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Los ingleses se cansaron de que Bruselas les dijera incluso cuáles pepinos cumplían las normas de calidad de la Unión Europea y podían, por tanto, venderse en el mercado. Esta fue una minucia al lado de la queja de los pescadores por las cuotas de pesca impuestas en aguas que los británicos consideran suyas. Además se impusieron pagos para subsidiar las economías más débiles de le UE. En pocas palabras, en Inglaterra muchos sintieron que perdían su soberanía y esto no les agradó.
El primer ministro británico David Cameron, asumió lo que parecía un riesgo calculado para resolver el asunto. El 20 de febrero del 2016, anunció que permitiría al pueblo decidir si permanecía en la Unión Europea o se salía. “Dijo que haría campaña a favor de permanecer dentro de una UE reformada y describió el voto como una de las decisiones más importantes ‘en nuestra generación’” (EU Referendum, BBC.com, 20 de febrero del 2016).
El referendo se fijó para el 23 de junio del 2016. El polémico exalcalde de Londres Boris Johnson, el provocador Nigel Farage y el parlamentario Michael Gove, encabezaron las filas a favor de retirarse [brexit]; pero se creía, básicamente, que el pueblo terminaría por aceptar el statu quo antes que dar un salto al vacío de un futuro incierto. Pocos creyeron que los británicos se retirarían. Jeremy Corbyn, jefe del partido Laboral, deseaba que Inglaterra se quedara dentro de la Unión, pero se negó a apoyar a Cameron; con la esperanza de hacer caer a los conservadores para luego hacer su propio acuerdo de permanencia.
Yo estaba en Bruselas la víspera del voto disfrutando de una hamburguesa al estilo belga en un restaurante al aire libre cerca del Parlamento de la UE. Al terminar de comer, los nubarrones anunciaban una fuerte tormenta, y mi colega y yo decidimos que era hora de partir. El sistema de navegación satelital nos advirtió justo a tiempo que debíamos salirnos de la autopista de cuatro carriles, para no quedar por horas atascados entre árboles caídos y cables eléctricos derribados. Fue una atronadora tormenta.
De regreso en mi hotel en Charleroi, encendí el televisor para ver las últimas noticias. Tanto Boris Johnson como Nigel Farage, expresaban su decepción porque el brexit no reuniría los votos necesarios. Ese era el consenso del momento. Como las urnas cerraban tarde y había una hora de diferencia por las zonas horarias, decidí esperar hasta la mañana para enterarme de la noticia inevitable.
La violencia de la tormenta que golpeó a Bruselas esa noche de la votación no era nada, en comparación con la tormenta que golpeó a Inglaterra y a la Unión Europea la mañana siguiente. Los ingleses habían hecho lo impensable. Habían votado por salirse de la Unión Europea.
Un divorcio rara vez resulta fácil y no es sencillo. Presentar la petición de divorcio es una cosa. Resolver los detalles es otra. Inglaterra y Gales votaron por retirarse, pero Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar votaron por permanecer. Poco antes, en el 2014, el partido Nacional Escocés había celebrado un referendo para salirse del no-muy-unido Reino Unido. La amenaza escocesa de separarse del RU, y unir su futuro al de Europa, no fueron palabras ociosas. Por otra parte, también está el lío de cómo resolver la frontera entre la República de Irlanda, que continúa en la Unión Europea, e Irlanda del Norte, que es parte del Reino Unido.
La crisis del brexit se profundizó en enero pasado. El acuerdo logrado por la primera ministra Theresa May con la UE necesitaba la ratificación del Parlamento, pero ese cuerpo rechazó el acuerdo por un impresionante margen de 432 a 202. Los partidarios del brexit sostienen que el acuerdo negociado por la señora May, ahora rechazado, habría atado el Reino Unido a la Unión Europea indefinidamente, pero sin poder influir en las reglas de la Unión. Creen que aceptar el acuerdo sería peor que permanecer en la UE, y en eso coinciden con los partidarios de permanecer. El resultado fue una dramática derrota del plan para retirarse.
En Norteamérica pocos ven los peligros que se avecinan al otro lado del Atlántico. ¿Se logrará concretar algún convenio entre Inglaterra y la UE a último momento? ¿O terminarán sin acuerdo, en lo que algunos llaman un “brexit duro”? Las respuestas posiblemente se habrán aclarado cuando ustedes tengan este artículo entre sus manos, pero cualquiera que sea el resultado, una cosa es casi segura: El contrapeso del Reino Unido ante el poder en el Continente y su influencia moderadora se verán severamente disminuidos.
Las incógnitas abundan. ¿Qué pasará con la economía británica? Las opiniones son encontradas y solo el tiempo dará la respuesta. ¿Qué pasará con la economía alemana? El veinte por ciento de las exportaciones de automotores alemanes fueron al Reino Unido en el 2016. Un artículo del Irish Times traía esta predicción en vísperas del voto parlamentario del 16 de enero: “Un brexit sin acuerdo podría traer caos a los cruciales sectores de manufactura y exportación de Alemania” (Germany, IrishTimes.com, 15 de enero del 2019). El Cyprus Mail Online se unió al coro: “Las consecuencias de una salida ‘sin acuerdo’ serían fatales, dijo la Asociación de la Industria Automotriz alemana [VDA, por sus siglas en alemán] después de la votación” (Cyprus-Mail.com, 16 de enero del 2019).
¿Qué repercusiones tendría en las economías europeas más débiles si la economía alemana se derrumba? Veamos esta seria conclusión de un informe titulado “Todo o nada” de German-Foreign-Policy.com:
En la eventualidad de un brexit duro, la industria alemana se enfrentaría a pérdidas de decenas de miles de millones… el gobierno alemán cuenta con una política de “todo o nada”: máxima que ha permanecido como característica de la política internacional de Berlín desde hace casi 150 años, y que ya ha sumido a Alemania en el colapso dos veces, para no mencionar el daño causado a países vecinos (13 de diciembre del 2018).
Esta obra lleva decenios prediciendo, basada en las profecías bíblicas, que el Reino Unido no será parte de la “bestia”, o potencia que surgirá en Europa en los tiempos del fin, poco antes del regreso de Jesucristo. Quizá forme parte de alguna unión económica más amplia, pero no será uno de los “diez reyes” que “tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia” (Apocalipsis 17:12-13). Esa unión será de muy corta duración. En un principio quizá parezca buena, pero conducirá a una destrucción masiva, y solamente se acabará del todo cuando regrese el Rey de reyes, para salvar a la humanidad de la autoaniquilación (Mateo 24:21-22).
La profecía bíblica revela que habrá en Europa “diez reyes” (gobernantes o posiblemente países) quienes “entregarán su poder y su autoridad a la bestia” al final de la era (Apocalipsis 17:12-13). También revela que esa alianza será frágil (Daniel 2:41-43). Alemania, compuesta por los actuales descendientes de la antigua Asiria, será el alma de ese bloque de poder en los tiempos del fin. (Para más detalles, vea nuestro artículo: ¿Qué está profetizado para Alemania? En la edición de noviembre y diciembre del 2018). Por otra parte, el Reino Unido pertenece a la casa de Israel, tal como se explica en mayor detalle en nuestro esclarecedor folleto: Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía.
Normalmente, los países no entregan su poder y autoridad a otra nación, pero se avecina una crisis que llevará a la Unión Europea a transformarse. El presidente Donald Trump de los Estados Unidos, insiste en que Alemania debe gastar más en su propia defensa, y ha amenazado con retirarse de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico del Norte.
El 7 de enero, el diario The Telegraph planteó esta pregunta en su sección de negocios: “¿Será este el año en que el mundo se hará pedazos?” Luego de exponer una serie de datos y de pronosticar que el mundo probablemente concluya a finales del 2019 en decadencia. El artículo termina diciendo: “El orden liberal occidental que dábamos por establecido al final de la guerra fría, se halla bajo una amenaza existencial”; y cita el resumen dado por un grupo de analistas internacionales: “Estamos creando las condiciones para los problemas del futuro. Grandes problemas”. Quienes tengan la prudencia de velar estarán atentos para ver cómo continúan uniéndose las piezas de este rompecabezas. [MM]