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Como bien lo saben quienes han leído esta revista por mucho tiempo, El Mundo de Mañana lleva años predicando las buenas nuevas del Reino venidero de Dios, y advirtiendo a las naciones que si no se arrepienten de sus caminos cada vez más inmorales y alejados de Dios, el Creador las va a juzgar severamente.
Entre dichas naciones, el diminuto país de Israel, descendiente actual de la antigua Judá, no es excepción. En la medida en que el Estado Judío se identifica como una nación que se esfuerza por obedecer al Dios de Israel, debe ser especialmente claro que tiene, si acaso, una responsabilidad aun mayor que las naciones no israelitas de ser un ejemplo de los valores bíblicos y morales para el resto del mundo.
Sin embargo, Israel es una de las naciones moralmente más flojas que hay en el planeta. Escasamente se distingue de los Estados Unidos, el Reino Unido, Australia y otras naciones descendientes de Israel; en su rechazo total a los valores sobre los cuales se fundaron.
Las Escrituras revelan que cuando regrese el Mesías, hará de Jerusalén la capital del mundo. Los israelíes arrepentidos servirán al Rey de reyes, cuyos ayudantes serán los apóstoles, cada uno encargado de una de las doce tribus de Israel (Mateo 19:28). Esperamos con anhelo ese día glorioso cuando todas las naciones guardarán la Fiesta de los Tabernáculos y “[subirán] a Jerusalén para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos” (Zacarías 14:17).
Pero las Escrituras también hablan de tiempos difíciles antes del regreso de Cristo. La profecía bíblica revela que Jerusalén será subyugada por un gobierno y una fuerza militar foránea (Lucas 21:20). Dios reveló al apóstol Juan esta profecía, dura pero cierta, a propósito de Jerusalén: “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:1-2).
¿Con qué objeto permitirá Dios que los gentiles se apoderen de Jerusalén? Israel debe examinarse con respecto a los diez mandamientos y su conducta nacional. ¿Acaso la Israel actual ha cumplido su responsabilidad ante el resto del mundo? Estas normas se aplican tanto a las demás naciones descendientes de Israel, como a la nación que hoy lleva su nombre. Si estos pueblos no reconocen y se arrepienten de su inmoralidad, Dios intervendrá para castigar y corregirlas con poder. Para evitar la destrucción profetizada, es preciso que haya un renacer significativo, una búsqueda de Dios tanto de las personas como de las naciones.
La profecía bíblica revela que los acontecimientos en Israel serán decididos en gran parte por potencias religiosas y políticas. Un falso profeta engañará a miles de millones de seres humanos, llegando al extremo de hacer milagros, como bajar fuego del cielo (Apocalipsis 13:13-14). La potencia, o “bestia” profetizada va a conquistar naciones ¡y finalmente llegará a luchar contra el Creador a su regreso! (Apocalipsis 17:11-18). Recordemos que en el año 70 DC un líder romano cumplió la profecía de Daniel 9:26: “El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario”. Fue un adelanto de la potencia bestial del final de los tiempos.
Jesús nos dijo que estuviéramos atentos a la aparición de una abominación en los últimos días: “Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:15-16). En su Evangelio, Mateo resaltó la importancia de que “debemos entender”. El apóstol Pablo describió un futuro “hombre de pecado… el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:3-4).
Siempre estamos recordando a quienes nos leen, ¡que no dejen de observar el Oriente Medio! Las condiciones actuales respecto de una paz entre Israel y el gobierno palestino de unión nacional indican que solamente presiones externas lograrán un acercamiento temporal entre esas partes. El papa Francisco encabezó una histórica “cumbre de oración” en el mes de junio para los líderes de ambos grupos. El Washington Post informó: “El papa Francisco reunió a los presidentes de Israel y la Autoridad Palestina el domingo en el Vaticano para que se unieran en oración y prometieran buscar la paz, si bien no hay trato oficial entre sus gobiernos. El entonces presidente israelí Simón Peres, ya fallecido, y el líder palestino Mahmud Abás terminaron la ceremonia de dos horas besándose en la mejilla, y sembrando un olivo, gestos que tratan de indicar un compromiso para intentar poner fin a uno de los conflictos más largos y difíciles del mundo” (8 de junio del 2014).
Los gestos diplomáticos del papa Francisco nos hacen recordar que un aspecto clave del conflicto en el Oriente Medio es la tensión entre diferentes puntos de vista religiosos. En un artículo titulado: Anatema, publicado en una edición anterior de El Mundo de Mañana, el señor Dexter Wakefield señaló la triste ironía de que la actual comunidad cristiana tradicional, suele rechazar como herejes precisamente a los cristianos que se aferran a las creencias originales de Jesucristo y los doce apóstoles.
Efectivamente, como muchas veces lo explicó nuestro recordado director, Roderick C. Meredith, la abrumadora mayoría de quienes dicen adorar a Jesucristo, de hecho, están practicando una religión inventada por los hombres, ¡y que en ciertos aspectos enseñan todo lo contrario de lo que enseñó Jesucristo! Por eso les recordamos a ustedes que deben verificar si están siguiendo las enseñanzas del verdadero Jesucristo. Que estudien la Biblia y comprueben a su entera satisfacción si Jesús enseñó las mismas prácticas que nosotros en El Mundo de Mañana nos esforzamos por restaurar. Estas incluyen guardar el sábado, o séptimo día, como día de reposo siguiendo el ejemplo de Jesús. Incluyendo los sábados anuales, es decir, las siete fiestas anuales que Dios dio a su pueblo, la antigua Israel, y que Jesucristo y sus apóstoles guardaron y enseñaron que debíamos guardar. Los sábados anuales siguen teniendo un significado para el Israel espiritual o la Iglesia de Dios, porque nos revelan nada menos que el plan de Dios para la humanidad. Incluyen, igualmente, un esfuerzo sincero por vivir conforme a toda la verdad, esbozada en los diez mandamientos, con la ayuda del Espíritu Santo que mora en los verdaderos cristianos desde que se han arrepentido y han sido bautizados.
Dios ha permitido que Satanás enceguezca a la mayoría de las personas en estos tiempos (Apocalipsis 12:9). Pero si usted está leyendo y comprendiendo lo que publicamos en esta revista, es posible que Dios le esté llamando para estar entre los “primeros frutos” que responderán a su mensaje en la era actual. ¡Ruego a Dios que ustedes no desatiendan esa llamada!