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La Biblia se diferencia de todos los libros religiosos del mundo por ser el único que tiene profecías exactas de hechos pasados y futuros.
¡Las profecías cumplidas tienen mucho que ver con nuestro futuro!
La mayor parte de quienes se dicen cristianos saben, en términos generales, que los primeros discípulos tenían como Escrituras solamente lo que se conoce como el Antiguo Testamento. Saben que la gente en tiempos de Jesús de Nazaret leía esas Escrituras, y por ellas comprendieron que Él era el Mesías profetizado.
Pero muchos ignoran las asombrosas profecías que se encuentran por toda la Biblia. De hecho, entre una cuarta y una tercera parte de la Biblia es profecía. Dice la Enciclopedia de profecía bíblica, de J. Barton Payne, que la Biblia tiene 1.817 predicciones acerca del futuro. Estas no solo predicen la venida de Jesucristo, sino que explican mucho sobre el auge y decadencia de las naciones y sobre las catástrofes y plagas que ocurrirían en los últimos tiempos, y que causarían la aniquilación de toda vida humana si no regresara Jesucristo, según dice la profecía, para establecer el Reino de Dios aquí en la Tierra.
En este breve artículo trataremos solo algunas de esas profecías… y lo que significan para nuestra fe y nuestro futuro.
Un ejemplo extraordinario de las profecías bíblicas cumplidas son las abundantes menciones del anunciado Mesías. El Antiguo Testamento se refiere a su venida más de 300 veces. ¿Cuál es la probabilidad de que se cumplieran la totalidad de las 300 profecías? En su libro: La ciencia habla, el matemático Peter Stoner (1888-1980) analizó la probabilidad de que en una persona se reuniera el cumplimiento de tan solo 48 de esas profecías. La probabilidad de que esto ocurriera era de una en 10157. Para mayor claridad, sería como tratar de hallar un electrón específico entre todos los electrones de todo el Universo conocido… en el primer intento. Y esto es solo para 48 de las 300 profecías.
Para tratar de evadir esta realidad, algunos escépticos razonan con ideas tendientes a subvalorar la inspiración de la Biblia, o tildan a los primeros cristianos de necios. Si usted aún no ha captado la asombrosa consistencia y veracidad histórica de las Escrituras, le invitamos a leer nuestro folleto informativo titulado: La Biblia: ¿realidad o ficción? Lo que allí aprenderá le será de mucha inspiración.
Veamos muy específicamente algunas de las profecías mesiánicas más conocidas, así como su cumplimiento. El Manual Bíblico de Halley trae una lista muy útil:
Estas solo son algunas de las muchas profecías que hablaban de Jesús como el Mesías, y que de hecho se cumplieron. Otra muy importante tiene que ver con el momento en que vendría. Los judíos en tiempos de Jesús conocían la vital profecía de Daniel sobre el advenimiento del Mesías: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Daniel 9:24).
Notemos que esta figura profetizada había de hacer reconciliación por la iniquidad. Muchos pasajes de las Escrituras muestran que el Mesías moriría por los pecados del mundo, a fin de que pudiéramos recibir el perdón y reconciliarnos con Dios. Juan el Bautista testificó al respecto: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Respecto de Jesucristo leemos también que “tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).
La profecía de Daniel nos recuerda una de las finalidades más importantes en la venida del Mesías: Hacer reconciliación por el pecado. Cada uno de nosotros puede recibir perdón de nuestros pecados por medio de la sangre de Cristo, si hacemos lo que Jesús indicó: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Más tarde, el apóstol Pedro predicó ante una multitud en el día de Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). ¿Se ha arrepentido usted? ¿Cree usted en el verdadero evangelio del Reino de Dios?
Y en la profecía de Daniel hay mucho más. En la terminología profética, un “día” puede ser simbólico de un año de duración. La profecía de Daniel dice que hay 69 semanas anteriores a la llegada del Mesías, y cada una comprende siete días, para un total de 483 años proféticos. “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas” (Daniel 9:25).
Si sabemos cuándo empezó la cronología de esta profecía, ¡podemos saber cuándo empezaría Jesucristo su labor de reconciliación! Muchos eruditos señalan el decreto de Artajerjes como el punto de partida, fecha que los historiadores señalan como el año 457 a. C. ¿Qué fecha caería 483 años después? Como no hay año 0, vemos que, según la profecía de Daniel, el ministerio del Mesías debía comenzar en el año 27 d. C.
Y así fue. El Evangelio de Lucas dice que Jesús fue bautizado por Juan en el río Jordán, y que enseguida, “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años” (Lucas 3:23). Entonces, ¿cuándo nació? Si del año 27 d. C. restamos 30 años de la edad de Jesús, esto nos lleva al año 4 a. C., ¡año que la mayor parte de los eruditos señalan como la fecha probable del nacimiento de Jesús! Jesucristo, pues, cumplió la profecía de Daniel al año preciso, cuando en el año 27, empezó su ministerio de reconciliación por el pecado.
Quedan por cumplir otros aspectos de la profecía de Daniel, que corresponden al regreso de Jesucristo. Daniel cita otras tres misiones que son para el futuro. Cuando regrese, el Mesías cumplirá las profecías de “traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Daniel 9:24).
Aquí la expresión “Santo de los santos” se refiere al “lugar santísimo” en el templo de Jerusalén, que estará establecido y activo durante el milenio venidero (vea Ezequiel 41:4).
El hecho de que Dios pueda darnos profecías con siglos y aun milenios de antelación no debe sorprendernos. Por medio del profeta Isaías declara: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9-10).
Una profecía cumplida, fascinante aunque menos conocida, tiene que ver con la caída de la antigua Babilonia. Cuando Dios reveló esta profecía, Babilonia era el imperio más grande del mundo. La lógica humana no podía prever su fin. Sin embargo, la profecía bíblica predijo que esta gran potencia había de castigar a otras naciones, sirviendo para ello como instrumento del juicio divino, y que luego ella misma vendría bajo juicio por sus pecados.
Imaginemos que durante la Primera Guerra Mundial alguien anunciara que Boris Johnson sería primer ministro del Reino Unido. ¿Imposible? Pues, más de cien años antes del derrocamiento del poderoso Imperio Babilónico, el profeta Isaías nombró al líder persa que se encargaría de su caída. Dios “dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado” (Isaías 44:28). Ciro fue rey de todos los persas aproximadamente del año 558 al 529 a. C. Por tanto, Isaías estaba profetizando en el siglo 8 a. C. acerca de un rey ¡que ni siquiera nacería hasta el siglo 6 a. C., casi doscientos años antes.
Isaías no solo se refirió a Ciro por el nombre propio, sino que predijo de qué manera exacta entraría a Babilonia para conquistarla. Ciro dio permiso para que los judíos regresaran a Jerusalén y construyeran el segundo templo. Siglos antes, Dios proclamó que se valdría de Ciro de manera especial: “Así dice el Eterno a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy el Eterno, el Dios de Israel, que te pongo nombre” (Isaías 45:1-3).
La referencia a las “puertas” indica cómo Dios abrió el camino para que el ejército de Ciro capturara la ciudad. La ciudad de Babilonia, con sus gruesas murallas y sus fortificaciones, parecía impenetrable. Además, tenía abastecimientos suficientes para un sitio de 20 años o más, y los habitantes subestimaron a Ciro cuando llegó a atacar la ciudad con su ejército.
El río Éufrates atravesaba el centro de Babilonia luego de pasar bajo las puertas descomunales en la muralla. Ciro aplicó un método ingenioso para superar este obstáculo: hizo abrir acequias aguas arriba para desviar la corriente del río.
Más de 100 años antes de su nacimiento, la Biblia profetizó, con nombre propio, que Ciro el Grande vencería a la gran fortaleza de Babilonia. El historiador laico griego Heródoto también escribió sobre el suceso. Ciro y sus tropas sin combatir...
“… lograron de este modo desviar la corriente del río y hacer vadeable la madre. Cuando los persas, apostados a las orillas del Éufrates, le vieron menguado de manera que el agua no les llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por este en Babilonia… los babilonios… fueron sorprendidos por los persas; y según se dice de los habitantes de la ciudad, se hallaban ya prisioneros los que moraban en los extremos de esta, y quienes vivían en el centro ignoraban absolutamente lo que pasaba, por causa de la gran extensión de la ciudad, y porque siendo además un día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiendo en sus convites, en los cuales continuaron hasta que del todo se vieron en poder del enemigo. De este modo fue tomada Babilonia la primera vez” (Los nueve libros de la historia, traducido por Bartolomé Pou, libro 1, capítulo 191).
¡Increíble! El historiador laico Heródoto confirma, como hacen otras fuentes entre las cuales Xenofonte en su Cyripedia, ¡que la profecía bíblica se cumplió de modo dramático y exacto! El profeta Daniel estaba en la ciudad de Babilonia la noche en que fue conquistada por el ejército persa bajo Ciro. Por medio de este profeta, Dios hizo saber al rey Belsasar lo que les iba a suceder a él y al Imperio. Es el famoso relato de la escritura divina en la pared. El rey Belsasar dispuso un gran festín para miles de sus nobles. Bebieron vino en las copas de oro sustraídas en el saqueo al templo de Jerusalén. “En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el Rey veía la mano que escribía. Entonces el Rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra” (Daniel 5:5-6).
El rey hizo llamar a Daniel para que interpretara la inscripción. “Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN” (Daniel 5:25). Entonces dijo Daniel al rey Belsasar: “Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu Reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu Reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas” (vs. 26-28). “La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Media tomó el Reino, siendo de sesenta y dos años” (vs. 30-31). El Reino de los medos y los persas reemplazó al Reino de Babilonia, tal como lo había profetizado Dios.
Dios aún interviene en los tiempos modernos para guiar a las naciones y pueblos. El Imperio Británico no siempre fue la potencia que llegó a ser antes de su decadencia más reciente. En su folleto titulado: Cumplimiento de la profecía: La mano de Dios en los asuntos mundiales,el doctor Roderick C. Meredith (1930-2017), describió cómo Dios salvó a las fuerzas navales inglesas con la potencia de los vientos:
“Entre 1586 y 1587 se imposibilitó el dominio católico sobre el trono de Inglaterra mediante la ejecución de María, reina de Escocia. El año siguiente, el rey Felipe II de España desató su armada “invencible” de 130 buques contra Inglaterra en un esfuerzo por reafirmar el control católico. Aunque las fuerzas navales inglesas lucharon tenazmente, al final se les agotó la pólvora. En ese momento crítico, surgió un viento sin precedentes que echó a perder muchos de los pesados galeones españoles cargados de armas. Las naves maltrechas que llegaron dificultosamente a España, estaban en tan mal estado que muchas quedaron inservibles” (Pág. 20).
Efectivamente, ¡Dios interviene en el estado del tiempo para cumplir sus fines! El doctor Meredith afirmó:
“Se vale de este poder en ocasiones para intervenir en los asuntos humanos, como dice la Escritura: ‘con viento solano quiebras tú las naves de Tarsis’” (Salmos 48:7)… “Para conmemorar la derrota española, la reina Isabel de Inglaterra hizo acuñar una moneda de plata que llevaba la inscripción: ‘Sopló Dios ¡y se dispersaron’. ¡Ella sabía quién se había hecho cargo de los vientos en ese momento crítico de la historia de su pueblo’” (ibídem).
Hemos visto que la Biblia predijo la primera venida de Jesucristo y que Dios también profetizó la caída de un gran imperio. Aunque en la actualidad permite que la humanidad pecadora se gobierne a sí misma, y que aprenda así las dolorosas consecuencias de rebelarse contra su camino, continúa interviniendo para hacer cumplir lo que ha profetizado. Y sus profecías son muchas más de las que podemos tratar en este artículo. Hay profecías bíblicas que predicen el auge y caída de los Estados Unidos y del Imperio Británico, para quien haya aprendido a reconocer a los antepasados de esas naciones. Para saber más, le invitamos a leer nuestro folleto: Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, donde verá otro formidable ejemplo de cómo se cumplen las asombrosas profecías de Dios… en este caso, ¡miles de años después de haberlas inspirado!
Para terminar, veamos la extraordinaria profecía del regreso de Jesucristo para establecer su Reino a su segunda venida:
“Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su Imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su Reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del Eterno de los ejércitos hará esto (Isaías 9:6-7).
Así es: “Lo dilatado de su Imperio y la paz no tendrán límite”. Hemos visto el cumplimiento de muchas profecías que predijeron la primera venida de Jesucristo y esto nos da la seguridad de que pronto ocurrirá su segunda venida, tal como está profetizado, para establecer el Reino de Dios bajo su dominio firme y benévolo. Para aprender más sobre ese precioso tiempo previsto en las profecías a lo largo de la Biblia, no deje de leer nuestro folleto: El maravilloso mundo de mañana.
Nos hallamos ahora en el profetizado tiempo del fin, esperando que Jesucristo regrese y establezca su gobierno eterno. Él salvará al género humano de la extinción total. Traerá paz duradera a todas las naciones de la Tierra. Es necesario que nos preparamos para su Reino venidero. Es necesario que sigamos sus instrucciones y que roguemos: “Venga tu Reino” (Mateo 6:10).
Podemos prepararnos en la fe. La Palabra de Dios, la Biblia, se ha mostrado certera, no solo en cuanto al cumplimiento profético sino en cuanto al camino de vida que proclama. Que Dios les bendiga en la tarea de aplicar la guía más importante de la vida, dada por nuestro Salvador: “Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).[MM]