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Pregunta: En Mateo 3:16 leemos que cuando Juan bautizó a Jesús, el Espíritu Santo descendió “como paloma” y reposó sobre Él. ¿Fue este el primer momento en que vino el Espíritu Santo a morar en Jesucristo?
Respuesta: Este malentendido acerca del bautismo de Jesús es muy frecuente. Quienes creen en esta doctrina falsa la llaman “adopcionismo”: la idea de que Jesús no era Hijo de Dios antes de su bautismo. También la llaman así quienes pretenden negar o subvalorar la eterna preexistencia de Jesucristo como parte de la Deidad.
Jesucristo existía desde antes del principio como el Logos, el “Verbo” (Juan 1:1). Este mismo Ser “fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Las Escrituras declaran como “anticristo” el concepto de que Jesús no era plenamente humano (1 Juan 4:3; 1 Timoteo 3:16), también señalan las Escrituras que habría de venir al mundo como “Emanuel” lo cual significa “Dios con nosotros” (ver Isaías 7:14 y Mateo 1:23).
¿Cómo es posible que Jesús siendo un ser humano que solicitó el bautismo también fuera “Dios con nosotros”? Al reconciliar estos hechos, entenderemos mejor cómo y por qué el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma visible. También aclararemos algo acerca de su naturaleza, tema que la cristiandad convencional no ha logrado entender.
Sabemos por las Escrituras que Jesús nació de una virgen y que fue engendrado por el Espíritu Santo (Isaías 7:14; Mateo 1:20). El Logos, siendo Dios, se despojó voluntariamente de su gloria y majestad divinas, en lo que se conoce como su kenosis (vocablo griego que significa “despojarse”), para convertirse en ser humano (Filipenses 2:5-7). Así, cuando Jesús se hizo carne, sin dejar de ser Dios, se convirtió en ser humano como nosotros, cuya vida estaba en su sangre. Porque está escrito, y la Escritura no puede ser quebrantada: “La vida de toda carne es su sangre” (Levítico 17:14). Así, cuando derramó su sangre en la cruz, entregó su vida para salvar la vida de todos nosotros, que estábamos condenados a pagar por nuestros pecados con nuestra propia vida (Isaías 53:12).
¿Por qué vino Jesús adonde Juan el Bautista para ser bautizado? Juan, cuya misión era preparar el camino para el ministerio de Jesús (Mateo 3:1-3), se sorprendió, como vemos en sus palabras a Jesús: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mateo 3:14). Pero el Señor le respondió diciendo: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (v. 15). Como nuestro Salvador, a quien el verdadero discípulo se compromete a imitar en su vida (1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6), Jesús nos dio un ejemplo completo que nos ayuda a ver cómo hacer la voluntad de Dios, y cómo cumplir su plan para nosotros. Ese ejemplo incluye el bautismo.
Cuando Dios el Padre llama a alguien, lo guía hacia el arrepentimiento de sus pecados (Romanos 2:4). Esto conduce al bautismo. Después del bautismo, el pecador arrepentido, recibe el Espíritu Santo mediante la imposición de manos.
Jesucristo había sido engendrado por el Espíritu de Dios el Padre desde el momento mismo en que fue concebido en el vientre de la virgen María (ver Mateo 1:18-20; Lucas 1:31-35); y desde su concepción, el Espíritu moró en Él. Jesús era Emanuel, Dios con nosotros, el Verbo hecho carne (Juan 1:14). Tuvo el Espíritu Santo sin medida morando en Él (Juan 3:34), y llevó una vida perfecta, santa y justa desde antes de comenzar su ministerio. Juan bautizaba con agua únicamente, pero en el bautismo de Jesús, que sentó el ejemplo para todos los que vendrían después, Dios dio una señal: el Espíritu que descendió “como paloma”. Esta señal indicaba que los seguidores de Jesús serían bautizados no solo con agua, sino con el Espíritu Santo. Este es el significado del bautismo de Jesús. [MM]