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La cantidad de desechos de plásticos en nuestro entorno está aumentando rápidamente en todo el mundo y está teniendo un impacto devastador. En Tailandia, una ballena piloto murió recientemente “después de tragar más de 80 bolsas plásticas” (The Guardian, 2 de junio de 2018). Los expertos estiman que más de 100,000 animales marinos mueren cada año como resultado de la ingestión de plástico. En 2018, la producción mundial de plástico alcanzará los 360 millones de toneladas, un nivel que algunos creen se duplicará para 2030 (The Guardian, 5 de junio de 2018).
Una vez que el plástico llega al medio ambiente “entra en nuestra cadena alimentaria donde, cada vez más, partículas o fragmentos de plástico aparecen en nuestros estómagos, sangre y pulmones” (The Guardian, 5 de junio de 2018). En los alimentos marinos, los crustáceos como los mejillones y otros moluscos, son los más propensos a transmitir el plástico a los humanos, ya que los humanos comen los sistemas digestivos de estas criaturas marinas (European Food Safety Agency, 23 de junio de 2016). Los plásticos también llegan al agua subterránea y al suelo. Para poner la situación en contexto, algunos investigadores sugieren que “para 2050 el océano tendrá más plástico por peso que peces” (The Guardian, 28 de junio de 2018).
El plástico es versátil y muy útil, pero también es el sello distintivo de una sociedad “desechable”. Cuando los seres humanos fueron puestos sobre la Tierra, Dios les dio órdenes específicas de ser buenos administradores del medio ambiente que Él creó para ellos (Génesis 2:15). Hoy, la humanidad ha descuidado esta importante responsabilidad, y se nos dice que la “creación gime a una” en agonía (Romanos 8:22). Gracias a Dios, cuando Cristo regrese “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (v. 21), libertad que seguramente incluirá un ambiente sano y la voluntad y el conocimiento para mantenerlo de esa manera. La sociedad egoísta de hoy, que no piensa en las implicaciones de sus propias acciones, debe llegar a su fin pronto para que la humanidad y la creación puedan salvarse de la destrucción. Para más información sobre este tema y comprender las soluciones, lean: “¿Cómo se va a restaurar la Tierra?” —Scott Winnail y Francine Prater