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A veces las criaturas más pequeñas nos enseñan las lecciones más grandes. ¿Qué nos puede mostrar una humilde ardilla de tierra sobre la complejidad de la ingeniería creativa de Dios?
Hace poco mi esposa y yo nos mudamos a una pequeña granja en el Sur de Alberta, Canadá. Allí descubrimos que la vida en la granja profundiza nuestra conexión con la creación divina. También se trabaja duro, pero a veces las dos cosas van juntas. Por ejemplo, las ardillas de tierra están apoderándose del potrero, y en mis intentos por controlar esa población aprendí cómo estos seres, en apariencia tan ordinarios, glorifican a su Creador.
En 1820, el cirujano y naturalista escocés, sir John Richardson, formaba parte de una expedición naval con el cometido de levantar mapas de la costa ártica de Canadá, que entonces se conocía como Norteamérica Británica. En una excursión por tierra conoció una especie de roedores que no había visto antes. Envió especímenes a Inglaterra junto con la primera descripción científica conocida de esta nueva especie.
En su honor, el roedor recibió el nombre de “ardilla de tierra Richardson”. Otros nombres más descriptivos son “gofre”, del francés gaufre, que significa panal o waffle, por referencia a las complejas madrigueras que cavan; “sacudecolas”, porque la cola parece estar en constante movimiento y “alfiler”, por su costumbre de pararse erguida en las patas traseras recta como un alfiler, para otear su entorno en caso de peligro.
Para muchas personas, la palabra “ardilla” evoca la imagen de un animalito de cola frondosa que recoge bellotas y hace su nido en los árboles, pero hay más de 200 especies de ardillas en el mundo. La ardilla de tierra Richardson es una de ellas, que vive en el suelo y debajo de él.
Una colonia de ardillas de tierra vive por años en las mismas madrigueras, renovándolas según sea necesario o añadiendo más túneles, dormitorios, entradas y salidas. En cada madriguera vive un adulto o, en el caso de la hembra, una madre con sus crías muy pequeñas. Unas semanas después de nacer, y poco antes del siguiente ciclo de hibernación, los pequeños dejan el hogar materno y buscan madrigueras abandonadas o cavan otras nuevas.
Para construir su madriguera, la ardilla evita suelos que no drenen bien o que no se compacten para formar túneles y dormitorios estructuralmente sólidos. La humedad del suelo es un factor esencial al identificar un buen lugar para construir. Las ardillas Richardson viven en praderas secas, que a menudo carecen de acceso a aguas subterráneas, pero el suelo donde construyen debe retener el agua para mantenerse en el grado de humedad necesario.
Aquel que creó estas ardillas las dotó de las habilidades necesarias para prosperar en su medio ambiente, que son las de un verdadero arquitecto o ingeniero. Por ejemplo, una madriguera usualmente tiene varias entradas y salidas, que llevan a pasajes y habitaciones entre unos 30 y 100 centímetros bajo tierra. Para reducir al mínimo el peligro de inundación, el animalito construye túneles de drenaje en el punto más bajo de la madriguera.
Cada madriguera tiene una sola cámara de hibernación, pero varios dormitorios, y la ardilla de tierra ocupa uno de ellos solo pocos días antes de mudarse a otro. Esta extraña rutina para el sueño asegura que no se acumule su olor corporal, que podría atraer a los predadores. Antes de comenzar la hibernación, la ardilla tapa las entradas y salidas de su madriguera con tierra. Una vez dentro de la cámara de hibernación, también tapa la entrada de esta.
Como dato curioso, la ardilla Richardson es activa en la superficie de la tierra solo pocos meses, e hiberna la mayor parte del año. Su período de hibernación suele extenderse de julio a febrero. Las ardillas de tierra adultas en promedio se muestras activas cuatro meses al año, si bien los machos, tanto adultos como jóvenes, pueden prolongar su período activo hasta tres meses más, ya que sus preparativos para hibernar duran más que en las hembras.
La ardilla de tierra hembra no lleva alimento a su cámara de hibernación; en cambio, el macho acumula un pequeño depósito de semillas y nueces para comer cuando se despierte al comenzar la primavera. Estos depósitos de alimento son críticos porque el macho se despierta de su hibernación unos días antes que la hembra, y a menudo cuando la tierra aún está cubierta de nieve, y buscar alimentos resulta difícil. Además, tiene menos grasa corporal que la hembra, y esto hace indispensable tener dispuesto alimento con alto contenido de grasa para regular el cuerpo, y preparalo para la reproducción cuando salga a la superficie. Como tantas criaturas en el reino animal, estas han sido programadas por su Creador para saber exactamente lo que necesitan y cuándo lo necesitan.
En algunas comunidades, a las ardillas de tierra las miran como una alimaña indeseable, y las autoridades invitan a los habitantes a controlarlas con trampas o veneno. Estos herbívoros son muy prolíficos, y su excesiva abundancia reduce las cosechas y diezma los huertos caseros. Al mismo tiempo, sus vastas redes de túneles siembran la tierra de hoyos de entrada y salida, que resultan un peligroso tropiezo para la gente y el ganado.
¿Debemos, por eso, considerar que estos roedores son simples accidentes de la evolución? ¿O, por el contrario, son obra de un Diseñador brillante que no crea nada sin razón de ser? Como una obra creada, es de esperar que representen un verdadero beneficio para su medio ambiente.
Y lo representan. La ardilla de tierra Richardson cumple una función imprescindible en el ecosistema de la pradera. Su hábito de cavar extensos y profundos túneles ayuda a los cultivos y mejora las condiciones de la tierra, y las madrigueras que desocupan sirven de hogar para ciertos lagartos, búhos y abejas. También diversos animales pequeños se resguardan de los predadores y las inclemencias del tiempo.
La ardilla Richardson ocupa un lugar bajo en la cadena alimentaria de la pradera. Una buena población de estas ardillas sirve de sustento para otros animales, como tejones, comadrejas, coyotes, búhos, zorros, halcones y águilas; y de hecho, forma parte considerable de la dieta de algunos. Por ejemplo, se estima que la dieta del halcón ferruginoso, especie en peligro, se compone casi exclusivamente de ardillas de tierra cuando ellas están en su período activo. Aunque se considera una “plaga” por su abundancia, la escasez de estas ardillas podría hacer peligrar el ecosistema de la pradera que Dios estableció. ¡Eso sería mucho peor para las huertas que su presencia!
Es mucho lo que podemos aprender al observar esos seres vivientes aparentemente rústicos que Dios ha creado. Las Sagradas Escrituras así lo afirman: “En efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano del Eterno la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano” (Job 12:7-10).
Siempre que tengamos la tentación de pensar que una parte del mundo natural es más problemática de lo que vale, o peor.
Cuando sintamos la tentación de pensar que alguna parte del mundo natural es más problemática que valiosa; o peor, que es producto del simple azar; dispongámonos a observar con más atención, dándonos la oportunidad de descubrir las habilidades fascinantes y los extraordinarios beneficios revelados en la creación del Dios Todopoderoso. Cuidemos de no pasar por alto la mano de Dios en las criaturas rústicas y extraordinarias que Dios ha puesto en nuestra vida por alguna razón, a fin de llamar la atención hacia Él. La ardilla de tierra Richardson es una de esas criaturas. [MM]