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La mayoría de las personas adoptan la religión de sus padres, al menos nominalmente.
Simplemente suponen que sus convicciones son correctas, pero jamás las han comprobado personalmente. ¿Será este nuestro caso? Una persona engañada no sabe que está engañada. Entonces, ¿Cómo saber que no estamos engañados?
Veámoslo como ejemplo: ¿Qué día de la semana vamos a la Iglesia? Si lo hacemos como la enorme mayoría de la gente en el mundo Occidental, la respuesta será: ¡El domingo! Y si nos preguntan: ¿Por qué? Probablemente diríamos: “Pues todo el mundo sabe que el domingo es el día de ir a la Iglesia. Es el día en que va todo el mundo”.
Pero, ¿qué dice la Biblia? La verdad es que la Biblia no dice en ninguna parte que el domingo es el día de culto cristiano… algo que es fácil comprobar tanto en la Biblia como en los anales de la historia. La Biblia habla de un día distinto del domingo como el día de descanso para el cristiano.
Veamos una cita de una publicación muy respetada en el mundo del cristianismo tradicional: “Cuando en el año 321 Constantino, emperador romano, convirtió el primer día de la semana en día festivo, lo llamó el venerable día del Sol (más tarde domingo). Cuando los símbolos paganos fueron desapareciendo con el tiempo, el Sol Invicto fue el último en irse” (versión inglesa del Manual de historia del cristianismo, Eerdmans, pág. 131).
En el culto de la cristiandad se fueron introduciendo no solamente la adoración al Sol, sino otras prácticas ajenas a la Biblia. Eerdmans señala: “La Iglesia cristiana adoptó muchas ideas e imágenes paganas. Del culto al Sol, por ejemplo, vino la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, que era el cumpleaños del Sol. Las fiestas saturnales en Roma, celebradas entre el 17 y el 21 de diciembre, ofrecían el ambiente festivo, el intercambio de regalos y las velas que más tarde caracterizaron las fiestas navideñas. El culto al Sol persistió en el mundo de la cristiandad romana, tanto que a mediados del siglo 5, el papa León I reprendió a los fieles porque se daban vuelta para inclinarse ante el Sol, antes de entrar en la basílica de San Pedro. Al principio se evitaban como símbolos del paganismo ciertas costumbres paganas, que más tarde se cristianizaron; por ejemplo, el empleo de velas, incienso y guirnaldas” (Págs. 131-132).
A lo largo de la historia eclesiástica abundan citas como la anterior. Los estudiosos de la historia bíblica saben que buena parte de lo que hoy se llama cristiano, solía llamarse pagano. Si bien ciertas religiones han pretendido vincular la observancia del domingo con la Biblia, la verdad es que la observancia del domingo empezó como algo ajeno a la Biblia; cuando los hombres decidieron reemplazar el día de descanso y culto que Dios había apartado en la Biblia con otro.
En algunos países hay grupos que intentan poner carteles con los diez mandamientos en las escuelas y otros edificios públicos. Pero cabe preguntar: ¿Cuántos de quienes desean fijar el decálogo saben lo que realmente enseña?:
“Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para el Eterno, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo el Eterno los Cielos y la Tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el sábado y lo santificó” (Éxodo 20:8-11, RV 1995).
Nadie con autoridad bíblica alteró jamás este mandato de Dios. Jesucristo y los apóstoles guardaban el sábado, como ha quedado consignado en el Nuevo Testamento. ¿Conocemos realmente la Biblia como ha sido inspirada, o simplemente creemos que los hombres tienen autoridad para revocar o reinterpretar un mandamiento dado por Dios?
La Biblia nos enseña: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21). Leamos la Biblia. Comprobemos cuidadosamente lo que esta dice. Así sabremos si estamos en lo cierto, o no. [MM]