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La humanidad está perfeccionando tecnologías cada vez más novedosas y peligrosas para destruirse a sí misma. Al mismo tiempo, las tensiones políticas y sociales se agravan en todo el mundo. ¿Traerán los próximos años la destrucción nuclear del mundo, o vendrá una era de paz duradera? ¿Acabará por traer destrucción y muerte al planeta la “batalla del Armagedón” mencionada en las profecías? ¿Qué significará “Armagedón” para usted y sus seres queridos? ¿Y qué vendrá después? La Biblia revela que se acerca un período temible ¡pero que al final hay esperanza! ¡Siga leyendo para conocer la extraordinaria verdad!
A comienzos del siglo XXI, la mayoría de nosotros comprendemos que vivimos en un mundo peligroso. Hace apenas seis decenios se lanzó una nueva arma cuya capacidad de destrucción era hasta entonces desconocida, fue cuando Estados Unidos dejó caer bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945. Una nueva era de destrucción masiva había empezado.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el general Douglas MacArthur, comandante supremo de las potencias aliadas, aceptó la rendición incondicional del Japón. A bordo del buque de guerra U.S.S. Missouri, el general MacArthur hizo un resumen del peligro y de las opciones que se le presentaban a la humanidad en esta nueva era:
“Las alianzas militares, el equilibrio del poder, las ligas de las naciones, fracasaron una por una, dejando como único camino el crisol de la guerra. Ahora el carácter total y absolutamente destructivo de la guerra elimina esta alternativa. Hemos tenido nuestra última oportunidad. Si no ideamos algún sistema más grande y más equitativo, nuestro Armagedón estará a la puerta. El problema, en su esencia, es teológico y tiene que ver con una renovación espiritual y una superación del carácter humano que esté en sincronía con nuestros avances casi inigualables en las ciencias, las artes, la literatura y todos los avances materiales y culturales de los últimos dos mil años. Tiene que ser del espíritu si pretendemos salvar la carne”.
Los seres humanos seguirán buscando un camino a la paz. Pero sin el conocimiento del Dios Creador y sin su dominio supremo sobre el planeta Tierra, los esfuerzos de las naciones terminarán en el fracaso. El apóstol Pablo explicó hace casi 2.000 años que las tendencias del hombre son violentas y opuestas a Dios: “Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos”. (Romanos 3:15-18).
Como veremos, las profecías revelan que la Tercera Guerra Mundial se cierne en nuestro horizonte. La guerra más grande de la historia universal estallará en el Oriente Medio. Las naciones ejercerán su poderío militar para causar muerte y destrucción masivas. Se reunirán en el Norte de Israel para librar la batalla culminante que la Biblia llama “la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14). La mayoría de los comentaristas se refieren a este increíble suceso como “Armagedón”, “la batalla final entre el bien y el mal”. ¿Quién va a ganar? ¿Sobrevivirá la humanidad? La Biblia trae la respuesta… y las buenas noticas que trascienden las amenazas contra la vida en nuestro planeta. Usted necesita conocer la secuencia de sucesos proféticos y prepararse para ellos tanto física como espiritualmente.
¿Hay actualmente algún peligro de guerra nuclear? Tal vez los temores de la guerra fría se han calmado con la firma de tratados internacionales; desde 1968, más de 180 naciones han firmado el tratado sobre la no proliferación de armas nucleares. Pero varias naciones con poder nuclear se han abstenido de firmar el tratado y entre las que sí firmaron, se sospecha que varias lo están infringiendo. Jesucristo profetizó los tiempos peligrosos en que vivimos: “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).
Cristo no hablaba aquí de la salvación espiritual sino de la posibilidad de la aniquilación del hombre, y la extinción de toda vida en la Tierra. Tal peligro lo reconocen no solamente los estudiosos de la Biblia sino también científicos de prestigio. El Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de los científicos atómicos) vigila los peligros de vivir en esta era nuclear y expresa ese peligro con su “Reloj del fin del mundo”. Cuanto más se acercan los punteros a la media noche, más se ha acercado la humanidad, en opinión de estos científicos, a la devastación nuclear total. El 17 de enero del 2007, el Boletín desplazó el minutero a cinco minutos para la medianoche, anunciando: “Nos hallamos al borde de una segunda era nuclear. El mundo no ha afrontado decisiones tan peligrosas desde que cayeron las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki”.
Anteriormente, un comunicado de prensa del Boletín había descrito la magnitud de los arsenales nucleares de solo dos naciones: “Sumados, Rusia y los Estados Unidos, todavía tienen más de 25.000 armas nucleares, estratégicas y tácticas, en diversas fases de preparación. Nueve años después de la caída del muro de Berlín, los Estados Unidos y Rusia tienen colectivamente unas 7.000 cabezas nucleares listas para disparar con menos de 15 minutos de previo aviso”. Hoy la humanidad cuenta con instrumentos para destruirse a sí misma con muy poco tiempo de advertencia.
¿Seremos los causantes de nuestra propia destrucción? ¿Cumplirá el Armagedón algún papel en la caída de la humanidad?
Quizá nunca sabremos cuán cerca hemos estado de cometer errores que podrían haber precipitado una conflagración nuclear. Hoy se sabe de por lo menos nueve países que poseen armas nucleares. Dos de ellos son, con mucho, las potencias nucleares más grandes del mundo. Los Estados Unidos (la única nación que ha usado armas nucleares contra otra) tiene en su arsenal más de 10.000 cabezas nucleares, mucho menos que las 31.000 y algo más que tenía en 1966. Que se sepa hoy, Estados Unidos es la única nación que tiene algunas de sus armas nucleares desplegadas más allá de sus propias fronteras, pues cuenta hasta con 150 cabezas nucleares situadas en diez bases aéreas en siete países de la OTAN. Pero la mayor parte del arsenal nuclear norteamericano se encuentra distribuido en 14 estados, hallándose aproximadamente el 70 por ciento en Nuevo México, Georgia, Washington, Nevada y Dakota del Norte; según informe del Consejo Nacional de Recursos de Defensa titulado: Taking Stock: Worldwide Nuclear Deployments (Un recuento: el despliegue nuclear en el mundo).
Se calcula que Rusia tiene por lo menos 15.000 cabezas nucleares activas, una reducción si comparamos con las 40.000 y algo más que tenían desplegadas los soviéticos en 1986. En su punto máximo, el arsenal nuclear soviético se extendía por cientos de lugares en Europa Oriental y hasta 14 de las 15 repúblicas soviéticas. Hoy se informa que esas cabezas nucleares se han consolidado en sólo 90 sitios en Rusia.
En comparación, las 450 cabezas nucleares (estimadas) de Francia en cuatro lugares, las 200 a 400 de China en 20 lugares, y las casi 200 del Reino Unido, quizá no parezcan mucho. Como señaló el Boletín de los científicos atómicos en su informe de “Cinco minutos hasta la medianoche” de enero del 2007, si los Estados Unidos y Rusia acordaran desmantelar una cabeza nuclear cada uno durante los próximos 25 años, todavía tendrían más armas nucleares que todas las demás naciones nucleares sumadas.
Israel, India y Pakistán poseen armas nucleares en cifras desconocidas. Las estimaciones del tamaño del arsenal nuclear israelí van de 75 a 200. Se cree que India y Pakistán tienen menos de 50 cada uno. ¿Serán un peligro serio los pequeños arsenales de est s países? Joseph Biden, senador de los Estados Unidos por el estado de Delaware, planteó así la situación de Pakistán en un discurso ante los estudiantes de St. Anselm College en New Hampshire el 8 de noviembre del 2007: “Difícilmente podemos imaginar una pesadilla más grande para los Estados Unidos que, Pakistán, la segunda nación musulmana en el mundo, reducida a un estado fallido en manos de fundamentalistas, tenga un arsenal de armas nucleares y una población mayor que las de Irán, Iraq, Afganistán y Corea del Norte sumadas”.
Otros países se encuentran al borde de grandes avances nucleares. En octubre del 2006, la agencia noticiosa KCNA de Corea del Norte, proclamó lo que llamó un “hecho histórico que trajo felicidad a nuestro ejército y nuestro pueblo”. Las armas nucleares de Corea del Norte, dijo la agencia, mantendrían “paz y estabilidad” en la región y serán “un gran salto hacia la construcción de una nación socialista grande, próspera y poderosa”. Como los misiles Rodong de Corea del Norte pueden lanzar una cabeza nuclear a una distancia hasta de 1.200 kilómetros, este avance nuclear inquietó a muchas de las naciones asiáticas.
Irán es quizá la más notoria de las naciones que están desarrollando la tecnología nuclear, pero está lejos de ser la única. Mohamed El Baradei, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, estimó que otros 20 o 30 países tienen la capacidad, sino también la intención, de desarrollar la tecnología de las armas nucleares.
Cuando pensamos en la terrible capacidad destructora de las armas nucleares, quizá tengamos en mente las explosiones de Hiroshima y Nagasaki en de agosto de 1945. Debemos comprender, sin embargo, que las actuales “cabezas nucleares estratégicas” son mucho más mortíferas que aquellas armas que quedaron grabadas en nuestra mente al final de la Segunda Guerra Mundial. En Hiroshima, una bomba de 15 kilotoneladas arrasó una ciudad y mató a 100.000 personas. Las cabezas nucleares “estratégicas” de hoy producen unas 200 kilotoneladas, y existen incluso bombas de una megatonelada.
¿Qué pasaría si hoy una ciudad fuera blanco de una bomba nuclear de una megatonelada? Tras la onda expansiva de una explosión nuclear, su pulsación de radiación térmica y su liberación intensa de rayos X, se producen tremendas tormentas de fuego. ¿Cuántas personas morirían con una sola bomba así? El doctor Alan F. Phillips lo describe así: “Las estimaciones para una ciudad de un millón o dos millones de personas donde cayera una sola bomba de una megatonelada son que aproximadamente la tercera parte de los habitantes morirían instantáneamente o recibirían heridas fatales, un tercio recibirían heridas graves y los demás saldrían ilesos o con heridas leves. Este número de heridos, si pudieran repartirse a los hospitales de Norteamérica, ocuparían algo así como la tercera parte de las camas; y obviamente ningún hospital puede manejar bien una avalancha semejante de casos urgentes en cuestión de pocos días” (Position Paper, Physicians for Global Survival, Canadá, octubre de 1995).
Se ha presentado por lo menos un accidente nuclear, y el de 1986 ilustra el sufrimiento y el peligro causados por una radiación tan extensa. La productora de cine Maryann de Leo escribió sobre su visita al desolado pueblo ucraniano de Pripyat, que fue evacuado permanentemente tras el desastre del reactor nuclear en Chernobyl en 1986: “Una mañana despejada de domingo, en Kiev, frente a la estación del metro de Minskaia y a un establecimiento de McDonald’s, un moderno autobús turístico está detenido con el motor en marcha. El conductor espera a los pasajeros que se dirigen a la zona de exclusión: una tierra de nadie, radioactiva, creada hace dos decenios por el accidente nuclear de Chernobyl. Pronto, se reúnen alrededor del autobús unas 20 personas, en su mayoría ucranianos y rusos. Dos hombres jóvenes de cabello oscuro reparten trajes antiradioactivos de color blanco y azul, así como impermeables amarillos y botellas de agua. Uno de los visitantes es Alex, nacido en Pripyat y criado allí hasta la edad de 10 años. Ahora tiene 30 y forma parte de una comunidad virtual, principalmente de jóvenes, que vivieron en Pripyat, la ciudad olvidada que se construyó en los años setenta para los trabajadores de la central nuclear de Chernobyl a unos tres kilómetros de allí. En esa época, Pripyat se conocía como la Ciudad del Futuro, pero el 27 de abril de 1986 fue abandonada cuando sus residentes se convirtieron en los primeros (y hasta ahora, los únicos) refugiados nucleares permanentes en el mundo.
“La visita, organizada por los que fueron residentes de Pripyat, coincidió con el vigésimo aniversario de la explosión. Mientras el autobús se dirige al norte hacia la zona de exclusión, una región de 29 kilómetros de ancho alrededor del reactor, los organizadores empiezan a mostrar películas de Pripyat. Hacen algunos ajustes al defectuoso aparato de video en el autobús, y aparecen en el pequeño monitor las imágenes macabras de lo que fue aquello después del incendio en el reactor. La película rayada y en blanco y negro, filmada por el personal de emergencias, muestra imágenes impresionantes de hombres agonizantes, con láminas de piel que se desprenden del cuerpo y cubiertos de quemaduras severas. Luego vemos el éxodo masivo de Pripyat, una procesión de 2.000 autobuses municipales y escolares que se abren paso centímetro a centímetro desde la ciudad como un extraño cortejo fúnebre.
“También hay imágenes del 26 de abril, el día de la explosión, antes que los residentes supieran del peligro. Las películas caseras captan la vida diaria: bodas, escenas borrosas de novias vestidas de blanco y de novios sonrientes… Este parecería ser el último lugar de la Tierra donde sigue con vida la Unión Soviética. Nadie menciona la palabra radiación. Cuando uno llega, le entregan un pequeño collar que debe llevar puesto, un dosímetro en miniatura”.
“Todo es fantasía en esta tierra, donde todos dicen que todo está bien. Y luego de estar aquí un tiempo, empiezas a creerlo. Tal vez la radiación no es tan mala. Tal vez el cuerpo sí se adapta. No afecta a los ratones. Quizás a los seres humanos tampoco”. (“The First Nuclear Refugees Come Home”, “Regresan a casa los primeros refugiados nucleares”, Discover, junio del 2007).
Los antiguos residentes de Pripyat, que no pueden regresar sin peligro a sus casas para más de una breve visita, han visto por sí mismos la terrible destrucción que el hombre puede causar a su medio. Si acaso, como dijo Voltaire: “El optimismo es la locura de insistir en que todo está bien cuando nos sentimos pésimamente”, habría que preguntarse: ¿Estarán locos los antiguos residentes de Pripyat? Los estudiosos de la Biblia saben que nuestro mundo es peligroso y que ese peligro está aumentando. Pero saben también que hay verdaderas razones para sentir esperanza y optimismo, tal como veremos en este folleto.
Más de cuarenta años antes del fiasco nuclear de Chernobyl los rusos, los estadounidenses y miles de millones de otros en el planeta Tierra; vivían bajo la amenaza constante de una guerra nuclear. Durante la “Guerra Fría” de los años 50, esa amenaza se cernía sobre los Estados Unidos y la Unión Soviética como una sombra, y los ciudadanos de ambos países se apresuraron a construir refugios antibombas. En 1962, la crisis de los misiles en Cuba trajo a un mundo espantado al borde de la aniquilación. Para fines del 2007, se sabía de por lo menos nueve naciones en el mundo: Los Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Israel, el Reino Unido, India, Pakistán y Corea del Norte; que habían ensayado armas nucleares, y varias más trabajaban con diligencia por adquirirlas.
Las ambiciones nucleares de Irán movieron al International Jerusalem Post a publicar en su primera página la foto de un bombardero israelí, sobre este titular: “En caso de que haya que jugarse el todo: ¿Puede Israel detener el programa nuclear iraní a la fuerza si lo demás fracasa?” El artículo decía: “Con Irán insistiendo en llevar adelante su programa, desafiando a la ONU y la comunidad internacional; Egipto, Argelia, Arabia Saudita, Marruecos, Túnez y los Emiratos Árabes Unidos anunciaron a comienzos de noviembre sus intenciones de comenzar a actualizar sus programas de energía nuclear. De los seis los más avanzados, con mucho, son Egipto y Argelia. Se dice que Turquía también está coqueteando con la idea de iniciar un programa nuclear” (12-18 de enero del 2007, pág. 15). Usted puede saber más sobre los hechos profetizados para esa región si solicita nuestro sorprendente artículo: “El Oriente Medio en profecía”.
Desde el colapso de la Unión Soviética, muchos han perdido aquel gran temor de una catástrofe nuclear. ¿Pero realmente estamos seguros? Aun hoy, Rusia y los Estados Unidos son capaces de lanzar misiles nucleares con 15 minutos de aviso. Varios estados que no siguen las normas internacionales continúan desarrollando su capacidad atómica, por lo que el peligro del terrorismo nuclear va en aumento, pues los avances tecnológicos son tales que los científicos preparados, que cada vez son más, pueden construir dispositivos más y más pequeños.
El terror ha pasado incluso al espacio sideral. Según el general Joseph Ashy, comandante en jefe retirado del Comando Espacial de los Estados Unidos: “Vamos a pelear desde el espacio y vamos a pelear hacia el espacio… Por eso es que Estados Unidos. ha desarrollado programas de energía dirigida y mecanismos interceptores… Un día nos enfrentaremos a blancos terrestres: barcos, aviones, blancos sobre tierra; desde el espacio” (citado en “Waging War in Space” “Guerra en el espacio”, The Nation, 27 de diciembre de 1999).
En enero del 2007, China se convirtió en la tercera nación (después de los Estados Unidos. y Rusia) en derribar un satélite espacial. Un arma antisatelital china destruyó un satélite meteorológico de ese país que recorría su órbita a unos 865 kilómetros sobre la Tierra. La proeza demostró la nueva capacidad china para derribar satélites espías de otras naciones así como otros objetos en órbita lejana alrededor de la Tierra. Los funcionarios de los vecinos Japón y Australia expresaron su temor de que esta operación fuera presagio de una nueva carrera de armas en el espacio.
¿Habrá otra guerra mundial a la vuelta de la esquina? ¿Sabe usted lo que la Biblia revela? La mayoría de los estudiosos de la Biblia han oído de un gran suceso culminante al final de los tiempos conocido como “la batalla del Armagedón”. ¿Qué representa este acontecimiento y cómo lo afectará a usted y a su familia?
Cuando el mundo vive alguna gran calamidad, los comentaristas suelen exclamar: “¡Es como un Armagedón!” Leemos en un informe noticioso de la BBC que un gusano informático podría iniciar un “Armagedón digital”.
Vemos al escritor sobre temas de negocios Michael Panzer publicar: Armagedón financiero, donde advierte de un desastre económico que produciría hiperinflación y descomposición social. Encontramos en la revista TIME la pérdida de los bosques lluviosos y la extinción de especies animales descritas como un “Armagedón inminente”.
“Era un invierno nuclear. Era como Armagedón. Parecía el fin del mundo”, dijo Mitch Mendler, un bombero de San Diego, California, que luchó contra los terribles incendios en el Sur de California en octubre del 2007. Bien… pero ¿cómo es, y cómo será, “Armagedón”? ¡La respuesta está en la Biblia!
La batalla culminante de la historia, al finalizar nuestra era actual, se describe en el libro del Apocalipsis, el último de la Biblia: “Los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16:16). ¿Cómo y por qué se reunirán allí los ejércitos? Dos versículos antes, leemos esto: “Son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la Tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14).
¡Observe esto! La batalla en sí no se llama la batalla del Armagedón sino “la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”. Los preparativos para la batalla sí empiezan en Armagedón. ¿Qué lugar es este? La palabra Armagedón es una transliteración el hebreo original har megiddo que significa “colina de Megido” o “monte de Megido”.
Megido se encuentra a unos 88 kilómetros al norte de Jerusalén, en Israel. En tiempos antiguos, protegía la principal ruta comercial entre Egipto y Damasco. También se levanta sobre la llanura más grande de Israel, llamada el valle de Jezreel o la llanura de Esdraelón. El Antiguo Testamento menciona varias batallas importantes que se desarrollaron allí. En la Primera Guerra Mundial, el general inglés Allenby derrotó allí a la fuerzas militares turcas en lo que llegó a conocerse como “la batalla de Megido”.
Con todas las batallas históricas que se han visto en Megido, y dado su papel dentro de la profecía, la palabra “Armagedón” ha llegado a simbolizar cualquier devastación a gran escala. El hombre se ha ideado muchas armas terribles de destrucción masiva. ¿Será que estas armas suscitarán un Armagedón para nosotros?
Hace algún tiempo, ABC News produjo un programa titulado: “Los últimos días en la Tierra”. Se supone que “los últimos días en la Tierra pasea a los televidentes por siete de las amenazas más peligrosas para la humanidad.
Unas son capaces de extinguirnos del todo, otras pueden destruir el planeta; todas podrían ocasionar el fin de nuestra civilización”. Entre estas “amenazas más peligrosas” se incluyen la guerra nuclear, supervolcanes, asteroides y epidemias. La serie de CNN titulada: “Planeta en peligro” mostró la destrucción masiva de bosques y el creciente número de especies animales que se han extinguido. Al presentar las principales amenazas para nuestro planeta, el canal de televisión History Channel declaró que la semana del 22 de octubre del 2007 era la “Semana del Armagedón”. El exvicepresidente de los Estados Unidos y ganador del premio Nobel de la Paz, Al Gore, produjo el documental An Inconvenient Truth (Una verdad incómoda). Dijo que “con todo y los triunfos, las tragedias, las guerras, el hambre y los grandes avances… este es nuestro único hogar. Y eso es lo que está en juego, nuestra capacidad de habitar el planeta Tierra, de tener un futuro como civilización”. En su promoción de la película, Paramount Classics dice: “La humanidad está sentada sobre una bomba de tiempo. Si la arrolladora mayoría de los científicos en el mundo tienen razón, nos quedan solamente diez años para evitar una catástrofe que podría precipitar a todo el mundo en un remolino de épica destrucción, fenómenos climáticos extremos, inundaciones, sequías, epidemias y oleadas de calor mortales; más allá de cualquier cosa que hayamos conocido hasta ahora”.
Otra película, titulada: “La hora once”, producida y narrada por Leonardo DiCaprio, decía en su promoción: “La tragedia es la posible extinción de la humanidad”, y “No solo es la hora once, sino las 11:59”.
Además del peligro nuclear, las armas químicas y biológicas son una amenaza creciente. Y en el horizonte se cierne otra nueva: al lado de las temibles armas nucleares, biológicas y químicas (NBQ); han surgido nuevas categorías: la genética, la nanotecnología y la robótica (GNR) que prometen nuevos horrores para el siglo 21.
Bill Joy, fundador de Sun Microsistems y pionero de la era de la minicomputadora, escribió un artículo sorprendente publicado en la revista Wired en abril del 2000. Titulado: “¿Por qué el futuro no nos necesita?”, el ensayo contempló el efecto de estas nuevas tecnologías GNR sobre una humanidad en guerra: “No me parece exageración decir que nos encontramos en las puertas de la maldad extrema, una maldad cuya posibilidad se extiende mucho más allá que la dada a los estados-nación por las armas de destrucción masiva, hasta el punto de dotar a individuos extremistas con poderes terribles e inesperados”.
Joy no es el único que hace tan sombrías evaluaciones. El periodista Gideon Rose ofrece el siguiente análisis: “El problema realmente difícil será un nuevo tipo de proliferación que tendrá que ver con la adquisición de armas químicas y biológicas y de ciberarmas por parte de protagonistas subnacionales como son los grupos terroristas, sectas religiosas o individuos coléricos. Estas armas son fáciles de hacer, difíciles de rastrear e igualmente resulta difícil defenderse contra ellas. Lo anterior significa que aunque Estados Unidos gaste decenas de miles de millones de dólares en un sistema para derribar los misiles de Corea del Norte, todavía tendrá que entenderse con el problema igualmente apremiante de frenar a las sectas apocalípticas enviando cartas bomba impregnadas de virus mortíferos”. ¿Tendrá todo el mundo la bomba? (Revista Time, 22 de mayo del 2000, pág. 103).
En medio de todos los avances científicos en armas, el trato inhumano del hombre para con el hombre, desde Kosovo hasta Casimir, desde Timor hasta Siria; sigue empeorando, lo mismo que las guerras y las masacres.
Desde la Segunda Guerra Mundial las atrocidades contra naciones o pueblos han continuado sin tregua. Según Newsweek: “La Convención sobre genocidio prohibió los actos cometidos con intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Las atrocidades de la posguerra fueron, entre otras: Bosnia: 300.000 muertos, 2 millones de desplazados; Camboya: 1 millón de muertos, 500.000 desplazados; Ruanda: 1 millón de muertos, 3,5 millones de desplazados”.
Ante semejante maldad, vemos por qué viene el juicio sobre nuestro planeta. Sin embargo, más allá de las malas noticias hay noticias buenas. Jesucristo, el más grande de los profetas y difusores de noticias en toda la historia humana, predijo que estas atrocidades se acabarían: “Será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
¡Las Sagradas Escrituras muestran que Armagedón es el lugar de reunión para la batalla culminante del gran día del Dios Todopoderoso! En la llanura de Esdraelón se reunirán enormes ejércitos para dar comienzo a la conflagración final. ¿Qué lugar ocupa Armagedón en el panorama de la profecía? El apóstol Juan describió a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Estos simbolizan, en orden, falsos cristos y falsa religión, guerra y sus efectos asoladores, hambres que normalmente vienen después de una guerra, y plagas o enfermedades que vienen después de una hambruna.
Veamos lo que dice la Biblia acerca de la terrible devastación que traen estos cuatro jinetes: “Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la Tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la Tierra” (Apocalipsis 6:8).
¿Acaso las naciones han depuesto sus armas después de la Segunda Guerra Mundial? ¡No! En la última mitad del siglo 20, millones de seres fueron víctimas de las guerras en todo el mundo, desde Corea e Indochina hasta Bosnia y África Oriental, además del conflicto incesante en el Oriente Medio. Quedan pocas naciones hoy que no hayan sido afectadas por algún conflicto. El Barómetro de conflictos, publicado por el Instituto Heidelberg de Investigación de Conflictos Internacionales, trajo este grave informe: “En el 2006 hubo 278 conflictos políticos. Seis de estos fueron guerras y 29 fueron crisis graves, lo que da un total de 35 conflictos realizados con gran violencia. 83 conflictos se clasificaron como crisis, lo cual significa que recurrían a la violencia solo esporádicamente. En total, fueron 118 los conflictos que se realizaron con violencia.
Sin embargo, toda la destrucción que hemos visto desde la Segunda Guerra Mundial palidece en comparación con la mortandad que cubrirá al planeta Tierra al final de la era. La cuarta parte de los seres humanos en el planeta morirán cuando la guerra, el hambre y las enfermedades se difundan por la Tierra.
Si exceptuamos la Biblia, ¿hay alguien en nuestra era moderna que considere posible semejante desolación? Sí. Comparando el riesgo de la manipulación genética con la “peste negra” que asoló a Europa en el siglo 14, el autor Joy comentó: “Mi principal temor con la ingeniería genética es… que dota de poder, ya sea por la vía militar, accidentalmente o mediante un ataque terrorista deliberado; para producir una ‘peste blanca’” (Wired, abril del 2000, pág. 249). ¡Los hombres de ciencia saben que estos horrores pueden estar muy cerca en el horizonte!
Por otro lado, no tenemos que mirar hacia la manipulación genética para prever una gran destrucción. Otras tendencias mortales son el calor y las sequías. Las temperaturas en el mundo se están alterando notoriamente.
Hace pocos años, en el verano del 2003, más de 20.000 personas murieron en Italia como resultado de una ola de calor sin precedentes. En Francia también murieron casi 10.000 personas por el calor aquel verano. El Monitor de Sequías en Estados Unidos, publicado por el Departamento de Agricultura y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, clasificó varios estados en el Oeste de los Estados Unidos como estados que estaban padeciendo sequías “severas” o “extremas”, y clasificó a varios estados del Sur en la peor categoría: sequía “excepcional”.
Como leímos antes, las condiciones de sequía en el Sur de California fueron propicias para los grandes incendios que en octubre del 2007, agravados por el viento, destruyeron más de 200.000 hectáreas y por lo menos 1.700 casas en un fuego que los bomberos describieron como un infierno descontrolado.
¿Será capaz el Suroeste de los Estados Unidos de mantener a sus crecientes poblaciones en el futuro? La portada de la revista New York Times del 21 de octubre del 2007 preguntó: “¿Dejarán al Oeste sin agua la sequía perfecta, la población y los cambios climáticos?” En esa revista, el autor Jon Gertner observó: “En el Suroeste, las perspectivas el verano pasado eran igualmente sombrías. Una reducción catastrófica en el caudal del río Colorado, que se forma principalmente con la nieve derretida de las montañas Rocosas, siempre ha servido como una especie
de experimento mental para los ingenieros hidráulicos, es decir, una situación de riesgo que se presenta en el extremo límite de su imaginación práctica. Unos 30 millones de personas dependen de esa agua. Una gran reducción del caudal en el río produciría caos en siete estados: Colorado, Utah, Wyoming, Nuevo México, Arizona, Nevada y California”. Gertner cita al científico Richard Seager de la Universidad de Columbia, quien completó recientemente un estudio de las actuales condiciones de sequedad: “Ya no se puede llamar sequía, porque está pasando a ser un clima más seco. Nadie dice que el Sahara está en sequía” (“El futuro se seca”, págs. 70, 74).
El continente de Australia también ha sufrido sequías sin precedentes. El Centro Climático Nacional de Australia publicó un informe en que esbozaba las condiciones de sequía por todo el Continente. Aunque el Noroeste ha tenido mucha humedad, desde noviembre del 2001 otras regiones grandes han registrado la precipitación “más baja de que se tenga constancia”, acompañada de calores inusitados. En la cuenca Murray Darling, las lluvias entre noviembre del 2001 y octubre del 2007 fueron iguales o inferiores a los mínimos históricos, y en el 75 por ciento de la cuenca los niveles de precipitación se registraron en el 10 por ciento más bajo desde que se empezó a llevar la cuenta.
En Estados Unidos, la gente mayor que vive en la región del centro, todavía recuerda las condiciones del “tazón de polvo” que azotó a las Grandes Llanuras entre 1933 y 1939. ¿Se repetirán estas condiciones… o serán aún peores? ¿Veremos sequías más prolongadas en los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia y Nueva Zelandia? El Dios Creador hizo esta advertencia por medio del profeta Amós: “Os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice el Eterno” (Amós 4:7-8). Si no nos volvemos a Dios de todo corazón, sufriremos un castigo severo.
Los “jinetes del Apocalipsis” simbolizan el asolamiento de buena parte de nuestro planeta y la muerte de miles de millones de seres humanos. Es importante que usted comprenda la secuencia de estos hechos proféticos extraordinarios, si desea prepararse y preparar a sus seres queridos para lo que se avecina. La Biblia revela que seis grandes sucesos proféticos, entre ellos los “cuatro jinetes”, culminarán con la batalla del Armagedón. Esta batalla, como veremos, es parte del “séptimo sello” profetizado. ¿Qué son estos siete sellos misteriosos, y cómo desciframos su significado?
El libro del Apocalipsis, el último de la Biblia, es un misterio para la mayoría de las personas. Hay quienes dicen que es solo alegoría. Otros dicen que se refiere a hechos del pasado solamente. ¿Sabía usted que en su descripción de los siete sellos, este libro da un esbozo de las profecías para el tiempo del fin? Usted puede saber cómo se desarrollarán los hechos finales ¡y cómo estar preparado para ellos! Es preciso entender los siete sellos del Apocalipsis.
Alrededor del año 95 DC, el apóstol Juan redactó en el Apocalipsis las palabras inspiradas de Dios. Juan estaba exiliado en la isla de Patmos, en la costa Sudoccidental de Turquía, sobre el mar Egeo. La Isla era una colonia penitenciaria romana en el primer siglo. Allí escribió: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 1:9).
Dios escogió al apóstol Juan para que redactara el Apocalipsis, o Revelación. Las Escrituras explican que fue Juan el que “ha dado testimonio de la Palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto” (v. 2). Notemos esta bendición pronunciada sobre los que estudian seriamente el libro de Apocalipsis: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (v. 3).
¡La humanidad en general ignora el contenido de uno de los libros más grandes que jamás se hayan escrito! Dios ha ocultado el profundo sentido de este libro misterioso a los ojos de los que están espiritualmente enceguecidos.
Esto quiere decir que le ha ocultado el significado del libro a casi todo el mundo.
Aun Adam Clarke, el famoso comentarista de la Biblia, difícilmente le hallaba sentido al Apocalipsis. Clarke escribió: “Había resuelto, por un tiempo considerable, no meterme con este libro, pues preveía que sobre él no podría producir nada satisfactorio” (Prefacio al Apocalipsis de San Juan, pág. 966).
Sin embargo, usted sí puede entender el libro del Apocalipsis. Observe que se trata del Apocalipsis, o Revelación, de Jesucristo, no de San Juan, como dice el subtítulo en algunas versiones de la Biblia. ¿Cuál es el propósito de esta revelación de Cristo? Es “para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Apocalipsis 1:1). ¡El propósito del libro no es ocultar la verdad, sino revelar los hechos que culminarán con el regreso de Cristo! La palaba “apocalipsis” viene del griego apokalupsis, que significa “descubrir” o “poner de manifiesto”. ¡Es importante que usted sepa cuáles son estos hechos profetizados!
Los siete sellos revelan sucesos proféticos que vendrán pronto. En Apocalipsis 5, vemos un rollo sellado con siete sellos. Juan se pone a llorar cuando al principio no se halla a “ninguno” que sea digno de abrir el rollo.
Luego, “uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (v. 5). El León de la tribu de Judá es Jesucristo. Él procede a abrir el rollo sellado con siete sellos.
En Apocalipsis 6, leemos la descripción de seis de esos sellos. Los primeros cuatro se conocen también como los cuatro jinetes del Apocalipsis. El apóstol Juan ve al Cordero, Jesucristo, abriendo el primer sello. “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer” (vs. 1-2).
¿Qué representa el caballo blanco con su jinete? Algunos comentaristas dicen, erróneamente, que representa a Cristo porque la imagen es parecida a la descripción de Cristo que aparece en Apocalipsis 19. Pero cuando comparamos la descripción de Apocalipsis 19 con el primer jinete, encontramos diferencias notables. Cristo viene, no con una sola corona sino con muchas (v. 12). Y viene con una espada, (v. 15), no con un arco como en Apocalipsis 6.
Cristo es el Revelador. Él revela el significado del caballo blanco. Jesús describe las señales de su segunda venida y la serie de hechos que coinciden con los sellos del Apocalipsis. “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:4-5).
Este caballo blanco y su jinete simbolizan religiones falsas: “falsos cristos” (v. 24). En Mateo 24, Jesús continúa citando la serie de fenómenos: guerra, hambre, pestes y tribulación. Jesús es quien interpreta los sellos de Apocalipsis. Nos dice: “Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre” (vs. 6-9).
El segundo sello revela a un jinete montado en un caballo bermejo (es decir alazán, o rojizo), con poder para quitar la paz de la Tierra. El tercer sello presenta a un jinete montado sobre un caballo negro, símbolo de la escasez de alimentos y hambrunas. El cuarto sello muestra a un jinete sobre un caballo amarillo, cuyo nombre es Muerte. Como hemos visto, estos cuatro jinetes tienen poder sobre la cuarta parte de nuestro planeta para “matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la Tierra” (Apocalipsis 6:8). Jesús también habló de las pestes que normalmente aparecen después de una hambruna. Vemos en Mateo 24 cómo Jesús confirmó el significado de estos sellos cuando habló de:
En Mateo 24 Jesús citó otra señal específica de la llegada inminente de la gran tribulación: “Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:15-16).
Es importante que entendamos qué es esta abominación desoladora. Históricamente, en el año 167 AC, el gobernante griego Antíoco Epífanes emitió un decreto que prohibía continuar sacrificando en el templo de Jerusalén, tal como lo había predicho Daniel. “Se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora” (Daniel 11:31).
Además de suspender los sacrificios diarios, Antíoco levantó una estatua de Júpiter en el templo y ordenó que todo el mundo la adorara. Esta abominación, mencionada también en Daniel 8, fue presagio de algo que ocurriría en los últimos días. En el futuro, se volverá a suspender el sacrificio de animales en el tiempo del fin, esta vez 1.290 días antes del regreso de Cristo. “Desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días” (Daniel 12:11).
¡Jesús advierte a sus seguidores que estén atentos a una abominación desoladora en los tiempos del fin! Así como Antíoco Epífanes profanó el templo en el año 167 AC y suspendió los sacrificios, también en el futuro una autoridad profana suspenderá los sacrificios en el templo judío. El apóstol Pablo advierte incluso sobre un gran profeta falso que se pondrá en el lugar santo. “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:3-4).
En el primer siglo, los cristianos huyeron de Jerusalén a la población de Pella y escaparon de la destrucción que el Ejército Romano le hizo a Jerusalén en el año 70 DC. (Lo invitamos a pedir nuestro folleto gratuito titulado: La Iglesia que no han podido destruir, para ver más detalles sobre cómo la Iglesia de Dios se estableció, creció y resistió terribles persecuciones a lo largo de los siglos). Mas el contexto aquí es “el fin del siglo”, o de la era (Mateo 24:3). Jesús describe este período como una “gran tribulación” (v. 21): el tiempo de la ira y malévola persecución por Satanás. “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). Tal como dijo Jesús, esta vez la tribulación será la más grande que jamás ha habido (Mateo 24:21). En todas las atrocidades de los genocidios que hemos visto, la historia del mundo jamás ha presentado semejante grado de maldad.
Leemos: “Cuando vio el dragón que había sido arrojado a la Tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al Hijo varón. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (Apocalipsis 12:13-14). El símbolo de la Iglesia en la Biblia es una mujer (ver Efesios 5:22-32). Dios protegerá de la gran tribulación a los que con gran fervor guardan sus mandamientos. Este no es un rapto secreto. Semejante cosa no existe en la Biblia. Nótese que la mujer es llevada a “su lugar” en el desierto. Luego el dragón persigue a los cristianos tibios que no estaban decididos a crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo. “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (v. 17). Satanás atacará al remanente de la Iglesia y a los descendientes de Jacob. “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (Jeremías 30:7). Este tiempo único en la historia, la gran tribulación, verá caer la ira de Satanás sobre los descendientes de Jacob, no solamente los judíos sino también los norteamericanos y los pueblos que descienden de los británicos y sobre todos los pueblos de la Tierra. ¡Ciertamente tenemos que escuchar la advertencia!
A medida que se acerca el regreso de Cristo, Dios comenzará a intervenir con más fuerza en los asuntos humanos. Habrá fenómenos astronómicos y terrestres formidables que captarán la atención del mundo. Veamos: “El cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la Tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?’” (Apocalipsis 6:14-17).
¿Cuál ira se derramará sobre las naciones? ¡El Cordero de Dios, Jesucristo, estará lleno de ira! ¿Por qué? Porque casi todo el mundo se ha rebelado contra Dios y ha seguido el camino del mal. Juan explica que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19).
Hoy el mundo desconoce al Dios verdadero, ¡pero quienes vivan en el mundo de mañana sí conocerán a Dios el Padre y a su Hijo Jesucristo! La gente estará dispuesta a dejarse enseñar. Después de la gran tribulación, del día del Eterno y del Armagedón, las naciones estarán humilladas. ¡Incluso, desearán conocer el camino de Dios y de la Biblia! Notemos: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones” (Isaías 2:2). Todas las naciones vendrán a la nueva capital del mundo, Jerusalén, donde Jesucristo reinará como Rey de reyes y Señor de señores. “Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas” (v. 3). ¡Desearán conocer los caminos de Dios! ¿Tiene usted ese deseo ahora? Note lo que el rey Mesías, Jesucristo, enseñará en el milenio: “De Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (v. 3). Esa palabra está al alcance de usted ahora mismo, en la Biblia. La Biblia es un regalo que Dios nos da ¡y debemos leerla diariamente! Como dijo Jesús: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
El efecto de los cuatro jinetes se intensificará a medida que nos acercamos al día del Eterno. Estos se revelan, como hemos visto, en Apocalipsis 6, cuando Cristo abre los primeros cuatro sellos. ¿Qué ocurre al abrirse el quinto sello? “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que tenían” (Apocalipsis 6:9).
Aquí se presenta el martirio de los santos, los verdaderos cristianos. En el primer siglo, el emperador Nerón realizó una violenta persecución contra los cristianos sometiéndolos a la muerte. El quinto sello también predice una gran persecución a los santos en los tiempos del fin. Jesús predijo esta futura tribulación en Mateo 24:21. Después, Jesús abre el sexto sello, y se manifiestan en el cielo señales que estremecerán a los pueblos de todo el planeta. ¿Cuáles son esas señales en el cielo? “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el Sol se puso negro como tela de cilicio, y la Luna se volvió toda como sangre” (Apocalipsis 6:12).
Estas perturbaciones cósmicas serán una advertencia para toda la humanidad. Durante el primer siglo, alrededor del momento de la crucifixión y resurrección de Cristo, también hubo señales en el cielo (Lucas 23:44-45). El apóstol Pedro se refirió a ellas en su mensaje de Pentecostés: “Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne… Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la Tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el Sol se convertirá en tinieblas, y la Luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:14-21). El apóstol Pedro les dijo a sus oyentes que se arrepintieran y se bautizaran (Hechos 2:38) ¡y ese día se bautizaron 3.000 personas!
Ahora veamos unas señales proféticas del tiempo del fin. El apóstol Juan prosigue en Apocalipsis capítulo 6: “Las estrellas del cielo cayeron sobre la Tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar” (Apocalipsis 6:13-14).
¿Habrá asteroides y meteoros que causen daños catastróficos a la vida en la Tierra? ¿Se valdrá Dios de asteroides grandes o pequeños para castigar a las naciones y pueblos rebeldes que rehúsan arrepentirse? Las Escrituras muestran claramente que sobre la Tierra caerán granizadas terribles y aplastantes: “Cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande” (Apocalipsis 16:21).
Algunas películas, como Asteroide en 1997 y Armagedón e impacto profundo en 1998, presentan asteroides que hacen peligrar toda la vida en la Tierra. ¿Hay algún peligro real de que asteroides más pequeños choquen con nuestro planeta? El autor John Roach, escribiendo en National Geographic News, advirtió: “Según investigadores, es casi seguro que sobre la Tierra caerá un asteroide lo bastante grande para exterminar un alto porcentaje de la vida en el planeta, incluso posiblemente más de mil millones de personas. Pero como estas colisiones cataclísmicas ocurren solo una vez cada millón de años, en promedio, ¿valdrá la pena preocuparse?” (“Asteroides mortales: ¿un riesgo real pero lejano?”, 19 de junio del 2003). ¡La profecía bíblica revela que debemos preocuparnos mucho!
Los asteroides y meteoros serán un fenómeno aterrador. Otros fenómenos serán los terremotos de gran magnitud que también sacudirán el planeta. El apóstol Juan tuvo una visión en la cual “todo monte y toda isla se removió de su lugar”. Si usted ha sentido un sismo fuerte, como lo han sentido muchos residentes de California y la región de los Andes, sabe que pueden ser aterradores. Aunque uno no resulte herido, siente las rodillas y las piernas tan débiles como agua. Quizás usted se sienta tranquilo porque su ciudad o región no ha sido históricamente un lugar sísmico. En un artículo de la revista TIME, el autor George J. Church nos recuerda que: “los sismos son imprevisibles. Golpean casi invariablemente en momentos y en lugares que nadie espera, y no hay uno exactamente igual a otro” (30 de enero de 1995).
¿Cuánta fuerza puede tener un terremoto? El histórico sismo del valle del Misisipi el 16 de diciembre de 1811, cerca de Nueva Madrid, Misuri, ¡invirtió el curso del río Misisipi! La serie de movimientos fueron de magnitudes estimadas en 8,6, 8,4 y 8,8. En palabras del Time Almanac 2001: “Es la serie de sismos más grande de que se tenga noticia en Norteamérica” (pág. 614).
Cientos de miles de personas han perecido en catástrofes naturales en años recientes. En octubre del 2005, hubo un terremoto de magnitud 7,6 en Pakistán, que dejó casi 90.000 muertos y más de tres millones de personas sin techo. En agosto del 2005, el huracán Katrina destruyó la ciudad de Nueva Orleáns y trastornó la vida de millones a lo largo de la costa del Golfo. El 26 de diciembre del 2004, el terremoto de Sumatra, que registró una magnitud de 9,1 unido al sunami que produjo, mató a más de 280.000 personas en el Sur de Asia.
Los sismos y las “señales en el cielo” darán comienzo al día del Eterno: el tiempo de la ira de Dios y su juicio sobre un mundo ingrato y rebelde. Jesucristo, el Cordero, estará enojado. Ejecutará los juicios justos de Dios.
¡El día del Eterno también se llama “el gran día de su ira”! (Apocalipsis 6:17)
Algunos críticos dicen: “Siempre ha habido temblores de tierra. Siempre ha habido volcanes y otras perturbaciones ambientales. Lo que estamos presenciando hoy no significa que el regreso de Cristo esté más cerca”. Es increíble, pero mientras los sucesos del tiempo del fin se intensifican, algunos burladores negarán hasta el último momento posible, cuando se encuentren frente al propio Dios, que Él está derramando su juicio sobre la humanidad rebelde. Justo después de hablar de su segunda venida, Jesucristo dice: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (Mateo 24:32-33). Jesús les dice a todos sus seguidores que conozcan estas señales.
Sí, siempre ha habido cínicos e incrédulos, pero ahora es el momento de despertar y de atender a lo que ocurre en todo el planeta. Dios habló al profeta Ezequiel acerca de los escépticos y los burladores: “Hijo de hombre, ¿qué refrán es este que tenéis vosotros en la tierra de Israel, que dice: Se van prolongando los días, y desaparecerá toda visión?” (Ezequiel 12:22). ¿Qué dice Dios acerca del escepticismo de la humanidad? “Diles, por tanto: Así ha dicho el Eterno el Señor: Haré cesar este refrán, y no repetirán más este refrán en Israel. Diles, pues: Se han acercado aquellos días, y el cumplimiento de toda visión” (Ezequiel 12:23). ¡Mantengamos los ojos abiertos para captar lo que Dios está haciendo tanto ahora, como al acercarse el final de la era, cuando los sellos sean desatados sobre nuestro mundo!
Es importante comprender la secuencia temporal que culmina con la segunda venida de Cristo. Hay tres hitos proféticos que conducen a su regreso:
Estos tres sucesos abarcan un período de aproximadamente tres años y medio. Hay en la Biblia más de 30 profecías que se refieren al día del Señor. ¿Cuánto tiempo durará? Hay dos pasajes de las Escrituras que nos dan la respuesta. Hablando de los juicios de Dios sobre las naciones, Isaías dice: “Es día de venganza del Eterno, año de retribuciones en el pleito de Sion” (Isaías 34:8). Isaías 63:4 muestra también que el día del Eterno en las profecías sobre el tiempo del fin, el tiempo anterior al regreso de Cristo, ¡es un período de un año!
Además de estos hitos, el libro del Apocalipsis revela cuatro fenómenos continuos que se prolongarán durante esos tres años y medio (ver cuadro “Los hitos proféticos del tiempo del fin”). ¿Cuáles son esos cuatro fenómenos continuos que ocurren durante los tres años y medio? El primero es que Jerusalén es pisoteada por los gentiles durante 42 meses (Apocalipsis 11:1-2). El segundo es que dos testigos profetizan durante 1.260 días (Apocalipsis 11:3). El tercero es el tiempo que pasa la Iglesia en el desierto, que la Biblia describe en su lenguaje propio como “un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”, es decir tres años y medio (Apocalipsis 12:13-17). La mujer que se ve en Apocalipsis 12 es símbolo de la Iglesia. El cuarto fenómeno es el imperio de la bestia, que se prolonga 42 meses en su versión final (Apocalipsis 13:1-5). Esta bestia simboliza un Imperio Romano resucitado. Para más detalles sobre este tema vital, lo invitamos a pedir nuestro folleto gratuito titulado: “La bestia del Apocalipsis”. Esta bestia resucitada es una superpotencia que competirá con los Estados Unidos ¡y acabará por superarlo! Vigile los acontecimientos en Europa, pues la bestia se prepara a aparecer en escena.
Tres hitos importantes conducen al regreso de Cristo. La gran tribulación durará dos años y medio. Luego, las señales en el cielo asombrarán a los pueblos del mundo. Las señales en el cielo dan paso al día del Eterno.
El día del Eterno es el período de tiempo profético de un año que culmina con el regreso de Cristo. Habrá también cuatro fenómenos simultáneos durante estos tres años y medio: Jerusalén es pisoteada por los gentiles, los dos testigos profetizan, la Iglesia recibe sustento en el desierto y la potencia que es la bestia domina durante 42 meses.
El día del Eterno o día del Señor es un gran acontecimiento profético que afectará la vida de todo ser humano en la Tierra. Es importante que usted conozca el significado del día del Eterno, su poderosa importancia y su lugar dentro de la profecía. Los grandes profetas de la Biblia: Isaías, Jeremías y Ezequiel, se refirieron a este periodo profético como día de Jehová, o día de Yahveh que significa día del Eterno y se traduce en el Nuevo Testamento como día del Señor. Los llamados “profetas menores”: Joel, Amós, Abdías, Sofonías, Zacarías y Malaquías, también destacaron este suceso. Hasta los apóstoles Pedro y Pablo escribieron sobre él. El día del Eterno es el séptimo sello del Apocalipsis, y consiste en siete trompetas, cada una acompañada por una plaga mediante las cuales Dios juzgará a las naciones. ¡La plaga de la séptima trompeta incluye el Armagedón!
Tal como leemos en Apocalipsis 6, el sexto sello, es decir las señales en el Cielo, dan paso al día del Eterno, que se llama también “el gran día de su ira” (Apocalipsis 6:17). Entonces, ¿qué es el día del Eterno? Es el momento culminante del juicio divino sobre las naciones. Es el tiempo en que el Dios Todopoderoso comienza a intervenir directa y poderosamente en los asuntos de la humanidad. El Diccionario bíblico de Holman define así el día del Eterno: “El tiempo en que Dios revela su soberanía sobre las potencias humanas y la existencia humana”.
El libro del Apocalipsis resalta los sucesos proféticos que culminan con el regreso del Mesías, Jesucristo. El apóstol Juan escribe en Apocalipsis 1:10: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. Juan no se está refiriendo a un día de la semana, como creen algunos comentaristas, sino a un período de tiempo profético el cual se describe en el resto del libro como el día del Señor. Es claro que la expresión “día del Señor” aquí en Apocalipsis se refiere al tema de todo el libro, que es el profético día del Señor que culmina con el regreso de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.
Debemos comprender que Juan no se está refiriendo al domingo como el día del Señor. Si así fuera, habría empleado la expresión “el primer día” de la semana, como hace en su Evangelio. ¡El propio Jesús, que guardaba el sábado o séptimo día, dijo que Él era señor del sábado (Marcos 2:27-28, versión Dios Habla Hoy)! ¡No estaba hablando del domingo!
Tal como hemos establecido, este día del Eterno o día del Señor, con duración de un año, corresponde al séptimo sello del Apocalipsis. Y el séptimo sello consiste en siete trompetas con sus respectivas plagas o juicios. Juan escribe en Apocalipsis 8:1: “Cuando [Cristo] abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas”. Estas vienen precedidas por “truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto” (v. 5).
Las primeras cuatro trompetas anuncian la destrucción ecológica que asolará a nuestro planeta. La tercera parte de los árboles se queman, así como toda la hierba verde. La tercera parte de los seres vivientes en el mar mueren; un tercio de los barcos en el mar se destruyen. Un tercio de los ríos y manantiales se vuelven tóxicos. Un tercio del cielo se oscurece.
Esta es la grave advertencia de Joel: “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la Tierra, porque viene el día del Eterno, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones” (Joel 2:1-2).
La trompeta se emplea como señal de alarma, ¡un llamado a prepararse para una gran batalla, como ocurre aquí, o para un ejército invasor! Aquí el profeta Joel advierte sobre un tiempo sin precedentes en la historia. El versículo siguiente describe una destrucción terrible, una tierra arrasada donde todo es desolación. “Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape” (v. 3). Durante el día del Eterno, los ejércitos invasores arrasarán ciudades enteras. La humanidad verá una increíble perturbación en los cielos así como destrucción total en la Tierra. “Delante de él temblará la Tierra, se estremecerán los cielos; el Sol y la Luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y el Eterno dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día del Eterno, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Joel 2:10-11).
¡Dios dice que estas fuerzas destructoras de los gentiles son su ejército! Como veremos más adelante, al Oriente Medio llegará un poderoso ejército de 200 millones, el cual destruirá un tercio de los pobladores del mundo según la profecía. El Dios Todopoderoso va a intervenir en los asuntos humanos de un modo dramático. Estallarán grandes guerras cuando Dios ejecute su juicio sobre las naciones.
Grandes regiones sufrirán destrucción por las armas militares. Además, la agricultura quedará asolada por enormes catástrofes ecológicas. “Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado” (Joel 1:4). El noticiario West Australian informó lo siguiente: “La langosta está apareciendo como la más reciente amenaza a las cosechas de grano y alimentos para ganado en el Occidente de Australia, las cuales ya se encuentran drásticamente reducidas… El año pasado, el departamento gastó $11,1 millones para rociar 450.000 hectáreas en unos 70 condados de las regiones agrícolas del Norte, el Centro y el Sur. Los agricultores hicieron otro tanto. Aunque la campaña tuvo éxito en gran parte, la plaga que quedó fue lo bastante numerosa para infestar 70 poblaciones y lo bastante saludable para llegar a la costa del Sur y poner sus huevos, de donde salió la actual generación”.
En un futuro no muy distante, las plagas de insectos que se ven hoy en algunas naciones parecerán pequeñas en comparación. Cuando Dios traiga su castigo sobre las naciones rebeldes en el futuro día del Eterno, ¡hará un llamado a las naciones para que se humillen y se arrepientan! ¡Usted y yo no tenemos que esperar hasta entonces! Al acercarse el día del Eterno, vemos que Dios llama a los suyos para que se humillen: “Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la Tierra en la casa del Eterno vuestro Dios, y clamad al Eterno. ¡Ay del día! porque cercano está el día del Eterno, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso” (Joel 1:14-15).
Es importante recordar que, por terribles que sean los hechos aquí descritos, culminarán con la gran esperanza que tenemos todos: ¡el regreso de Jesucristo el Mesías! Dios juzgará a las naciones en el día del Eterno, pero también estará preparando un tiempo de restauración. Veamos: “El Eterno rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; pero el Eterno será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. Y conoceréis que yo soy el Eterno vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte” (Joel 3:16-17). Sí, ¡nuestra esperanza está en el Salvador y su futuro gobierno sobre todas las naciones!
Las plagas de las tres últimas trompetas se llaman “ayes”. ¡La palabra “ay” es una exclamación de pena! “Miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la Tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!” (Apocalipsis 8:13).
Apocalipsis 9 describe el primer “ay”, que es la plaga de la quinta trompeta. El quinto ángel toca una trompeta y esta da comienzo a una acción militar que dura cinco meses. El apóstol Juan describe la guerra en términos apocalípticos: “Tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses. Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión [Satanás]. El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto” (Apocalipsis 9:9-12).
El segundo ay, que es la plaga de la sexta trompeta, se representa con símbolos de caballos y jinetes. Lo que vemos aquí es un intenso contrataque militar: “El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates” (vs. 13-14).
Debemos tener en cuenta una clave bíblica que nos ayuda a entender el futuro en el Oriente Medio. Nos referimos a las profecías acerca del río Éufrates. El río Éufrates corre desde Turquía, pasa por Siria e Irak y desemboca en el golfo Pérsico. La nación de Irán queda justo al oriente de Irak.
Un ejército de 200 millones, que destruirá un tercio de la población del planeta según la profecía, marchará rumbo al occidente atravesando el río Éufrates. “Fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número. Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre. Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca” (vs. 15-18).
¡Lo que aquí se describe es una guerra mundial! ¡Y en esta fase de la tercera guerra mundial morirán miles de millones de seres humanos! Jesús dijo que si aquellos días no se acortaran, nadie se salvaría, sino que se borraría toda la vida del planeta Tierra (Mateo 24:21-22).
Después de esto, suena la séptima trompeta. Para los cristianos, el sonido de la séptima trompeta es bienvenido porque anuncia el regreso de Jesucristo y el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. Todos debemos estar preparándonos espiritualmente para ese momento. “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
Algunos teólogos enseñan erróneamente que no habrá ningún gobierno de Cristo en la Tierra durante mil años. Esta doctrina se llama amilenarismo. Otros enseñan erróneamente que la Iglesia crecerá en poder e influencia, quizá durante miles o decenas de miles de años, que convertirá a miles de millones de personas y que traerá la moralidad y la paz a nuestro planeta antes que regrese Cristo para ejecutar su juicio final. Esta doctrina falsa se llama posmilenarismo.
En cambio, la Biblia enseña el milenarismo: que Jesucristo regresará antes del milenio y que gobernará sobre el planeta Tierra junto con los santos por mil años. Al sonido de la séptima trompeta, Jesucristo se convertirá en el Gobernante de la Tierra, y los fieles cristianos que estén sepultados resucitarán a la inmortalidad y la gloria. Leamos esta afirmación inspiradora: “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16). Los auténticos cristianos que estén vivos cuando Cristo regrese serán convertidos de mortales a inmortales. “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:51-53). Los cristianos resucitados comenzarán entonces a gobernar con Cristo sobre la Tierra. Recordemos: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años” (Apocalipsis 20:6).
¡El establecimiento del Reino de Dios en la Tierra será impresionante! ¡Durante toda la historia, el mundo ha estado esperando ese momento! ¡Necesitamos que Cristo regrese a la Tierra! La humanidad no ha traído paz duradera al mundo. Hace escasos 60 años, estallaron las primeras bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki. Por primera vez en la historia, el género humano había alcanzado los medios para aniquilarse a sí mismo, y el cosmicidio se convirtió en un peligro muy real.
La mayoría de nosotros comprendemos que aun en el siglo XXI ¡la amenaza de una guerra nuclear persiste! ¡Necesitamos que Cristo regrese, que traiga paz, justicia y el camino de Dios para la humanidad! La buena noticia es que el período de un año llamado el día del Señor culminará con el anuncio de la buena noticia: ¡que Cristo está tomando las riendas de todos los reinos y gobiernos del mundo!
La séptima trompeta también se denomina el tercer ay. ¿Por qué? Porque señalará al mismo tiempo las últimas siete plagas. Se trata de un cumplimiento intenso del día de la ira divina y el juicio de Dios sobre las naciones rebeldes: “Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios” (Apocalipsis 15:1).
Debemos afrontar la realidad. Lea la descripción de las últimas siete plagas en Apocalipsis 16. Entre ellas hay lecciones dolorosas para los que hayan adorado a la bestia y su imagen. Los ríos y mares se tornan aún más tóxicos, hasta el punto que “murió todo ser vivo que había en el mar” (Apocalipsis 16:3). El Sol se calienta más, lo cual produce oleadas de calor extremo que atormentan a los que no se arrepientan de sus pecados. Esta es la temible descripción de lo que el sexto ángel desata sobre la humanidad rebelde: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de este se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del Oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la Tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (vs 12-14).
Por increíble que parezca, las naciones rebeldes de la Tierra estarán tan engañadas, arrogantes y furiosas que intentarán pelear contra el Rey de reyes y Señor de señores que regresa, ¡al cual muchos tomarán por un invasor del espacio!
Hacia el Oriente Medio se desplazarán “Los reyes de la Tierra”, entre ellos la bestia (la superpotencia europea de la profecía, en forma de un Imperio Romano resucitado). Y los reyes del Oriente, que normalmente pelearían contra la bestia, también se dirigirán hacia el Oriente Medio. Pero en vez de pelear los unos contra los otros, unirán sus fuerzas para luchar contra el invasor del espacio: ¡Jesucristo! “Los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (v. 16). Los ejércitos del mundo se reunirán allí para hacer la guerra contra Jesucristo, ¡Comandante de los ejércitos celestiales! El apóstol Juan escribe: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:11-16).
Cuando Cristo regrese a la Tierra, va a juzgar y conquistar a todos sus enemigos. Juan prosigue: “Vi a la bestia, a los reyes de la Tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo [Cristo], y contra su ejército” (v. 19).
¡Es increíble pensar que las naciones seguirán empeñadas en pelear contra los ejércitos celestiales del Rey y Señor! Los demonios de Satanás (ángeles caídos) reunirán a esos ejércitos que estaban a punto de aniquilarse unos a otros y a todos los seres de la Tierra. Estas fuerzas opuestas se unirán para pelear contra Cristo a su regreso.
Estos ejércitos se reúnen en Megido para hacer la guerra contra Cristo y su ejército. La guerra o batalla se llama “la batalla del gran día del Dios Todopoderoso”. ¿Dónde tendrá lugar? El profeta Joel nos dice que esta batalla culminante se desarrollará cerca de Jerusalén. “He aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo… reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas” (Joel 3:1-2).
El valle de Josafat, llamado también el valle del Cedrón, se encuentra entre Jerusalén y el monte de los Olivos, extendiéndose hacia el sur. Los ejércitos del mundo se dirigirán hacia el sur desde Megido para pelear contra Jesucristo en Jerusalén. En la gran batalla culminante de todos los tiempos, el Dios Creador se impondrá y los débiles seres humanos fracasarán rotundamente en un intento inútil por vencer a Dios.
¡Los generales necios aprenderán pronto que son impotentes contra el poder divino, el cual es omnipotente! Veamos el resultado de la batalla: “Yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén… Después saldrá el Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos” (Zacarías 14:2-4). Note el tremendo castigo que vendrá sobre aquellos ejércitos rebeldes y malvados. “Esta será la plaga con que herirá el Eterno a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca” (v. 12).
El apóstol Juan escribe: “La bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (Apocalipsis 19:20-21).
Jesús va a derrotar al conjunto militar más grande y poderoso que jamás se haya reunido. Regresará como Rey de reyes y Señor de señores para traer mil años de paz a este planeta desgarrado por las guerras. “El Eterno será Rey sobre toda la Tierra” (Zacarías 14:9).
Dios va a intervenir para salvar a la humanidad de la aniquilación total. La séptima trompeta anunciará un nuevo gobierno mundial: un nuevo orden mundial bajo el Rey de reyes, Jesucristo. “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
Esta es la buena noticia, el evangelio que este triste mundo tanto necesita. Sí, el mundo sobrevivirá al Armagedón. ¿Por qué? Porque hay cristianos fieles y por ellos se salvará. Así lo dijo Jesús en Mateo 24:22: “Por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. Dios salvará al mundo para demostrar su camino de vida y paz durante mil años. El Príncipe de Paz, el Mesías Jesucristo enseñará a todas las naciones el camino a la paz mundial. ¿Cuánto tiempo disfrutará el mundo el pacífico reinado de Cristo y los santos? El apóstol Juan describe esa época: “Vivieron y reinaron con Cristo mil años… Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años” (Apocalipsis 20:4, 6).
El mundo no será totalmente destruido en un holocausto nuclear. Pero Dios sí juzgará a las naciones, entre ellas las naciones occidentales que han caído en la hipocresía, teniendo la apariencia de piedad pero negando el poder de la misma (2 Timoteo 3:5). Cada individuo necesita estar despierto, alerta y espiritualmente vestido. Jesús dijo: “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15).
Todos debemos anhelar el regreso de Cristo. Ahora es la hora de prepararnos en lo espiritual; ¡de arrepentirnos y cambiar nuestra vida! Busque a Dios en oración. Estudie la Biblia y comprométase a vivir conforme a ella (Mateo 4:4). Aguarde esperanzado la venida del Príncipe de Paz, Jesucristo, y su Reino en el cual todas las naciones aprenderán a acatar la Biblia, la ley de Dios, el gobierno de Dios y su amor. Los cristianos de hoy se están preparando para asistir a Jesucristo en el Reino de Dios, donde enseñarán a otros el camino que ellos han aprendido de su Salvador (Isaías 30:20-21; Apocalipsis 5:10).
¿Sobrevivirá el mundo al Armagedón? ¿Afrontaremos la realidad de una “segunda era nuclear” y la destrucción de una tercera guerra mundial? Jesús nos advierte a todos respecto de los tiempos del fin y la gran tribulación: “Si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:22). La buena noticia es que Cristo regresará como Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16). Recuerde su promesa que nos llena de esperanza: que Él regresará a la Tierra y que establecerá aquí el Reino de Dios. A sus discípulos les dijo: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3). El evangelio, la buena nueva del Reino, proclama una nueva era de paz y prosperidad para el mundo. Cristo reinará en la Tierra: “Se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente” (Zacarías 14:4). El Rey gobernará desde Jerusalén, la nueva capital del mundo, y los cristianos (los santos) servirán y gobernarán con Él. “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra” (Apocalipsis 5:9-10).
Los cristianos fieles van a heredar el Reino de Dios: “Después recibirán el Reino los santos del Altísimo, y poseerán el Reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Daniel 7:18). “Santos” son, según la Biblia: “Los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12). Aquellos santos estarán en la primera resurrección cuando Cristo regrese. Reinarán en el planeta Tierra, servirán bajo el Rey de reyes y ayudarán a miles de millones de personas durante el milenio. Al regreso de Cristo, cuando comience el milenio, estos van a resucitar o a transformarse y recibirán la inmortalidad (1 Corintios 15:51-54). Entonces tendrán “también la imagen del celestial” (v. 49); tendrán gloria, poder, inmortalidad y un cuerpo espiritual.
Recuerde que después de resucitar, Cristo ascendió al Cielo y Dios le restauró la gloria que tuvo antes de la encarnación, de tal modo que “su rostro era como el Sol cuando resplandece en su fuerza” (Apocalipsis 1:16). Sin embargo, era capaz de manifestarse en la carne después de su resurrección; se les apareció a sus discípulos y comió pan y pescado con ellos (Juan 21:13). Los santos también podrán manifestarse a las naciones físicas durante el milenio. Estarán gobernando y enseñando como reyes y sacerdotes. En la antigua Israel, los maestros eran los sacerdotes. Durante el milenio, los cristianos fieles de hoy estarán enseñando el camino de vida de Dios de los diez mandamientos, el camino de la verdad, de la Biblia, el camino que Cristo viviente demostró y enseñó. Como reyes y sacerdotes, le enseñarán al mundo el camino de la paz: “Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:20-21).
Hemos visto en la Biblia que los cristianos fieles reinarán en el planeta Tierra como reyes y sacerdotes junto con Cristo por mil años. Dios habla en serio. Llegará el día en que todas las naciones conocerán al Dios verdadero.
“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la Tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).
El Reino de Dios gobernará sobre la Tierra. ¡Jerusalén será la capital del mundo! Veamos esta profecía que nos llena de ánimo e inspiración: “Así dice el Eterno: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará ciudad de la Verdad, y el monte del Eterno de los ejércitos, monte de Santidad” (Zacarías 8:3). Los cristianos fieles servirán a Jesucristo como reyes y sacerdotes aquí en la Tierra, no en el Cielo, como equivocadamente enseñan muchos.
Terminados los mil años, Satanás el diablo quedará libre para engañar a las naciones. Los que sigan al engañador serán muertos por fuego del cielo (Apocalipsis 20:9). Satanás y sus demonios serán lanzados a un lago de fuego (Mateo 25:41). Entonces el libro de la vida se abrirá para miles de millones, por primera vez, en un juicio delante del gran trono blanco. Es la hora de la segunda resurrección, el período de juicio en que muchos de nuestros amigos y parientes, quienes nunca tuvieron una verdadera oportunidad de salvación (ver 2 Corintios 4:4), recibirán esa oportunidad. Después del juicio delante del trono, ¿qué ocurrirá? “La muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14-15).
Este es el verdadero fuego infernal. Después del juicio delante del gran trono blanco, todos los seres humanos que después de resucitados no se arrepientan serán destruidos en el lago de fuego. Los que hayan obedecido a Cristo y lo hayan aceptado como Salvador, como Amo y Señor, serán hijos de Dios glorificados y vivirán eternamente dentro de la Familia de Dios inmortalizada. El apóstol Pedro dice que entonces nuestro planeta será enteramente purificado por fuego: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la Tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).
Cuando Cristo regrese al planeta Tierra, va a conquistar a todos sus enemigos. Va a conquistar a todas las naciones y sus ejércitos poderosos que luchen contra Él. El día del Eterno, que incluye el Armagedón, traerá el juicio de Dios sobre las naciones. Como hemos visto, en un sentido, el día del Eterno es el año que precede al regreso de Cristo. En otro sentido, se prolonga por todo el milenio y la eternidad. La Tierra será renovada y el Cielo también. Entonces el trono celestial de Dios vendrá a la Tierra purificada: “Oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:3).
Notemos que Dios dará a los cristianos algo más que el planeta Tierra (Mateo 5:5). También nos dará “todas las cosas”, es decir todo el Universo: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7; ver Romanos 8:32). El propósito de Dios es prepararnos para gobernar el Universo. Seremos capaces de viajar instantáneamente a galaxias lejanas. No estaremos limitados por el tiempo ni el espacio. Dios desea que liberemos a la creación sacándola de su estado de descomposición y corrupción. Como escribió el apóstol Pablo: “También la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).
Nuestro mundo, con sus caminos rebeldes y desafiantes contra Dios, se encamina hacia el Armagedón. Jesucristo va a juzgar a las naciones durante el día del Eterno y el Armagedón. La gran tribulación, que conducirá a ese momento, será un tiempo de castigo para la humanidad. Será “tiempo de angustia para Jacob”. “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:7). Para una explicación más completa de ese período de juicio, no deje de solicitar nuestro folleto gratuito titulado Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía.
¿Sobrevivirá usted a los tiempos peligrosos que se avecinan? Debemos comprender que Dios promete proteger a los que se vuelvan a Él por intermedio de Jesucristo. Él velará por su Iglesia durante los tres años y medio que comprenden la gran tribulación, el día del Señor y el Armagedón. “Cuando vio el dragón que había sido arrojado a la Tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron a la mujer [símbolo de la Iglesia, ver Efesios 5:22-32] las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (Apocalipsis 12:13-14).
La Iglesia no será “raptada” sino protegida por Dios en el desierto, en “su lugar” aquí en la Tierra, durante la conflagración final antes del regreso de Cristo. ¿Qué puede hacer usted? ¿Qué medidas debe tomar? Dios nos dice por medio de su profeta: “Buscad al Eterno todos los humildes de la Tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo del Eterno” (Sofonías 2:3). Sí, Dios “guardará” a los suyos durante los tiempos traumáticos que vienen. Pero también espera que estemos espiritualmente despiertos y atentos. Jesús nos advierte: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la Tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36).
Debemos observar los acontecimientos mundiales en lo que se relacionan con la profecía bíblica. Y debemos orar pidiendo que seamos capaces de estar de pie delante de Cristo cuando venga. Dios nos da la opción: “A los Cielos y a la Tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19). ¡Debemos elegir la vida y la salvación que Dios nos ofrece por medio de Jesucristo! Debemos arrepentirnos y ser bautizados, tal como lo predicó el apóstol Pedro el día de Pentecostés (Hechos 2:38). Si usted ha llegado al punto en su vida en que está dispuesto a hacer el compromiso de cambiar su modo de vida y entregarse a Jesucristo, lo instamos a consultar con uno de nuestros ministros. Quizá desee leer nuestro folleto informativo titulado: ¿Es necesario el bautismo? Basta dirigirse por escrito a una de las direcciones que aparecen al final de este folleto. Dios tiene un plan de salvación maravilloso para toda la humanidad. Desea que usted forme parte de su Familia por toda la eternidad. El apóstol Pablo escribió: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la Tierra” (Efesios 3:14-15).
Una de las extraordinarias experiencias que tendrán los cristianos por toda la eternidad será su participación en la Familia divina, una Familia unida por un amor perfecto. También es una Familia de reyes (1 Pedro 2:5, 9). Jesucristo va a regresar como Rey de reyes y Señor de señores y nos hará “para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra” (Apocalipsis 5:10). Sí, ¡nosotros seremos reyes y sacerdotes y serviremos bajo nuestro Salvador Jesucristo!
Dios tiene preparado un futuro increíble para sus hijos fieles. Estaremos activos, realizados y gloriosamente felices por toda la eternidad. Previendo el regreso del Mesías y su Reino eterno, el profeta Isaías escribió: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” (Isaías 9:6-7).
¿Desea usted ser parte del glorioso futuro que Dios ha dispuesto para usted? ¿Anhela el día en que el trono de gracia de Dios Padre venga a la Tierra? Solamente entonces se acabarán el dolor, el sufrimiento y la muerte. El apóstol Juan describe nuestro fantástico futuro, que debe servir de inspiración para nosotros: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). Esta es la eternidad que Dios tiene planeada para usted. Que Dios le ayude a entender su gran amor y su propósito para usted. Este es el momento de cambiar su modo de vivir. Este es el momento de prepararse para los días que vienen y de buscar en Dios la protección durante la gran tribulación, el día del Eterno y el Armagedón. Deseamos que usted anhele el Reino venidero de Dios, su futuro en la Familia gloriosa de Dios y el gozo y la paz por ¡toda la eternidad!