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A partir de 1707, cuando el Acta de la Unión integró los reinos de Escocia e Inglaterra para formar la Gran Bretaña, Escocia ha mantenido una relación ligeramente tensa con su vecina más poderosa del sur. En el 2007, cuando el Partido Nacional Escocés (SNP) asumió el poder en el Parlamento de Escocia, se acentuaron las voces que pedían separarse del Reino Unido. La elección general realizada en diciembre del 2019, cuando el SNP ganó 48 de los 59 escaños escoceses en el Parlamento del Reino Unido, aumentó la confianza de quienes presionaban por salirse. Los escoceses rechazaron la independencia por un margen de 55 a 45 por ciento en un referendo del 2014, pero una encuesta de opinión en agosto del 2019, sugiere que ahora los votos a favor de la independencia serían una ligera mayoría (Reuters, 5 de agosto del 2019).
Es sorprendente, pero posible, que una carta dirigida al Papa hace 700 años por nobles escoceses, llamada la Declaración de Arbroath, ofrezca algunas aclaraciones y una mayor comprensión de esta fuerte corriente del pensar escocés. Se remonta a los antiguos orígenes del pueblo escocés y a los vínculos familiares, aún sin reconocer, con las naciones vecinas.
Cuando el monarca escocés Alejandro III de la casa de Dunkeld falleció en 1286, los barones escoceses invitaron a Eduardo I de Inglaterra a servir de mediador entre los pretendientes al trono. Lo que hizo Eduardo fue coaccionar a los escoceses a que le juraran fidelidad a él. Más tarde Roberto I, conocido como Roberto Bruce, peleó contra los ingleses encabezados por Eduardo I, y ganó una batalla decisiva para Escocia en Bannockburn en 1314.
En reiteradas cartas, el pontífice intentó romper las hostilidades entre los dos países, ambos católicos. Sin embargo, se negó a reconocer a Roberto I como rey legítimo de Escocia. En respuesta, el papa Juan XXII recibió en Aviñón, Francia, una carta conocida como la Declaración de Arbroath, fechada el 6 de abril de 1320, que llevaba las firmas y sellos personales de 39 nobles escoceses. En ella se explicaba la posición escocesa respecto del conflicto con Inglaterra.
Dirigir una carta al Papa no era nada nuevo para los barones escoceses. En 1237, el rey Alejandro II y los barones de su época, habían enviado al papa Gregorio IX un tratado de paz negociado con Inglaterra en presencia de un delegado papal, y aseguraron al pontífice que su intención era cumplirlo. Por lo tanto, presentar una carta al pontífice en 1320 para enterarlo de lo que se percibía como una injusticia, sería una medida diplomática que podía dar fruto. La Declaración no indicaba ninguna propuesta repentina de sentimientos nacionalistas, sino un deseo de respeto y autonomía dentro de la situación que entonces existía con Inglaterra. Era una carta diplomática y una pieza de lo que podría llamarse propaganda inteligente. Una copia del original, que data de 1320, se encuentra en el Archivo Nacional de Escocia en Edinburgo.
La Declaración de Arbroath expuso los credenciales históricos de los escoceses, y se le pedía al pontífice, en esencia, que obligara a los ingleses a dejarlos en paz. No hay indicios de que la carta en ese momento produjera algún resultado importante. Desapareció en los anales de la historia y cayó en el virtual olvido, incluso en Escocia, hasta que en 1689 apareció una versión traducida del latín original al inglés.
El fragmento más famoso de la carta, que a veces citan los nacionalistas escoceses, dice así: “Mientras un centenar de nosotros siga con vida, bajo ningún concepto estaremos sometidos al dominio de los ingleses. No luchamos, en verdad, por gloria, ni por riqueza, ni por honores, sino únicamente por la libertad, que ningún hombre honrado entrega salvo con la vida misma”.
El SNP procuró evitar el brexit, y desea un nuevo referendo sobre la independencia (al que llaman IndyRef2), con la intención de separar a Escocia de los otros países del Reino Unido: Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Si la Declaración de Arbroath fuera una declaración de independencia escocesa, la citaría el SNP. Sin embargo, el partido no ha hecho referencia a la Declaración y ni siquiera ha llamado la atención a la frase sobre la libertad, ya que referencias como estas han resultado problemáticas en sus campañas anteriores.
Pese a los resultados positivos para la causa del SNP en Escocia, reflejados en la elección general reciente, es posible que no se presente una confrontación constitucional. El primer ministro Boris Johnson ha declarado que no dará su aval a un segundo referendo, ya que el primero, en el 2014, debía resolver el asunto al menos por una generación.
¿Qué otros antecedentes de los sucesos actuales se revelan en la Declaración de Arbroath? El preámbulo trae una clara afirmación en el sentido de que los escoceses conocen sus orígenes israelitas, sus antiguas migraciones, sus victorias en el campo de batalla y su larga historia de gobernarse a sí mismos como nación.
“…sabemos y encontramos en las crónicas y libros antiguos que entre las ilustres naciones, la nuestra, la de los escoceses, ha sido dotada con un extenso renombre. Viajó de Escitia Mayor por vía del mar Tirreno [Mediterráneo] y los Pilares de Hércules [estrecho de Gibraltar], y moró durante un largo transcurso en España entre los pueblos más salvajes… Desde allí vino, mil doscientos años después de que el pueblo de Israel cruzara el mar Rojo, a su tierra en el Oeste donde permanece todavía. Expulsó primero a los británicos, destruyó del todo a los pictos; y aunque atacada repetidamente por los noruegos, los daneses y los británicos; tomó posesión de esa tierra con muchas victorias y esfuerzos incontables; y tal como lo testifican los historiadores de la antigüedad, la ha mantenido libre de servidumbre desde entonces. En su dominio han reinado ciento trece reyes de su propia estirpe real, sin que un solo extranjero rompiera el linaje”.
¿Entonces por qué el afán de derogar el Acta de la Unión de 1707 entre Inglaterra, Gales y Escocia? Nuestro folleto titulado: Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, que se ofrece gratuitamente en forma impresa o en línea descargándolo de nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org, habla de situaciones como esta posible desintegración de antiguas y poderosas alianzas profetizadas en la Biblia.
En Levítico 26 encontramos una advertencia de Dios a los israelitas sobre las consecuencias de desobedecerle, condición que se ve claramente en nuestra sociedad actual. Declara, específicamente en el versículo 19, que va a quebrantar la soberbia del orgullo, en respuesta a las naciones que rechacen al Eterno. Por otra parte, Jeremías 30:7 habla de un tiempo catastrófico nacional que se espera, describiéndolo como “tiempo de angustia para Jacob”. Sabemos que el nombre de Jacob se cambió a Israel (Génesis 32:28) y que este nombre, según demuestra el folleto citado, se refiere a las actuales naciones del Noroeste de Europa, entre ellas Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.
¿Qué le depara el futuro al Reino Unido? El voto en la elección general de Escocia no necesariamente resultó a favor de la independencia, sino más bien en contra del brexit. Como el brexit ya se convirtió en un hecho, queda por ver cómo cambiará esa dinámica. Después de casi 50 años, el Reino Unido se propone asumir de nuevo el control de su propio destino nacional, lo que también puede redundar en beneficio de Escocia. Sin embargo, habría que preguntar si ese control renovado conducirá al arrepentimiento nacional, y a un verdadero esfuerzo por obedecer a Dios. Por el bien de esa nación, ¡es mejor que así sea! [MM]