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El mundo está viviendo un período cada vez de mayor confusión.
Confusión que está profetizada desde hace mucho tiempo.
¿Se puede esperar alguna solución?
¿Qué está ocurriendo en nuestro mundo? ¿Cómo puede haber individuos tan llenos de odio que son capaces de lanzar un vehículo deliberadamente contra hombres, mujeres y niños inocentes; para llevar a cabo sus perversos propósitos? ¿Por qué vemos un aumento de violencia anarquista, rufianes con el rostro tapado rompiendo ventanas, incendiando edificios y volcando automóviles? ¿Qué está sucediendo en nuestro mundo?
En meses recientes hemos visto homicidios utilizando vehículos automotores en Inglaterra, Francia, Estados Unidos y España. En la noche del 11 de agosto del 2017, un grupo descrito como una amalgama de nazis, miembros del Ku Klux Klan (KKK) y supremacistas blancos; marcharon por las calles de Charlottesville, Virginia, coreando epítetos antisemitas. Al día siguiente marcharon de nuevo gritando insultos raciales, antes de trabarse en riña con los de la marcha opuesta. Ambos bandos llevaban palos, cachiporras, aerosoles de pimienta y otras armas claramente indicativas de que venían dispuestos a pelear. El asunto terminó cuando un supremacista blanco estrelló su auto contra un grupo pacífico de personas del bando opuesto, dejando un muerto y varios heridos.
Días después, el mundo se enteró con asombro de que un hombre en una furgoneta alquilada atropelló a 100 personas que simplemente andaban por La Rambla, famosa avenida y vía peatonal en Barcelona, España. Otro atentado cobró una vida en Cambrils, antes de caer los cinco terroristas abatidos cuando la policía abrió fuego. Parece que la carnicería habría sido mucho peor si los terroristas hubieran llevado explosivos reales en vez de falsos.
También hemos visto fotos de rufianes con pasamontañas negras removiendo ventanas en la Universidad de California, en Berkeley, en un intento por impedir la presentación de un conferencista que no les agradaba. Debe señalarse que la administración cedió ante los insolentes y su ideología política. Protestas como estas, aunque no siempre tan violentas, se están extendiendo por los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y otros países. Es evidente que se está atacando la libertad de palabra y que los extremistas buscan acallar a todos los que no concuerden con sus puntos de vista.
Lo que hemos visto ocurrir en años recientes es la radicalización de ideologías de todo tipo que recurren a la violencia, mientras muchos ciudadanos se preguntan: “¿Por qué?” ¿Por qué se ha hecho tan violento nuestro mundo? ¿Por qué las naciones han caído en divisiones tan irreconciliables? ¿Adónde llevará todo esto?
Según parece, el mundo ya llegó al punto decisivo. Los países están enfrascados en una guerra cultural entre visiones del mundo que no pueden reconciliarse. Mucho se habla de llegar a algún entendimiento. Pero, ¿qué entendimiento puede haber en materia de aborto? Por una parte es visto como el equivalente moral del asesinato. La otra lo ve como una decisión que incumbe a la mujer. ¿Cómo se transige en la definición de matrimonio? Un lado lo ve desde el punto de vista moral como institución divina establecida por Dios entre un hombre y una mujer. El otro lado no está de acuerdo con la Biblia o no le importa. Lo mismo puede decirse de los temas transgénero. Y, ¿cómo se transige con terroristas radicales del Islam, con nazis, con el KKK, con supremacistas blancos llenos de rencor o con anarquistas radicales que solo buscan destruir?
Seamos sinceros. Nuestro mundo está al borde de la quiebra. Las universidades de Occidente han caído en manos de secularistas supuestamente liberales que predican un mensaje de “corrección política” a la vez que promueven la intolerancia reaccionaria de todo lo que esté opuesto a sus ideas. La política siempre ha sido un juego conflictivo, pero las partes se han dividido a tal punto que ya no hay espacio para el entendimiento, ni siquiera sobre temas en que podrían estar de acuerdo. Es obvio que hoy la política importa más que el país y sus ciudadanos. Los medios de difusión han abandonado todo viso de neutralidad, “buscando la yugular” del bando que les disgusta. Es asombroso ver cuán deshonestos e injustos son los representantes de los medios en todas partes.
Aquí, en El Mundo de Mañana, damos no solamente las noticias sino también la historia detrás de las noticias. Y sí que hay una historia detrás de lo que estamos viendo. Pocos se dan cuenta de la poderosa influencia espiritual que está actuando detrás de bastidores, atizando odios y conflictos. Conocido en la Biblia como Satanás el diablo, se ha adherido con maña en la mente de las mayorías como un simple pillo con cuernos, vestido de rojo, con cola en punta y un gran tridente en la mano. Nada más lejos de la verdad.
¡Pocas personas reconocen que Satanás es el dios de este mundo! Pero Jesús no deja ninguna duda. Antes de su crucifixión dijo a sus discípulos: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31) y “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí” (Juan 14:30). El apóstol Pablo identifica a este ser espiritual como el que está detrás del rumbo emprendido por el mundo y lo llama “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). En otro pasaje nos dice que este espíritu es “el dios de este siglo” y que “cegó” la mente de los hombres para que no pudieran ver las buenas noticias que aparecen en las Escrituras (2 Corintios 4:4).
Satanás ha dejado sus huellas digitales en todas las atrocidades que presenciamos hoy. Es quien inspira la religión falsa, ¡incluido el falso “cristianismo”! El apóstol Pablo critica duramente a los ministros religiosos que enseñan lo contrario de la Palabra divina: “Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15). Si bien hay muchos problemas con la versión del cristianismo de este mundo, siempre que se predica el odio racial en las iglesias, cualesquiera que estas sean, ¡no es obra de Dios sino del adversario!
Y si Satanás inspira el cristianismo falso, ¿cómo no vamos a ver sus huellas en todas las religiones que promueven odio y violencia? ¿Quién le mete en la cabeza a alguien que debe montarse en un vehículo y atropellar al azar a mujeres y niños, sin que sea menos trágico matar a los padres, hermanos o esposos? ¿Quién incita a las personas a romper, quemar y destruir lo que pertenece a otros como forma de extorsión para silenciar algo que no quieren que se escuche?
Seamos claros. Desde la perspectiva bíblica, ¡toda forma de odio contra otros seres humanos es pecado! La anarquía es una forma de odio y como tal ¡es pecado! El racismo es odio y como tal ¡es pecado! Veamos lo que dijo el apóstol Juan acerca del odio: “El que dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos” (1 Juan 2:9-11).
La aversión étnica y racial nubla la vista. Los seres humanos dicen y hacen cosas a otros que de otro modo no dirían ni harían, si actuaran guiados por un razonamiento moral correcto. A veces el odio es de naturaleza racial, a veces es étnico, tribal, o religioso. Esto trae a la mente el triste caso de las familias Hatfield y McCoy, que vivieron en una zona rural de los Estados Unidos en el siglo 19. Entre ellas había una amarga y dura enemistad que cobró más de una decena de vidas en un lapso de más de 25 años. Como tantas veces ocurre, la inquina y el odio se transmitieron de generación en generación.
En su profecía del monte de los Olivos, Jesús reveló que al final de la era abundarían los choques étnicos. “Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación [del griego: ethnos] contra nación [ethnos] y reino contra reino” (Mateo 24:6-7). Es fácil prever un empeoramiento de la violencia sectaria en el futuro. La pregunta es esta: ¿Se dejará usted arrastrar por el espíritu de rencor de esta época, o reconocerá las huellas impresas en aquellos prejuicios y odios y se alejará de ellos?
También es pecado el secularismo políticamente correcto que se opone a Dios. A menudo, el secularismo va acompañado de odio y violencia. Profesores universitarios inculcan sus ideas supuestamente liberales en las mentes jóvenes e, intencionalmente o no, los incitan a silenciar a todos los que no estén de acuerdo. A veces esto se expresa como una protesta pacífica, pero en ocasiones las protestas engendran violencia. Las manifestaciones que se produjeron en Berkeley, California, son un buen ejemplo, pero podríamos citar muchos más.
Durante la cumbre del grupo G-20 realizada en Toronto, Canadá, en el 2010; hubo varias manifestaciones de protesta pacíficas, pero se deslucieron a causa del bloque negro. Este término se emplea para señalar a los manifestantes violentos que visten de negro y suelen ocultar su identidad con pasamontañas, pañoletas, máscaras de esquí y anteojos de sol. Más de 40 negocios sufrieron los efectos del vandalismo, pero cuando regresó la calma, ¡las críticas se dirigieron contra la policía por emplear tácticas demasiado duras! ¿Contra qué protestaban esas personas? Era todo un puñado de causas liberales, entre ellas el calentamiento global, la pobreza, el capitalismo, los derechos de la mujer, y más.
También se vieron las tácticas del bloque negro durante las reuniones de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, Washington, en 1999. Hubo actos de vandalismo contra varios establecimientos comerciales. Cualquiera que sea la causa, la destrucción de la propiedad ajena es inaceptable y debemos tildar a estos rufianes del bloque negro de lo que son: anarquistas. ¡Su verdadero objetivo es destruir!
Es un error equiparar secularismo con neutralidad. La idea es que, si pudiéramos deshacenos de los prejuicios religiosos de todo tipo, podríamos tener una sociedad pacífica. La canción de John Lennon titulada Imagine (1971) capta muy bien este espíritu:
Imagina que no hay cielo,
Es fácil si lo intentas
Ni infierno bajo nuestros pies
Encima, solo el cielo
Imagina que todos viven para hoy
Imagina que no hay países
No es difícil hacerlo
Nada por lo cual matar o morir
Y tampoco religión
Imagina a todo el mundo viviendo una vida de paz…
Este razonamiento es superficial. El secularismo es una filosofía diametralmente opuesta a los valores de la Biblia y del mismo Dios. La idea de que podemos tener una sociedad moral sin un Ser Supremo que determine el bien y el mal es ingenua y mal encaminada, cuando menos.
Dennis Prager, creador de una serie de videos llamada Universidad Prager, explica claramente en uno de sus videos que, respecto de los diez mandamientos, uno puede pensar que es malo asesinar, pero sin Dios no puede saberlo. Sin una autoridad superior al hombre, nuestra opinión no es más que eso: una opinión. El hecho de pensar que el asesinato es malo no lo hace malo. ¿Quién tiene la autoridad para decir definitivamente qué es malo? Basta mirar hacia el siglo pasado para ver ejemplos de asesinato, patrocinado por el Estado, de millones de judíos y otros grupos considerados indignos de vivir según ciertos gobiernos.
Más cerca de nosotros, todos los días se producen abortos. Islandia quiere eliminar el síndrome de Down en la Isla por este medio, y muchas personas en diversos países están de acuerdo… Pero hay otros que no están de acuerdo, entre ellos muchos padres y madres de niños con el síndrome de Down.
Entonces, ¿quién decide? El secularismo es un intento por sacar a Dios del panorama. El secularismo es, de extremo a extremo, la antítesis de los valores bíblicos. Siendo así, ¿quién ha dejado sus huellas en el secularismo?
Jesús expresó lo siguiente mientras oraba por sus discípulos al Padre Celestial: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14). Quienes valoran una relación con Dios no se dejan arrastrar por la politiquería del mundo. Aunque Él tiene autoridad sobre todo el Universo, Dios ha permitido que Satanás gobierne en la Tierra por un período de tiempo hasta que la humanidad aprenda las lecciones que Dios ha enseñado.
El mundo siempre ha visto odio y violencia. Caín mató a su hermano Abel. El mundo antes del Diluvio estaba lleno de violencia (Génesis 6:11). La Biblia revela que había prejuicios entre los judíos contra los gentiles en el primer siglo de nuestra era. Dios enseñó a los primeros cristianos que no debían considerar común ni inmundo a ningún ser humano (Hechos 10:28). El apóstol Pablo reprendió en público a sus compañeros, los apóstoles Pedro y Bernabé, por apartarse de los gentiles cuando unos judíos llegaron de Jerusalén a Antioquía (Gálatas 2:11-14).
La Biblia deja constancia clara de que todos los hombres son iguales a los ojos de Dios. “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois y herederos según la promesa” (Gálatas 3:26-29). Lo anterior se confirma en Romanos 2:25-29.
La epístola a los Efesios asevera que son pecadores tanto los judíos como los gentiles (Efesios 2:1-3). La “pared intermedia” en el templo de Jerusalén, ideada por seres humanos para separar simbólicamente a los gentiles, impidiéndoles su acceso al Padre, quedó derribada en Cristo (vs. 14-18). Hablando de los gentiles, Pablo dice: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la Familia de Dios” (v. 19). Luego Pablo habla de una sola familia grande: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los Cielos y en la Tierra” (Efesios 3:14-15).
Mientras se desataba la violencia en Charlottesville, Virginia, los miembros de la Iglesia del Dios Viviente que patrocina esta revista, de diferentes etnias y razas, seguimos viviendo en paz y armonía, aunque estamos lejos de creernos los únicos. Como bien lo dijo el rey David: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1). Y como también nos dice Jesús: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).
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