Si hemos de honrar a Dios en todo lo que hacemos (Colosenses 3:17, 23), ¿cómo podría el ejercicio físico ayudar a honrarlo? El apóstol Pablo escribió que el “cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). De hecho, contrario a lo que se cree popularmente, él enfatizó que nuestros cuerpos “no son nuestros", sino que pertenecen a Dios. Por lo tanto, sería lógico pensar que, al cuidar bien del templo de Dios, que es nuestro cuerpo, honramos a Dios. ¡Y el ejercicio físico regular es una de las formas más poderosas de cuidar nuestro cuerpo!