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¿Será posible que Nicolás Maquiavelo en su libro El príncipe, coincida con lo que Dios ha profetizado sobre el mundo bajo la influencia de Satanás?
El año 2023 marca 510 años desde la publicación de un libro famoso, escrito por un noble europeo de nombre Nicolás Maquiavelo. Ese libro: El príncipe, es uno de los más conocidos y de mayor influencia en la política que jamás se haya escrito. Y del nombre de su autor viene la palabra maquiavélico, para calificar las prácticas que promueve: la maquinación y el engaño con el fin de adquirir y conservar el poder.
Maquiavelo vivió de 1469 a 1527, período turbulento en la historia italiana. Italia estaba desunida, y sus grandes familias nobles se enfrascaban en luchas laberínticas por el control, entre sí, y contra potencias extranjeras. En Florencia, la aprobación o desaprobación de la familia de los Medici, por ejemplo, o del pontífice de turno, podía traducirse en un alto cargo o bien en prisión. Maquiavelo tuvo ambas experiencias. Estas fuerzas formaron la visión que del mundo llegó a tener el diplomático, administrador y filósofo político.
En la actualidad, una errada decisión profesional puede obligar a la persona a cambiar de empleo; mientras que en la Florencia de Maquiavelo podía ser llevada a la cárcel o a la muerte. Este ambiente hostil es reflejado en el parecer expresado por Maquiavelo en El príncipe: Que un gobernante no debe guiarse por un código moral, sino por las medidas pragmáticas necesarias para adquirir y conservar el poder. Maquiavelo aconseja al gobernante en proceso de ascender, y lleno de ambición por la consideración primordial en toda política, y en toda acción con los dictados del poder. Dice Britannica.com : “Maquiavelo puede interpretarse como el fundador de la ciencia política moderna, disciplina basada en el estado real del mundo, y no en cómo podría ser… la interpretación amoral se apoya en que Maquiavelo recurre con frecuencia a la ‘necesidad’, para justificar acciones que de otra manera podrían condenarse como inmorales” (Nicolás Maquiavelo, enero del 2023).
En El príncipe, Maquiavelo aconseja a los gobernantes que en el trato con los demás, es más efectivo manifestar arrogancia que humildad; que los poderosos deben sentirse en libertad para emplear trampas y engaños cuando les convenga, que más vale inspirar temor que amor, y que para alcanzar popularidad y seguridad en su reinado, el príncipe no necesita ser virtuoso sino parecerlo. ¿Habrá personas que vivan de la manera propuesta por Maquiavelo?
En 1970, los psicólogos Richard Christie y Florence Geis, publicaron: Estudios sobre el maquiavelanismo, en el cual identificaron cierto tipo de personalidad, caracterizada por la manipulación en las relaciones y el cinismo respecto de la naturaleza humana. Se manejó una prueba que incluía aseveraciones como: “No digas jamás la verdadera razón por la que hiciste algo, a menos que te convenga hacerlo… la mejor forma de agradar a la gente es decirle lo que desea oír… Todo el que confía enteramente en otro se busca problemas”.
Quienes respondían mostrando su acuerdo con aseveraciones como esas, se calificaban como “altos ejecutivos”, y se mostraban muy propensos a manifestar la personalidad maquiavélica. En cambio, quien sacaba un puntaje bajo como maquiavélico, se inclinaba a convenir en aseveraciones como: “Nunca estará bien mentirle a otro… La mayoría de las personas son buenas y bondadosas… Se debe actuar solamente cuando sea moralmente correcto”.
En su comentario sobre el estudio, la psicóloga Harriet Braiker escribió: “Los altos ejecutivos influyen en los demás, o los manipulan de maneras previsibles, empleando tácticas de índole explotadora, interesada y casi siempre engañosa. Los altos ejecutivos suelen ser de un tipo distinguido: Suelen ser encantadores, confiados y con mucha labia; pero también son arrogantes, calculadores, cínicos y dados a manipular y explotar” (¿Quién te manipula?, 2004).
Quienes están aspirando a ser líderes, lo mismo que en tiempos de Maquiavelo, anhelan la validación personal que el poder les ofrece, y muchos darán casi cualquier paso con tal de alcanzarla. El apóstol Santiago explicó: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis” (Santiago 4:1-2). Todo se reduce a dos caminos de vida muy diferentes. La naturaleza de Dios: su carácter es amor y altruismo, el camino del dar. En cambio, el camino de la política de este mundo es el de obtener, centrado en el yo, y que obedece a un gobernante muy diferente.
Jesucristo identificó al verdadero príncipe del mundo actual, cuando dijo a sus discípulos: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” y “ha sido ya juzgado” y “será echado fuera” (Juan 14:30; 16:11; 12:31). Este príncipe tiene un reino en este mundo (Mateo 12:26), y es el verdadero “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4).
¿A quién se refería Jesús cuando habló del gobernante de este mundo? La Biblia revela que el mundo tiene un gobernante espiritual, quien encarna todas las ambiciones y la voluntad de los actuales líderes llenos de ambición. Veamos la naturaleza que se revela en este ángel: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del Norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14).
Este ser espiritual se llamaba Lucero, el portador de luz, pero su voluntariosa rebeldía contra el Dios Todopoderoso lo convirtió en Satanás, que significa el “adversario”. Dios señala el destino de este ángel malévolo caído: el lago de fuego, donde jamás volverá a influir en nada y en nadie (Apocalipsis 20:10).
En contraste con el malévolo “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2), las Escrituras dicen que pronto vendrá a la Tierra otro Príncipe, el “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Jesucristo enseñó un camino muy diferente del que enseñó Maquiavelo. En el Nuevo Testamento encontramos que una de las grandes virtudes que debemos buscar es la paz. La paz figura como uno de los frutos del Espíritu Santo de Dios (Gálatas 5:22).
Las Escrituras muestran que Jesucristo regresará como jefe de un ejército poderoso, pero empleará su poder para establecer y gobernar un Reino pacífico. Dios dijo mediante el profeta Isaías: “La Tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9). El gobierno de Jesucristo llenará toda la Tierra, y reemplazará a los gobernantes actuales.
El gobierno y los reinos de Satanás fue lo que Jesús vio cuando el diablo hizo su ofrecimiento: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de Dios; porque a mí me ha sido entregada” (Lucas 4:6). Efectivamente, este mundo y su poder y gloria son de Satanás. Bien podría darlos, y muchos han aceptado alguna parte de tan seductor trato. Jesús rechazó tanto el trato como a Satanás, y de hecho lo mandó lejos con sus palabras al decir: “Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás” (Lucas 4:8). Quienes optan por ser seguidores de Maquiavelo están aceptando un trato, ¡pero se equivocan de príncipe!
El príncipe ha influido profundamente en el pensamiento humano desde hace más de 500 años… y continúa influyendo. Lamentablemente, los políticos no comprenden que los principios expresados por Maquiavelo representan el espíritu corrupto de un sistema que pronto llegará a su fin. Debemos agradecer que los cristianos pueden apartarse de ese sistema, y que la Iglesia de Dios se esfuerza por poner en práctica el camino del gobierno del Eterno, libre del cinismo y de la manipulación que Maquiavelo aconseja.
Los verdaderos discípulos esperan la venida de un Príncipe muy diferente, el Príncipe de Paz, quien será la fuente de los buenos principios, y que pronto vendrá para encabezar un gobierno muy, pero muy diferente del propuesto por Maquiavelo.