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¿Cómo describiría usted El Mundo de Mañana a un vecino o vecina que desconoce esta revista? Sin duda, no es como Time, National Geographic ni El Gráfico; pero tampoco es como otras publicaciones religiosas. Usted seguramente ya habrá visto la diferencia, pero, ¿entiende por qué es diferente? ¿Cuál es nuestra perspectiva? ¿Y nuestra meta?
El Mundo de Mañana informa sobre las noticias mundiales y las analiza, pero sin pronunciarse por ningún bando político. Aunque a veces ambos lados de la gama política nos acusan de hacerlo, porque la verdad es la verdad, ¡venga de donde venga! Hablamos mucho de profecías bíblicas, pero no pretendemos ser profetas. Escribimos sobre la vida de Jesucristo que señala un modo de vida mejor, y advertimos contra conductas que solo producen penas y dolor.
Otra diferencia importante que nos distingue de casi todas las publicaciones es que, siendo una revista de alta calidad, El Mundo de Mañana se ofrece sin costo. En sus páginas no hay avisos comerciales pagados. Jamás nos verán vendiendo libros, camisetas ni tazas, y no cobramos por nuestros folletos ni demás materiales grabados que distribuimos. Entonces, ¿qué ganamos nosotros? ¿Por qué lo hacemos? ¿Cuál es nuestra misión?
En la Iglesia del Dios Viviente, patrocinadora de esta revista y los programas de El Mundo de Mañana, tomamos muy en serio la Biblia. Eso explica por qué no vendemos la verdad (Proverbios 23:23; Mateo 10:8), y por qué nuestro mensaje es diferente. Pero, ¿acaso no toman en serio la Biblia todas las iglesias cristianas? ¿No enseñan todas lo que esta dice, solo que desde una perspectiva diferente?
Amigos míos, me temo que la respuesta a este asunto los hará sentirse decepcionados, porque los hechos señalan hacia la razón del lío en que se encuentra nuestro mundo. La verdad no es relativa, a pesar de los mejores esfuerzos de los intelectuales para convencernos de lo contrario, y particularmente a nuestra juventud. La verdad física absoluta, es la razón por la que podemos hacer volar aviones; y la verdad moral es igualmente absoluta, libre del influjo de las arenas movedizas que forman la opinión humana.
Las Sagradas Escrituras muestran claramente cuál debe ser nuestra misión. Jesús dio la siguiente orden a sus discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Parece cosa sencilla, pero, ¿cuál es “el evangelio” que los seguidores de Jesucristo debemos predicar?
Las páginas de la Biblia están llenas de ese mensaje, que casi nadie comprende ni proclama. Los predicadores han reemplazado el verdadero mensaje evangélico con uno sobre la persona de Cristo y una gracia fácil. Al hacerlo, han desatendido el mensaje que el propio Jesús proclamó durante más de tres años antes de su muerte, sepultura y resurrección.
El sacrificio de Jesucristo es parte del evangelio, o buena noticia, pero también es el mensaje que proclamó antes de su crucifixión. Pocos están enterados de ese mensaje, pero El Mundo de Mañana sí lo proclama: ¡El mensaje del venidero Reino de Dios en la Tierra!
En ese Reino, Jesús será “Rey sobre toda la Tierra” (Zacarías 14:9), el rey David resucitado gobernará sobre toda la nación de Israel (Ezequiel 34:23-24; Jeremías 30:9) y los doce apóstoles, también resucitados, se sentarán en tronos, cada uno sobre una tribu de Israel (Mateo 19:28). Nosotros entendemos que quienes realmente sean de Cristo cuando regrese, recibirán el mando sobre diversas ciudades (Lucas 19:15-19).
Todo lo anterior explica por qué las Escrituras se refieren a Jesús como el Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16). ¡Los cristianos verdaderos de esta era serán reyes y señores sobre quienes gobernará Jesucristo! Entonces, ¿por qué será que la gente lee estas afirmaciones claras pero no puede, o no quiere, entenderlas?
Quienes llevan algún tiempo leyendo nuestras publicaciones saben la respuesta a esa pregunta. Entendemos por qué la mayoría de las personas, incluso muchos lectores frecuentes de la revista, no lo captan. Jesucristo nos dice que ningún ser humano puede venir a Él si el Padre no le abre la mente y lo trae a la verdad. Quizá suene extraño, pero fue lo que dijo, y para mayor énfasis, lo repitió: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere… Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Juan 6:44, 65).
Si Dios le está abriendo la mente para entender estas cosas, y si usted desea aprender más sobre el venidero Reino de Dios, le invitamos a solicitar nuestra publicación gratuita: ¿Conoce usted el verdadero evangelio? ¡Y me adelanto a decir que no habla de flotar en una nube en el Cielo!
El lector quizá se pregunte por qué El Mundo de Mañana dedica tanto espacio a las noticias mundiales y a las profecías bíblicas. ¿Sabe usted que entre la cuarta y la tercera parte de la Biblia se compone de profecía, y que la mayor parte de esas profecías se refieren a lo que llamamos el tiempo del fin, es decir, el período que conduce y culmina con el regreso de Jesucristo? Los lectores asiduos de El Mundo de Mañana entienden por qué es preciso que regrese. La razón aparece en Mateo 24:21-22.
Para toda persona que observe lo que está ocurriendo en el mundo, debe ser evidente que nos encaminamos hacia aguas muy tormentosas. Las cosas no marchan bien. Cierto es que en el pasado ha habido períodos difíciles, pero nunca en una época con mayor posibilidad de aniquilarlo todo. Los Estados Unidos ya no están unidos, sino muy divididos y sin mayores perspectivas de reconciliación. Esto no es bueno ni para ese país ni para el resto del mundo. La era de relativa estabilidad después de la Segunda Guerra Mundial está llegando a su fin, y la Biblia revela hacia donde nos llevará todo esto.
En la revista El Mundo de Mañana señalamos por qué las naciones son como un tren que se dirige hacia el abismo. El mundo va cuesta abajo, acelerando a cada paso y el puente se ha caído. El final está a la vista, y nuestro destino es un desastre si no frenamos con todas nuestras fuerzas y damos marcha atrás.
No nos hacemos la ilusión de que las mayorías siquiera escuchen nuestra advertencia, y mucho menos que la acepten y actúen conforme a ella, pero no obstante, estamos obligados a darla: “Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, Él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras” (Proverbios 24:11-12).
Dios le dijo al profeta Ezequiel que escribiera un mensaje para que otros lo publicaran al final de los tiempos… si bien el mensaje sería rechazado (Ezequiel 3:4-7). Quienes entienden el mensaje y no dan la advertencia tendrán que responder, aunque otros lo rechacen, pero si lo dan, los centinelas no serán responsables del desastre (Ezequiel 33:1-7).
Esto resume, en simples palabras, la razón de ser de El Mundo de Mañana. Por eso decimos la verdad. Por eso también comprendemos que el mensaje proclamado por nosotros no es del gusto popular, y que lo será aún menos con el paso del tiempo. Hay momentos de la vida en los que debemos sostener la verdad, cueste lo que cueste. Como bien lo dijo el apóstol Pablo: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12).
El Mundo de Mañana es diferente de todas las demás revistas porque dice la verdad del mensaje de Jesucristo, lo que hizo por nosotros y cómo se desarrollará su plan para la humanidad. Damos las malas noticias lo mismo que las buenas. Proclamamos el regreso de Jesucristo para gobernar sobre toda la Tierra desde un trono en Jerusalén (Zacarías 14:4, 9). Y explicamos el propósito de la vida: que los seres humanos pueden nacer como miembros de la propia Familia de Dios en una resurrección a la vida eterna. La revista El Mundo de Mañana ofrece esperanza a un mundo perturbado y que está perdiendo rápidamente las esperanzas.
Ahora la pregunta es: ¿Responderá usted?