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El censo canadiense del 2016 puso de relieve los dramáticos cambios que, hasta ese momento, se habían producido en los hogares canadienses. Los informes censales anteriores ya habían demostrado que el núcleo familiar (un padre, una madre y dos o más hijos), estaba siendo reemplazado por una variedad de supuestas alternativas. La verdadera sorpresa del censo del 2016 fue la estructura familiar, que se había convertido en la más común en Canadá:
“Por primera vez en la historia del país, el número de hogares unipersonales ha superado a todas las demás formas de convivencia. El año pasado representaron más del 28,2% de todos los hogares, más que el porcentaje de parejas con hijos, parejas sin hijos, familias monoparentales, hogares multifamiliares y todas las demás combinaciones de personas que viven juntas” (Censo 2016: The Globe and Mail, 2 de agosto del 2017).
Eso fue hace ocho años. Desde entonces, cada vez más adultos optan por alternativas como vivir con sus padres, vivir solos o vivir solteros con compañeros de habitación. “Si bien más de dos tercios (68 por ciento) de las personas de entre 25 y 29 años estaban en pareja en 1981, este llegó a ser el caso en el 2021, de poco menos de dos quintos (39 por ciento) de las personas en este grupo etario” (PsychologyToday.com, 10 de junio del 2023).
En el 2021, el 15 por ciento de la población de 15 años o más vive sola, un total de 4,4 millones, frente a los 1,7 millones en 1982 (Statistics Canada, StatCan.gc.ca, 29 de septiembre del 2022). Cabe preguntarse: ¿Por qué tantas personas optan por vivir solas, en lugar de experimentar la vida con un cónyuge? Hay muchas razones para este aumento, pero no se puede ignorar la realidad de un cambio de opinión pública sobre el matrimonio.
Una encuesta realizada por Angus Reid mostró que el 53 por ciento de los canadienses estaban de acuerdo con la afirmación: “El matrimonio simplemente no es necesario”. Esta creencia fue compartida por el 60 por ciento de los hombres de entre 18 y 34 años. “No debería sorprender que este cambio de actitud hacia el matrimonio refleje un cambio de actitud hacia la religión. Entre los canadienses casados de entre 18 y 34 años, menos de la mitad se casó en una ceremonia religiosa, y el 53 por ciento optó en su lugar por una ceremonia civil. Cuatro de cada diez adultos canadienses nunca se han casado, y no están seguros de querer hacerlo” (AngusReid.org, 7 de mayo del 2018).
En la mayoría de los países occidentales, el cambio de actitud en relación con el matrimonio, la crianza de los hijos y la familia en general; está teniendo efectos permanentes. Canadá no es el único país que ha experimentado una marcada disminución en el número de familias tradicionales. Y uno de los resultados negativos más evidentes de la disminución de las parejas y de los matrimonios, es que Canadá se enfrenta a una preocupante tendencia a la disminución del número de nacimientos.
El Instituto MacDonald-Laurier, centro de estudios sobre políticas públicas con sede en Ottawa, añade una cifra preocupante a estos resultados: La tasa de fecundidad en Canadá ha caído de 1,6 en el 2016 a 1,3 en el 2022 (MacDonaldLaurier.ca, 7 de mayo del 2024). Una caída de 0,3 puede parecer insignificante, pero es reducir aún más una cifra ya muy pequeña. Se sabe que una tasa de fecundidad de 2,1 bebés por mujer de entre 15 y 49 años, es el parámetro de referencia para mantener una población. En la actualidad, la tasa de fecundidad en Canadá es solo dos tercios de lo que se necesita para mantener su población; y la tasa de fecundidad de 1,3 representa una disminución de casi el 20 por ciento en solo seis años.
En el 2021, Statistics Canada reveló algunos de los problemas asociados con esta caída en la tasa de fertilidad: “Si la fertilidad del país continúa disminuyendo aún más en los próximos años, Canadá podría unirse a los países con las tasas de fertilidad más bajas (1,3 o menos hijos por mujer), una situación asociada con el rápido envejecimiento de la población, y el aumento de la presión sobre el mercado laboral, la atención médica pública y el sistema de pensiones” (StatCan.gc.ca, 16 de mayo del 2022).
Si bien la decisión de casarse y tener hijos es profundamente personal, y existen muchas razones legítimas por las que alguien puede optar por permanecer soltero, la tendencia general de que menos canadienses opten por el matrimonio, y por tener hijos, está teniendo un impacto en la sociedad. La revista MacLean’s destacó así la realidad:
“El matrimonio puede no ser tan importante como antes para las parejas jóvenes, pero sí lo es para la sociedad en general. Las parejas casadas son la base de la economía. Ganan, ahorran y gastan más que sus contrapartes solteras. Son más felices. Y hay muchísimas evidencias que demuestran que las familias estables con padre y madre son lo mejor para los niños. Los niños que crecen en una familia casada tienen muchas más probabilidades de tener éxito en la escuela, encontrar empleo, y evitar problemas más adelante en la vida, que aquellos criados en otras situaciones, por más amorosas que sean” (Macleans.ca, 11 de octubre del 2011).
Más allá de lo que informe MacLean, de las estadísticas proporcionadas por Statistics Canada o el Instituto Angus Reid; la realidad que debemos tener en cuenta es que, desde la creación, los hombres y las mujeres fuimos diseñados para alcanzar el máximo potencial dentro de una estructura familiar.
El segundo capítulo del Génesis relata la manera cómo Dios utilizó la costilla de Adán para crear a Eva. Su lenguaje deja claro que Adán anhelaba compañía. “Para Adán no se halló ayuda idónea para él” (Génesis 2:20).
La reacción de Adán cuando Dios le trajo a Eva parece haber sido de inmensa alegría: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Génesis 2:23). Es posible que incluso haya reconocido la gran importancia de su relación: ¡La creación de la primera familia humana!
¿Cuánto ha valorado Dios a la familia? Consideró conveniente asegurarse de que dos de los diez mandamientos, que son las expresiones básicas y fundamentales de la moralidad divina, estuvieran dirigidos a mantener la unidad familiar. El quinto mandamiento dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la Tierra que el Eterno tu Dios te da”, y el séptimo mandamiento declara en forma concisa: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:12, 14).
Puede que algunos no hayamos tenido el beneficio de crecer con un ejemplo paterno positivo, y no contemos con la seguridad de cómo se vive así. Siendo así, nuestro amoroso Creador no nos ha dejado sin ayuda. La Biblia revela una gran cantidad de información que enseña principios que pueden ayudar a ser un mejor padre, madre, hermano, hermana, esposo, esposa, hijo o hija; y puede ayudarnos en la preparación para una futura familia.
En los últimos decenios, la unidad familiar ha sido objeto de ataques. Aunque muchas personas se encuentran en situaciones que no son ideales, y que escapan a su control, la familia sí importa. Es la piedra angular de la sociedad, y el fundamento de una nación exitosa. Una familia sana es, y siempre ha sido, el mejor entorno para criar a los hijos, y forjar a las generaciones futuras.
Comprender la función vital de la familia también es clave para entender el camino de vida que Dios revela en la Biblia. Tanto la familia como el camino de vida cristiano, se apoyan mutuamente de manera profunda; y la unidad familiar también nos enseña mucho acerca del plan de Dios para la humanidad. [MM]