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¿Permite Dios que la mayoría de la gente esté ciega a sus verdades?
¿Por qué tantas personas ven la Biblia como algo misterioso? ¿Por qué hay tantas ideas diferentes sobre las doctrinas entre personas que se consideran cristianas? ¿Por qué no predican los ministros lo que la Biblia claramente dice? ¿Por qué el cristianismo moderno es tan radicalmente distinto del cristianismo en tiempos de los apóstoles? Las respuestas a estas importantes preguntas se encuentran en una serie de profecías bíblicas ¡que ahora mismo están cobrando vida!
“Históricamente el continente Americano, buena parte de Europa, Australia y partes de África se han considerado culturas cristianas. Sin embargo, muchos estudios revelan que el actual cristianismo de consumo es algo muy superficial, y que existe una enorme ignorancia respecto de la Biblia y la doctrina cristiana.
No es extraño entonces que muchos que se declaran cristianos tengan escasos conocimientos de las Sagradas Escrituras, y sepan muy poco sobre la historia y el desarrollo de sus propias creencias y doctrinas” (La iglesia vacía, Michael Reeves, págs. 61-63).
Una causa de este deterioro es la manera como las iglesias forman a sus futuros líderes. Los planes de estudio están plagados de suposiciones que contradicen lo sobrenatural. Según investigadores, muchos seminaristas “no saben los nombres de la mitad de los libros de la Biblia, o si Calvino fue anterior o posterior a Agustín, ni qué significa decir que Jesucristo descendió a los muertos o que actuó ‘conforme a las Escrituras’, qué significa la ira de Dios ni cómo entender el juicio final de vivos y muertos” (ibídem).
Bajo la influencia de la crítica bíblica moderna, “los milagros de Jesús se han convertido en inventos de la Iglesia primitiva. Las narraciones sobre la intervención de Dios en favor del pueblo de Israel se han reducido a leyendas y mitos. La esperanza por la segunda venida de Jesucristo como un hecho futuro dentro de la obra redentora de Dios, no es más que un simple anhelo, una proyección de expectativas no realizadas entre los primeros seguidores de Jesús” (ibídem).
Como resultado de esta formación errónea de los dirigentes religiosos, “los graduados suelen salir con escasa fe en la honradez de las Escrituras, con un conocimiento mínimo de la historia eclesiástica y la teología ortodoxa, y con un montón de conceptos sobre temas políticos y sociales bien ajustados al pensamiento colectivo de moda” (ibídem).
Considerando las muchas y diversas influencias que desde hace tantos años vienen desviando a la gente de la verdad, no debe extrañarnos que el cristianismo moderno difiera tanto del cristianismo apostólico original de la Biblia; aunque este fenómeno sea desconocido por la mayoría de quienes se declaran cristianos.
Las Sagradas Escrituras muestran claramente que Jesús, sus discípulos y la Iglesia primitiva guardaban el sábado y los días santos de la Biblia (Lucas 4:16; Juan 7:1-10; Hechos 17:2; 18:21). Sin embargo, la mayoría de quienes se declaran cristianos guardan el domingo, lo mismo que la navidad y la semana santa; fiestas religiosas que la Biblia jamás ordena guardar. Al contrario, la Biblia condena las prácticas asociadas con esas fiestas; muchas de las cuales no son más que un simple legado del paganismo.
Entre la cristiandad muchos creen que irán al Cielo. Sin embargo, en la Biblia leemos: “Nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo; el Hijo del Hombre, que está en el Cielo” (Juan 3:13; ver también Hechos 2:29, 34; 13:36).
Muchos creen que el mensaje del evangelio es simplemente: “Acepta a Jesús y serás salvo”. Pero las Escrituras revelan que “Jesús vino… predicando el evangelio del Reino de Dios” (Marcos 1:14). La Biblia muestra que su Reino se establecerá en la Tierra cuando Jesucristo regrese (Apocalipsis 11:15-18) y que los santos reinarán bajo su autoridad sobre la Tierra (Apocalipsis 5:10; Daniel 7:27), y que se enseñará la ley de Dios a todo el mundo (Isaías 2:2-4; 9:6-7; 11:9).
Aunque el cristianismo apostólico proclamó estas verdades inspiradas como parte del verdadero evangelio de Jesucristo; más tarde los teólogos, influidos por la filosofía griega, cuestionaron y finalmente rechazaron esas enseñanzas como herejías (Decadencia y caída del Imperio Romano, Gibbon, cap. 15).
La mayor parte de quienes se declaran cristianos están ciegos ante estos importantes hechos históricos y bíblicos porque los líderes religiosos y los teólogos los ignoran; o bien se abstienen de predicar estos temas. Pero, ¿por qué hay tanta ceguera entre la gente que dice creer en el cristianismo?
La Biblia revela que cuando el pueblo de Dios no le obedece, el Eterno permite que caiga sobre ellos un velo de ceguera: “Vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz del Eterno tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que Él te mandó” (Deuteronomio 28:45). “Pero hasta hoy el Eterno no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír” (29:4).
Moisés predijo que la tendencia de Israel, y por extensión de todos los hombres, a revelarse contra Dios; y la consiguiente ceguera espiritual que esto traería, habría de acarrear graves consecuencias: “Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz… sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días” (Deuteronomio 32:27, 29).
Satanás también tiene su parte en el fomento de esta ceguera entre los que no creen en las Escrituras: “Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está cubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4).
Los profetas hebreos reiteraron este tema, haciendo ver que la rebeldía contra Dios y el rechazo a sus caminos producen ceguera espiritual: “Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí… Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta y haya para él sanidad” (Isaías 1:2; 6:10).
Jeremías escribió: “Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye… He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la Palabra del Eterno les es cosa vergonzosa, no la aman” (Jeremías 5:21; 6:10). También agregó: “Los profetas profetizaron mentiras, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso… Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí” (Jeremías 5:31; 16:12).
Ezequiel advirtió que la desobediencia lleva a la ceguera espiritual y a las falsas enseñanzas que seducen a la gente haciéndole creer mentiras (Ezequiel 13:2-19) y señaló: “Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen, porque son casa rebelde” (Ezequiel 12:2). Este es un tema que se encuentra a lo largo de todo el Antiguo Testamento.
Jesucristo explicó que la profecía de Isaías en el capítulo 6, versículos 9-10, también se refería a la ceguera espiritual que afectaba a los judíos de su época; que no lo reconocían como el Mesías ni entendían su mensaje: “Les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manea que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan” (Mateo 13:13-15).
El apóstol Pablo reveló que esas mismas profecías hablan de la ceguera espiritual de las naciones israelitas modernas (Romanos 10:1-3; 11:7-8; 2 Corintios 3:13-15), y del mundo entero que está bajo el engaño de Satanás (Apocalipsis 12:9).
Quienes sientan la necesidad de despejar la ceguera espiritual que afecta a tantos que se declaran a sí mismos cristianos, deben empezar a estudiar la Biblia atentamente y pedir a Dios la apertura mental para captar sus enseñanzas. También ofrecemos gratuitamente el Curso bíblico por correspondencia de El Mundo de Mañana. Este curso ayudará a comprender la Biblia y los centenares de profecías que hoy están cobrando vida. [MM]