Jerusalén, futura capital del mundo | El Mundo de Mañana

Jerusalén, futura capital del mundo

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Fuera de Israel, pocos se dieron cuenta, cuando en diciembre del 2022 la organización nacional palestina Hamás anunció su plan de “liberar a Jerusalén y sus sitios santos” del dominio israelí. Acusado ampliamente como un grupo terrorista, Hamás celebró sus 35 años de existencia haciendo circular mapas de una Palestina que se extiende desde el río Jordán hasta el Mediterráneo… dando a entender con esto el fin de Israel, y el establecimiento de Jerusalén como ciudad capital de Palestina. Aunque pocos prevén el éxito de las amenazas de Hamás, estas continúan siendo un motivo de tensión y derramamiento de sangre.

Aunque Jerusalén se halla en el corazón de los conflictos del Oriente Medio, relativamente son pocos los que la ven como una verdadera ciudad mundial. La revista estadounidense Foreign Policy publica una clasificación de Ciudades globales; resaltando las urbes metropolitanas que ocupan los primeros lugares en el mundo económico, político, cultural y de comunicaciones. En enero del 2023, Londres en el Reino Unido y Nueva York en los Estados Unidos ocupaban los primeros lugares con la designación Alfa++. Algunas ciudades Alfa+ son Pekín y Shanghái en China, Tokio en Japón y la isla nación de Singapur. Situada por debajo de las clasificaciones Beta y Gama, Jerusalén en Israel está clasificada como una ciudad de suficiencia, detrás de unas 200 ciudades del planeta que se consideran más importantes.

Los financistas suelen señalar a Nueva York en Estados Unidos o Londres en el Reino Unido como la capital del mundo. Los Ángeles, California, es vista a menudo como la capital del entretenimiento. Más de mil quinientos millones de musulmanes en el mundo miran a la Meca como la ciudad más importante dentro de su fe, y más de mil millones de católicos miran a la ciudad del Vaticano. Si se trata exclusivamente del tamaño, la urbe metropolitana de Tokio en Japón, con sus más de 35 millones de residentes, es el sitio urbano más grande del mundo.

Medida con los criterios más difundidos, la antigua ciudad de Jerusalén quizá no parezca muy importante. Sin embargo, la Biblia revela un hecho bastante desconocido: Jerusalén será el centro de los sucesos profetizados para el tiempo del fin ¡y pronto habrá de convertirse en la capital del planeta Tierra!

Auge y caída de Babilonia

El rey Nabucodonosor construyó los jardines colgantes de Babilonia, que se cuentan entre las siete maravillas del mundo antiguo. El historiador griego Heródoto dijo de Babilonia que, además de su tamaño, “en esplendor no hay otra ciudad que se le asemeje” (Historias, libro 1, sección 178).

En su tiempo, Babilonia fue la ciudad más grande del mundo. Historiadores y arqueólogos dicen que fue la primera ciudad que sobrepasó 200.000 habitantes. En el 2019, fue declarada Patrimonio mundial por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), distinción que se había conferido a Jerusalén en 1981.

La Biblia documenta el orgullo y la jactancia del rey Nabucodonosor por su hazaña. El profeta Daniel ya le había advertido que debía humillarse, arrepintiéndose de sus pecados y haciendo misericordia a los oprimidos: “Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:29-30). Dios castigó al rey Nabucodonosor, y este por fin aprendió la lección: “Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del Cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y Él puede humillar a los que andan con soberbia” (v. 37).

Al final, el gran imperio de Nabucodonosor cayó, y con él, la gran ciudad de Babilonia.

Auge y caída de imperios

El Reino Babilónico dio paso al gran Imperio Medopersa, y cuando este cayó ante los griegos, el mundo vio surgir el Imperio Grecomacedonio. Alejandro Magno, poderoso guerrero, encabezó campañas militares por Europa y Asia, y estableció más de una decena de ciudades que se llamaron en su honor: Alejandría. Alejandría en Egipto fue capital del Reino Egipcio durante casi mil años, hasta la conquista musulmana en el año 641 d.C. Con el surgimiento del Imperio Romano, la ciudad de Roma se elevó a una posición de importancia mundial, y desde sus siete colinas reinaron césares y papas.

¿Qué importancia tienen para nosotros estos imperios? La Biblia revela una serie de grandes imperios. El profeta Daniel los predice al describir una misteriosa figura con cabeza de oro, pecho y brazos de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y pies de hierro y barro cocido (Daniel 2:32-43). También nos presenta una bestia con diez cuernos que representan imperios mundiales (Daniel 7). El apóstol Juan habla en su profecía de una “bestia”, figura que gobernará al mundo desde una capital poderosa. ¿Cuánta fuerza llegará a tener esta bestia o potencia mundial? Leemos que “se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación” (Apocalipsis 13:7).

La buena noticia es que Jesucristo, venidero Rey de reyes, va a conquistar y destruir a esta potencia (Apocalipsis 17:14). ¿Dónde establecerá su gobierno Jesucristo el Rey? ¿Cuál de las ciudades de la Tierra será la capital del mundo?

La respuesta es ¡Jerusalén! Muchos pasajes así lo confirman. La siguiente es una profecía sobre el futuro de la ciudad: “Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones” (Isaías 2:1-2).

Como ya saben los lectores habituales de El Mundo de Mañana, un monte en la Biblia simboliza un reino o gobierno. Isaías dijo claramente que en Jerusalén se establecería el Reino del Señor. Efectivamente, ¡Jerusalén será la capital del mundo! Notemos que “correrán a él todas las naciones”, en acatamiento al nuevo gobierno mundial.

Es importante entender que este no será un gobierno manejado por egoístas seres humanos. El nuevo gobierno que regirá a todo el mundo será el Reino de Dios ¡y su gobernante será el Salvador y Rey de reyes, Jesucristo! Esa es la buena noticia, el futuro que todos esperamos con anhelo. Confío en que también nos encontremos a la espera de ese mundo futuro de paz, anhelando la venida del Reino y orando, tal como se nos enseña en Mateo 6:10: “Venga tu Reino”.

Conflicto actual sobre Jerusalén

Cuando el Príncipe de Paz regrese, Jerusalén va a ser su capital y centro mundial del gobierno, religión y educación. El nombre Jerusalén significa “ciudad de la paz”, pero ese nombre no parece reflejar la realidad en esa perturbada capital. La mayor parte de las naciones actuales ni siquiera reconocen a Jerusalén como la capital de Israel, a causa de las incesantes disputas entre el país y los palestinos, quienes igualmente la reclaman como su capital. Se despertó una polémica mundial, cuando en diciembre del 2017 el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que su país reconocería a Jerusalén como la ciudad capital de Israel. Australia hizo lo mismo por un tiempo, pero en octubre del 2022 revocó su decisión, regresando al estado anterior que reconoce a Tel Aviv como capital.

Desde la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel ha librado guerras y negociado tratados de paz con varios estados árabes, pero nunca ha podido negociar un acuerdo de paz permanente con los palestinos. Antes de su muerte en el 2001, Faisal Husseini, representante de la Autoridad Palestina en Jerusalén, declaró que Israel “debe retirarse de toda Jerusalén Oriental hasta las demarcaciones que rigieron antes de 1967… todos los asentamientos y vecindades israelíes en Jerusalén Oriental deben desmantelarse… Israel debe compensar a los palestinos por los daños que ha infligido, incluidos los cambios en el carácter de la ciudad y la vida de sus ciudadanos” (The Jerusalem Post, 19 de noviembre de 1999).

Israel, por supuesto, no se ha retirado de Jerusalén Oriental ni tiene intenciones de hacerlo. Pero en julio del 2000, el primer ministro israelí Ehud Barak hizo lo que ningún negociador israelí había hecho: Propuso que Israel concedería la facultad de autogobierno administrativo a los palestinos en Jerusalén Oriental. Pero Barak quería que Israel mantuviera el control de la seguridad sobre Jerusalén Oriental, y los palestinos rechazaron su propuesta. Se rompieron las negociaciones y a eso volvió el conflicto actual. ¿Cuál fue el origen de esa ruptura en las negociaciones? El punto que parece insoluble es este: ¿Quién controlará Jerusalén?

Si ambas partes asumen una posición innegociable, el resultado es un punto muerto. La posición israelí sigue sin cambio: Insisten en que Jerusalén continuará unida bajo la soberanía única de Israel.

¡Sí, la brecha entre los puntos de vista sobre la soberanía de Jerusalén es amplia y profunda! ¿Qué piensa la comunidad internacional de este conflicto? ¿Cuál sería la solución? En 1980, cuando Israel declaró que Jerusalén es la “capital unida y eterna” del país, el Vaticano se expresó firmemente opuesto a semejante declaración. Más tarde, en 1984, el papa Juan Pablo II pidió que Jerusalén tuviera un “estatus especial de garantía internacional”. Y muy recientemente, en su mensaje pascual en abril del 2022, el papa Francisco instó a los israelíes y palestinos a “gozar de acceso libre a los lugares santos con mutuo respeto por los derechos de cada uno”.

Podemos estar seguros de que el estatus de Jerusalén continuará siendo un tema geopolítico central. Debemos observar lo que ocurre en el Oriente Medio, y las tendencias que señalen grandes cambios en el control político y religioso de la ciudad de Jerusalén.

“Jerusalén será hollada por los gentiles”

Jesús habló de un tiempo cuando ejércitos hostiles invadirán la Tierra Santa y rodearán la ciudad de Jerusalén. “Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado” (Lucas 21:20). Vemos por lo menos dos señales a las cuales debemos estar atentos: la “abominación desoladora” (Mateo 24:15; Marcos 13:14) y “Jerusalén rodeada de ejércitos”. Estos no van a ser unos simples ejércitos del Oriente Medio, sino los ejércitos de los gentiles que controlarán Jerusalén durante tres años y medio, como leemos en Apocalipsis 11:2. Continuemos en Lucas 21:

“Estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran calamidad en la Tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:22-24).

El apóstol Juan escribió: “Me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:1-2).

Durante 42 meses, la ciudad santa, Jerusalén, no será controlada por los judíos, sino por los gentiles. Leyendo el libro del Apocalipsis, vemos que este período de tres años y medio ocurre poco antes del regreso de Jesucristo.

Profecía de Daniel sobre los sacrificios diarios

Cuando Daniel tuvo una visión revelada por un ser divino, preguntó qué significaba ese mensaje. Este le respondió: “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:9). Transcurridos más de 2.500 años desde entonces, podemos comprender esas profecías: ¡Este es el tiempo del fin!

Estas profecías encierran un detalle para el tiempo del fin que muchos pasan por alto: “Contando desde el momento en que sea abolido el sacrificio perpetuo e instalada la abominación de la desolación: mil doscientos noventa días” (v. 11, Biblia de Jerusalén). Dios revela que en el tiempo del fin, faltando poco para el regreso de Jesucristo, el sacrificio diario se suspenderá, o será “quitado”. ¡La implicación obvia es que primero los sacrificios tienen que comenzar! Los ejércitos romanos destruyeron Jerusalén y el segundo templo en el año 70 d.C., y desde entonces los judíos no han vuelto a ofrecer sacrificios en el templo.

Pensemos en los tiempos pasados cuando los judíos regresaron a Jerusalén después del cautiverio. Antes de echar los cimientos para reconstruir el templo, empezaron a ofrecer sacrificios. También guardaron la Fiesta de los Tabernáculos, ofreciendo sacrificios diarios (Esdras 3:4) y: “Desde el primer día del mes séptimo comenzaron a ofrecer holocaustos al Eterno; pero los cimientos del templo del Eterno no se habían echado todavía” (v. 6).

Veamos otro punto importante: ¿Adónde regresaron los exiliados? Aunque el templo no estaba reconstruido, Esdras se refiere al emplazamiento del lugar santo como la “casa de Dios” (v. 8). Esto fue alrededor del año 536 a.C. Aún no había una construcción, y el resto del capítulo 3 explica las labores de echar los cimientos.

El punto es que los sacrificios han de ofrecerse en un lugar santo, pero el ejemplo en Esdras muestra que se ofrecían diariamente, sin que hubiera una construcción física llamada un templo. Los judíos que regresaron del cautiverio llamaban al lugar santo “la casa de Dios”, aunque todavía no hubiera ningún templo. En años recientes, los judíos han presionado por tener su presencia religiosa en el monte del Templo, donde ahora solamente pueden adorar los musulmanes. El lugar más santo actualmente bajo el control de las autoridades religiosas judías es el muro occidental o muro de los Lamentos, que es el muro de contención en el costado oeste del monte del Templo.

Hay otro motivo que por ahora hace imposible los sacrificios. Un elemento que ha faltado desde hace mucho tiempo, para que los judíos inicien los sacrificios, son las novillas ceremoniales puras. Los cuerpos de esas novillas se quemarían para utilizar las cenizas en unos antiguos ritos de purificación. Esas novillas especiales, conocidas como vacas alazanas o rojas, deben tener por lo menos dos años de edad, y no pueden haber llevado yugo. Tampoco pueden estar marcadas. No pueden tener la oreja perforada ni tacha o marca alguna, y no pueden tener más de dos pelos que no sean rojizos. El Instituto del Templo Judío lleva decenios preparándose para el sacrificio de animales, y en el 2022 recibió, procedentes de un rancho de Texas, cinco vaquillas de un año de edad que podrían ser aceptables. A medida que crezcan, les harán inspecciones para garantizar su pureza ritual. (Israel365News.com, 16 de septiembre del 2022).

¿Se utilizará alguna de esas novillas para la preparación de un sacrificio diario, con o sin restauración de un templo real?

Mil años de paz

Jesucristo regresará del Cielo con todos los santos resucitados, para gobernar la Tierra durante mil años de paz y prosperidad. Jerusalén será su capital y capital del mundo. Será no solo la capital del gobierno mundial, sino también capital de la educación.

El gran Educador y Maestro, Jesucristo, enseñará la verdad basada en la Palabra de Dios: “Así dice el Eterno: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará ciudad de la Verdad, y el monte del Eterno de los ejércitos, monte de Santidad. Así ha dicho el Eterno de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas” (Zacarías 8:3-5).

Durante el milenio, los primeros mil años del reinado de Jesucristo en la Tierra, como Rey de reyes, todas las naciones volverán los ojos a Jerusalén como la capital del mundo, y enviarán representantes para adorar al Rey: “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la Fiesta de los Tabernáculos” (Zacarías 14:16).

Finalmente, todas las naciones aprenderán el camino de la paz, no de la guerra. Aprenderán el verdadero camino del amor a Dios y amor al prójimo. No ansiarán el poder militar ni recurrirán a la guerra para resolver sus problemas, sino que desearán la verdad que se les enseñará desde la ciudad capital del mundo, Jerusalén.

“Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la Palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:3-4).

La ciudad de Jerusalén será, por fin, fiel a su nombre: Ciudad de Paz, porque el Señor, el Eterno, el Mesías glorificado, Jesús de Nazaret; vivirá allí en persona, como dijo: “Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén” (Zacarías 8:3). Entonces empezaremos a conocer la verdadera paz mundial. Jerusalén, tal como hemos leído, se llamará: “Ciudad de la Verdad” (v. 3). Todas las naciones aprenderán los principios, leyes y valores eternos que garanticen paz y prosperidad para todos. Tal como lo predijo Isaías, la gente irá a la Tierra Santa para que se cumpla lo que está escrito: “Nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la Palabra del Eterno” (Isaías 2:3).

La nueva Jerusalén

El futuro de Jerusalén también es la buena noticia de nuestro futuro … y del mundo. Al final, la nueva Jerusalén bajará del Cielo a la Tierra para ser la capital del Universo, más gloriosa que cualquier capital diseñada por arquitectos humanos. Leemos sobre ese tiempo espléndido en los capítulos 21 y  22 del Apocalipsis. Entre tanto, ¡esperemos el pronto establecimiento de la Jerusalén terrenal como la capital del mundo!

La ciudad de la Paz ha vivido guerras cruentas y derramamiento de sangre por muchos siglos, pero pronto tendrá paz. Hasta entonces, si vivimos por las leyes del futuro Rey, Jesucristo, y si hemos recibido el Espíritu Santo como fuente interior de poder y paz, podremos vislumbrar en nuestra propia vida lo que pronto se vivirá en todo el mundo. ¡Que Dios traiga pronto ese día!