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“El impacto devastador del humo del cigarrillo en el ADN del cuerpo ha sido puesto al descubierto por el primer estudio exhaustivo sobre el daño infligido por el tabaco a las células humanas. Las personas que fuman un paquete de cigarrillos cada día durante un año desarrollan en promedio 150 mutaciones adicionales en cada célula pulmonar y casi 100 mutaciones más de lo habitual en cada célula de la caja de la voz, encontraron los investigadores. Se acumulan más en la boca, la vejiga, el hígado y otros órganos” (The Guardian, 3 de noviembre de 2016). “Más de 70 de las 7.000 sustancias químicas que se encuentran en el humo del tabaco causan cáncer. Algunas dañan el ADN directamente, pero otras aumentan las mutaciones de formas más sutiles, a menudo interrumpiendo la forma en que funcionan las células. Cuantas más mutaciones adquiere una célula, más probable es que se vuelva cancerosa... ‘Si fuma aunque sea un poco, va a erosionar el material genético de la mayoría de las células de su cuerpo.’ Fumar es la causa más evitable de cáncer en el mundo y representa más de 1 de cada 4 muertes por cáncer en el Reino Unido” (ibídem). El apóstol Pablo enseñó que nuestros cuerpos son “el templo del Espíritu Santo... glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19-20). ¡Cualquier cosa que hagamos que destruya este templo es pecaminoso y no agrada a Dios!