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Tal parece que no hay ningún lugar en la Tierra libre de violencia y terrorismo. El recuerdo del 11 de septiembre del 2001 persiste como una dolorosa cicatriz en la conciencia nacional de los Estados Unidos; pero el terrorismo es un problema mundial.
En el 2004, Madrid vivió una serie de atentados con bombas que estallaron en varios trenes, dejando casi 200 muertos y 2.000 heridos. En el 2007, dos bombas en mercados de Irak destrozaron a 800 víctimas y lesionaron a otras 1.500. En el 2016 un ataque del cual el EI se declaró autor, causó la muerte a 29 personas en un café en Bangladés. Mindanao, Filipinas, arde en luchas relacionadas con el EI. Boko Haram ha aterrorizado en Nigeria durante años. Los países del Oriente Medio y África han sufrido los estragos de una violencia casi incesante desde hace generaciones.
En febrero pasado, un atacante con machete acometió a un soldado en el Louvre. En abril, un terrorista estrelló un camión contra una multitud en Suecia, un suicida detonó una bomba que mató a 15 e hirió a 45 en San Petersburgo, Rusia; y en París un terrorista mató a disparos a tres policías y un civil en los campos Elíseos. Luego, otro suicida armado con bombas dejó 23 muertos y 250 heridos en un concierto musical en Manchester, Inglaterra. Poco después, otro atentado sacudió a aquel país, con saldo de 8 muertos y 48 heridos cuando unos terroristas estrellaron su camioneta contra los peatones en el puente de Londres y luego persiguieron y apuñalaron a los que huían.
En el año 2017 hubo más de 530 atentados terroristas registrados en el mundo, sin incluir a los cientos de miles que murieron cada año en guerras locales y regionales. Aunque el crimen y la guerra no conocen confines nacionales, los conflictos perpetuos en el Oriente Medio y el terrorismo que generan continúan siendo motivación de inquietud mundial y causa de migraciones masivas hacia Europa, como no se había visto en el mundo Occidental desde hacía siglos.
Mientras el mundo vive episodios diarios de violencia, guerra y terrorismo, surge una pregunta necesaria: ¿Estaremos destinados a un futuro de violencia sin fin? ¿Seguirán el mundo Occidental y el terrorismo islámico sumidos en conflictos para siempre? ¿Acabarán la violencia y el terrorismo por impulsar al mundo hacia la Tercera Guerra Mundial y el Armagedón?
Los problemas en el Oriente Medio obedecen a conflictos de generaciones entre pueblos, etnias y religiones; y la violencia engendrada por esos conflictos continúa estando fuera del alcance de las soluciones humanas. Las Escrituras revelan que el Oriente Medio, y Jerusalén en particular, serán el punto central de un conflicto mundial que llevará al regreso de Jesucristo (Daniel 1:40-43; Zacarías 12).
¿Por qué hay tanto terrorismo y violencia? ¿Adónde nos llevará? La realidad es que el “dios de este mundo” es Satanás el diablo (2 Corintios 4:4). Satanás es la fuerza impulsora de los odios y conflictos (Juan 8:44; Santiago 4:1-7). Y las Escrituras revelan que antes del regreso de Jesucristo aumentarán los conflictos tanto étnicos como nacionales, lo que impulsará a pueblos y naciones hacia una Tercera Guerra Mundial. Pero las Escrituras también dejan ver una esperanza más allá del conflicto.
En Mateo 24 hay una enseñanza clave. Aquí, Jesús revela que antes de su segunda venida aumentarán la violencia y las guerras y “se levantará nación contra nación, y reino contra reino” (vs. 6-7). Tal como hemos explicado en números anteriores de El Mundo de Mañana, la palabra griega para “nación” en el versículo 7 es ethnos y se refiere a un pueblo, raza o grupo étnico. En cambio, la palabra griega para “reino” es basileia, que se refiere a un estado político. Jesucristo está mostrando claramente que al final de la era actual habrá violencia entre estados políticos y entre grupos étnicos.
Luego Jesús plantea una realidad acerca de la condición de la sociedad al final de la era: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37). En tiempos de Noé la gente vivía su vida, rechazando la advertencia sobre su fin inminente (2 Pedro 2:5). La Biblia revela también que en esos tiempos: “la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5) y que el mundo “se corrompió… y estaba la Tierra llena de violencia” (v. 11). Este grave presagio de lo que será la sociedad en los últimos días se reitera en otros pasajes de las Escrituras. Por ejemplo, 2 Timoteo 3:1-9 describe los últimos días como “peligrosos”, con pueblos sin Dios, “implacables” y “crueles” (v. 3), tal como vemos cada vez más en las noticias de hoy.
Mientras se intensifican las actitudes y conflictos sociales, la Biblia identifica quiénes serán los protagonistas internacionales en los tiempos del fin. Por ejemplo, el Salmo 83 predice una confederación árabe aliada, aunque temporalmente, con Asiria (Alemania), que buscará la destrucción de Israel. Esto no es solo el Estado judío actual que lleva el nombre de Israel, sino también los pueblos descendientes de Gran Bretaña y los Estados Unidos. (Para pruebas de ello, solicite nuestro folleto gratuito Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía). La “intención” de esa alianza corresponde a lo que Isaías 10:5-6 y otros pasajes revelan ser las acciones de un imperio europeo encabezado por Alemania en los tiempos del fin. Será el castigo divino sobre las naciones de Israel moderna, que llevará a un “tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:7).
Por medio del profeta Daniel, Dios revela otra fase en esa futura Tercera Guerra Mundial. Las Escrituras dicen que el Imperio Árabe, llamado el “Rey del Sur” en Daniel, atacará al Imperio Europeo, el “Rey del Norte”. Esto producirá un rápido contraataque que acabará por arrollar al Rey del Sur, incluidas las tierras de los egipcios, los etíopes y los libios (Daniel 11:40-43). ¡El conflicto no termina allí! Daniel 11:44 revela que al conflicto se sumarán grandes potencias orientales, impulsando al mundo al borde de la aniquilación. Solamente el regreso de Jesucristo salvará a la humanidad.
Aunque el mundo esté cayendo en una espiral de violencia, ¡los discípulos auténticos de Jesucristo se esfuerzan por afrontar el futuro con fe y confianza! (Hebreos 4:16; 1 Juan 4:16-18). Reclaman la promesa de que nada podrá separarlos del amor de Cristo. “¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” Nada de esto es más fuerte que el amor de Dios por su pueblo. Con esta fe, y mediante la fortaleza de Dios en ellos, los cristianos pueden ser vencedores: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:35-37).
Ante la intensificación del odio y la violencia, los verdaderos discípulos saben que nunca deben pagar mal con mal. Al contrario, Dios les manda amar al enemigo (Lucas 6:35) y ser pacificadores (Mateo 5:9), obedeciendo el mandato de Cristo de bendecir a quienes los maldicen y hacer el bien a quienes los aborrecen (Mateo 5:44). El cristiano no busca venganza (Romanos 12:17-21), sino que ama al prójimo (Marcos 10:19; Romanos 13:9). Esta es la verdadera fortaleza. Y este fue el ejemplo de Jesucristo.
Lamentablemente el terrorismo, la guerra y la violencia irán en aumento; pero nuestro destino no es un estado perpetuo de violencia mundial. Practiquemos ahora la paz, la fe y la obediencia a Dios y a Jesucristo. ¡Seamos dignos del regreso de nuestro Salvador y del Reino de Dios en la Tierra! (1 Tesalonicenses 2:12). Jesucristo va a establecer su Reino de paz, felicidad, seguridad y abundancia (Isaías 9:7; Apocalipsis 17:14). Esta es nuestra esperanza, que va más allá del terrorismo y la Tercera Guerra Mundial. ¡Es entonces cuando el cristianismo verdadero vencerá al terrorismo!