Muchos dicen que predican el mismo mensaje que predicó Jesucristo.
Pero si es así, ¿por qué hacen caso omiso del corazón mismo de ese mensaje, cuando el mundo lo necesita más que nunca?
Todos los pueblos del mundo anhelan la paz. Anhelan, desesperados, que se acaben la violencia y las enfermedades. La gente quiere amar y ser amada, criar una familia, educarla y que pueda vivir en paz. Sin embargo, esa paz nos elude. La pobreza, la violencia y las enfermedades pululan y los gobiernos, por más que quieran, se ven imposibilitados de resolver todos los problemas.