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La famosa bahía de Chesapeake está bordeada por los estados de Maryland y Virginia en los Estados Unidos. La bahía alberga vastas cantidades de vida marina sobre y debajo del agua. Proporciona principalmente cangrejos y ostras a millones de personas y genera ingresos que superan los US$600 millones anuales (The Guardian, 11 de agosto de 2021). Este cuerpo de agua también está rodeado por más de una docena de instalaciones militares estadounidenses que contaminan las aguas subterráneas que alimentan la bahía.
“Las aguas subterráneas en las bases militares a lo largo de la bahía de Chesapeake están contaminadas con ‘químicos permanentes’ de sustancias perfluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) tóxicas en niveles muy superiores al nivel que algunos reguladores dicen que es seguro para beber, y es probable que terminen en los cangrejos azules, las ostras y otras especies marinas consumidas por los humanos”. Los investigadores creen que estos compuestos PFAS, sustancias producidas por el hombre, que no se descomponen en el cuerpo humano ni en el medio ambiente y que se acumulan con el tiempo, provienen de la espuma contra incendios utilizada en ejercicios de adiestramiento militar. Los niveles de sustancias químicas PFAS en las aguas subterráneas que rodean estas bases militares son hasta dos millones de veces más altos que los permitidos para el agua potable en algunos estados. El artículo informa: “La contaminación presenta una amenaza para la salud ‘extremadamente preocupante’ en la bahía más grande del país”. Se sabe poco sobre los peligros de consumir vida marina contaminada con PFAS.
La contaminación del agua en Chesapeake refleja la mala administración del medio ambiente natural. Además, el consumo de mariscos, como cangrejos y ostras, (vida marina que Dios creó para filtrar el agua y no para consumo humano), es un factor de riesgo que podría evitarse si más personas siguieran las leyes dietéticas de la Biblia descritas en Levítico 11 y Deuteronomio 14. Para más información sobre este importante tema, lean “Si lo piensa bien… ¡no lo comería!”