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En el calendario lunar chino, el 2019 es el año del cerdo. Para los chinos, los cerdos son un símbolo de buena fortuna y riqueza. China produce (y consume) más carne de cerdo que los Estados Unidos y Europa combinados, es una de sus proteínas básicas. A fines de 2018, la fiebre porcina africana comenzó a infectar las granjas de cerdos chinos. Desde entonces, millones de animales han sucumbido a esta enfermedad. Los funcionarios predicen que China podría perder más de 200 millones de animales (aproximadamente un tercio de su total) antes de que la enfermedad esté completamente controlada.
El virus que infecta a los cerdos es hasta ahora inofensivo para los humanos. Sin embargo, está diezmando muchas de las pequeñas granjas porcinas independientes de China. “Los analistas dicen que no hay suficiente carne de cerdo en el mundo para cubrir el déficit que se espera en China y es probable que los consumidores recurran a otras carnes como sustituto” (CNN, 15 de mayo de 2019). También se pronostica que los precios mundiales de la carne de cerdo aumenten, ya que los cerdos de otras naciones se están enviando a China. La enfermedad ha migrado a otras naciones asiáticas, incluyendo Cambodia y Vietnam, y apareció en el oriente de Europa aun antes de que fuera descubierta en China.
Es triste ver que tantos cerdos estén muriendo por la fiebre porcina africana. Esta es una enfermedad que tendría un impacto mínimo en las poblaciones de cerdos si no hubiera granjas porcinas de producción masiva. La Biblia claramente hace diferencia entre los animales que Dios creó para alimento y los que creó para otros propósitos (ver Levítico 11 y Deuteronomio 14). Y, los cerdos son un animal que Dios no creó para el consumo humano. La ciencia ha arrojado luz en las últimas décadas sobre por qué Dios hizo tales diferenciaciones.