Criado en una planicie, yo no tenía las montañas como parte importante de mi vocabulario visual. Las había visto en libros, fotos, pinturas y películas; pero nunca vi una con mis propios ojos hasta superada la edad de treinta años. Cuando por fin tuve ante mí la vista de las espectaculares montañas Rocosas de Colorado, supe que ya no volvería a ser el mismo.