La Biblia hace una severa advertencia a quienes dicen falsamente que han recibido un mensaje de Dios, quienes aseguran que les ha hablado cuando no es así. Siempre ha habido, y seguirá habiendo, personas que se atribuyen la condición de profetas. Pero Ezequiel, un verdadero profeta, comunica la advertencia sobre quienes hacen predicciones supuestamente provenientes de Dios, con la esperanza de que se hagan realidad.