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La humanidad sigue inventando y produciendo armas de destrucción masiva. El armamento de la Primera Guerra Mundial mató a 10 millones de personas. El armamento de la Segunda Guerra Mundial mató a 55 millones de personas. ¿Sobrevivirá la humanidad a la Tercera Guerra Mundial? ¡La profecía bíblica tiene la respuesta!
En muchos países se afirma apreciar la vida de cada individuo. Pero al repasar la historia universal, nos encontramos con millones de soldados y civiles muertos en un ciclo continuo de guerras cada vez peores. ¿Nos damos cuenta acaso del número de víctimas que las naciones han producido entre las demás y entre sus propios ciudadanos? Las guerras de independencia en los países iberoamericanos cobraron miles y miles de vidas. La Primera Guerra Mundial ocasionó 10 millones de muertos y la Segunda Guerra Mundial 55 millones. La guerra entre Irán e Irak causó casi un millón de muertes. Los genocidios han ensangrentado las páginas de la historia. Millones sucumbieron en el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, bajo el Khmer Rojo en Camboya y como víctimas de atrocidades en Ruanda, Bosnia y Kósovo; para mencionar solo algunos.
La profecía bíblica revela que finalmente todas las naciones van a participar en una Tercera Guerra Mundial. Esa guerra llevaría a una extinción total, es decir, la muerte de todos y de todo en la Tierra; a menos que Dios intervenga. La Tierra y la vida que la habita no sobrevivirían a una Tercera Guerra Mundial. ¡Pero Dios va a intervenir!
¿Cómo será la Tierra después? Conozcamos las buenas noticias más allá de las malas. Un mundo nuevo nos espera: El mundo de mañana. ¿Cómo será? ¿Cómo será el futuro después de la Tercera Guerra Mundial? La Biblia revela que podemos tener esperanzas para un futuro después de los traumáticos sucesos que se avecinan. Usted puede ser parte de un mundo de mañana repleto de paz, abundancia y el amor de Dios.
Ahora bien, entretanto tenemos que afrontar la realidad de los tiempos peligrosos que nos esperan. ¿Se ha preparado usted para el futuro? Puede estarlo, si busca al Dios de la Biblia y aprende sus caminos. Si lo hace, se estará preparando para una futura era de paz, porque estará viviendo ahora mismo un anticipo de esa paz, mientras que el mundo que le rodea se encamina hacia el desastre.
La era nuclear comenzó durante la Segunda Guerra Mundial. El 6 y el 9 de agosto de 1945 los Estados Unidos arrojaron las primeras bombas atómicas de la historia sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Así dio comienzo una era donde la destrucción masiva, mundial e instantánea será una realidad concreta. ¿Ha disminuido acaso el peligro de una guerra mundial? Basta leer los diarios para comprender que el mundo sigue amenazado por terroristas y naciones agresivas. Agréguese a esto la amenaza de las naciones poseedoras de armas nucleares. Dos naciones se sumaron al “club nuclear” en 1998: La India y Pakistán. En febrero del 2002, una publicación especializada señaló: “Tendencias inquietantes: Las ocho superpotencias nucleares conocidas aún conservan 31.000 armas nucleares, lo que significa una reducción de apenas 3.000 desde 1998. El 95 por ciento de esas armas se encuentran en los Estados Unidos y Rusia y más de 16.000 están listas para ser utilizadas. Aun suponiendo que los Estados Unidos y Rusia cumplan su propósito, anunciado recientemente, de reducir las armas en los próximos 10 años; seguirán apuntándose miles de armas nucleares el uno contra el otro” (Boletín de los científicos atómicos).
Todavía falta una guerra final. El siglo 20 vio dos guerras mundiales ¡y la tercera sucederá en el siglo 21! La próxima guerra será catastrófica. El gran científico Albert Einstein dijo alguna vez: “No sé con qué tipo de armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero la cuarta se librará con palos y piedras”.
La historia confirma la naturaleza malévola de los seres humanos y su alocada inclinación destructora en guerra tras guerra. ¿Adónde llevará todo esto? Jesús de Nazaret, quien regresará para salvar al mundo de lo que este se empeña en infligirse, predijo esta grave realidad: “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mateo 24:21-22).
Esta es la garantía del propio Salvador, en el sentido de que la vida en la Tierra no se extinguirá con la Tercera Guerra Mundial. Hace muchos años, durante la guerra fría, yo personalmente me inquietaba por el fin del mundo. No veía en el horizonte más que una conflagración nuclear que dejaría la Tierra reducida a cenizas. La buena noticia es que Jesucristo va a regresar para detener la Tercera Guerra Mundial antes que se convierta en una aniquilación total de la vida. Como Él lo dijo, “por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. Esta noticia debe tranquilizarnos. Sin embargo, nos conviene saber qué nos depara el futuro para que podamos afrontarlo con fe y valentía.
¿Cuáles son los sucesos que culminarán con la segunda venida de Cristo? El libro del Apocalipsis describe las tribulaciones causadas por los famosos cuatro jinetes: Una cuarta parte de la Tierra será destruida por guerras y hambrunas, como leemos en Apocalipsis 6:7-8. El apóstol Juan utilizó el lenguaje del primer siglo para describir las guerras del siglo 21. Por ejemplo, en las últimas fases de la Tercera Guerra Mundial, en el período de las plagas representadas por la séptima trompeta, Juan describe un enorme ejército invasor que se dirige hacia el occidente atravesando el río Éufrates, el cual fluye de Turquía, pasando por Siria e Irak, hacia el golfo Pérsico. Juan escribió: “El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número” (Apocalipsis 9:13-16).
Juan tiene una visión de una invasión masiva que se dirige hacia el occidente a través del río Éufrates. ¿Qué hará este ejército a los pobladores de la Tierra? Va a matar a la tercera parte de la humanidad. En esta fase de la Tercera Guerra Mundial ¡morirán por lo menos dos mil millones de personas! Si nosotros pretendemos escapar de tal calamidad, ¡tenemos que despertarnos ahora! Tenemos que acudir a Dios en busca de vida, protección y salvación.
Si los pobladores de la Tierra no dejan de vivir opuestos a la ley y a los caminos de Dios, Él traerá su castigo en una gran tribulación. Jesucristo se refirió a ese período, ya cercano a su cumplimiento, en los siguientes términos: “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22). ¡Dios va a castigar a las naciones en la Tercera Guerra Mundial si no se arrepienten! La profecía bíblica indica que va a sobrevivir solo un pequeño porcentaje, ¡pero ello indica que Dios sí salvará a un remanente de las naciones (Zacarías 14:16-19).
Podemos agradecer a Dios porque Jesucristo va a regresar a salvar la Tierra y establecer su Reino. El mundo después de la Tercera Guerra Mundial será de renovación física y espiritual. Hay esperanza para el futuro. Sí, ¡vendrá un mundo nuevo!
Ahora vivimos en un mundo peligroso. La naturaleza humana y las naciones belicosas aumentarán sus conflictos hasta llegar a una Tercera Guerra Mundial. La profecía bíblica revela que, durante esa guerra, un ejército de 200 millones venido del oriente del río Éufrates segará la tercera parte de la humanidad. Si los hombres no se arrepienten de su rebeldía contra Dios y sus caminos, ¡veremos la tribulación más grande que el mundo haya vivido jamás!
También leemos sobre los estragos ecológicos que van a ocurrir durante el día del Eterno. Las plagas de las primeras cuatro trompetas afectarán el medio ambiente: “Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la Tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde. El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas. El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del Sol, y la tercera parte de la Luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche” (Apocalipsis 8:6-12). El medio natural quedará asolado. La quinta y sexta trompetas revelan hechos y acciones militares que culminarán con el regreso de Jesucristo.
Por último, la séptima trompeta dará la noticia que las naciones necesitan escuchar: El Reino de Dios traerá paz duradera al mundo. “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
¡Esta es la buena noticia que pedimos en oración! Sin embargo, para las naciones carnales y rebeldes no será una buena noticia. Aunque parezca increíble, estas van a luchar contra Cristo cuando regrese. Las Escrituras nos dicen que “se airaron las naciones” a su regreso (v. 18). Luego, Apocalipsis 19 describe esa batalla y su desenlace. Las naciones comprenderán que no pueden ganar contra el Comandante de los ejércitos celestiales, Jesucristo.
¿Qué sucederá entonces? Todos en la Tierra verán el regreso de Cristo: “He aquí que viene con las nubes, todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la Tierra harán lamentación por Él. Sí, amén” (Apocalipsis 1:7). La mayoría de quienes sobrevivan a la Tercera Guerra Mundial comprenderán finalmente que los caminos del hombre llevan a la muerte (ver Proverbios 14:12; 16:25). Van a arrepentirse y llegarán a comprender el amor de Dios por ellos. Comprenderán que la crucifixión de Jesucristo y la sangre que Él derramó pagarán por los pecados de ellos. Se dejarán enseñar y aprenderán un nuevo modo de vivir.
Se va a producir un segundo Éxodo. Los cautivos sobrevivientes de las naciones modernas comenzarán una vida nueva en una Tierra nueva: “He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que no dirán más: Vive el Eterno que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive el Eterno que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra” (Jeremías 23:7-8).
Humillados por la Tercera Guerra Mundial, los sobrevivientes se volverán a Dios y aceptarán sus bendiciones y sus caminos: “Yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:24-27).
Entonces, todos los santos resucitados e inmortales reinarán junto con Jesucristo. El rey David, hombre conforme al corazón de Dios, va a gobernar y pastorear a estos refugiados que vuelven. Ya leímos sobre la gran tribulación, o tiempo de angustia para Jacob. ¿Qué sucederá entonces? “En aquel día, dice el Eterno de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán al Eterno su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré” (Jeremías 30:8-9).
Sí, el Reino de Dios estará sobre la Tierra. “Cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra” (Apocalipsis 5:9-10).
Los santos, hechos inmortales, gobernarán como reyes y sacerdotes sobre naciones y ciudades. Enseñarán el camino de Dios a las naciones. El Reino de Dios venidero gobernará a todas las naciones del planeta. El profeta Isaías proclama el futuro gobierno bajo el mando del Mesías: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su Reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del Eterno de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6-7).
Los desiertos se convertirán en vergeles: “Hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque… Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo” (Isaías 32: 15, 18).
El glorioso Reino de Dios en la Tierra va a generar belleza y productividad como nunca se han visto en el mundo. Podemos vislumbrar la grandeza de Dios al mirar lo que Dios creó como un pequeño anticipo del mundo de mañana: cuánto ha bendecido al mundo con montañas majestuosas, valles fértiles y llanuras productivas. Nos maravillamos ante los lagos prístinos y el poderío del mar. Apreciamos la variedad de flores, plantas, aves, animales terrestres y vida marina. En el mundo venidero, la naturaleza misma de los animales va a cambiar. Isaías nos ofrece esta visión milenaria: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la Tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:6-9).
Dios creó al ser humano con un extraordinario propósito: que fuera parte de su Familia divina por toda la eternidad. Nos creó a su propia imagen y nos dotó de la facultad o libertad de escoger entre el bien y el mal. Son relativamente pocos los que han encontrado el camino a la vida que Dios ofrece gratuitamente por medio de su Hijo Jesucristo. La humanidad en general ha seguido sus propios caminos, experimentando con todas las formas de gobierno, religión, filosofía, educación, diversión, ciencia, tecnología, negocios y comercio. ¿Adónde nos lleva todo esto? ¡A la Tercera Guerra Mundial!
Pero el Dios Creador tiene un plan para salvar a la humanidad. Y ese plan comprende un mundo nuevo, ¡el mundo de mañana! Jesucristo, el Príncipe de Paz, va a gobernar todas las naciones del mundo y va a enseñar a los pobladores de la Tierra el camino de la paz. Las armas de guerra se convertirán en instrumentos de paz. Todas las naciones acudirán a Jerusalén, nueva capital del mundo. Van a adorar al Dios verdadero y van a aprender que las leyes de Dios, los diez mandamientos, enseñan a todos a andar por el camino de la piedad y la justicia de Dios. “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:2-3). Este es el mundo que esperamos. Terminados los estragos de la Tercera Guerra Mundial, muchos quedarán humillados y se dejarán enseñar. El Rey de reyes va a ejercer el poder con amor para asegurar la paz y la prosperidad en todo el mundo. El profeta Isaías prosigue: “Juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (v. 4).
No habrá más terroristas que maten y destruyan. No habrá más pueblos ni naciones peleando entre sí. La naturaleza humana, factor básico causante de la guerra, va a cambiar. Los hombres aprenderán el camino de vida que enseña la Biblia. Jesús dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4; Lucas 4:4). ¡Necesitamos aprender ese camino de vida! Los que se arrepienten y se bautizan, permitiendo que Jesucristo viva en ellos mediante el don del Espíritu Santo, ayudarán a reeducar a este mundo devastado. Los verdaderos cristianos de hoy serán maestros en el mundo de mañana: “Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:20-21).
Los verdaderos cristianos están aprendiendo ese camino de vida ahora. Dios nos llama a ser pacificadores, a ser la luz del mundo y la sal de la Tierra, tal como enseñó Jesús en Mateo 5. El suyo es el camino del amor, de compartir, dar, ayudar y servir. Aunque persiste el odio en el mundo, Dios es amor (1 Juan 4:8, 16). El mundo, después de la Tercera Guerra Mundial, experimentará el amor de Dios, bajo el gobierno de Jesucristo, durante mil años.
Cristo nos enseñó: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Esperemos ansiosos la venida del Reino de Dios a la Tierra. Pongamos la mirada, con esperanza y fe, en el maravilloso ¡mundo de mañana!