Cada año, cuando llega el tiempo de graduaciones, pienso en la noche en que me gradué de una escuela secundaria de Florida. Era costumbre que los graduados se fueran a la playa después de la ceremonia y que pasaran la noche entera haciendo lo que los jóvenes e inmaduros graduados de secundaria quisieran hacer. Obviamente, ningún adulto estaba ahí para supervisarlos. Afortunadamente, tuve padres que tomaron decisiones difíciles que no siempre fueron agradables para mí ni para mis amigos.