Se dice que Abraham Lincoln, conocido por utilizar anécdotas simples para exponer argumentos eficaces, preguntó una vez a un crítico: "¿Cuántas patas tiene un perro si cuentas su cola como una pata?". "Bueno", dijo el hombre, "en ese caso, cinco patas". “No”, respondió Lincoln, “¡Sólo cuatro! Decir que la cola de un perro es una pata no significa que sea una pata”. Esta sabiduría simple pero profunda parece perdida en gran parte de la sociedad actual.