¿Es verdad que el diablo existe? | El Mundo de Mañana

¿Es verdad que el diablo existe?

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¿Estará afectando a nuestros jóvenes y a nuestra sociedad entera el mundo de lo oculto? ¿Es real el diablo? Y si lo es, ¿cómo engaña a la gente?

La cultura juvenil se adentra cada vez más en el ocultismo. La brujería es la moda. Millones de jóvenes han leído cada libro de Harry Potter, y los programas animados para niños estimulan el atractivo por la brujería. Hay canciones populares que glorifican al diablo, e incluso hay jóvenes que han llegado a asesinar en su nombre.

En ciertos círculos intelectuales es mal visto creer que el diablo existe. Sin embargo, muchas personas, por demás inteligentes, encuentran emocionante e interesante establecer contacto con el mundo de las tinieblas.

¿Qué dice la Biblia acerca de este tema tan importante? Si existe un mundo de los demonios y un diablo de verdad, es necesario aprender a resistir y vencer semejante influencia.

La Biblia explica por qué hay tantos males en el mundo. En el libro del Apocalipsis leemos que “fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la Tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (12:9). Aquí la Biblia habla de un poderoso ser espiritual llamado Satanás, describiéndolo como “el gran dragón” y “la serpiente antigua”. Y nos enteramos de algo asombroso que pocos creen en la actualidad: Que este ser ha engañado al mundo entero.

¿Cómo lo ha hecho? Es imprescindible que los cristianos conozcan las estrategias y tácticas del diablo. Pero antes, deben saber cómo llegó a existir. ¿Creó Dios al diablo?

Dos capítulos de la Biblia, Isaías 14 y Ezequiel 28 describen el origen de Satanás. Isaías habla de un rey de Babilonia al final de los tiempos, quien gobernará sobre un Imperio Romano resucitado (descrito en Apocalipsis 13, 17 y 18); pero la profecía, que empieza hablando de un rey humano como tipo o figura, luego pasa a referirse al prototipo que es Satanás el diablo, llamado también Lucero. “¡Cómo caíste del Cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que decías en tu corazón: Subiré al Cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:12-14).

Lucero fue lanzado nuevamente a la Tierra. Había permitido que la vanidad y la codicia lo incitaran a rebelarse contra Dios. Pretendía destronar a Dios, pero fracasó, y ahora sigue teniendo su trono en la Tierra. El nombre Lucero es una palabra latina que significa “Estrella de la mañana” o “Estrella del día”. Jesús dijo: “Yo veía a Satanás caer del Cielo como un rayo” (Lucas 10:18). Lucero, portador de luz, se convirtió en el proveedor de tinieblas.

El apóstol Pablo explica que muchos son enceguecidos para no reconocer el verdadero evangelio ni la verdad de la Biblia: “Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4). Es importante notar que Lucero fue lanzado a la Tierra y se convirtió en Satanás, también se convirtió en “el dios de este siglo”, o según otras versiones, “el dios de este mundo”.

Dios no creó al diablo, pero sí creó a todos los seres angélicos. Creó tres querubines o arcángeles: Lucero, Miguel y Gabriel (en el versículo nueve de la Epístola de Judas, a Miguel se le llama arcángel); y parece que cada uno dirigía a un tercio de los ángeles. Leemos que el dragón, Satanás, fue lanzado a la Tierra con la tercera parte de los ángeles: “Apareció otra señal en el Cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del Cielo, y las arrojó sobre la Tierra” (Apocalipsis 12:3-4). Como hemos explicado en otros artículos, las estrellas simbolizan a los ángeles (ver Apocalipsis 1:20). La tercera parte de los ángeles siguió a Satanás, y los que lo siguieron se convirtieron en demonios.

La figura y el prototipo

El profeta Ezequiel se refiere a las funciones originales de Lucero así como su caída. Aquí, lo mismo que en Isaías 14, vemos la figura y el prototipo: El Rey de Tiro es la figura, y el querubín que se transformó en Satanás es el prototipo: “Hijo de hombre, levanta endechas sobre el Rey de Tiro, y dile: Así ha dicho el Eterno el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín grande protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojé por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28:12-17).

Lucero fue un ser creado y le fueron asignados deberes en la Tierra, mucho antes de que existieran los hombres. Tenía libertad para obedecer o desobedecer, igual que los seres humanos, que tenemos la facultad de escoger el bien o el mal. Lucero se rebeló, negándose a ejecutar la voluntad y el gobierno de Dios. Como escribió Ezequiel: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”.

Vemos que Dios no creó a Satanás el diablo, sino al querubín o arcángel Lucero, quien rechazó el gobierno de Dios, pervirtió su propio carácter para ser malo y pecador; y en un acto de rebeldía se transformó en Satanás el diablo.

A Adán se le dio la oportunidad de reemplazar a Satanás como gobernante del mundo. Pero Adán y Eva cedieron a la tentación y pecaron. Notemos que Satanás fue el primero que pecó. Adán y Eva, y todos los seres humanos han pecado, con excepción de Jesús, Emanuel, Dios en la carne. Las Sagradas Escrituras así lo confirman: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Era preciso que un segundo Adán, Jesucristo, resistiera al diablo y lo derrotara. La Biblia nos dice que después de ayunar 40 días, Jesús estaba debilitado físicamente, pero batalló contra el diablo citando las Escrituras. Negándose a obedecer, Jesús terminó por impartirle una orden, diciéndole: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás” (Mateo 4:10).

Jesús demostró que no cedería ante el diablo. Jesús fue tentado, o probado, en todo igual que nosotros, pero nunca pecó (ver Hebreos 4:15). Demostró que tenía el carácter y la rectitud para gobernar el mundo. Cuando Jesús regrese como Rey de reyes, echará fuera a Satanás por mil años, y lo reemplazará como príncipe del mundo. Pero hasta entonces Satanás seguirá engañando al mundo entero.

¿Un ángel de luz?

Uno de los mayores engaños de Satanás es la falsa idea de que no existe. Con todo, muchos participan en religiones ocultistas que rinden culto a Satanás, a sus demonios o a alguna manifestación del mal. Hay brujas y brujos que practican rituales mortales, hasta el extremo del sacrificio humano. Dios le advirtió a la antigua Israel que rechazara todas esas formas de paganismo y satanismo: “Cuando entres a la tierra que el Eterno Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Eterno cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Eterno tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante del Eterno tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Eterno tu Dios” (Deuteronomio 18:9-14).

Dios nos advierte que rechacemos las prácticas ocultas y el paganismo. Sin embargo, tales prácticas son cada vez más frecuentes y aun aceptadas por la sociedad. Algunos estudiantes, convertidos en asesinos, han recibido la influencia de religiones ocultistas. Es así como uno de los principales engaños de Satanás ¡se ejerce por medio de una religión! El apóstol Pablo descubre esta táctica, señalando que Satanás no siempre se presenta como serpiente o dragón, sino que también se disfraza como ángel de luz: “Estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15).

Satanás, príncipe de las tinieblas, puede presentarse no solamente como la fuerza oscura estereotípica de la adoración ocultista, sino también como un ángel de luz. El apóstol Pablo advirtió que Satanás tiene sus propios ministros, quienes se presentan como ministros de justicia y piedad. Por eso, invitamos a quienes nos leen a no creernos porque afirmamos alguna verdad. Les instamos a consultar la verdad en su propia Biblia. Recordemos a los de Berea en Hechos 17:11: Quienes escudriñaban “cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. ¡Es algo que todos debemos hacer!

Hay dirigentes religiosos sinceros, pero que están sinceramente equivocados. Ciertos ministros predican que no es preciso guardar los diez mandamientos, ¡pensando erróneamente que obedecer la ley de Dios es buscar la salvación por obras! Si algún ministro le dice a usted que no es preciso guardar los mandamientos, pregúntele si le parece bien rebelarse contra Dios. El apóstol Pedro dijo: “Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen el evangelio de Dios?” (1 Pedro 4:17).

El apóstol Pablo también señaló claramente que “la circuncisión nada es y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios” (1 Corintios 7:19), y amonestó a quienes desatienden la verdad de Dios: “Ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego” (Romanos 2:8-9). Es claro que la Biblia enseña la obediencia a la verdad, al evangelio, a los diez mandamientos y a la justicia divina. Al joven que le preguntó: “Maestro bueno, ¿que bien haré para tener la vida eterna?” (Mateo 19:16). Jesús le respondió: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (v. 17).

La religión falsificada es uno de los engaños de Satanás. Se presenta como ángel de luz pero desvía a millones, alejándolos de la luz verdadera de la Biblia.

Satanás aprovecha la debilidad

El diablo también se aprovecha de nuestra naturaleza humana, ¡llena de vanidad, egoísmo, codicia, envidia y lujuria! Hay una influencia mala que, según la Palabra de Dios, “ahora opera en los hijos de desobediencia”. Pablo habla de cómo por medio de Jesucristo nos liberamos de participar en los impulsos de la naturaleza humana. “Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:1-3).

Tenemos que llegar a ser capaces de identificar en nuestra propia naturaleza humana la debilidad y la inclinación al pecado. Por eso necesitamos un Salvador que nos redima primero de nuestros pecados del pasado, y que nos conceda el poder para vencer las influencias del mundo, de Satanás, y ¡de nuestra propia naturaleza humana!

Hay cristianos que luchan contra su ira descontrolada. Otros, que se han sentido ofendidos, dejan que sus emociones se conviertan en amargura, malevolencia, ira, hostilidad y odio. Debemos aborrecer la maldad y las obras de Satanás, pero jamás debemos odiar a otro ser humano. Debemos aborrecer su mala conducta y actitud, pero tenemos que amar incluso a nuestros enemigos, tal como enseñó Jesús en Mateo 5:44.

Esta es una advertencia: Satanás puede controlarnos si nosotros no controlamos nuestra ira. “Airaos, pero no pequéis. No se ponga el Sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26-27). La ira descontrolada puede conducir a amargura satánica, y quien se deje consumir por la ira puede terminar en un lago de fuego. No dejemos que Satanás se aproveche de nosotros. Aprendamos a vivir en paz con los demás: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:14-15).

Incluso, muchos cristianos sufren dificultades y tensiones por heridas y maltratos del pasado. Dejan que brote en ellos una raíz de amargura. Prefieren aferrarse al dolor del pasado e incluso disfrutan imaginándose alguna venganza. ¿Qué dice Dios? “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19). Al final, Dios impondrá el juicio y castigo justos a todos los pecadores que no se arrepientan. ¡Pero el discípulo auténtico tiene que aprender a perdonar! Jesús nos enseñó en su oración modelo que le pidamos a Dios: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12). ¿Oramos así? Oremos por nuestros enemigos. Aprendamos a perdonar y olvidar. Así, ¡le ganaremos a Satanás, en vez de ceder a su actitud de malevolencia y venganza!

El destino de Satanás

Hemos visto algunas de las estrategias del diablo, y cómo evitar sus engaños. Entendamos que el destino de Satanás ya está decidido. En el juicio final, todos los malos serán consumidos en el lago de fuego. Satanás y sus demonios también serán lanzados al lago de fuego: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41).

Esperamos con enorme ilusión el momento cuando todo el mal quedará abolido en la Tierra. Oramos: ¡Venga tu Reino! Hasta entonces, Satanás y sus demonios seguirán atacando y engañando allí donde puedan. ¿Qué podemos hacer para vencer esta fuerza del mal? Cada cristiano tiene que superar la influencia del mundo, el poder de Satanás y sus demonios, y también su propia naturaleza humana.

Primero, necesitamos una relación estrecha con el Padre y Jesucristo. Dios nos protegerá del mal. El esbozo de oración en Mateo 6:13 nos enseña a pedir: “No nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.

Dios nos protegerá y librará del maligno, si se lo pedimos… si escogemos el Reino de Dios y rechazamos el de Satanás. Nuestro Creador inspiró estas palabras al apóstol Santiago: “Él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros” (Santiago 4:6-8).

Estos son dos puntos clave que debemos recordar en nuestra batalla contra Satanás. Dios ha hecho estas promesas. No tenemos por qué ceder ante la influencia y los sentimientos depresivos. No cedamos a las tentaciones que Satanás nos pone por delante. ¡Resistamos! Acerquémonos a Dios. Pongámonos de rodillas y oremos a nuestro Padre celestial. Estudiemos la Biblia, que es la Palabra de Dios, y sigamos sus instrucciones. Cuando Jesús se vio ante las tentaciones de Satanás, peleó contra el diablo citando las Escrituras. Jesús empleó estas armas espirituales. ¡También debemos usarlas!

El apóstol Pablo nos dice que andemos espiritualmente armados: “Hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. (Efesios 6:10-13).

Necesitamos toda la armadura de Dios. Si vestimos esta armadura, ganaremos la batalla. Satanás está batallando por nuestra mente, por nuestro carácter y espíritu. Pero con Dios de nuestra parte podremos vencerlo. Conozcamos al enemigo y sus estrategias. Como dijo el apóstol Pablo: “No ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).

¿Es posible vencer al diablo? Sí, siempre y cuando usemos la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios; y que vivamos por esa Palabra. En su lucha victoriosa contra Satanás, Jesús dijo: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4). El poder de la Palabra de Dios en nosotros puede vencer a Satanás. El apóstol Juan escribió: “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Juan 2:14).

Dios nos dará la victoria por medio de Jesucristo. Así podemos vencer el mal. El Dios Creador va a alejar a Satanás y sus demonios para siempre, y los reemplazará por Jesucristo y sus siervos fieles en el venidero Reino de Dios.

Podemos tener paz mental. Sigamos las instrucciones de la Biblia, y con la ayuda de el Salvador, también venceremos a Satanás.

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