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¿Sucederá lo que la mayoría entiende como un “rapto”? ¿Se puede acaso demostrar esta creencia con la Biblia?
Muchas personas que se declaran cristianas parecen obsesionadas con una creencia que nubla su comprensión de los tiempos del fin; oscurece muchas otras verdades doctrinales de la Biblia, y ofrece una falsa esperanza con respecto a la gran tribulación y a los días previos a la segunda venida de Jesucristo. Es una creencia sumamente extendida. Este autor ha viajado a varias ciudades para hacer presentaciones públicas de El Mundo de Mañana, en relación con el evangelio del Reino de Dios y lo que podemos prever antes del regreso de Jesucristo. En esos viajes, algunas de las preguntas que se hacen con mayor frecuencia giran en torno a esta creencia.
Ya es hora de aclarar este tema. En el presente artículo vamos a examinar la idea del rapto, con pruebas tomadas directamente de las páginas de la Biblia.
Si yo hubiera recibido un dólar por cada pregunta que me han hecho sobre el rapto, quizás estaría escribiendo este artículo en una cómoda limusina. ¿Cuándo vendrá? ¿Será antes de la gran tribulación? ¿Durante la tribulación? ¿Después?
En medio de todas esas preguntas, hay una más importante que no se hace con la misma frecuencia: ¿Es bíblico el concepto popular del rapto?
Empecemos con la mayor claridad. Antes de exponer lo que la Biblia dice o no dice acerca del rapto, hay que definir lo que significa la palabra, ya que la palabra rapto se utiliza para referirse a muchas cosas diferentes.
La mayoría emplea la palabra para indicar su creencia de que, antes de que regrese Jesucristo a gobernar el mundo, y antes del tiempo de conmoción y sufrimiento conocido como la gran tribulación, los cristianos de todo el planeta serán transportados al Cielo. Quienes no son cristianos, según esta doctrina, quedarán asombrados al ver que muchas personas se han esfumado repentinamente y sin explicación; los aviones caerán a tierra cuando desaparezcan sus pilotos, y los esposos o esposas no cristianos se preguntarán desesperados qué se habrá hecho su cónyuge. Y se supone que mientras el mundo brega por entender esta desaparición en masa, se desatará la gran tribulación sobre los abandonados, como se explica en la serie de libros de Tim LaHaye y Jerry Jenkins. Tres o siete años más tarde, según la explicación de unos u otros, Jesucristo supuestamente dará comienzo a su reinado sobre el planeta Tierra.
Esta idea del rapto, como un suceso misterioso que arrebata de la Tierra a los cristianos, suele asociarse con las palabras del apóstol Pablo, que dice: “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Este es un pasaje importante para quienes creen en el rapto, porque en la Vulgata Latina, la palabra “arrebatados” en el versículo 17”, es rapiemur, de rapere, que significa arrebatar violentamente, y de allí el empleo de rapto.
Pero lo que Pablo explica aquí, ¿acaso es lo mismo que muchos se imaginan cuando se habla del “rapto”, o está hablando de algo enteramente diferente?
Dios quiere que leamos su palabra atentamente, uniendo los detalles para formar el cuadro más completo posible, y esto requiere diligencia. Como le aconsejó Pablo a su alumno más conocido, el evangelista Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
De igual manera, el profeta Isaías preguntó: “¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿A los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá” (Isaías 28:9-10).
Hagamos lo que Dios espera: Usemos “bien la Palabra de verdad” y unamos la totalidad de la Palabra de Dios para ver la verdad sobre la teoría del rapto, y saber claramente qué podemos prever para los tiempos del fin.
Como las ideas varían mucho en los detalles concernientes al rapto y lo que este significa, nos centraremos en pasajes bíblicos que nos ayuden a aclarar los elementos más comunes, y que son fundamentales en las creencias de la mayoría. Al proseguir la lectura, tengamos en mente las siguientes preguntas cruciales:
Que el rapto sea realidad o ficción depende de las respuestas a estas preguntas. Y cuando analicemos lo que según la Biblia realmente ocurrirá a los verdaderos discípulos al regreso de Jesucristo, encontraremos en la Palabra de Dios las respuestas claras y sencillas a cada una de estas preguntas. Entonces veremos que la idea tan extendida del rapto no es más que un mito.
¿Enseña la Biblia que años antes de que Jesucristo regrese en gloria a gobernar la Tierra, los cristianos de todo el mundo desaparecerán, transportados en secreto al Cielo, justo antes del período de horrores mundiales conocido como la gran tribulación?
No, no es así. Podemos empezar a verlo si nos remontamos a 1 Tesalonicenses 4, donde leemos:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:13-17).
Muchos se embelesan a tal punto viendo el rapto en este pasaje, que se saltan las partes claves donde se demuestra que Pablo no está hablando del concepto de rapto que ellos tienen en la mente.
Por ejemplo, Pablo se refiere al momento de la resurrección de los muertos en Cristo, quienes “duermen”, diciendo que “los muertos en Cristo resucitarán primero”. También dice que “el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo”.
¿Acaso esto parece una desaparición silenciosa y misteriosa? En absoluto. De hecho, parece mucho más un acontecimiento triunfal anunciando al mundo el regreso de Jesucristo.
Sin embargo, la opinión personal sobre este aspecto no importa; ni la nuestra ni la de los demás. En vez de contentarnos con una opinión, veamos cómo presenta la Biblia este suceso en otros pasajes. Como leímos antes: “renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá”.
Por ejemplo, el apóstol Pablo explica este mismo suceso en otro pasaje:
“Esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad (1 Corintios 15:50-53).
Debemos señalar algunos detalles importantes en este pasaje. No solo los muertos se levantarán en gloria incorruptible, sino que los vivos también serán transformados en ese momento, como lo vimos en 1 Tesalonicenses.
¿Será un fenómeno silencioso según la Biblia? No, como lo vimos antes, ocurrirá con un fuerte trompetazo: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:52).
Ruego volver a leer esto muy atentamente: Es algo que ocurrirá no al sonar de una trompeta cualquiera, sino de la trompeta final. Esto supone que habrá una serie de trompetas, y que la resurrección y glorificación de los santos se producirá cuando suene la última trompeta.
Entonces nos encontramos con una pregunta: ¿Hay algún pasaje en las Escrituras que presente una sucesión de trompetas en los últimos días? Si lo hay, habremos identificado el tiempo de esta resurrección y transformación de los discípulos fieles.
¿Y la respuesta? Sí, efectivamente, la Biblia presenta una sucesión de trompetas. No es necesario adivinar, teorizar, especular ni debatir el punto, porque la Biblia lo deja perfectamente en claro. Y al hacerlo, revela las respuestas a nuestras tres preguntas originales.
El libro del Apocalipsis revela una sucesión de hechos que culminan con el regreso de Jesucristo y el comienzo del Reino de Dios. Apocalipsis 6 expone los siete sellos proféticos que el apóstol Juan ve en una visión, y que Jesucristo abre en orden para revelar los sucesos de los últimos días. Los primeros cuatro sellos representan los cuatro jinetes del Apocalipsis, que simbolizan el engaño religioso, guerras, hambre y enfermedades; todo ello para el mundo entero. El versículo 8 dice que “le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la Tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la Tierra”.
La serie de sucesos proféticos continúa con el quinto sello, que revela el martirio de muchos verdaderos cristianos. En Mateo 24:21, Jesús explica este período, diciendo que “habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. Será un tiempo tan terrible que no podrá compararse con ninguno de antes ni después.
Tras dos años y medio de esta tribulación, se abrirá el sexto sello y se producirán las señales en el Cielo: habrá un gran terremoto, el Sol se oscurecerá, la Luna se pondrá roja como sangre, las estrellas caerán del Cielo y se sacudirá todo monte y toda isla en la Tierra. Estos fenómenos anuncian que Dios está a punto de intervenir personalmente en los asuntos del mundo. El profeta Isaías lo anuncia así: “Es día de venganza del Eterno, año de retribuciones en el pleito de Sion” (Isaías 34:8).
Este día del Eterno, que durará un año, comenzará cuando se abra el séptimo sello del Apocalipsis, como lo leemos en Apocalipsis 8:1-2: “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el Cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas”.
Con esto, vemos en el Apocalipsis el punto donde aparece una serie de trompetas dentro de los sucesos del fin, coincidiendo con la descripción de Pablo en su primera epístola a los Corintios. Después de la cabalgata de los cuatro jinetes, la gran tribulación y las señales en el Cielo, llegamos a la serie de trompetas a las que se refirió el apóstol Pablo.
Los primeros seis toques de trompeta serán desastrosos. La tercera parte de la vegetación de la Tierra se quemará, la tercera parte de los mares se convertirán en sangre, la tercera parte de los barcos y de la vida marina serán destruidos, la tercera parte de las aguas del planeta se volverán amargas y la tercera parte del Sol, la Luna y las estrellas dejarán de brillar. Luego, en el intercambio militar más destructivo de la historia, será destruida la tercera parte de la humanidad. A esto lo califican las Escrituras como: “grande es el día del Eterno, y muy terrible” (Joel 2:11), y con razón. Esta serie de catástrofes, que durarán un año, representarán la ira de Dios desatada sobre una humanidad no arrepentida. (Vea nuestro artículo: ¡Cómo escapar del Armagedón! En la página 4 de esta edición).
Estos terrores no son más que las primeras seis de las siete trompetas. La séptima y última trompeta se presenta en Apocalipsis 11:15: “El séptimo ángel tocó la trompeta y hubo grandes voces en el Cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”.
Pablo escribe que al sonar esta trompeta, la séptima, que proclama la autoridad del Reino de Dios sobre todo el mundo, tendrá lugar la resurrección, en la cual los discípulos fieles, tanto del pasado como del presente, se reunirán, glorificados con inmortalidad, y se encontrarán con Jesucristo en el aire. Ya resucitados como seres espirituales inmortales, se presentarán ante el Padre y Jesucristo en las bodas del Cordero, y se unirán a Él en la conquista de sus enemigos y la inauguración del Reino de Dios.
¿Qué demuestra todo lo anterior? Que no habrá ninguna desaparición secreta. Jesucristo relató este momento personalmente a sus discípulos, dejando clara como cristal la naturaleza pública de este acontecimiento. Podemos leerlo en el sermón profético que pronunció en el monte de los Olivos:
“Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el Sol se oscurecerá, y la Luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del Cielo y las potencias de los Cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el Cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la Tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del Cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del Cielo hasta el otro” (Mateo 24:29-31).
Es fácil comprender que estos pasajes no deben considerarse aisladamente. Las explicaciones de los hechos en el tiempo del fin concuerdan, y la secuencia es perfecta: la gran tribulación, las señales en el Cielo, las siete trompetas, el regreso de Jesucristo a la Tierra al sonar la última trompeta, y la resurrección, reunión y glorificación de los verdaderos discípulos cuando se establecerá el Reino de Dios como un hermoso bálsamo sobre la Tierra.
¿Dónde comenzará ese reinado? No en el Cielo. Estos discípulos glorificados habrán sido hechos reyes y sacerdotes para su Dios, y reinarán en la Tierra (Apocalipsis 5:10).
Nadie va a esfumarse mientras sus seres queridos se pregunten qué se hicieron. Todos los ojos verán el regreso de Jesucristo y todos los oídos lo oirán. El rapto es un trágico malentendido que oculta la espléndida verdad de las Escrituras.
Si hemos estado prestando atención, seguramente sabremos que ya hemos dado respuesta a las tres preguntas originales.
¿Desaparecerán cristianos en todo el mundo repentinamente y sin explicación? Vemos la respuesta en las páginas de la Biblia: No desaparecerán. Dios resucitará o transformará a los discípulos para que se unan a su Salvador en la primera resurrección… al mismo tiempo en que todas las tribus de la Tierra verán a Jesucristo regresando.
¿Serán arrebatados los cristianos al aire años antes del regreso de Jesús? Nuevamente: No serán arrebatados. La resurrección de los verdaderos discípulos ocurrirá en el momento de la última trompeta, la séptima, cuando Jesucristo ocupará su cargo de Gobernante del mundo… solo días antes de que Satanás sea atado y confinado por mil años, como señala Apocalipsis 20.
Por último: ¿Estarán los cristianos en el Cielo durante la gran tribulación? De nuevo: El rapto no concuerda con las Escrituras. Los verdaderos discípulos se elevarán para reunirse con Jesucristo al comienzo de su reinado después de la tribulación. Efectivamente, de ese momento en adelante reinarán junto con Él como reyes y sacerdotes, y gobernarán mil años en la Tierra.
Algunos quizá se pregunten: ¿Significa esto que todo cristiano deberá pasar por la gran tribulación?
La respuesta es que no. Unos cristianos tendrán que soportar ese tiempo espantoso, y otros serán protegidos; pero no mediante un rapto, sino que recibirán protección aquí mismo en el planeta Tierra. Aunque Dios se reserva muchos detalles que solo Él conoce, esto sí lo deja en claro en varios pasajes.
Por ejemplo, en Apocalipsis 12 leemos sobre la Iglesia en el tiempo del fin, simbolizada por una mujer y perseguida por el diablo, que se representa como una serpiente o dragón. Comenzando en el versículo 14: “Se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo”. El “tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo” son tres años y medio que comprenden los dos años y medio de la gran tribulación, y el año que constituye el día del Eterno que vimos anteriormente.
Este pasaje deja muy en claro que una parte de la Iglesia será protegida, pero que esta protección no será en el Cielo. Observemos que “la mujer” es protegida en el “desierto”, palabra que jamás se emplea en la Biblia para referirse al Cielo, pero sí para referirse a algún lugar aquí en la Tierra.
Si vamos a dejar que Dios interprete su propia Palabra, lo cual es la única manera de no errar, entonces debemos aceptar que algunos discípulos serán protegidos durante la gran tribulación, pero que su lugar de protección no será el Cielo, como desean hacernos creer muchos aficionados al rapto. Esa protección se ofrecerá aquí mismo, en algún lugar del planeta Tierra.
No obstante, debemos notar también que no todos los cristianos serán protegidos, según leemos en el versículo 17: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Efectivamente, algunos cristianos, “el resto de la descendencia de ella”, tendrán que soportar las penalidades de la gran tribulación y la ira de Satanás.
La diferencia: un grupo que será protegido y otro que va a la tribulación, se refleja en los mensajes de Jesucristo a las dos iglesias profetizadas para el tiempo del fin, en Apocalipsis 3. A los discípulos obedientes en la Iglesia de Filadelfia les dice: “Te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero” (v. 10), y a los cristianos tibios de Laodicea les dice: “Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego”, el de la persecución, y que están necesitados del castigo divino (vs. 18-19).
Para tener más conocimiento sobre las importantísimas cartas a las siete Iglesias de Apocalipsis 2 y 3, les invitamos a escuchar el programa del señor Gerald Weston: Siete cartas a siete Iglesias, en nuestro sitio en la red: www.elmundodemañana.org. El apóstol Juan se refiere a los cristianos de Laodicea, que tendrán que pasar por la tribulación, como personas incapaces de ver su propia necesidad de arrepentimiento y cambio, porque están muy satisfechos por lo que creen saber, y demasiado dispuestos a desobedecer a Dios.
Hay una buena razón por la que Jesucristo nos dice a todos, respecto del tiempo que se avecina: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36).
Sí habrá protección durante los sucesos que sacudirán al mundo en los tiempos del fin, pero no será un rapto al Cielo, sino una protección aquí mismo en la Tierra. Y será para los discípulos fieles y llenos de celo, que no estén dispuestos a desobedecer la verdad que Dios les ha mostrado [MM]