros millones de personas se han inventado su propia religión! La revista Newsweek (Edición del 8 de mayo de 2000) informó así sobre los adolescentes en los Estados Unidos y sus creencias:

“En vez de buscar verdades absolutas en la doctrina, cruzan las fronteras entre religiones, son consumidores que saben navegar hábilmente el amplio mercado de los sistemas doctrinales. Muchos no se describen como religiosos sino como espirituales. ‘Yo creo que hay una potencia superior que obra en mi vida, pero no le tengo nombre’, dice Amy McKinney, de 18 años. ‘Cuando oro, no le pido a un dios que arregle todo, sino que me pido a mí misma que sea fuerte’. En lugar de la adherencia estricta a doctrinas, muchos jóvenes acogen un espíritu de eclecticismo y desconfían de las verdades absolutas. En una encuesta efectuada entre adolescentes en 1999 por el investigador religioso George Barna, más de la mitad estaban de acuerdo con esta afirmación: ‘Todas las religiones enseñan verdades igualmente válidas’. Los exploradores en la generación de la postguerra ensayaban el zen hoy y el metodismo mañana; en cambio los adolescentes de ahora pueden juntar trozos de diferentes religiones: un poco de meditación budista o de ritual católico… cualquier mezcla que les llame la atención en el momento”.

“¿Cualquier mezcla que les llame la atención?” ¡Absurdo!

 

La anarquía religiosa moderna

Esta confusión total no puede menos que llevar a una anarquía religiosa. Algo ominoso es que también abre la puerta para que estos millones de jóvenes sean muy susceptibles a los engaños masivos que serán perpetrados por el falso profeta. Cuando surja aquel individuo y empiece a mostrarse “por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:9), ¿qué van a hacer los millones de jóvenes confundidos?

Arrastrados por el entusiasmo y también por la histeria masiva que acompañará las señales satánicas del “inicuo” (v. 8), la mayor parte de estos jóvenes van a sucumbir ante la enorme presión de unirse a esta versión “resucitada” y a “volver a la tradición” inspirada por Satanás. Ese así porque en buena parte de Europa occidental y Norteamérica hay un anhelo de doctrinas y pautas específicas en el ámbito de la religión y las normas de conducta. Millones de personas están hartas del “sí, no, tal vez” y de las evasivas de sus ministros y sacerdotes. ¡Empiezan a ver que muchos de sus “líderes” religiosos no están seguros de nada!

Muchos de estos líderes religiosos cuestionan la validez del nacimiento de Jesús de una virgen, sus milagros, su resurrección. Cuestionan la inspiración de la Biblia. Cuestionan la idea de la segunda venida de Cristo y si habrá un verdadero Reino de Dios en la Tierra con Cristo como Rey.

¿Acaso es cierto que todos los líderes religiosos enseñan “verdades igualmente válidas” como creían más de la mitad de los jóvenes en la encuesta de Barna?

¿Son iguales todas las religiones? ¿Podemos creer cualquier cosa y recibir la misma bendición del Dios Creador y ganar la vida eterna a nuestra manera?

La única manera de estar definitiva y realmente en lo cierto respecto de estos asuntos es demostrar, de una manera u otra, si la Biblia es inspirada directamente por el Dios verdadero que creó el universo. Si la Biblia es inspirada solo en parte, como creen muchos hoy, entonces cada persona puede elegir la parte que le parece inspirada. Entonces, aplicando el razonamiento humano, puede acudir a esta parte de la Biblia, aunque parezca contradecir otras partes de la Biblia. Recordemos que el Cristo de la Biblia era del todo “definitivo”. Él no vacilaba. Dijo claramente: “Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas” (Juan 10:7–8). Y también dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador” (v. 1).

Más adelante Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (v. 27). La mayoría de nuestros lectores han “oído” la voz de Cristo hablando por medio de esta Obra. Saben que nosotros no evadimos, denigramos ni vacilamos con las palabras de la Biblia. Hemos comprobado una y otra vez que el Dios Creador inspiró la Biblia directamente. Ella es el “Manual de instrucciones” para la humanidad. Es específica en lo que nos dice que hagamos.

 

El meollo del asunto

El pasaje que más claramente explica el anticristo aparece en 2 Juan 6–7: “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. En este pasaje, vemos primeramente cómo define Juan el amor: “que andemos según sus mandamientos”. En contexto, los “mandamientos” a que se refiere no son mandamientos “nuevos” de Jesús sino los mismos mandamientos de Dios el Padre (ver el v. 4). Aunque Juan escribió esto en la década del año 90 d.C., unos 60 años después de la crucifixión y 20 años después de la muerte del apóstol Pablo, no hay el menor indicio de que los mandamientos de Dios estuvieran “clavados en la cruz”, ni que el apóstol Pablo los hubiera “eliminado”. El apóstol Juan les recuerda a sus lectores que se trata de lo mismo que habían aprendido “desde el principio”. En otras palabras, se trata de las enseñanzas claras de Jesús en su sermón del monte, en Mateo 19:17 y en otros pasajes.

En el versículo 7 el apóstol Juan advierte que los “engañadores” no enseñan que “Jesucristo ha venido en carne”. Dice que enseñanzas como estas son del “anticristo”. La importancia de la expresión “ha venido en carne”, es que en el griego original emplea el gerundio, indicativo de una acción que está en curso ahora.

¡Lo anterior indicaría que, Juan está diciendo algo más de lo que parece a primera vista en 1 Juan 4:2! Juan no solamente dice que Cristo ha venido plenamente en carne humana, ¡sino que aun ahora está viniendo “en la carne”!

¿Cómo?

Como ya hemos visto, Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23). Por medio del Espíritu Santo, Jesucristo y el Padre moran, o viven dentro de la persona verdaderamente convertida, guiando, inspirando y facultando a la persona para que guarde sus mandamientos y siga el camino de vida de Dios.

El apóstol Pablo también fue inspirado por Dios para aclarar esta verdad diciendo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado; y ya no vivo yo mas Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe en el Hijo de Dios el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Esta es la “clave”. Por medio del Espíritu, ¡Cristo vivirá su vida dentro de nuestra carne humana! ¡Él nos dará la fuerza para obedecer los mandamientos de Dios!

Los opositores religiosos retan al cristiano verdadero diciendo: “¡Uno no puede guardar los mandamientos! Son espirituales y nosotros solo somos seres físicos”. Pero cuando uno se deja guiar por el Espíritu Santo de Dios, puede responder: “Usted tiene razón. Con mi propia fuerza humana no puedo. Pero en la medida en que me entrego a la guía del Espíritu de Dios, ¡sí puedo guardar los mandamientos! Cristo dentro de mí me ayuda a guardar la ley que prohíbe matar, hurtar, mentir, cometer adulterio, tomar el nombre de Dios en vano o tener otro ‘dios’ delante del verdadero, codiciar, deshonrar a los padres, quebrantar el sábado, practicar idolatría. Puede ocurrir que de cuando en cuando se cometa el error de infringir algún punto de la ley, pero en ese caso me arrepiento lo más pronto posible, confieso mi pecado a Dios y recibo su perdón (1 Juan 1:8–9). Luego regreso prontamente al camino de Él, y con su Espíritu, crezco en gracia y conocimiento. No soy perfecto, pero con Cristo viviendo su vida dentro de mí, voy creciendo hacia la perfección y ando en la ley divina como mi modo de vida fundamental”.

 

Jesucristo vive dentro del verdadero cristiano

¡La doctrina del anticristo, pues, es que Cristo no vive su vida dentro de sus discípulos hoy! Es la falsa enseñanza de que los cristianos pueden llevar una vida diferente de la que llevó Cristo, y al mismo tiempo ser sus verdaderos seguidores. A menudo incluye la idea de que Cristo fue justo y recto en nuestro lugar y que por tanto nosotros no tenemos que serlo. Basta aceptarlo y se nos imputará la justicia de Él. En una palabra, Dios “se engaña” haciendo de cuenta que nosotros somos justos ¡cuando en realidad no lo somos!

¡Esta doctrina es una mentira execrable!

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Él llevará el mismo tipo de vida en usted y en mí que vivió hace casi 2.000 años cuando anduvo en la Tierra en carne humana. En ese entonces, Él enseñaba a obedecer todos los mandamientos de Dios (Mateo 5:19). Hemos visto su respuesta al hombre joven que le preguntó cómo heredar la vida eterna: “Guarda los mandamientos” (19:17). Hacia el final de la era apostólica, Dios inspiró al apóstol Juan para que describiera a los verdaderos santos de Dios: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).

Son muchos, muchísimos los ministros falsos que enseñan la doctrina del anticristo, una doctrina que acepta la desobediencia de la ley divina, una doctrina de “cero obras”. De tales ministros dijo el apóstol Pablo: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13–15). El lector notará aquí que Satanás tiene ministros con apariencia de justos y rectos. Es irónico que su fin, su recompensa final, será conforme a sus “obras”: ¡precisamente lo que pretenden negar!

La intención de Dios es que nosotros obedezcamos sus mandamientos, que hagamos buenas obras y que vivamos por cada palabra de Él. Una vez que usted tenga claro este principio, podrá entender el “espíritu del anticristo” y podrá probar las ideas o doctrinas de cualquier líder religioso ¡para ver si son de Dios o no! Luego, estudiando con diligencia la Palabra de Dios y orando constantemente, adquirirá un entendimiento más profundo del propósito de su propia vida y vivirá la experiencia de un contacto estrecho con el Dios Viviente como jamás lo soñó.

Llegará a ver quién es realmente de Dios, quiénes conforman la verdadera Iglesia, la que ha proclamado fielmente el mismo evangelio que él envió por medio de Jesucristo. En estos tiempos del fin, aquel mensaje de obediencia al Reino y al gobierno de Dios se ha de predicar por medio de su Iglesia para testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14). ¡Usted está leyendo ese mensaje ahora mismo!

En Apocalipsis 12:17, la verdadera Iglesia de Dios se representa como una mujer perseguida por el diablo. Esta iglesia es un remanente. Sus miembros son “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”.

Jesucristo ha de vivir y morar dentro de los suyos por medio del Espíritu Santo. En la medida en que se entregue a Él, su vida será una de obediencia plena, tal como si fuera la vida de Jesús en la carne. Sus costumbres, sus tradiciones, su modo de vida serán iguales a los de Él en todos los aspectos porque Él no cambia. ¡Él estará viviendo dentro de ellos! Entonces Cristo y el Padre podrán estar absolutamente seguros de que su pueblo está enteramente entregado a Dios. Podrán impartirles continuamente su naturaleza y su carácter divinos, preparándolos así para ser reyes y sacerdotes en el Reino de Dios que pronto se establecerá en la Tierra. “Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1:5–6).

Examínese con toda sinceridad. ¿Había entendido antes lo que es el cristianismo? ¿Está Cristo viviendo su vida en usted? ¿Tiene usted el valor espiritual para actuar conforme al conocimiento que acaba de recibir?

 

Restauración del cristianismo apostólico

Como ya lo saben muchos lectores, en esta Obra estamos restaurando (para los dispuestos a escuchar) el cristianismo verdadero de Jesús y los apóstoles. Este auténtico “cristianismo original” se ha perdido para la cristiandad tradicional. Es importante comprender que si Jesús entrara en una típica iglesia protestante o católica hoy, encontraría allí personas con un concepto de Dios muy diferente del enseñado por Él. Estas personas estarían guardando diferentes días de culto para Dios, días de origen pagano y que de ninguna manera nos conducen hacia el verdadero Dios y su extraordinario plan como sí lo hacen los días santos bíblicos. Encontraría que la mayor parte de estos llamados “cristianos” no tienen la menor idea de cómo guardar realmente los diez mandamientos ni de la importancia que Dios les concedió (ver Mateo 19:17). Por ejemplo, estos individuos enceguecidos, van a la guerra con Gran Bretaña en una generación, con España en otra, con Alemania en otra y con Japón en otra. Ellos y sus ministros engañados no parecen prestar ninguna atención a la clara instrucción de Jesús en Mateo 5:43–44: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.

Estos “cristianos” están completamente ciegos ante el hecho de que los verdaderos discípulos de Cristo están en estos momentos “en etapa de formación”, para convertirse en reyes y sacerdotes con Jesucristo y servir bajo Él, gobernando al mundo durante los próximos mil años (ver Apocalipsis 5:9–10; 20:6). Los llamados cristianos dan por sentado, contrariamente a las enseñanzas de Cristo, que irán “al Cielo” al morir y que allá no tendrán que hacer nada. Las enseñanzas erradas del cristianismo tradicional los han cegado para no ver el propósito que Dios está cumpliendo aquí en la Tierra.

En una típica iglesia de hoy, Jesús encontraría personas que tienen sentimientos hacia Él en lo personal pero que carecen de casi todo el entendimiento del mensaje tan importante que predicó. Hablan del “Señor Jesucristo”, pero francamente, Él no es su “Señor” porque no le obedecen ¡y ni siquiera captan cómo deberían obedecerlo! El propio Jesús dijo, una y otra vez: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46).

Y también: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21–23). Es importante entender que el término “maldad” es una traducción de la palabra griega “anomia” que significa “transgresión de la ley”. Lo que Jesucristo dice literalmente es “apartaos de mi transgresores de la ley”. ¡Ciertamente, los que no predican ni practican la auténtica obediencia a los diez mandamientos están en grandes problemas!

La Palabra de Dios indica claramente que la gran mayoría de los humanos están engañados. Dios habla del “diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9). Por su parte, el apóstol Pablo advirtió a los corintios: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3–4).

El apóstol Judas nos advirtió específicamente: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3–4).

Es significativo que Dios inspiró a Judas para que señalara que los falsos maestros convertirían la “gracia” en “licencia”: ¡Es exactamente lo que hacen hoy! La enseñanza protestante usual es que somos “salvos” por la aceptación sentimental de la muerte de Cristo ¡y que de allí en adelante no tenemos que hacer nada más! Nada de obedecer los diez mandamientos. Ninguna obligación de “crecer” en la gracia, en el conocimiento ni en la madurez cristiana. Nada de continuar “venciendo” nuestra naturaleza humana, al mundo y a Satanás.

 

Lo que usted debe hacer

Informes noticiosos recientes de muchos países han indicado que la persecución de minorías religiosas por parte de la Iglesia Católica continúa. Aunque la Iglesia Católica ha aprendido a sonreír y obrar con simpatía en naciones donde la mayoría son protestantes u otros, los viejos instintos del despotismo salen a la luz muy fácilmente cuando ella lleva las riendas.

El siguiente es un informe de Victor Simpson de la Associated Press, publicado el 5 de septiembre de 2000:

“Acusando a ciertos teólogos católicos de manipular verdades fundamentales de la iglesia, el Vaticano rechazó el martes lo que llamó intentos crecientes por presentar a todas las religiones como iguales… La igualdad para el Vaticano se refiere a la ‘dignidad personal’ de los individuos, no a la doctrina. Es el segundo documento reciente de la congregación [Congregación para la Doctrina de la Fe] que advierte contra abusos por los católicos en su trato con otras religiones y sectas. Los medios de comunicación italianos han informado que la congregación también advirtió contra la frase ‘iglesias hermanas’, diciendo que contradice la identidad de la iglesia como la ‘madre’ de todas las iglesias. El documento todavía no se ha dado al público. El cardenal Joseph Ratzinger, en una conferencia de prensa, se refirió repetidas veces a una tendencia hacia el relativismo religioso.

‘La falta de unidad entre los cristianos ciertamente es una herida para la iglesia’, dijo el documento, agregando que impedía ‘el cumplimiento total de su universalidad en la historia’. La declaración, documento teológico complejo, se tituló ‘De la unidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y la Iglesia’”.

¡La Iglesia Católica Romana, pues, no solo dice, sino insiste, en ser la “madre” de todas las iglesias llamadas cristianas! ¡Insiste, además, que solamente ella tiene las “llaves” del Reino de Dios!

Sin duda ¡es hora de despertar!

Es hora de que todos los creyentes en Dios se propongan comprobar si sus convicciones y prácticas religiosas realmente vienen de la Biblia… o de “Babilonia”. El Dios Creador dice a todos los que escuchan: “Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:3–4).

Si bien es cierto, como escribió el apóstol Juan, que “ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1 Juan 2:18), también es cierto que la personificación del anticristo se manifestará más claramente en el gran profeta falso descrito en 2 Tesalonicenses 2:1–10 y Apocalipsis 13:11–14. Es probable que este astuto individuo aparezca en la escena mundial dentro de pocos años. Inicialmente parecerá un gran “pacificador” y benefactor de la humanidad. Al poco tiempo, comenzará a hacer milagros ¡al punto de hacer descender fuego del Cielo (Apocalipsis 13:13)!

Pero su enseñanza será “anti-Cristo”. Habrá mucho ritual, mucha pompa y ceremonia y palabras floridas. Pero no estará presente la enseñanza clara de Jesús de Nazaret, que mandó guardar los mandamientos de Dios e imitar a Cristo, de entregarse para permitir que Jesucristo viva su vida de obediencia dentro de nosotros por medio del Espíritu Santo.

¡Recuerde siempre que esa es la “clave”!

Satanás está muy conforme con que usted “crea en Cristo”, siempre y cuando ese sea un Cristo falso. Está muy conforme con que usted asista a la iglesia que más le plazca, siempre y cuando sea una iglesia dirigida por teólogos ciegos que rechazan los mandamientos. Como dijo Jesús: “Si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:14).

En el nombre de Cristo le ruego: empiece a estudiar de verdad la Biblia ¡como nunca antes! Anímese a solicitar que lo inscribamos (completamente gratis) en nuestro inspirador Curso bíblico  de El Mundo de Mañana. Estudie con este curso y haga caso de la amonestación inspirada del apóstol Pablo: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).

De nuevo los insto a escribir pronto y solicitar su ejemplar gratuito de nuestros folletos informativos titulados La bestia del Apocalipsis y ¿Cuál es el día de reposo cristiano? Estas publicaciones, sumadas a la que está leyendo ahora, le darán el panorama completo y la prueba de lo que son las poderosas y sombrías fuerzas que están surgiendo ahora en Europa.

Como dijo Jesús: “Velad”. Esté atento a la restauración del Sacro Imperio Romano. “Velemos” para ver cómo, lenta pero seguramente, empieza a adquirir el poder total en la mayor parte de Europa, luego en Centro y Suramérica y, finalmente, en casi todo el mundo. “Velemos” para observar cómo otras iglesias se van dejando influir y persuadir hasta finalmente regresar, aunque sea a la fuerza, a la “madre” iglesia. Francamente, a usted le molestará ver cuántos líderes protestantes y evangélicos supuestamente muy dedicados se dejarán manipular al punto de abandonar buena parte de lo que siempre creyeron cuando se ejerza verdadera presión sobre ellos.

¿Usted también dejará de lado al Dios de la Biblia? ¿Se afiliará, o seguirá afiliado, a un “cristianismo” desvirtuado donde los miembros engañados quebrantan continuamente el sábado ordenado por Dios? ¿Donde se les “permite” o quizá incluso se les “anima” a pelear y matar en guerras humanas, contrariamente a lo que Jesús enseñó (Mateo 5:43–45)? ¿Formará usted parte de una iglesia donde hay pompa, grandes ritos y culto a ídolos, donde no se enseña el concepto de la obediencia literal a los diez mandamientos, y donde las personas que se atreven a escuchar las verdaderas palabras de Cristo, ven esgrimirse contra ellos argumentos astutos para negar la necesidad de que los cristianos guarden los mandamientos?

Pronto, la personificación final del anticristo hará su aparición en el escenario mundial. Con aspecto de “pacificador” bondadoso y manso en un principio, irá gradualmente imponiendo más autoridad. Su autoridad se verá realzada por los falsos milagros que Satanás realizará por medio de él (Apocalipsis 13:13). Luego, las masas ardorosas gritarán de emoción cuando lo vean, y la doctrina del anticristo se apoderará de casi todo el llamado cristianismo, salvo de la “manada pequeña” (Lucas 12:32) descrita en Apocalipsis 12:13–17.

Por el bien de su vida eterna, ore pidiendo verdadera comprensión, fe y valentía. Obedezca las instrucciones de Jesús en Lucas 21:36: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.