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Incontables son las personas que se pasan la vida buscando felicidad y serenidad, pero, ¿cuántas la encuentran?
¿Qué haría usted si alguien le revelara pasos concretos y tangibles que puede seguir para ser una persona feliz?
La vida puede ser increíblemente estresante. Dondequiera que busquemos refugio, descanso y alivio, estos parecen eludirnos. Todos anhelamos alcanzar un estado mental alegre y satisfactorio, pero la mayoría lo ven siempre fuera de su alcance. ¿Habrá algunos pasos reales que podamos dar para encontrar la felicidad, en una época que parece ser un foco de infelicidad?
Observando el mundo que nos rodea, se ve claramente que algo anda mal. Consideremos a los Estados Unidos. Si los ciudadanos de un país tan próspero no logran ser felices, ¿quién podrá serlo? En muchos aspectos, Estados Unidos es objeto de envidia en el mundo por su prosperidad económica, y por una riqueza que muchas naciones escasamente pueden soñar. Incluso sus ciudadanos más pobres se cuentan entre los pobladores más acomodados del planeta. En cuanto a seguridad nacional, está protegido por dos océanos extensos, para no mencionar el establecimiento militar más poderoso del mundo. El 99 por ciento de sus habitantes saben leer y escribir, el alimento abunda y, no obstante, Estados Unidos está padeciendo una epidemia de suicidios.
La Asociación Psicológica Estadounidense señala que “la tasa de suicidios aumentó en un 33 por ciento entre 1999 y el 2017, de 10,5 a 14 suicidios por cada 100.000 habitantes… Los índices han aumentado más abruptamente a partir del 2006. El suicidio es la cuarta causa de muerte para personas entre las edades de 35 a 54 años, y es la segunda causa entre las edades de 10 a 34 años. Y en general continúa siendo la décima causa de muerte” (Monitor on Psychology, marzo del 2019).
Esta tendencia por decenios no puede atribuirse a un partido político ni a una administración presidencial. Tampoco puede atribuirse a un suceso o circunstancia única, sino que apunta hacia algo más profundo. Y los jóvenes parecen ser los más afectados. La revista U.S. News and World Report advirtió: “La depresión va en aumento entre los adolescentes. El Instituto Nacional de Salud Mental informa que aproximadamente 3,2 millones de jóvenes entre los 12 y 17 años han tenido por lo menos un gran episodio depresivo en los últimos 12 meses. Los adolescentes deprimidos suelen luchar con sentimientos de ansiedad y también con el abuso de sustancias, factor que dificulta la detección de esta alteración del ánimo”. Un estudio publicado en la revista Journal of Abnormal Psychology señala que “en el transcurso de la última década, el número de jóvenes con alteraciones de salud mental se ha más que duplicado” (U.S. News and World Report, 22 de abril del 2019).
¿Cómo puede ser que una nación bendecida con tanta abundancia y comodidad se encuentre tan sumida en la depresión y la desesperanza? ¿Cómo es que tantas personas prósperas y acomodadas no logran encontrar la felicidad? Estados Unidos viene a ser la prueba viviente de que la felicidad no está en la acumulación de cosas materiales.
¡Y eso se puede considerar una buena noticia! ¿Por qué? Porque sugiere que la felicidad es mucho más una decisión nuestra, está mucho más en nuestras manos de lo que piensa la mayoría. Seamos ricos o pobres, sanos o enfermos, jóvenes o viejos, extrovertidos o introvertidos; podemos dar pasos encaminados a alcanzar la satisfacción, la paz y la felicidad que deseamos.
En el resto de este artículo hablaremos de los siete pasos que podemos dar para producir más felicidad en nuestra vida. Algunos quizá parezcan demasiado simples para ser verdad. Otros quizá sean pasos que usted ya sabe que debe dar, pero que ha estado aplazando. Y otros quizá le sorprendan, incluso al punto de ser difíciles de creer en un principio. Pero todos incluyen acciones que podemos comenzar a tomar hoy mismo. Veamos los siguientes pasos que podemos dar para traer a nuestra vida una felicidad duradera.
Quizás usted no tenga mucha afición por la vida al aire libre. Sinceramente, yo no la tengo: ¡me gustan mi aire acondicionado y mi silla reclinable! Pero no se puede negar el efecto refrescante de salir con alguna regularidad, y acercarse a todo aquello que Dios creó. Siendo así, trate de pasar algún tiempo disfrutando de la naturaleza.
El rey David de Israel solía asociar la naturaleza con emociones positivas. Meditando en las transformaciones que habrá en el mundo en el reinado del Mesías, expresó en palabras poéticas cómo reaccionaría la naturaleza: “Alégrense los Cielos y gócese la Tierra. Brame el mar y su plenitud. Regocíjese el campo y todo lo que en él está. Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento” (Salmos 96:11-13).
En nuestro mundo de edificios de acero y cemento, luz artificial, utensilios e instrumentos plásticos y distracciones incesantes, tal vez no resulte fácil hacer una pausa de tiempo en tiempo para buscar acceso al mundo natural, y conectarnos con la naturaleza y el Dios que la creó. Sin embargo, ciertos estudios demuestran que el esfuerzo bien vale la pena. Unos investigadores de la universidad de Harvard han reconocido el nexo entre la felicidad y el medio natural: “No es exactamente claro por qué las excursiones al aire libre producen un efecto mental tan positivo, pero un estudio realizado en el 2015 investigó la actividad cerebral de personas sanas, después de caminar 90 minutos en un medio natural y en uno urbano. Se halló que quienes caminaron entre la naturaleza presentaban menor actividad en la corteza prefrontal, región del cerebro que se activa al reflexionar, en el sentido de pensar repetitivamente en cosas asociadas con emociones negativas (Harvard Men’s Health Watch, julio del 2018).
Dios nos ha creado un mundo natural maravilloso que revela la presencia suya, ¡si bien hemos hecho lo posible por ocultarlo bajo asfalto y hormigón! Si queremos dar un paso hacia una mayor felicidad en la vida, decidámonos a buscar cómo pasar más tiempo disfrutando de la naturaleza.
El primer paso nos alejará más tiempo de la computadora y el celular, y se relaciona con un segundo paso hacia la felicidad: Desconectarse de las redes sociales.
¿Cuántos de nosotros somos adictos a Facebook, Instagram, Twitter o Snapchat? Si usted cree que no lo es, intente privarse de ellos por una semana. ¡Puede llevarse una gran sorpresa! Es irónico que, si bien se supone que las redes sociales nos acercan, muchos estudios han demostrado que suelen acentuar la sensación de soledad y descontento.
La doctora Melissa Hunt, de la Universidad de Pensilvania, publicó en el 2018 los resultados de su investigación sobre los efectos de las redes sociales. Específicamente, examinó el efecto de reducir el uso de Facebook, Instagram y Snapchat. Observó que “reducir la utilización de las redes sociales a menos de lo usual, produce mermas importantes tanto en la depresión como en la sensación de soledad. Los efectos son especialmente notorios en personas que estaban más deprimidas cuando llegaron al estudio” (ScienceDaily.com, 8 de noviembre del 2018).
Consciente de que sus resultados sorprenderían a mucha gente, la doctora Hunt comentó: “No deja de ser irónico que reducir el empleo de las redes sociales nos haga reducir la sensación de soledad… Algunas publicaciones sobre las redes sociales sugieren que se presenta mucha comparación social. Cuando se observa la vida que muestran otras personas, especialmente en Instagram, fácilmente se llega a la conclusión de que esas personas llevan una vida más deseable o mejor que la nuestra” (ibidem).
Para dar el tercer paso hacia una mayor felicidad, vigile su salud. En nuestra época, la ciencia y la medicina nos han dado un conocimiento impresionante del cuerpo humano, y qué hacer para que funcione de la mejor manera posible. Paradójicamente, ¡en nuestra época pocas personas cuidan debidamente su salud!
Pensemos en la bendición que es una noche de sueño profundo. El antiguo rey David habló del sueño como una bendición de Dios (Salmos 127:2). Sin embargo, por todos lados vemos personas que sacrifican el sueño por el trabajo, por placeres pasajeros, incluso por el teléfono inteligente. La irregularidad en el sueño hace daño a la salud y afecta la felicidad.
El ScienceDaily informó sobre un estudio que señala una relación directa entre las horas de sueño regular y la felicidad, aun cuando la cantidad de sueño sea deficiente: “Los resultados muestran que una mayor regularidad en el sueño se relaciona de manera directa con mayor felicidad en la mañana y en la tarde, así como mejor salud y más tranquilidad durante la semana. El hecho de pasar de un patrón de sueño irregular a uno regular, también se asoció con mayor bienestar durante la semana de sueño regular y el día siguiente” (ScienceDaily.com, 5 de junio del 2017).
Los investigadores encontraron que, aun cuando no se puedan aumentar las horas de sueño, el hecho de acostarse y levantarse más o menos a la misma hora refuerza la sensación de felicidad, salud y tranquilidad. Somos seres físicos, ¡y atender a nuestras necesidades físicas aumenta las oportunidades de encontrar felicidad!
La mala salud ocasiona estrés y descontento como pocas cosas. Claro está que algunos tenemos problemas de salud que están fuera de nuestro control. Sin embargo, si procuramos hacer lo que podemos, veremos los beneficios en nuestro estado mental. Si tratamos bien el cuerpo, podemos hallar mucha más felicidad de lo que se esperaría, aun en medio de situaciones de salud difíciles.
El siguiente paso quizá sorprenda, pero es vital, especialmente para quienes sufren y se sienten tentados a ceder a los sentimientos de derrota y desesperación.
A veces podemos sentirnos tentados a pensar en los problemas de nuestra vida. La vida no es perfecta para nadie, pero es fácil deprimirse si nos ponemos a comparar la nuestra con la de otras personas. Ya hemos señalado esto como un peligro relacionado con el empleo excesivo de las redes sociales. Por muy difícil que les parezca a algunas personas, especialmente si se hallan en circunstancias difíciles, hay un paso vital que podemos dar para acrecentar nuestra felicidad y satisfacción con la vida: Practiquemos la gratitud activa en todo momento.
Es muy fácil agradecer cuando todo marcha bien y estamos felices. Pero aquí me refiero al paso de practicar y acrecentar una mentalidad de agradecimiento en todo momento, incluso en medio de tribulaciones, ¡y de valernos de la gratitud como una manera de reforzar la felicidad!
El apóstol Pablo se sintió motivado a animar de esta forma a los cristianos que vivían en Tesalónica: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18). Ciertas investigaciones muestran que esta exhortación de dar gracias por todo, es una poderosa manera de fomentar la felicidad y el bienestar.
En su libro titulado: ¡Gracias! Cómo nos puede hacer más felices la gratitud, el psicólogo Robert Emmons escribe sobre el beneficio de cultivar la gratitud consciente y deliberadamente. Señala que “si bien parecía algo simplista, aun para mí al comenzar mi investigación, pronto descubrí que la gratitud es un fenómeno profundo y complejo y que cumple una función crítica en la felicidad humana. La gratitud es una de las pocas cosas que en cierto grado pueden cambiar la vida de una persona” (pág. 2).
El doctor Emmons y su colega Michael McCullough, de la universidad de Miami, “descubrieron pruebas científicas de que al cultivar sistemáticamente la gratitud, la persona recibe en cierto grado beneficios tanto psicológicos como físicos e interpersonales… [En] ciertos casos, las personas han informado que la gratitud las condujo a cambios que transformaron su vida” (pág. 3). Emmons encontró que estos cambios en la vida no eran ilusorios, sino que se confirmaban con los testimonios del cónyuge, amigos y familiares de estas personas.
En su investigación, el doctor Emmons definió la gratitud como reconocimiento por lo bueno en nuestra vida, y la convicción de que el origen de ese bien se encuentra fuera de nosotros. Es decir, la gratitud debe ir dirigida hacia otra persona. Y encontró que era aún más importante practicar la gratitud por nuestras bendiciones en momentos de pruebas y dificultades, cuando esas bendiciones parecen más difíciles de percibir. Escribió: “Buscar y agradecer lo que hay de positivo en toda situación, es algo que abre el túnel y rompe las cadenas de la desesperación” (pág. 184).
Cuando el apóstol Pablo dijo que demos “gracias por todo”, que centremos la atención siempre en lo bueno, ¡sabía de lo que estaba hablando!
Ninguno de nosotros puede decir que no ha tenido momentos de prueba. Nos ocurre a todos. La vida puede ser difícil y tal parece que los motivos de preocupación y angustia nos llegan de todos lados en un desfile continuo de contrariedades. Tenemos un gran motivo de agradecimiento porque la Palabra de Dios nos ofrece un quinto paso hacia un estado mental de mayor felicidad y sosiego: Haga saber a Dios cuáles son sus preocupaciones.
En el capítulo 4 de la carta a los Filipenses, uno de los libros que más nos da consuelo en la Biblia, leemos: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (vs. 6-7).
Esto incluye la gratitud que vimos en el paso anterior, pero es más que eso. La Biblia nos exhorta a que nuestra gratitud y nuestras peticiones “sean conocidas... delante de Dios”. Una de las mayores fuentes de felicidad y ánimo es la seguridad de que nuestro Padre nos ama, y que podemos confiarle hasta la última preocupación que tengamos. El apóstol Pedro nos ofrece estas palabras de aliento: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).
Es claro que debemos confiar en las respuestas de Dios ante nuestras preocupaciones, sabiendo que Él tiene suficiente sabiduría para ver lo que nosotros no vemos, y el poder de actuar como solo Él sabe. Observemos que nuestras oraciones no se deben limitar a peticiones delante de Dios. Al agradecerle y alabarlo por ser quien es y al echar sobre Él nuestra carga (Salmos 55:22), debemos humillarnos, recibiendo su paz, y seguir confiando en que Él nos librará a su manera y en su momento. ¿Qué mayor felicidad puede haber que la de saber que el Eterno es soberano en nuestra vida y que podemos confiar en sus decisiones y su amor por nosotros?
En el paso anterior, vimos que se debe orar con ruegos. Debemos pedir a Dios que provea a todas nuestras necesidades. ¿Cómo podemos saber que lo hará? La Biblia está llena de promesas maravillosas para quienes buscan al Dios Creador y a su Hijo y Salvador nuestro, y cuya prioridad en la vida sea su Reino venidero. El siguiente paso es ¡creer esas promesas y recordarlas!
Las promesas de Dios pueden cambiar cada aspecto de nuestra vida. Sin duda influyen en la salud y la seguridad nuestra y de nuestros seres queridos, pero también hay mucho más. Ofrecen verdadera paz mental ¡y un futuro más allá de lo que podemos siquiera imaginar! La Biblia trae tantas promesas que escasamente podríamos tratarlas superficialmente en el corto espacio de este artículo. Pero puede ampliar su conocimiento sobre este tema leyendo el artículo inspirado del señor Richard F. Ames: Sobrevivir y prosperar en tiempos de estrés, publicado en la edición de enero y febrero del 2020, página 8 de El Mundo de Mañana, o puede descargarla desde nuestro sitio en la red: elmundodemanana.org.
Sabemos cómo nos tranquiliza poder confiar en unos padres o un cónyuge que hacen promesas y las cumplen. Cuánto más debemos sentir agradecimiento con el Dios del Universo, quien carece de fallas humanas que nos podrían desilusionar, y quien hizo promesas cuyo cumplimiento está garantizado. Al creer en las promesas de Dios y al verlas cumplirse en nuestra vida, ¡hallaremos una asombrosa fuente de felicidad, paz y tranquilidad!
El séptimo paso que podemos dar hacia una felicidad duradera en la vida puede que sea el más poderoso de todos, pero al mismo tiempo, es el que más se opone a nuestra tendencia instintiva. ¡Porque significa no buscar la felicidad como un fin en sí mismo!
En su búsqueda de la felicidad, mucha gente deja pasar inadvertido el vital hecho de que la felicidad no debe ser la meta en sí. Efectivamente, cuanto más fervorosamente persigamos la felicidad real y permanente, ¡más nos elude! La felicidad pasajera y barata sí puede ser nuestra fácilmente, pero cuanto más directamente busquemos la felicidad profunda, la que refleja una verdadera satisfacción en la vida, menos la hallaremos.
¿Por qué? ¡Porque la felicidad duradera, significativa y profunda no es un fin en sí, sino un subproducto de lo que hacemos! Y la mejor manera de llegar al subproducto que es serenidad, contento y felicidad es abandonar la búsqueda de la felicidad y en su lugar, dar el séptimo paso: ser parte de algo más grande que uno.
El dramaturgo George Bernard Shaw escribió el siguiente principio que se ha hecho famoso: “Esta es la verdadera alegría en la vida… servir para un propósito que uno reconoce como algo poderoso… ser una fuerza de la naturaleza en lugar de un febril y egoísta terrón de dolencias y agravios, quejándose de que el mundo no está dedicado a hacerte feliz” (Hombre y superhombre, págs. xxxi-xxxii).
El sabio rey Salomón escribió que Dios ha puesto eternidad en nuestro corazón (Eclesiastés 3:11). Algo en el fondo de nuestro ser ansía saber que estamos relacionados con algo más grande que nosotros. Hay en esa conexión una felicidad que no podemos alcanzar de ninguna otra manera.
No hay, desde luego, empeño más grande que contribuir al esfuerzo del propio Jesucristo en predicar el evangelio del Reino de Dios al mundo. Este esfuerzo le dio al apóstol Pablo un sentido de satisfacción y propósito en la vida que lo sostuvo en momentos terribles de sufrimiento e incertidumbre.
Pese a estar en prisión y en peligro de perder la vida, Pablo era dueño de una alegría tan apasionada y de una paz tan resuelta que, en su juicio delante del rey Agripa, encadenado y rodeado de acusadores, no quiso defenderse sino que predicó el evangelio. Ante las palabras de Pablo, el rey exclamó: “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:28), a lo cual Pablo respondió sin titubear: “Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas” (v. 29).
Vemos que, aun estando encarcelado y encadenado, Pablo anhelaba compartir con Agripa y con todos los hombres y mujeres, el gozo, la confianza y la felicidad que había encontrado al conocer el propósito de su existencia, y contribuir a la obra de Dios en el mundo, dando a conocer la gloriosa verdad del Reino venidero de Dios.
Encontramos significado en la vida, y mediante este significado encontramos felicidad, cuando somos parte de algo más grande que nosotros mismos: nuestra familia, los seres queridos, la comunidad y al final de cuentas, nuestro Dios, su obra y su propósito para nosotros, que es transformarnos en miembros de su Familia en su Reino para siempre. Cuando nos dedicamos al servicio en bien de esas metas más elevadas, la felicidad llega sin procurarla, y nos llega mucho más profundamente que cuando la buscamos directamente como un fin en sí.
¿Pondrá usted en práctica estos siete pasos en su vida? Si lo hace, estará en camino hacia una felicidad que nunca antes conoció. Y que le llenará desde ahora y por toda la eternidad. [MM]