En los niños no hay engaño y, a menudo, le dirán cosas muy reveladoras. Un abuelo me contó una experiencia con su nieto de diez años. El abuelo le preguntó al niño: "Entonces, ¿qué estás estudiando en la escuela estos días?" a lo que el niño respondió: "¿Sabías que hay ácido en el estómago de una persona, pero no les hace un agujero?" Su abuelo le dijo: “¡Sí, eso es maravilloso! Así es como Dios nos hizo como seres humanos”. Se sintió consternado cuando el niño respondió: "¡Oh, abuelo, ‘no hablamos de Dios' en nuestra casa!"