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Pregunta: Rodeado por la pandemia de la cóvid-19, de divisiones políticas, descontento civil y violencia desatada en el mundo; muchas veces leo en El Mundo de Mañana que Jesucristo vendrá a gobernar durante un milenio en la Tierra. Si Dios sabe que el mundo está tan mal y que solamente Él puede mejorarlo, ¿por qué ha esperado miles de años, permitiendo que haya tanto sufrimiento todo este tiempo? Un verdadero Dios de amor impediría todo eso, ¿no es así?
Respuesta: Dios no es indiferente ante el sufrimiento causado por las faltas humanas, ni tampoco le agrada verlas. “Vivo yo, dice el Eterno el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos” (Ezequiel 33:11).
La mayoría de la gente cree que, pese al estado lamentable del mundo, Dios está intentando salvar la Tierra y a sus habitantes en este momento. Si creemos que Dios intenta salvar a la humanidad ahora, resulta difícil entender la razón de sus acciones. Más de dos tercios de la gente que está viviendo ni siquiera es cristiana, y la mayor parte de quienes se declaran cristianos, no creen ni practican lo que Jesucristo enseñó.
Sabemos que el nombre de Cristo es el único en el que podemos ser salvos (Hechos 4:12). Pero también sabemos que en estos momentos la mayor parte de la humanidad no se está salvando por medio de ese nombre, y ni siquiera lo conoce. Si Dios estuviera empeñado en salvar al género humano ahora, habría que decir que está fracasando rotundamente.
La verdad es que si Dios se hubiera propuesto salvar a todo el mundo ahora, ¡lo haría! Pero las Escrituras revelan que, en realidad, Dios está llamando a relativamente pocos en la era actual. Estas son las “primicias” de los que son salvos (Santiago 1:18; Apocalipsis 14:4).
Las grandes mayorías han vivido y han muerto sin escuchar jamás el verdadero evangelio, pero sí lo oirán cuando Dios les resucite a la vida física en el día del juicio ante el gran trono blanco (Apocalipsis 20:11-12). Para saber más sobre este aspecto maravilloso del plan divino, pero muy desconocido, sugerimos leer nuestro esclarecedor folleto: Qué sucede después de la muerte, el cual puede descargarse desde nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org. Enlace: folletos.
¿Cuál es el objetivo de este plan? ¿Por qué no salvar a toda la humanidad de una vez? La verdad es que Dios está creando una Familia: quienes son llamados ahora serán reyes y sacerdotes de Jesucristo (Apocalipsis 5:10), y se sumarán a la Familia divina para gobernar bajo su autoridad durante el milenio; cuando todo el mundo estará bajo el gobierno de Dios, y aprenderá a vivir andando en sus caminos. También se puede aprender más sobre el gobierno de Dios estudiando nuestro folleto: El maravilloso mundo de mañana, solamente descargándolo desde nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org.
Jesucristo sabe perfectamente que si regresara en este momento, muchos insistirían en decir: “¡Es que no nos diste suficiente tiempo! ¡Habríamos arreglado todo sin tu presencia!” El hecho es que la humanidad mayoritariamente no buscará a Dios, hasta que sus propios caminos le hayan traído males tan calamitosos, que los habitantes de todo el mundo por fin llegarán a una grave conclusión: no hay manera humana de evitar nuestra extinción causada por nosotros mismos.
Tarde o temprano nuestro mundo vivirá momentos de asolamiento, y guerras tan espantosas que, de no regresar Jesucristo, se aniquilaría toda la vida en la Tierra. “Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que Él escogió, acortó aquellos días” (Marcos 13:19-20). Hasta entonces, Dios permitirá que los seres humanos se convenzan de que sus caminos egoístas solo traen desdicha, sufrimiento y destrucción.
No obstante, y como lo hemos dicho antes, Dios sí está llamando a unos pocos ahora mismo. Quienes son llamados tendrán la increíble oportunidad de convertirse en sus “primicias”, o “primeros frutos”: los primeros que ingresarán a su Familia como seres espirituales glorificados para asistir a Jesucristo en su gobierno sobre las naciones.
Con todo esto en mente, debemos buscar “al Eterno mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6-7).