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La Sagrada Biblia revela el futuro del mundo. Sus profecías muestran una serie de sucesos que llevarán al final del mal gobierno humano. ¿Cuáles acontecimientos mundiales debemos estar observando? La Biblia adelanta que en un futuro no muy lejano, una gran superpotencia mundial surgirá y superará a los Estados Unidos ahora en pleno declive. ¿Acaso podrá ser China? Es evidente el empeño chino en ocupar un lugar como líder del planeta. ¿O tal vez Rusia, sucesora de la antigua y poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que resurgirá al punto de situarse en el centro de la geopolítica mundial?
La Biblia revela los poderosos papeles que cumplirán China y Rusia al final de la era presente, y poco antes del regreso de Jesucristo. Pero también revela una verdad sorprendente y que muchos no reconocen todavía: El resurgimiento de Europa, destinada a convertirse en la principal superpotencia del mundo, conforme la historia mundial llega a su culminación en el Armagedón
¿Y cuál es la participación del Oriente Medio en todo esto? “Armagedón” es la traducción grecoespañola del hebreo har Megiddo, que se refiere a una zona montañosa junto a la llanura de Jezreel. Allí se reunirán los ejércitos del mundo dispuestos a librar la batalla profetizada para el tiempo del fin, la cual tendrá lugar al regreso de Jesucristo. Este Armagedón queda a unos 90 kilómetros al norte de Jerusalén, ciudad que estará en el centro del conflicto mundial del final.
En las Escrituras leemos que antes del regreso de Jesucristo, “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:24). Para entender la profecía, debemos saber quiénes son los gentiles, y qué son los misteriosos “tiempos de los gentiles”.
¿Cómo sabremos que se acerca el final de la era presente? La Biblia habla de grandes sucesos proféticos que debemos conocer. Jesucristo, nuestro Salvador, también fue el mayor presentador de noticias y profeta que ha existido; y nos da una importante señal del tiempo del fin: “Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado” (Lucas 21:20). Sabemos que Jerusalén y sus alrededores han sido escenarios de guerras desde hace miles de años. En 1967, la parte oriental de la ciudad cayó bajo control israelí y Jerusalén fue, por primera vez en milenios, una ciudad unificada bajo control de un estado judío. Pero esa guerra de seis días no será nada en comparación con lo que viene.
El futuro ataque sobre Jerusalén no terminará tan bien para sus habitantes judíos. Jesucristo predijo que “caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (v. 24). Notemos que esta es una profecía para el futuro, y no solo la descripción de hechos del pasado. Cuando los griegos, y luego el Imperio Romano, invadieron Jerusalén, no se llevaron a los habitantes a “todas las naciones”. Aun en la conquista de Judá por parte de Babilonia en el 586 a.C., los judíos no fueron dispersados como había ocurrido a la casa de Israel, al norte, sino que los vencedores babilonios los transportaron principalmente a una sola nación.
Cuando los ejércitos de todo el mundo rodeen Jerusalén, la Biblia dice que los hijos de Dios que estén allí deben huir porque habrá “gran calamidad en la Tierra” (vs. 21-23). Quienes no escapen “serán llevados cautivos a todas las naciones”. Y el asolamiento continuará, porque “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (v. 24).
Para entender bien las profecías bíblicas sobre el tiempo del fin, es esencial comprender este ataque contra Jerusalén, y reconocer los “tiempos de los gentiles” que lo seguirán. Entonces, ¿cuáles son los “tiempos de los gentiles”? ¿Y qué es un “gentil”?
En el contexto de la Biblia los “gentiles” son los pueblos del mundo que no descienden del antiguo patriarca Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel (Génesis 32:28). Es fácil reconocer que naciones como China y Japón no son descendientes de Israel. Rusia y Alemania también se reconocen como naciones gentiles.
Pero muy pocas personas conocen quiénes son los actuales descendientes de las tribus de Israel. Jacob tuvo doce hijos. Su hijo Judá fue patriarca de la tribu que lleva su nombre y de la cual desciende el actual pueblo judío. Otros hijos de Jacob fueron los precursores de quienes a veces se llaman las “diez tribus perdidas”. Tribus que conformaban la nación situada al norte de Judá. Esa nación cayó cautiva de los asirios más de cien años antes de la derrota de Judá por los invasores babilonios.
Los lectores habituales de El Mundo de Mañana saben que los asirios tomaron cautivo al Reino del Norte, o Reino de Israel, hacia el año 721 a.C. Cuando Israel quedó en libertad a raíz de la derrota del Imperio Asirio, sus habitantes se dispersaron ampliamente. Muchos viajaron al noroeste, donde se asentaron en el Occidente de Europa. A lo largo de su historia, se fueron encontrando con pueblos no israelitas y adoptaron como suyas muchas costumbres ajenas. Estos pueblos comprenden las naciones descendientes de Gran Bretaña, y las que componen buena parte del mundo Occidental, incluidos Estados Unidos, Francia, Suiza y Holanda. Para una explicación completa de la ascendencia de estas y otras naciones, le invitamos a leer nuestro folleto titulado: Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, sea en línea en nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org, o solicitando un ejemplar impreso gratuito.
Babilonia, la nación que se llevó cautiva a la antigua Judá, era una nación gentil que había surgido mucho tiempo antes entre los ríos Tigris y Éufrates. Fue rica, poderosa y decidida. Fue allí donde las naciones del mundo antiguo decidieron desafiar y aun oponerse al Dios Creador. Las Escrituras dan a conocer la orgullosa actitud de los pueblos que proclamaron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al Cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la Tierra” (Génesis 11:4).
Nuestros lectores quizás han visto representaciones artísticas de la torre de Babel, y muchos saben la historia: Dios confundió el idioma de los pueblos allí reunidos para que perdieran su unidad. “Así los esparció el Eterno desde allí sobre la faz de toda la Tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió el Eterno el lenguaje de toda la Tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la Tierra” (Génesis 11:8-9).
Un comentario de la Biblia dice sobre esa gente que “su dispersión desde Babel, figura como un juicio especial por su descarada personificación del espíritu impío que caracterizó de nuevo a la civilización humana después del diluvio… Una vez más, la ciudad se convierte en punto central de la creciente arrogancia humana” (The New Bible Commentary: Revised, 1970, pág. 91).
¿Notamos la analogía entre la “creciente arrogancia humana” de Babilonia y la actitud contra Dios que vemos hoy con demasiada frecuencia? Dios abatió aquella actitud en el pasado. Sin embargo, leemos que resurgiría en el futuro. El apóstol Juan escribe:
“Después de esto vi a otro ángel descender del Cielo con gran poder; y la Tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la Tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la Tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites” (Apocalipsis 18:1-3).
¿Cómo debemos reaccionar ante tal impiedad? Dios nos advierte que no participemos en los pecados de la futura Babilonia resurgida. Juan escribe: “Oí otra voz del Cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el Cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (vs. 4-5).
No, no seamos parte de la rebelión gentil contra Dios. No recibamos las plagas que cayeron sobre Babilonia en el pasado, y que volverán a caer sobre Babilonia en el futuro. El sistema del tiempo del fin, que se denomina Babilonia la Grande (ver Apocalipsis 17; 18), será una alianza de denominación económica, poderío político militar y falsa religión. Es importante estar atentos para ver cuándo los gentiles “hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:2).
La historia de las naciones que se han opuesto a Dios y su pueblo se remonta a miles de años. Cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia tuvo un misterioso sueño de una gran imagen con cabeza de oro, el profeta Daniel fue el único que pudo descifrar su significado. Daniel le dijo a Nabucodonosor: “Tú eres aquella cabeza de oro” (Daniel 2:38). Además de la cabeza de oro, la estatua del sueño tenía pecho y brazos de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y pies de hierro mezclado con barro cocido.
Daniel explicó que el imperio de Nabucodonosor sería reemplazado por otro, representado por el pecho y brazos de plata, que ahora conocemos como el Imperio Medopersa. Le seguirían el vientre y muslos de bronce, que ahora conocemos como el Imperio Grecomacedonio, imperio que se extendió con gran poder bajo Alejandro Magno. Las piernas de hierro corresponden a lo que conocemos como el Imperio Romano, que se extendió por Europa, el Norte de África y el Oriente Medio entre los años 27 a.C. y 476 d.C. Los pies de hierro mezclado con barro representan un renacimiento futuro de este último imperio.
Todo lo anterior suena muy interesante… pero, ¿cómo estar seguros? Podemos estar seguros porque la Biblia se interpreta a sí misma. El libro del Apocalipsis revela el pasado y futuro del Imperio Romano: “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición” (Apocalipsis 17:9-11). Vemos aquí que las cabezas corresponden a montes, un símbolo bíblico de gobiernos o reinos. Y estas siete cabezas representan siete reyes o reinos sucesivos, siendo cada uno una restauración del reino original.
“Vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos” (Apocalipsis 17:3). La primera cabeza de la bestia escarlata es la primera restauración: el resurgimiento del imperio bajo Justiniano en el año 554 d.C. La siguiente restauración se produjo bajo Carlomagno, coronado emperador de Roma el 25 de diciembre del año 800 d.C. Las restauraciones siguientes ocurrieron bajo Otón el Grande, Carlos V y Napoleón. De las siete restauraciones, la sexta terminó en 1945 con la caída de Mussolini y Hitler.
Aun hoy, muchos europeos esperan ver a la Unión Europea convertida en un nuevo Imperio Romano. ¿De dónde les viene la idea? ¡De las restauraciones anteriores de ese imperio! Observemos el paralelismo entre los capítulos 2 y 7 del libro de Daniel en el Antiguo Testamento, y los capítulos 13 y 17 del libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento. A partir de allí podemos empezar a comprender la secuencia de reinos profetizados.
La historia ha demostrado la exactitud de las profecías bíblicas. Los imperios han surgido y caído tal como fueron predichos. Y el último imperio está aún por surgir. ¿Cuál será? Vemos esta acotación sobre Apocalipsis 17:11 en el margen de la New Catholic Edition de la Santa Biblia, traducida de la Vulgata Latina y conocida también como la versión Douay-Rheims: “La bestia de que se habla aquí parece ser el Imperio Romano, como en el capítulo 13”.
Otros eruditos bíblicos también reconocen que las bestias de Apocalipsis 13 y 17 representan el Imperio Romano. La New Catholic Edition trae la siguiente acotación acerca de Apocalipsis 13:1: “La imagen de la primera bestia se basa en el séptimo capítulo de Daniel. Esta bestia es figura de los reinos del mundo, reinos fundados sobre las pasiones y el egoísmo, que en toda era son hostiles a Cristo, y buscan oprimir a los siervos de Dios. Roma imperial representa este poder”.
¡Es así como la Biblia Católica Romana también reconoce la identidad de la bestia!
El profeta Daniel revela que habrá un período de cataclismo mundial: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Daniel 12:1). Ese tiempo es el mismo que se describe en Apocalipsis 13 y que revela el poder y la influencia maligna de la bestia:
“Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el Cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la Tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (vs. 6-8).
Esta bestia, o poder de los gentiles, ejercerá su influencia sobre el mundo entero. Sin embargo, Dios limitará su tiempo a solo cuarenta y dos meses, o tres años y medio. “También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 13:5).
Se trata del mismo período de tiempo que vimos antes en Lucas 21, donde Jesús habla de un tiempo breve en que los gentiles, no los judíos, gobernarán de nuevo en Jerusalén. Recordemos que si bien gran parte de Europa Occidental está formada por descendientes de las tribus de Israel, entre ellos no se encuentra Alemania… ni tampoco, al oriente, los pueblos ruso y chino. Es entre los gentiles donde se ha de constituir un enorme ejército de 200 millones, el cual cruzará el río Éufrates y marchará hasta Armagedón, luego de allí hacia Jerusalén para luchar contra Jesucristo a su regreso (Apocalipsis 9:14-19).
Jesús anunció que será un período sin precedentes en la historia humana, un tiempo tan peligroso que solamente su regreso podrá impedir que la humanidad se destruya. “Si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22).
El apóstol Juan nos dice:
“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio” (Apocalipsis 11:1-3).
Los tres años y medio cuando los gentiles tendrán el control de Jerusalén, los tiempos peligrosos, incluyen la gran tribulación (Mateo 24:21) y el día del Señor, o “el gran día de su ira” (Apocalipsis 6:16-17). Culminarán con la batalla de Jerusalén, después de reunirse los ejércitos del mundo en Armagedón, o más precisamente, “la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14). Para leer más sobre los dramáticos sucesos de ese período, le invitamos a solicitar nuestra publicación poderosa y a la vez de fácil lectura, titulada: Armagedón… y después.
Falta aún por cumplirse una restauración final del Imperio Romano. Esa futura restauración consistirá en diez reyes o reinos unificados por la bestia simbólica. Prestemos atención a los hechos que se van presentando en Europa. Tengamos en cuenta el auge de la próxima superpotencia mundial: “Los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia” (Apocalipsis 17:12-13). Notemos cuándo tendrá lugar esta restauración final. “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con Él son llamados y elegidos y fieles (Apocalipsis 17:14).
La maquinaria militar del tiempo del fin no podrá prevalecer en su guerra contra Jesucristo, sino que dará paso a un Reino que durará para siempre: el Reino de Dios, gobernado por el Rey de reyes y Señor de señores. Jesucristo reemplazará al líder religioso embustero que hace prodigios dramáticos y despierta las pasiones religiosas en todo el mundo:
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la Tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del Cielo a la Tierra delante de los hombres” (Apocalipsis 13:11-13).
¿Cómo terminarán los tiempos de los gentiles? “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el Cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). Será un tiempo maravilloso para los verdaderos discípulos de Jesucristo transformados en seres espirituales. Estos recibirán vida eterna junto con el gran privilegio de gobernar la Tierra bajo Jesucristo (Apocalipsis 5:10). Es la recompensa de Dios para quienes obedecen su mandamiento de arrepentirse y bautizarse, y que reciben su Espíritu Santo como ayuda para sobreponerse al pecado y desarrollar en su propia vida el carácter santo y justo de Dios.
Cuando Jesucristo regrese, esos fieles cristianos resucitarán como las “primicias” o “primeros frutos”, es decir, los primeros seres humanos que entrarán a formar parte de la Familia de Dios (Hebreos 1:18; 1 Corintios 15:52). Entre estos habrá seres humanos de todas las naciones, no solamente de las tribus de Israel, sino también muchos gentiles que se habrán convertido en discípulos, y en parte de la Israel espiritual (Gálatas 6:16). No permitamos que una religión falsa y un líder religioso falso nos engañe, y nos haga excluir de ese futuro maravilloso. Mantengámonos atentos y hagamos caso de las palabras de Jesucristo: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36). [MM]