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Esta revista cuenta con suscriptores en muchos lugares apartados del mundo, incluso al norte del círculo polar Ártico. En este número nos concentraremos en la vida de uno de nuestros suscriptores, quien vive en una región de esa índole.
Cuando los confinamientos decretados por los gobiernos durante los picos de la pandemia covid-19 afectaron a cerca de la tercera parte de la población mundial, muchos vivimos en un aislamiento físico sin precedentes, y por períodos de tiempo prolongados. Sin embargo, quienes viven en lugares remotos de la Tierra, pueden haber notado muy poca diferencia. En regiones con poca densidad de población, la gente puede estar separada y distanciada socialmente la mayor parte del tiempo de amistades, vecinos y parientes.
Gjoa Haven es una pequeña comunidad con menos de 1.200 habitantes del grupo inuit [étnico] en Nunavut, territorio en la región del Ártico de Canadá. Se encuentra dentro del círculo polar Ártico, más cerca del polo Norte, a menos de 2.400 kilómetros que de la capital de Canadá, Ottawa. La temperatura promedio anual diurna en la localidad es de solo -14,4°C. Para ponerlo en una perspectiva gélida más clara, en promedio la precipitación anual de lluvia en Gjoa Haven es de solo 8 cm, frente a 130 cm de nieve.
El idioma es inuktitut y el pueblo inuit llama al lugar Usqsuqtuuq, que significa “mucha grasa”, por el gran número de mamíferos marinos en la región. El nombre europeo de la comunidad, Gjoa, refleja su papel histórico en el descubrimiento del paso del Noroeste por el explorador noruego Roald Amundsen. Gjøa era el nombre del barco de Amundsen, y los tripulantes de esa expedición pasaron dos inviernos en la región, tratando con la población inuit local y aprendiendo de ella.
Adam Hatkaitok nació y creció en Gjoa Haven, y ha estado leyendo y estudiando material de El Mundo de Mañana desde hace años. Lo entrevistamos sobre la vida en una región tan aislada y le preguntamos cómo se enteró de nuestra publicación.
El Mundo de Mañana (MM): ¿Cómo fue su niñez en Gjoa Haven?
Adam Hatkaitok (AH): Bueno, la primera respuesta que le puedo dar es mucho frío, pero está bien. Podemos lidiar con el aislamiento. Cuando uno ha vivido tanto tiempo en el Norte, el frío es casi divertido; como jugar con la nieve cuando se es niño. Casi todo el trabajo escolar es como en cualquier otra parte de Canadá, aunque ahora los colegios están cerrados por la covid-19.
MM: ¿Se siente aislado del resto del mundo, o no le afecta la distancia?
AH: Como comunidad, nos conocemos tan bien que somos cercanos entre nosotros, ¿pero que si estamos aislados del resto del mundo? Sí, somos muy conscientes de eso. Cuando la mayoría de los habitantes debemos viajar por motivos médicos, lo tomamos con entusiasmo y alegría.
MM: ¿Les entusiasma incluso viajar fuera de la comunidad por un tiempito si tienen algún problema médico?
AH: ¡Oh sí, seguro!
MM: ¿Se siente usted o su comunidad afectados por la respuesta a la covid-19? ¿Es su aislamiento un beneficio durante esta crisis?
AH: Por primera vez en la historia de los nunavut la gente está comprando comida en línea. Nunavut es uno de los últimos lugares del mundo que no tienen ningún caso de covid-19.
MM: Si no tienen casos en el pueblo, y si está cerrado a la gente de afuera, ¿por qué tiene que cambiar algo?
AH: Quieren evitar que la covid-19 entre al territorio Nunavut, porque en la mayoría de las comunidades no tenemos hospitales ni médicos, solo tenemos enfermeras y clínicas de salud locales. Si nos llega a afectar a los nunavut, el efecto sería muy nocivo en nuestras comunidades porque mucha gente padece de enfermedades respiratorias.
MM: ¿Cómo ha cambiado su comunidad desde que usted era joven? ¿O las cosas siguen iguales?
AH: Ha habido muchos cambios menores. Bueno, ahora el uso de las drogas … los niños menores de 12 años ya empiezan a meterse con el cannabis. Algunos niños no van a la escuela. Ese es probablemente uno de nuestros mayores problemas, junto con una falta de respeto generalizado hacia la comunidad, que ahora es grave.
MM: ¿Por qué cree que eso está pasando?
AH: Solo puedo señalar a las redes sociales. Hoy en día aquí todos están aferrados a la internet, la música rap y cosas de ese tipo. En mi época me dejaban escuchar la música que me gustara, pero nunca jamás tuve permiso para seguir sus ejemplos. Hasta las películas y los programas de la televisión nos dejaban mirarlos, pero jamás seguir sus ejemplos. Aunque hoy en día creo que el problema es mundial. Vemos a muchos jóvenes viendo y escuchando esas cosas, y en algunos casos se las aplican a sí mismos. Los jóvenes son bastante respetuosos con sus mayores. Hay un límite de lo que se les tolera antes de que tengan que escuchar lo que dicen sus mayores. Cuando los padres, e incluso los abuelos, se dan cuenta de que los jóvenes se están portando mal con sus compañeros, se sientan a hablar con ellos, y les prestan atención a sus consejos.
MM: ¿Desde cuándo es usted suscriptor de El Mundo de Mañana, y cómo se enteró de nuestra existencia?
AH: Bueno, empezó cuando era un niñito. Estaba escuchando la radio y oí a un hombre que se llamaba Herbert W. Armstrong diciendo algo sobre un Reino que iba a venir. En ese entonces se repetían algunos programas radiales de música y entrevistas de años pasados. Entonces, en el 2010, vi a Roderick C. Meredith en VisionTV, y así fue como empecé a prestar atención. No tenía idea de la relación hasta que estudié mejor lo del programa El Mundo de Mañana: Todo, desde los materiales en línea, los folletos, la revista… fue entonces cuando me di cuenta de que el señor Meredith había trabajado muy de cerca con el señor Armstrong.
MM: Si usted pudiera enviar un mensaje a los suscriptores de El Mundo de Mañana durante esta crisis de la covid-19, ¿qué les diría?
AH: Bueno, he vivido aislado tantos años que puedo decir con certeza que somos adaptables. Nos podemos adaptar. Parece ser mucho tiempo, pero vivo aislado y conservo la cordura bastante bien. A quienes están pasando por estos tiempos difíciles, puedo decirles que, en cierta manera puede ser una bendición porque, por ejemplo, uno se puede relacionar más con su familia.
¡Agradecemos al señor Hatkaitok por habernos dedicado su tiempo, y haber compartido su perspectiva tan interesante con nuestros lectores!
Herbert W. Armstrong, nuestro predecesor en esta obra, transmitió por la radio desde principios de la década de 1930, y después extendió su presencia en la televisión hasta su muerte en 1986. Llegó con la revista La Pura Verdad a lugares remotos del mundo. Nosotros estamos continuando esa obra por medio de esta publicación y otros medios, predicando y enseñando sobre el Reino de Dios venidero. Esta es la buena nueva, el mensaje que Jesucristo encomendó a su Iglesia para que lo difundiera a todas las naciones: el evangelio del Reino de Dios a todo mundo ¡hasta su regreso! [MM]