¿Cómo debemos santificar el sábado? | El Mundo de Mañana

¿Cómo debemos santificar el sábado?

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Pregunta: Acabo de enterarme de que según la Biblia el día de reposo semanal comienza a la puesta del Sol del viernes, y termina a la puesta del Sol del sábado. ¿Qué medidas debo tomar para “santificarlo”, como se ordena en Éxodo 20:8?

Respuesta: Lejos de ser un tiempo de restricciones, el sábado implica libertad de la inexorable rutina de la vida diaria. El sábado nos ofrece la oportunidad de centrarnos en lo que realmente es importante. Es un día que Dios dispuso para nuestra renovación. Jesús mismo aclaró: “El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado” (Marcos 2:27-28, RV 1995).

¿Por qué guardamos el sábado? Porque es una práctica fundamental que se remonta a los diez mandamientos, y a una directiva divina que Jesús acogió y transmitió a sus discípulos: “Si quieres entrar en la vida [eterna], guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). Las Escrituras nos dan una guía específica: “Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra; pero el séptimo día es de reposo para el Eterno, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo el Eterno los Cielos y la Tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el sábado y lo santificó” (Éxodo 20:8-11, RV 1995). Vemos aquí un esbozo claro: seis días de trabajo y un día de descanso, ritmo de vida instituido por el mismo Dios desde la creación (Génesis 2:1-3).

Cuando llega el sábado, hacemos una pausa en nuestras labores y diversiones; sean deportes, programas de televisión o distracciones en línea; cosas que distraen la atención, llevándola de lo importante a lo mundano. En vez de todo eso, el sábado es un día dedicado a profundizar nuestros conocimientos de Dios, y a expresarle reverencia durante la santa convocación.

La Biblia también manda tener comunión el sábado con los discípulos verdaderos de Jesucristo, reuniéndonos personalmente si estamos en capacidad física de hacerlo, y si vivimos a una distancia razonable. “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos… sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25). Los discípulos debemos inspirarnos y animarnos unos a otros a la espera del regreso de Jesucristo.

Por otra parte, Jesús explicó que “está permitido hacer el bien en sábado” (Mateo 12:12, RV 1995). Una persona que ayude a otra cuando tenga una necesidad apremiante no quebranta el sábado. Jesús sanó enfermos ese día, lo que dio a los fariseos motivo para querer matarlo (vs. 13-14). Sin Embargo, como discípulos debemos examinarnos para estar seguros de que no estamos abusando del mandato de Jesucristo. Es correcto que un discípulo preste un servicio necesario el sábado, pero no es correcto ganar dinero ese día, con la excusa de que está ayudando a otro.

El sábado: un don de Dios

Guardar el sábado no es solamente cumplir una regla. También es vivir las bendiciones profundas que ofrece el día santo. Isaías resalta poéticamente la alegría y la alimentación espiritual que llegan cuando honramos el sábado: “Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas delicia, santo, glorioso del Eterno, y lo veneras… Entonces te deleitarás en el Eterno. Yo te haré subir sobre las alturas de la Tierra y te daré a comer la heredad de tu padre Jacob” (Isaías 58:13-14, RV 1995). Esta es una promesa para las personan que honren ese día conocerán el deleite que se encuentra en una relación estrecha con Dios.

Cada sábado semanal sirve como tiempo de alegría, de rejuvenecimiento físico y espiritual. “Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta” (Salmos 42:4). Esta reflexión del salmista capta la esencia de la experiencia del sábado: Un estimulante caminar hacia una relación más profunda con Dios, llena de gozo y alabanza.

El sábado es un don divino, un descanso semanal para ordenar nuestra vida y acercarla a Dios. Es un día de cada semana en el cual hacemos una pausa para reflexionar, adorar y renovarnos espiritualmente. Es parte integral de la Palabra de Dios, Jesucristo lo guardó y nos brinda un ejemplo para equilibrar el descanso restaurador, la vinculación y la práctica individual en el servicio de adoración.

Para aprender más sobre el significado del sábado, le invitamos a solicitar ejemplares gratuitos de nuestros folletos: ¿Cuál es el día de reposo cristiano? y Las fiestas santas: El plan maestro de Dios. Y si le interesara encontrar cerca de usted una congregación de la organización que patrocina esta revista, la Iglesia de Dios Viviente, o si quisiera hablar con un representante local, envíenos un correo a: [email protected] o ingrese a nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org. Y busque la oficina regional más cercana. 

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