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Pregunta: ¿Autoriza Dios a los cristianos en Hechos 10:9-16 comer lo que antes se consideraban animales “inmundos”? (según la definición en Deuteronomio 14:3-19 y Levítico 11:1-47).
Respuesta: ¿Cuál fue el propósito de la visión que Dios le envió al apóstol Pedro? ¿Estaba mostrándole que las carnes declaradas por Él “inmundas” se convertían ahora en “limpias”? ¿O había otro motivo para la visión?
Una clave importante para comprender las Escrituras es examinar los pasajes en su contexto, que puede incluir el momento histórico o la narrativa en sí. El momento histórico de Hechos 10 corresponde a la Iglesia del Nuevo Testamento en los primeros años de su existencia. Los apóstoles habían emprendido la gran comisión que Jesús les dio, de hacer discípulos en todas las naciones y de predicar el evangelio por todo el mundo (Mateo 28:18-20). Cuando Pedro tuvo esta visión, dicha labor estaba a punto de extenderse como nunca antes al mundo de los gentiles.
Desde muchos siglos antes, a partir de los tiempos del Éxodo, los judíos religiosos se negaban a tener trato con los gentiles. A diferencia de los judíos, los gentiles eran incircuncisos. No guardaban los mandamientos ni los estatutos del Dios de Israel. Obviamente no adoraban al Dios de Israel. Los gentiles eran considerados “inmundos” y los judíos no se relacionaban con ellos.
Ahora consideremos el contexto de la visión de Pedro. En Hechos 8, Dios guio al evangelista Felipe a bautizar a un eunuco etíope, que era gentil. Luego viene la descripción de la conversión de Saulo, quien habiendo perseguido a la Iglesia, vendría a ser Pablo, el apóstol de los gentiles.
Llegamos ahora a Hechos 10, donde un hombre gentil, llamado Cornelio, tuvo una visión que lo inspiró a mandar a llamar a Simón Pedro (Hechos 10:1-8). Poco después, Pedro también tuvo una visión. En ella, se le apareció un gran lienzo que descendía del cielo lleno de animales limpios e inmundos. Una voz le dio orden de matar y comerlos. Esto ocurrió tres veces. Pedro protestó, diciendo que él jamás había comido algo inmundo (vs. 11-14). No interpretó la visión como un permiso para comer carne de animales inmundos, sino que se desconcertó, preguntándose qué significaría la visión (vs. 17-19).
Más adelante ocurrió lo que le aclaró el significado de la visión. Pedro recibió la visita de los hombres enviados por Cornelio. Esa noche los alojó en la misma casa donde se encontraba Pedro (v. 23), y luego los acompañó a la casa de Cornelio. Explicó que, si bien departir con gentiles era una contravención de las costumbres judías, con la visión del lienzo y los animales “a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo… En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (vs. 28, 34-35).
Durante esta visita Cornelio y los de su casa recibieron el Espíritu Santo (v. 44). Pedro, que antes solía distanciarse de los gentiles, no pudo menos que reconocer que Dios sí trabajaba con ellos. Entonces comprendió que a él le correspondía el deber de bautizar a personas que no fueran judías.
La noticia de este hecho llegó rápidamente a los apóstoles y los hermanos en Judea. El que los gentiles también recibieran la palabra de Dios fue una noticia sorprendente (Hechos 11:1). Ante esto sobrevino una controversia. Cuando Pedro llegó a Jerusalén, algunos expresaron objeciones al hecho de que no solo hubiera departido con los gentiles incircuncisos, “inmundos”, sino que aun hubiera comido con ellos. Entonces Pedro les explicó a quienes lo criticaban, la visión que había recibido y los hechos que la siguieron; y que revelaron el significado del lienzo lleno de animales inmundos.
Pedro terminó diciendo: “Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?” Entonces ellos concluyeron: “¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:17-18).
Esta fue la razón y el significado de la visión del apóstol Pedro. Así fue como él la comprendió. Comunicó lo que había entendido a los demás cristianos que oyeron su descripción de los hechos. Si Jesucristo hubiera abolido la ley contra las carnes inmundas, Pedro, que había aprendido de Él durante tres años y medio, no habría dicho ante la visión: “Ninguna cosa común o inmunda he comido jamás” (Hechos 10:14). La visión no reveló que ahora fuera permisible comer animales inmundos, sino que de entre los gentiles, antes considerados “inmundos” por los judíos, Dios habría de llamar a muchos dándoles el arrepentimiento, para ser lavados por la sangre de Jesucristo y recibir el Espíritu Santo para vida eterna.