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Europa está aumentando su capacidad bélica.
¿Qué factores promueven esta evolución y qué impacto tendrá esta tendencia en el mundo?
“Todo parece indicar que el mundo se prepara para la guerra”. Estas palabras, publicadas en un artículo de la revista Time el 26 de enero del 2017, las escribió Mijaíl Gorbachov, quien fuera presidente de la Unión Soviética. Ciertamente, la estabilidad del mundo se ve más precaria de lo que ha sido en decenios. El mundo es un lugar cada vez más peligroso y volátil.
¿Quién llegará a dominar el resto del siglo 21 en un ambiente así?
Usualmente no pensamos en Europa como una potencia militar, pero está ocurriendo algo que debe llamarnos la atención, algo diferente de otros fenómenos en los setenta y tantos años desde la Segunda Guerra Mundial. Consideremos unos pocos titulares de los últimos años: “Alemania forja calladamente un ejército europeo bajo su mando” (ForeignPolicy.com, 22 de mayo del 2017). “La UE revela proyectos de pacto militar” (Politico.eu, 10 de diciembre del 2017). “Mérkel pide ejército de la UE ‘real y verdadero’” (EUObserver.com, 13 de noviembre del 2018). Los líderes europeos están asumiendo más responsabilidad para su propia defensa. Y todo esto ocurre en momentos cuando la Biblia predice el auge dramático, y la irrupción en el escenario mundial, de una superpotencia profetizada para el tiempo del fin.
¿Qué está sucediendo en Europa y cuál será el desenlace? ¿Se prepara Europa para la guerra?
El Continente se halla en una situación mucho más peligrosa e imprevisible que todo lo que haya afrontado en los últimos decenios. Varias amenazas clave están alterando la faz de Europa, presionando a los europeos a que formen su propio aparato de defensa auténticamente europeo. Esas amenazas incluyen el auge del terrorismo radical islámico, el creciente fortalecimiento ruso y la decadencia de los Estados Unidos. Cada uno de estos factores merece atenta consideración si queremos entender hacia adónde se encamina todo esto.
Hace pocos años Europa estuvo sumida en una crisis de inmigración descontrolada. Más de un millón y medio de inmigrantes, motivados en gran parte por la guerra en Siria, huyeron a Europa entre el 2014 y el 2017. Lo que siguió fue un aumento en el terrorismo de los radicales islámicos. Solo en el 2016, hubo atentados en seis ciudades europeas: Berlín, Bruselas, Hamburgo, Niza, París y en Saint-Étienne-du-Rouvray, Normandía; con un saldo de 150 muertos y centenares de heridos (De París a Bruselas, USA Today, 7 de abril del 2017). La inmigración ha disminuido, pero la amenaza del terrorismo continúa siendo una gran fuerza que impulsa a los europeos a adoptar políticas más enérgicas en materia de seguridad.
Después de un atentado terrorista en Bélgica en enero del 2015, el gobierno envió tropas para cuidar puntos importantes por todo el país. Fue la “primera vez en 30 años que las autoridades se sirvieron de tropas para reforzar a la policía en las ciudades belgas” (Telegraph, 17 de enero del 2015). La Constitución alemana prohíbe destacar tropas alemanas dentro de sus propias fronteras, pero en julio del 2016, como reacción al terrorismo, la publicación germana Deutsche Welle informó que el ministro del interior de Babiera había declarado “obsoleta” esa ley (DW, 25 de julio del 2016).
La crisis inmigratoria ha fortalecido grandemente a los partidos políticos de tendencia derechista. En octubre del 2015, en el congreso del Partido Popular Europeo en Madrid, su presidente Joseph Daul dijo: “Vamos a ir hacia un ejército de la UE mucho más rápido de lo que se cree” (Euractiv.com, 16 de octubre del 2015).
Es claro que la amenaza del terrorismo obliga a los europeos a observar con nuevos ojos la inmigración, la seguridad e incluso sus libertades personales. El 16 de diciembre del 2015, el International Business Times informó sobre una polémica propuesta de la UE para formar una Fuerza fronteriza y guardacostas de Europa, con poder para asumir el control de las fronteras de un país sin su consentimiento. Los críticos —y es comprensible— protestaron porque ese nuevo programa podría socavar la soberanía de las naciones europeas. No obstante, entró en vigor en el 2016. Si bien esa entidad pudo crearse como una reacción lógica ante el terrorismo, podría también concentrar mucho poder en manos de algún dictador militar que pudiera surgir.
¿Por qué está ocurriendo todo esto? ¿Habrá algún indicio en la profecía bíblica de que las relaciones entre el Oriente Medio y Europa puedan ser causa de conflicto y motivo para preparativos militares en el futuro? Sí lo hay. En Daniel 11:40-42 leemos lo siguiente: “Al cabo del tiempo el Rey del Sur contenderá con él [el Rey del Norte]; y el Rey del Norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán… Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto”.
Otras profecías indican que el “Rey del Norte” probablemente será un líder en el tiempo del fin que pretenderá revivir la gloria del Imperio Romano, situado en el corazón de Europa. El “Rey del Sur”, ubicado geográficamente al sur de Israel y Jerusalén, podría venir del Oriente Medio o del Norte de África. ¿Habrá un dictador europeo que declare la guerra contra un nuevo califato árabe islámico? ¿Será que la actual amenaza de terrorismo impulsa a Europa hacia una posición más centralizada y militarizada? El tiempo lo dirá.
Hay otro factor que motiva a Europa a acrecentar su capacidad defensiva: Rusia, su vecina hacia el oriente, que se muestra cada vez más agresiva.
El muro de Berlín cayó en 1989, y las naciones de Europa Oriental se libraron de la Cortina de Hierro. La Unión Soviética se desmoronó y muchos creyeron que Rusia había perdido importancia, que había dejado de ser una potencia mundial. Hacia finales del 2003, el presidente ruso Vladimir Putin se refirió a Europa como “el socio natural más importante de Rusia” (Dov Lynch, The Washington Quarterly, primavera del 2004).
Sin embargo, desde ese entonces, Rusia ha adoptado una postura más agresiva. En el 2014 invadió parte de Ucrania y se apoderó de la península de Crimea en el mar Negro. Desde entonces, los europeos han tenido a Rusia como una peligrosa amenaza. Veamos algunos ejemplos de este cambio:
En enero del año pasado, se dio a conocer el sistema ruso de misiles antiaéreos S-400, que, según dicen, es superior al sistema Patriot de los Estados Unidos (The Wall Street Journal, 23 de enero del 2019). Desafiando directamente las objeciones de Estados Unidos, en julio Rusia suministró sistemas S-400 a Turquía, miembro de la OTAN, en un movimiento agresivo que buscaba ampliar la influencia rusa y socavar la estadounidense (The New York Times, 12 de julio del 2019).
Visto todo lo anterior, no es extraño que los europeos quieran reforzar sus defensas y sus fuerzas armadas. Comparten una larga frontera con una Rusia cada vez más desafiante. Varios países europeos han vuelto a imponer el servicio militar obligatorio. Alemania estacionó tanques en Polonia. Suecia envió paquetes para tiempos de guerra a cada ciudadano por primera vez en 50 años. Hungría desea instituir entrenamiento militar obligatorio para los escolares y la Unión Europea ha pedido una academia militar permanente, así como el establecimiento de una sede militar de la Unión.
Los dirigentes europeos se muestran cada vez más inclinados a mostrarle a Rusia que no seguirán dependiendo de Estados Unidos. “El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha dicho que la Unión Europea debe establecer su propio ejército, para mostrarle a Rusia que toma en serio la defensa de los valores europeos” (EU Observer, 9 de marzo del 2015).
Como se mencionó antes, el Rey del Norte se las verá con un Rey del Sur que vendrá del Oriente Medio. Pero observemos qué otras fuerzas pueden entrar en la mezcla. El profeta Daniel, hablando del Rey del Norte, menciona algo que inquietará a este Rey, mientras se encuentra envuelto en su conflicto con el Oriente Medio: “Pero noticias del Oriente y del Norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos” (Daniel 11:44).
Esta profecía de Daniel predice una guerra devastadora entre el líder europeo y una fuerza euroasiática que podría incluir un dictador ruso. La descripción geográfica concuerda con ello y la historia de Rusia y Europa ya está teñida de sangre. Las preocupaciones actuales son reales y Europa está, de hecho, acrecentando masivamente sus fuerzas militares delante de nuestros ojos. Lo leemos en las noticias. Y como se informó: “Ante una percibida amenaza rusa, Europa Central corre a hacer desembolsos militares” (EU Observer, 24 de abril del 2017).
Entre tanto, ¿cómo va la relación de Europa con los Estados Unidos?
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos encabezó la reconstrucción de Europa. Con la alianza de la OTAN habría tropas estadounidenses estacionadas en suelo europeo permanentemente. Sin embargo, en años recientes el papel de Estados Unidos se ha alterado. Cuando se acabó la Guerra Fría, la OTAN se esforzó por comprender su misión en ese nuevo ambiente. Una serie de presidentes estadounidenses instaron a sus homólogos europeos a sufragar una mayor parte de los gastos de defensa. En junio del 2015, el secretario de defensa de los Estados Unidos, Ashton Carter, elogió al gobierno de Alemania por su liderazgo en la crisis de Ucrania. Al mismo tiempo, instó a Alemania a reforzar sus gastos en defensa “para asegurar que las inversiones alemanas en defensa estén a la altura de su papel de liderazgo” (Deutsche Welle, 22 de junio del 2015).
El presidente Donald Trump también ha presionado a los gobiernos europeos para que paguen una mayor parte del apoyo económico a la OTAN. Según Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, esa presión está funcionando. Dirigiéndose al Congreso de Estados Unidos en abril del 2019, Stoltenberg informó que para finales del 2020, los aliados de la OTAN, principalmente europeos, sumarían otros $100 mil millones de dólares a sus presupuestos de defensa. “Ese dinero nos permitirá invertir en nuevos armamentos necesarios para nuestras fuerzas armadas”, dijo Stoltenberg, “entre estos, bombarderos avanzados, helicópteros de guerra, misiles de defensa y drones de vigilancia” (Fox News, 16 de julio del 2019).
El presidente Trump ha ido más allá, cuestionando el valor de que Estados Unidos pertenezca a la OTAN. Causó una tormenta política en el 2017 cuando optó por no renovar el compromiso expresado en el artículo 5 de la OTAN. El Artículo 5 dice que un ataque contra cualquier miembro de la OTAN exige que los otros miembros se unan en su apoyo. La canciller alemana Ángela Mérkel respondió diciendo: “Los tiempos en que podemos contar plenamente con otros se están acabando”, y terminó diciendo que los europeos deben tomar el futuro en sus propias manos, y que no se puede confiar en Estados Unidos. (EU Observer, 29 de mayo del 2017). Otros funcionarios del gobierno estadounidense reafirmaron el compromiso de ese país con la OTAN y, por ahora, Estados Unidos continúa siendo el músculo, detrás de la capacidad militar de la OTAN, para contrarrestar a Rusia. ¿Pero cuánto durará eso?
La influencia de Inglaterra, el aliado más cercano de Estados Unidos, también va en decadencia, hecho que acentúa los efectos del cada vez mayor distanciamiento entre Estados Unidos y Europa. Cuando los británicos votaron por salirse de le Unión Europea, esta vio en el brexit una oportunidad de impulsar su programa militar, sabiendo que los británicos no se habían mostrado a favor de un ejército europeo. Notemos las siguientes palabras de un ministro de defensa alemán: “Europa necesita una voluntad política común para hacer valer su política de seguridad. El resultado de las elecciones en Estados Unidos [con Donald Trump como presidente] podría dar un mayor impulso … La decisión del brexit y las elecciones en Estados Unidos han imprimido un nuevo rumbo a la UE” (EU Observer, 11 de noviembre del 2016). Tal vez el mejor resumen de la situación sea el siguiente: “Es probable que Alemania y Europa asuman un papel mucho más sustancial e independiente del que han cumplido en los últimos 70 años” (The Independent, 29 de mayo del 2017).
En la actualidad, quizá no veamos en detalle la forma final que tendrá una Europa unida, pero los sucesos están preparando el camino para que una superpotencia tome al mundo por sorpresa. Los hechos indican que Europa se está preparando para la guerra. El terrorismo islámico, la agresión rusa y el aislamiento de Estados Unidos son factores que contribuyen a un renovado deseo europeo de asumir pleno control sobre su propia seguridad. Los líderes europeos quizá tengan las mejores intenciones de formar un nuevo orden basado en el imperio de la ley, los principios democráticos, las libertades personales y las políticas económicamente liberales; pero la profecía bíblica predice que lo que comenzará como un experimento europeo bien intencionado, terminará en desastre. ¿Por qué lo decimos?
Apocalipsis 17:9-10 dice: “Para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. La Biblia habla de siete renacimientos de este sistema, que alguna vez se llamó el Sacro Imperio Romano Germánico. Desde el derrumbe del Imperio Romano en el 476 DC, muchos han intentado mantener una Europa unida bajo un solo régimen, entre ellos, Justiniano, Carlomagno, Otón el Grande, Carlos V, Napoleón Bonaparte, y más recientemente la alianza entre Hitler y Mussolini. Y tal como lo indica el pasaje anterior, la Biblia muestra que falta un renacimiento más: el último, que culminará con el regreso de Jesucristo.
Vendrá un poderoso personaje, a quien diez líderes nacionales voluntariamente le jurarán lealtad, y con quien compartirán su autoridad. Sobre este líder, denominado “la bestia”, leemos lo siguiente en Apocalipsis 17:12-13: “Los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia”.
Se ha profetizado que diez reyes o líderes, formarán el núcleo de una superpotencia política, económica y militar bajo la dirección de esta “bestia”, llamada el “Rey del Norte” en Daniel 11. Esta potencia mundial, descrita en Apocalipsis 17, corresponde a la potencia mundial final que aparece en la visión de Daniel 2, simbolizada por los pies y los dedos hechos de una mezcla de hierro y barro cocido, parte de una gran imagen de hombre (Daniel 2:41-43). Los pies de hierro y barro cocido de la imagen en Daniel tenían diez dedos, recordando los diez reyes de Apocalipsis, y ambas profecías dicen que estos reinos dominantes en el mundo serían destruidos por Jesucristo a su regreso. ¡Las dos profecías se refieren a un mismo hecho! Daniel afirma que en la visión enviada por Dios, “una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó”, convirtiéndolos en una montaña, o reino, que llenó toda la Tierra (vs. 34-35). Esa piedra representa el Reino de Dios, “un Reino que no será jamás destruido” y que “permanecerá para siempre” (v. 44).
¿Comenzará esta superpotencia del tiempo del fin, destinada a ser destruida y suplantada por el Reino de Dios, con la intención de llevar al mundo entero al borde del aniquilamiento? Probablemente no. Lo más probables es que nazca con buenas intenciones. El ministro de finanzas francés, Bruno Le Maire, declaró en una entrevista con el diario alemán Handelsblatt que Europa debería convertirse en un “imperio pacífico”. Dijo: “Empleo esta frase porque en el mundo de mañana todo será cuestión de poder… poder tecnológico, poder económico, financiero, monetario, cultural: todo esto será decisivo. Europa no puede seguir siendo tímida en cuanto al uso de su poder” (12 de noviembre del 2018).
¿Cuál será el desenlace de todo esto? Cuando entendemos estas escrituras a la luz de las profecías de Jesucristo en Mateo 24, vemos que el dictador será un factor principal que llevará el planeta a un estado de guerra y devastación mundial. Serán tiempos de destrucción tan horrenda que, si no llega de alguna parte una intervención mundial, no quedará nadie con vida. Pero Jesucristo sí va a intervenir, va a luchar contra las fuerzas de ese individuo denominado “la bestia” y sus seguidores, y aplastará esta última versión del Imperio Romano. Como dice Apocalipsis refiriéndose a las fuerzas de la bestia: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con Él son llamados y elegidos y fieles” (Apocalipsis 17:14).
¿Se verá Europa sumida en una guerra en el futuro? Lamentablemente, la respuesta es afirmativa. La Biblia muestra que esta potencia europea se convertirá en algo siniestro que llevará al mundo al borde de la destrucción total… pero el Dios del Cielo intervendrá y pondrá fin a la locura. Leemos sobre la intervención directa de Dios en Zacarías 14: “He aquí, el día del Eterno viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. Después saldrá El Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos” (vs. 1-4).
A su regreso, Jesucristo aplastará a las naciones que pretendan pelear contra Él. Los armamentos más avanzados no podrán hacer nada contra el poder del Hijo de Dios que regresa a la Tierra. Sofocará toda rebelión y entonces se cumplirán las palabras de Apocalipsis 11:15: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”.
Europa se prepara para la guerra, se den cuenta o no sus líderes. Las fuerzas invisibles e inadvertidas continúan impulsándola hacia un futuro oscuro y ominoso. Pero cuando Jesucristo regrese y establezca su Renio en la Tierra, va a abolir las guerras. Europa alcanzará por fin un reposo permanente tras su historia teñida de sangre. Isaías lo profetizó así, refiriéndose a ese tiempo: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes… no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:2, 4).
Jesucristo va a imponer sus leyes como norma para toda la humanidad y en todo el mundo. Establecerá la paz mundial, trayendo orden y verdadera armonía ante el caos y la violencia que han aquejado a la humanidad durante siglos. Entonces los pueblos de Europa y del mundo dejarán de prepararse para la guerra, y se dispondrán a aprender el camino de la paz, construyendo una nueva civilización dirigida y guiada por Jesucristo con amor. ¡Que Dios traiga pronto ese día! [MM]