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¿Qué tan lejos de la verdad y la moralidad bíblicas caerán Canadá y el resto de la sociedad occidental, antes de que la confusión dé paso a la catástrofe?
¿Acaso está el mundo dejando de tener sentido? Para muchos canadienses, la respuesta es que sí. Tomemos por ejemplo el tema de un artículo en The Western Standard: “En una competencia regional de natación en Markham, Ontario, los registros muestran que a un hombre biológico de 50 años, que dice ser una mujer trans, se le permitió nadar contra niñas de 13 a 14 años. Aparentemente, los principales medios de comunicación consideraron que esto era lo suficientemente normal, como para no ser noticiable” (WesternStandard.news, 25 de octubre del 2023). Parece que muchos padres estaban indignados; sin embargo, incluso después de la publicación del artículo, no se tomó ninguna medida para evitar que se repitiera esa mala conducta.
Cualquier adulto que lea ese artículo sabe que, hasta hace poco tiempo, algo así no se habría permitido y, si hubiera ocurrido, las consecuencias habrían sido muy graves. ¿Qué ha pasado con los valores de la sociedad, cuando lo que antes se consideraba reprensible, ahora se considera normal? A nuestro predecesor en esta obra, el señor Herbert W. Armstrong, le gustaba señalar que hay una causa para cada efecto. ¿Cuál es entonces la causa del efecto que acabamos de describir?
Quizás otro acontecimiento reciente en Canadá pueda arrojar algo de luz sobre esta cuestión. En octubre pasado, el National Post informó que los capellanes militares canadienses habían recibido una directiva escalofriante:
En nuevas directrices para los capellanes militares les dicen que sean “respetuosos de... la diversidad espiritual” durante los discursos públicos, que empleen un “análisis basado en género”, y que reemplacen los símbolos religiosos como cruces y estrellas de David con un escudo genérico de capellán, porque podría significar la muerte. Un veterano de la capellanía que lleva muchos años en servicio, dice sobre el papel en las Fuerzas Armadas de Canadá: “Es un paso más en el camino de tratar de eliminar la religión por completo en el ejército”, (Timothy Nelligan, “Directrices a los capellanes militares instan a eliminar a Dios, la religión del día del Recuerdo y las ceremonias públicas”, NationalPost.com, 27 de octubre del 2023).
De hecho, un informe de apoyo al documento del ministro de Defensa sobre el racismo y la discriminación, “recomendó que Canadá dejara de contratar capellanes de religiones con creencias muy tradicionales”. El reportero del National Post incluso señaló lo siguiente: “La religión, afirma el informe, debe considerarse una fuente de sufrimiento y trauma generacional para algunos canadienses…. Muchos capellanes militares canadienses, afirma el informe, representan o están afiliados a religiones organizadas, cuyas creencias no son sinónimo de las de un lugar de trabajo diverso e inclusivo”.
En otras palabras, aunque no se les prohíbe orar, los capellanes deben utilizar palabras con las que todos puedan estar de acuerdo, independientemente de su elección de estilo de vida o incluso de su rechazo al concepto de Dios. Parece que la administración gubernamental ha decidido que el contenido de religión será algún tipo de espiritualidad genérica, y no las creencias y doctrinas de una fe determinada, especialmente una fe fundamentada en la Biblia cristiana.
En un artículo de la publicación británica The Conservative Woman, un ministro presbiteriano retirado se refiere al inquietante y deliberado ataque que se está librando contra los valores bíblicos en Canadá:
“Las organizaciones y estados autoritarios siempre han visto al cristianismo como un obstáculo para sus objetivos con la sociedad... Así, los estados totalitarios han tratado de reducir la influencia del cristianismo en la sociedad, e incluso eliminarla por completo. En ese sentido, los movimientos progresistas y astutos de Occidente siguen a otros movimientos revolucionarios tanto de izquierda como de derecha que, desde la Revolución Francesa, han intentado destruir el cristianismo, mientras intentan rehacer su mundo” (La guerra de Canadá contra los derechos cristianos, 24 de mayo del 2022).
Refiriéndose específicamente a las acciones del actual gobierno canadiense, el autor escribe que los derechos humanos se han ido deteriorando gradualmente, y que esto se correlaciona con la aprobación de leyes que rechazan las creencias bíblicas sobre la naturaleza de la humanidad y la estructura de nuestra sociedad. Cita varios ejemplos que demuestran el grado de hostilidad hacia los valores bíblicos por parte de los funcionarios de la administración, y de un Poder Judicial que se inclina hacia una posición progresista, en oposición a los valores éticos que la Biblia ha inspirado durante milenios. En el 2017, una pareja presbiteriana enfrentó desafíos legales en su intento de convertirse en padres adoptivos de dos niñas. Inicialmente, su solicitud fue rechazada porque admitieron ante el trabajador social que no les enseñarían a las niñas que el conejo de Pascua realmente existía.
En otro caso en el 2018, la Trinity Western, universidad Evangélica de Columbia Británica, fracasó en su batalla legal ante la Corte Suprema del Canadá. La intención de la Universidad de iniciar la carrera de Derecho, encontró resistencia cuando tres colegios de abogados de Canadá se negarían a reconocer a sus graduados. Esto se debió a la política de la Universidad, que exigía que los estudiantes se adhirieran a un Pacto Comunitario que defiende la comprensión bíblica cristiana sobre la sexualidad humana. Aunque la Corte Suprema reconoció que la decisión infringía las libertades religiosas, afirmó que el fallo era una forma equilibrada y razonable para garantizar que los estudiantes LGBTQ, que podrían mostrarse reacios a aceptar el pacto, pudieran acceder a los programas de la Universidad.
Quizás uno de los comentarios más reveladores fue el del ministro federal de Justicia, David Lametti, al tratar sobre una legislación que penalizaría el asesoramiento a personas que deseen rechazar un estilo de vida LGBTQ. Al defender la prohibición de la terapia de conversión, Lametti afirmó: “La terapia de conversión se basa en una mentira: que ser homosexual, lesbiana, bisexual o trans está mal y necesita de corrección. Eso no solo es falso, sino que envía un mensaje humillante y degradante que socava la dignidad de las personas”. Según la postura de Lametti, todo lo que la Biblia revela sobre el propósito del sexo y la sana expresión de la sexualidad, debe ser rechazado como una falsedad ofensiva.
¿Cuál es, entonces, la causa para que la sociedad acepte como normal que un hombre de 50 años sea tratado como una niña de 13 años en una competencia de natación?
La Biblia nos da un relato detallado de lo que le sucede a una sociedad cuando se rechazan los valores absolutos. El libro de los Jueces se refiere a la nación de Israel viviendo en una condición caótica, empobrecida y oprimida. La razón es clara: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25).
Este es el caso actual en Canadá, donde las autoridades aborrecen y rechazan cada vez más los valores absolutos dados por Dios, los cuales definen el bien y el mal. Por lo tanto, la nación está cayendo sin rumbo hacia una amoralidad que conduce al caos, a la anarquía, al empobrecimiento y, finalmente, a la destrucción.
El profeta Isaías proclamó: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Isaías 5:20). Aquí en El Mundo de Mañana seguiremos proclamando la Palabra de Dios, incluso cuando la sociedad occidental adopte la ilógica como lógica y la necedad como sabiduría.